Viacrucis en Etiopía

En Etiopía todavía estamos en Cuaresma, siguiendo el calendario de la Iglesia Ortodoxa que tiene sus fechas propias para festejar la Semana Santa, la cual empezará en una semana, el domingo 28 de este mes.

Dentro de las diversas prácticas religiosas, propias de esta temporada, se encuentra la oración del Viacrucis el cual he dirigido esta vez en la casa de asistencia a enfermos (de todo tipo) que las Hermanas Misioneras de la Caridad (Madre Teresa) tiene en la ciudad. El Viacrucis lo realizamos para el pequeño grupo de católicos enfermos, trabajadores y religiosas que ahí están.

Una tercera parte de los enfermos, 100 de los 300 que las religiosas asisten, se unen a nuestra oración, habiendo entre ellos un número equitativo entre protestantes, ortodoxos y musulmanes. Para mi sorpresa, no sólo van al Viacrucis para ‘ver’ lo que hacemos, para ser observadores, sino que ellos también se unen para ser participantes, a nuestras prácticas, como arrodillarnos o postrarnos en el suelo para mostrar nuestra devoción a la cruz. Cuando noté que muchos de ellos se acercaban a rezar el primer viernes de Cuaresma que dirigí, les mencioné que al final todos tenemos un solo Dios, aunque nuestros caminos para llegar a Él son diferentes… y que todos podemos adorar al mismo Dios en nuestros corazones con este tipo de prácticas externas.

1/ El primer viernes que hicimos el Viacrucis, un muchacho que participaba mostraba la cruz en alto mientras otro enseñaba una foto de cada una de las estaciones. 2/ Para el segundo sugerí y lo realizamos en el corredor de sus habitaciones para orar por los ‘sufrientes y enfermos’ que ahí estaban y que no podían salir. 3/ Para el tercero improvisé y llevé mantas, palos, una corona de espinas, una corona de plástico, máscaras de papel, etc. Llamé unos minutos antes a varios niños que ahí estaban para que hicieran la representación (Jesús, Pilatos, María, soldados, Simeón, mujeres, etc.), juntamente con la foto del Viacrucis, donde ellos no decían nada, solamente realizaba la representación de cada estación. 4/ El cuarto, este viernes pasado, en vez de llamar a niños, lo hice con los jóvenes. No cabe duda de que la mayoría de ellos son actores naturales y representaron cada una de las estaciones de una manera ‘magistral’, pero sobre todo con mucha, mucha devoción, (aún si la gran mayoría no eran católicos).

Esta vez el Viacrucis fue seguido con mucha atención… La representación de los chicos fue impresionante, incluyendo la reacción espontánea de una anciana que de repente salió del grupo de mujeres y se interpuso entre Jesús y el soldado que tenía el cargo de golpearlo con su látigo. Ella primero le gritó diciéndolo que se detuviera y después se puso en medio de los dos, agarrándole con la mano el látigo, para que no lo azotara más, aunque todo era solamente una representación.

Sigamos haciendo oración por todos nuestros enfermos que, así como Jesús, sufren en su cuerpo los dolores de las enfermedades y en sus mentes la desesperación de no ver pronto la recuperación.

El estar ahí, en una casa de asistencia de las Hermanas para enfermos (el cuál no es hospital ni clínica), me ha ayudado de manera más concreta, una vez más, a pensar en todos nuestros amigos, parientes, familiares y conocidos que están enfermos y nos piden que nos unamos a ellos en su intención de oración por su salud y por su tranquilidad emocional ante los sufrimientos que padecen.

Que Nuestro Señor extienda su mano y les conceda la salud que necesitan. Así sea.

El misionero de los ocho nombres

No, esta crónica no es sobre la novela de José Saramago que más me costó leer. Es sobre los muchos nombres que gané durante mi estancia en Etiopía.

Por: P. José Vieira, desde Etiopía

Abba Yooseefi. Abba significa padre y por extensión sacerdote, aunque en la nueva traducción del Padre Nuestro decimos Abbo en lugar de Abba. Yooseefi es la forma guji de José. El nombre procede del hebreo Yowceph (con la traducción griega de Iosef) y significa “Él [Dios] añade” o “Dios multiplica”. Y Dios sigue añadiendo su ternura, misericordia y gracia a mi vida. Heredé el nombre de mi padrino José, el marido de mi difunta tía Arnalda, la hermana menor de mi padre y mi madrina. Así era en aquella época. Los gujis llaman a sus hijos según las circunstancias de su embarazo y nacimiento. Nuestra cocinera se llama Guyyate porque nació a la una de la tarde, cuando la mañana (bari) se convierte en día (guyya). Su hermana pequeña se llama Bontu porque nació gordita.

Abba Joe. Así me llaman en inglés. Joe es el diminutivo de Joseph, nuestro Zé en portugués.

Farenji/Farenjicha. Farenji significa extranjero en amárico. Farenjicha es la versión guji. Una de sus posibles raíces es francesa. Los galos construyeron hace más de cien años el ferrocarril que une Addis Abeba con Yibuti vía Dire Dawa. Farenji es el antónimo de habesha, el término con el que los etíopes se llaman a sí mismos y la marca de una buena cerveza. Técnicamente, habesha es el nombre de los pueblos etíopes de origen semítico, que proceden del mestizaje de pueblos locales con emigrantes de la península arábiga: amaras, tigrines y gurags… Abisinia, la tierra de los habesha, fue el nombre de Etiopía hasta el siglo XIX, antes de que el país acogiera a los pueblos del sur. La palabra también ha entrado en la lengua portuguesa: abexim es sinónimo de etíope. Etíope procede del griego y significa cara(s) quemada(s), palabra utilizada en la Biblia para referirse a los habitantes del sur de Egipto (Sudán, Etiopía). La famosa reina de Saba podría haber sido etíope o sudanesa, del reino de Meroe, donde las reinas se llamaban Kandake.

China. Es la nueva forma en que los niños -y los adultos en menor medida- llaman a los extranjeros blancos. Lo oí por primera vez en Addis Abeba la tarde que llegué al país hace dos años. Cuando me llaman “China”, respondo: “China no. Portugal!” (o Burtukan, que es la forma etíope de decir Portugal y significa naranja). Los chinos tienen una presencia muy notable en el país a través de la construcción de infraestructuras (autopistas, carreteras, ferrocarriles -renovaron y electrificaron la línea de Yibuti y crearon un metro de superficie en la capital-, fábricas, líneas de alta tensión, etc.). Presencia en casi toda África. Los chinos son los nuevos amos del continente negro, más interesados en las materias primas (petróleo y otros minerales, madera, etc.) a cambio de préstamos o de la construcción de infraestructuras. Cuando los Estados no pagan sus deudas, se apoderan de las infraestructuras locales (puertos, aeropuertos, autopistas, etc.) y las gestionan en beneficio propio, como garantía de los préstamos.

Petros. Así me llaman en la zona de Anfarara, un pueblo a unos 25 kilómetros de Qillenso, camino de Adola. El comboniano mexicano P. Pedro Pablo Hernández -conocido en Guji como Abba Petrosi- abrió durante un tiempo un catecumenado en Anfarara. ¡Ser blanco es ser Petros!

Lio. En la carretera que atraviesa el bosque hacia la misión de Soddu Abala -hija de la misión de Qillenso, donde vivo-, los pequeños gritan “Lio, Lio” cuando ven pasar el vehículo. El padre Leonardo d’Alessandro, sacerdote de la diócesis de Bari que trabaja como misionero en Etiopía desde hace treinta años, fue párroco de Soddu Abala durante mucho tiempo. Se le conoce como Abba Leo.

Beka. Cerca del barrio donde viven las Misioneras de la Caridad y tienen su centro de acogida para enfermos terminales y bebés rechazados, en las afueras de Adola, cuando los niños ven el todoterreno que conduzco, empiezan a gritar “Beka, Beka”. Es el nombre del conductor de los misioneros que tienen el mismo vehículo.

you, you. Tú, tú en inglés. Hace treinta años, cuando llegué por primera vez a Etiopía, al ver a un extranjero los niños coreaban: “¡you, you, ¡Money, money!”, “¡Tú, tú, Dinero, dinero!”. Ahora se limitan a “¡Tú, tú!” cuando quieren llamar mi atención.

¡Ocho nombres para la misma persona! ¡Soy rico para nada!

Reconciliarse en Año Nuevo

Dentro de Etiopía hay más de 80 grupos étnicos que tienen sus propias lenguas o dialectos y costumbres, pero también tienen celebraciones nacionales que todos juntos festejan, como puede ser la celebración del Año Nuevo a principios de septiembre, después de las cosechas, al seguir un calendario agrícola.

Aun así, en la zona donde ahora me encuentro, llamada Sidamo, la gente sigue el calendario lunar que los lleva a celebrar el Año Nuevo en otra fecha. Los líderes locale (‘ancianos’, como son llamados), observan de manera astronómica la luna y las estrellas y, después de consultarse entre ellos, hacen saber cuándo es la fecha del inicio del nueve año.

Bueno pues esa fecha es el 6 de abril, el primer día del Año, llamada Chambelala en lengua Sidamo. Sin embargo, esta noche, la última del calendario Sidamo, también se celebra ‘fiche’, una reunión familiar que se realiza en cada casa con el fin de hablar de cómo vivieron el año, pero sobre todo para pedirse perdón y reconciliarse entre aquellos que han ofendido de forma ligera o profunda. La motivación es que todos deben comenzar el año nuevo sin ningún conflicto entre ellos, deben de iniciar el año estando en paz unos con otros. Una vez que lo hacen, con gran alegría comen juntos ‘cochxio’ (harina de árk de plátano con mantequilla, a veces con carne también) y jocoque.

Debido a que un amigo me invitó a ir al auditorio regional para ver bailes tradicionales charlas sobre la cultura Sidamo, (atendida por los principales personajes de la política local), antes de entrar al salón la cadena de televisión nacional me pidió si les podía dar mi opinión sobre el evento. Primeramente, los felicité por su fiesta en preparación al añc nuevo y luego les comenté el profundo valor humano que tienen entre ellos, los miembros de la familia, de llenarse de humildes para reconocer los errores cometidos y tener la valentía de pedirse disculpas unos a otros. Este es un valor y una tradición que muchos de nosotros podemos aprender de ellos, en vez de hacer muchas ‘barbaridades nosotros en nuestros ambientes, cuando celebramos el año nuevo del calendario gregoriano, en primero de enero.

Dios nos ayude a reconocer ese valor en la gente Sidamo y poder imitarlo en nuestras vidas al final de cada año (o cada día) que concluye. Así sea.

Las puertas del desierto

Por Hna. Expedita Pérez, desde Al Azarieh (Israel)

Nuestra comunidad de Al Azarieh se encuentra muy cerquita de Jerusalén, en el lugar que en tiempos de Jesús se llamaba Betania. Desde aquí, solemos ir los sábados a visitar algunas comunidades beduinas de Cisjordania, pero dejamos de hacerlo una temporada debido a la inseguridad que nos rodea desde el pasado 7 de octubre.

Un sábado, muy temprano, decidimos que era el momento de reiniciar nuestras visitas y nos pusimos en camino. Cuando nos vieron llegar, las mujeres y los niños no cabían en sí de alegría. Algunas de ellas nos dijeron que los pequeños se quedaban esperándonos todos los sábados y que, cuando veían caer la tarde, decían con tristeza: «Tampoco hoy vienen las hermanas».

En estas visitas trabajamos con las mujeres haciendo bordados típicos palestinos en las pañoletas y ofreciéndoles clases de inglés. También jugamos con los niños, aunque, siendo sincera, creo que lo que más les gusta son los regalos que reciben si consiguen ganar en alguna actividad de las que hacemos con ellos. En cualquier caso, tanto con las mujeres como con los niños nos divertimos muchísimo.

Las mujeres nos dijeron que llevaban desde el estallido del conflicto sin salir de su poblado por miedo a los colonos. De hecho, para llegar a uno de los cuatro poblados que visitamos ese primer día, tuvimos que dar un rodeo por el desierto porque los colonos habían cerrado dos de las entradas más cercanas. Algunas de las mujeres nos confesaron también que apenas habían dormido durante las primeras semanas por el miedo a ser atacadas.

Los niños estuvieron más de un mes sin escuela. El primer día que reabrieron las aulas, emplearon unas tres horas para entrar y otras tres para salir de Jericó. Allí se encuentra la escuela de la ONU para los beduinos que viven en el campo de refugiados y para los que lo hacen en el desierto cercano. Aquel día, obviamente, no llegaron a tiempo a clase. Gracias a Dios, el responsable de la escuela ha llegado a un acuerdo con los soldados israelíes que controlan la entrada de Jericó y ahora dejan pasar inmediatamente el autobús escolar.

Me contaba una señora que uno de los niños de la guardería hace todos los días la misma pregunta a su madre: «¿Hoy hay guerra o guardería?». Si la madre le dice que va a la guardería, se levanta inmediatamente muy feliz, pero si la respuesta es que no va a hacerlo, se queda en la cama triste y en silencio porque intuye que está en peligro. Así son los niños.

En los cuatro poblados que visitamos aquel sábado, las mujeres nos contaron lo difícil que es el momento que están atravesando. Viven con miedo y, además, sus maridos están en casa sin trabajo porque no pueden entrar en Israel ni en los asentamientos donde trabajaban antes, en el desierto de Judea. La alimentación, ya de por sí muy sencilla, se ha vuelto todavía más sobria.

Cuando nos despedimos, casi todas las mujeres nos preguntaron si íbamos a volver la semana próxima. Nos dijeron que para ellas es muy importante nuestra presencia, porque les ofrecemos la posibilidad de vivir un día diferente, relajado y alegre, más allá de que puedan aprender inglés y la técnica de los bordados. Para nosotras, misioneras combonianas, es también muy importante estar y caminar con ellas, especialmente en este tiempo tan doloroso y difícil. Les dijimos que sí, que volveríamos. Además, acompañamos nuestra respuesta con palabras de ánimo, porque tenemos encendida en nuestros corazones, cada uno desde nuestra fe, seamos musulmanes, hebreos o cristianos, la esperanza de poder vivir como hermanos, en paz y justicia.

Mundo Negro

Cuatro ganadoras del Premio Zayed a la Fraternidad Humana

Este 8 de marzo, día internacional de la mujer, presentamos a las ganadoras del Premio Zayed a la Fraternidad Humana los últimos 4 años. De izquierda a derecha, Michèle Pierre-Louis (Haití, 2022), Mama Shamsa (Kenia, 2023), Hermana Nelly León (Chile, 2024), Latifa Ibn Ziaten (Francia-Marruecos, 2021). Foto: Vatican News.

Latifa Ibn Ziaten, mujer franco-marroquí, musulmana y fundadora de la asociación IMAD por la juventud y la paz. “Las mujeres son madres, transmiten amor, no quieren violencia, no quieren guerra, y creo que las mujeres de hoy tienen su lugar en el mundo entero, son las que van a salvar el mundo”.

Hna. Nelly Leon, religiosa de la Congregación del Buen Pastor y creadora de la Fundación Mujer Levántate. “La mujer aporta una manera distinta de enfrentar los conflictos, el hombre los resuelve de modo más violento; la mujer, en cambio, reflexiona y los trata de resolver de manera pacífica. Somos más dialogantes, más empáticas, acogemos las diferencias con mucha libertad interior, sin presiones”.

Shamsa Abubakar Fadhil, representante nacional femenina para la paz y seguridad en Kenia. “Creo que el poder de nosotras es ser madres. Ser madre es un título muy grande. Incluso un profesor que tiene todos los títulos, cuando se acerca a la madre se convierte en un niño. Así que la maternidad juega un papel muy importante”.

Michèle Pierre-Louis, creadora de la Fundación Fokal para el Conocimiento y la Libertad y ex primera ministra de Haití. “Que cese esta violencia asesina y absurda para que las mujeres puedan continuar su lucha contra la injusticia y la desigualdad, y por la fraternidad, la sororidad y la solidaridad humana”.

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Mis amigos del pueblo Guyi

Por: P. Pedro Pablo Hernández, mccj
Desde Awasa, Etiopía

Los Guyi, el grupo étnico donde he misionado está dividido en tres subtribus: Uraga, Mati y Hokkuu. Es una gran tribu muy bien organizada con una gran lista de tradiciones, normas y leyes que pasan de una generación a otra de manera oral. Dentro de su organismo cada 8 años realizan una asamblea general para hacer el cambio de sus 3 jefes principales, junto con cada uno de sus 8 consejeros quienes tienen tareas muy especificas a nivel administrativo, judicial y moral/espiritual.

El proceso para el cambio de poder de un grupo a otro es largo y dura toda una semana. Se trata de confirmar los candidatos que se ha preparado para este momento, el proclamar las leyes en voz alta para conocerlas y recordarlas… (para luego aplicarlas), y el discutir temas que ellos creen importantes para seguir adelante como grupo homogéneo, tomando en cuenta que el gobierno federal ha tomado en sus manos muchos de los asuntos legislativos que ellos realizaban en el pasado y de que muchos jóvenes tienen actualmente menos conocimiento de sus tradiciones, costumbres y normas.

Ese punto yo lo he notado desde hace tiempo y eso mismo me ha llevado a desear conocer más su cultura, tradiciones y espiritualidad. De hecho, la tesis universitaria que hice en Roma fue sobre el último punto: su espiritualidad. Como misionero es importante y necesario conocer su concepto de Dios y mi presencia aquí es para seguir haciendo más investigación sobre su entendimiento de lo divino y así enriquecerme más de su espiritualidad que es muy rica y está presente en tantos de sus mensajes y costumbres.

En esta foto me encuentro con Waaqo Duube,- a mi derecha-, quien traspasó el poder a Jiilo Ma’dhoo hace 8 años. El viejo (no despectivo) Waaqo me tiene un gran cariño y es común que de vez en cuando me llame “ilmaa kiyyaa”, (mi hijo), cuando conversamos.

Dios bendiga a todos los jefes tradicionales que por centenares de años han llevado adelante sus pueblos a Dios y los han instruido para vida. Así sea.