«La memoria de los mártires, que fueron capaces de entregar sus vidas por aquello en que creían, constituye un ejemplo para los jóvenes de hoy y les da motivos para vivir con esperanza» (Papa Francisco).

Por: P. Mario Alberto Pacheco

Se ha dicho siempre que “la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos” y creo que esto también lo podemos afirmar con respecto a la vocación, de manera especial si se piensa en una figura como la de san José Sánchez del Río (Joselito). Cierto es que en el contexto de la sociedad actual (incluido el «mundo joven») la propuesta de figuras como la suya pareciera ser irrelevante, casi un fracaso; pero si ésta se acepta desde la plataforma de la fe, dicha propuesta podría causar un impacto tremendo y hermoso en la vida de quienes se dejan tocar e interpelar por ejemplos así. Por tanto, y sin temor a equivocarme, puedo afirmar que Joselito puede ser un ejemplo de vocación para los jóvenes de hoy.

«A mí me gustaría entregar la vida por Jesucristo», decía Joselito, para expresar su deseo de seguir radicalmente a Cristo.

En su novela Mirando al cielo, Antonio Peláez narra que en una conversación con su madre, Joselito categóricamente hizo la ya mencionada afirmación terminando con la siguiente interrogante: «Y tú, mamá, ¿te gustaría entregar tu vida por Dios?». Con el resto de su corta vida y más tarde, con su muerte, demostraría que efectivamente fue así: una joven vida entregada a Dios y de manera radical. La pregunta que él entonces dirigió a su mamá podría «mover el tapete» a algunos de nuestros jóvenes en la actualidad: «Joven, ¿te gustaría entregar tu vida a Dios? ¿Te gustaría entregar tu vida por Dios?

«Quiero que sepas que si mi voz ya no tuviera fuerzas para hablar, cada movimiento de mi cuerpo estará gritando… ¡Viva Cristo Rey!».

Joselito, ejemplo de perseverancia

Empapado por una cultura «light» y de lo instantáneo, el mundo, en gran parte, adolece de esta virtud en muchos aspectos, pareciera que perseverar es cosa del pasado o es algo casi inhumano. Incluso a nivel espiritual se presentan crisis al respecto, y a nivel vocacional también se puede notar. Recordemos la sabiduría popular: «el que persevera alcanza». José Sánchez del Río, desde su ser joven, nos ofrece a todos un magnífico ejemplo de perseverancia hasta el final. ¿Ejemplo de vocación? Sí, porque la vocación (cualquiera que ésta sea) requiere de perseverancia y, así llega a buen término.

Pensando en la persona y martirio de Joselito, resulta imposible evitar la reflexión en torno a la vocación dirigida al servicio de Dios y de la Iglesia, de lo cual nuestro joven santo es un claro ejemplo a seguir. Hoy por hoy, el mundo y la Iglesia necesitan de jóvenes como él: dispuestos al seguimiento radical de Cristo, perseverantes ante las pruebas, convencidos profunda-mente de su fe, que, con generosidad de corazón y buena disposición, quieran seguir los pasos del Maestro y desgastar-entregar su vida por Cristo, pues «¿de qué le sirve al ser humano ganar el mundo si pierde su alma?» (cf Mt 16,26a).

Joven lector: acepta el reto de sentirte interpelado por la figura de san José Sánchez del Río, mira que el «asunto» de la vocación requiere de mucha entereza y valentía, sobre todo en nuestros días, valores que tú posees y que puedes poner a operar en el servicio del Reino de Dios. Sin duda que nuestro santo y joven amigo Joselito –valiente y de mucha entereza– nos puede ayudar mirando desde el cielo.