Las puertas del desierto

Por Hna. Expedita Pérez, desde Al Azarieh (Israel)

Nuestra comunidad de Al Azarieh se encuentra muy cerquita de Jerusalén, en el lugar que en tiempos de Jesús se llamaba Betania. Desde aquí, solemos ir los sábados a visitar algunas comunidades beduinas de Cisjordania, pero dejamos de hacerlo una temporada debido a la inseguridad que nos rodea desde el pasado 7 de octubre.

Un sábado, muy temprano, decidimos que era el momento de reiniciar nuestras visitas y nos pusimos en camino. Cuando nos vieron llegar, las mujeres y los niños no cabían en sí de alegría. Algunas de ellas nos dijeron que los pequeños se quedaban esperándonos todos los sábados y que, cuando veían caer la tarde, decían con tristeza: «Tampoco hoy vienen las hermanas».

En estas visitas trabajamos con las mujeres haciendo bordados típicos palestinos en las pañoletas y ofreciéndoles clases de inglés. También jugamos con los niños, aunque, siendo sincera, creo que lo que más les gusta son los regalos que reciben si consiguen ganar en alguna actividad de las que hacemos con ellos. En cualquier caso, tanto con las mujeres como con los niños nos divertimos muchísimo.

Las mujeres nos dijeron que llevaban desde el estallido del conflicto sin salir de su poblado por miedo a los colonos. De hecho, para llegar a uno de los cuatro poblados que visitamos ese primer día, tuvimos que dar un rodeo por el desierto porque los colonos habían cerrado dos de las entradas más cercanas. Algunas de las mujeres nos confesaron también que apenas habían dormido durante las primeras semanas por el miedo a ser atacadas.

Los niños estuvieron más de un mes sin escuela. El primer día que reabrieron las aulas, emplearon unas tres horas para entrar y otras tres para salir de Jericó. Allí se encuentra la escuela de la ONU para los beduinos que viven en el campo de refugiados y para los que lo hacen en el desierto cercano. Aquel día, obviamente, no llegaron a tiempo a clase. Gracias a Dios, el responsable de la escuela ha llegado a un acuerdo con los soldados israelíes que controlan la entrada de Jericó y ahora dejan pasar inmediatamente el autobús escolar.

Me contaba una señora que uno de los niños de la guardería hace todos los días la misma pregunta a su madre: «¿Hoy hay guerra o guardería?». Si la madre le dice que va a la guardería, se levanta inmediatamente muy feliz, pero si la respuesta es que no va a hacerlo, se queda en la cama triste y en silencio porque intuye que está en peligro. Así son los niños.

En los cuatro poblados que visitamos aquel sábado, las mujeres nos contaron lo difícil que es el momento que están atravesando. Viven con miedo y, además, sus maridos están en casa sin trabajo porque no pueden entrar en Israel ni en los asentamientos donde trabajaban antes, en el desierto de Judea. La alimentación, ya de por sí muy sencilla, se ha vuelto todavía más sobria.

Cuando nos despedimos, casi todas las mujeres nos preguntaron si íbamos a volver la semana próxima. Nos dijeron que para ellas es muy importante nuestra presencia, porque les ofrecemos la posibilidad de vivir un día diferente, relajado y alegre, más allá de que puedan aprender inglés y la técnica de los bordados. Para nosotras, misioneras combonianas, es también muy importante estar y caminar con ellas, especialmente en este tiempo tan doloroso y difícil. Les dijimos que sí, que volveríamos. Además, acompañamos nuestra respuesta con palabras de ánimo, porque tenemos encendida en nuestros corazones, cada uno desde nuestra fe, seamos musulmanes, hebreos o cristianos, la esperanza de poder vivir como hermanos, en paz y justicia.

Mundo Negro

Cuatro ganadoras del Premio Zayed a la Fraternidad Humana

Este 8 de marzo, día internacional de la mujer, presentamos a las ganadoras del Premio Zayed a la Fraternidad Humana los últimos 4 años. De izquierda a derecha, Michèle Pierre-Louis (Haití, 2022), Mama Shamsa (Kenia, 2023), Hermana Nelly León (Chile, 2024), Latifa Ibn Ziaten (Francia-Marruecos, 2021). Foto: Vatican News.

Latifa Ibn Ziaten, mujer franco-marroquí, musulmana y fundadora de la asociación IMAD por la juventud y la paz. “Las mujeres son madres, transmiten amor, no quieren violencia, no quieren guerra, y creo que las mujeres de hoy tienen su lugar en el mundo entero, son las que van a salvar el mundo”.

Hna. Nelly Leon, religiosa de la Congregación del Buen Pastor y creadora de la Fundación Mujer Levántate. “La mujer aporta una manera distinta de enfrentar los conflictos, el hombre los resuelve de modo más violento; la mujer, en cambio, reflexiona y los trata de resolver de manera pacífica. Somos más dialogantes, más empáticas, acogemos las diferencias con mucha libertad interior, sin presiones”.

Shamsa Abubakar Fadhil, representante nacional femenina para la paz y seguridad en Kenia. “Creo que el poder de nosotras es ser madres. Ser madre es un título muy grande. Incluso un profesor que tiene todos los títulos, cuando se acerca a la madre se convierte en un niño. Así que la maternidad juega un papel muy importante”.

Michèle Pierre-Louis, creadora de la Fundación Fokal para el Conocimiento y la Libertad y ex primera ministra de Haití. “Que cese esta violencia asesina y absurda para que las mujeres puedan continuar su lucha contra la injusticia y la desigualdad, y por la fraternidad, la sororidad y la solidaridad humana”.

Más información en Vatican News

Mis amigos del pueblo Guyi

Por: P. Pedro Pablo Hernández, mccj
Desde Awasa, Etiopía

Los Guyi, el grupo étnico donde he misionado está dividido en tres subtribus: Uraga, Mati y Hokkuu. Es una gran tribu muy bien organizada con una gran lista de tradiciones, normas y leyes que pasan de una generación a otra de manera oral. Dentro de su organismo cada 8 años realizan una asamblea general para hacer el cambio de sus 3 jefes principales, junto con cada uno de sus 8 consejeros quienes tienen tareas muy especificas a nivel administrativo, judicial y moral/espiritual.

El proceso para el cambio de poder de un grupo a otro es largo y dura toda una semana. Se trata de confirmar los candidatos que se ha preparado para este momento, el proclamar las leyes en voz alta para conocerlas y recordarlas… (para luego aplicarlas), y el discutir temas que ellos creen importantes para seguir adelante como grupo homogéneo, tomando en cuenta que el gobierno federal ha tomado en sus manos muchos de los asuntos legislativos que ellos realizaban en el pasado y de que muchos jóvenes tienen actualmente menos conocimiento de sus tradiciones, costumbres y normas.

Ese punto yo lo he notado desde hace tiempo y eso mismo me ha llevado a desear conocer más su cultura, tradiciones y espiritualidad. De hecho, la tesis universitaria que hice en Roma fue sobre el último punto: su espiritualidad. Como misionero es importante y necesario conocer su concepto de Dios y mi presencia aquí es para seguir haciendo más investigación sobre su entendimiento de lo divino y así enriquecerme más de su espiritualidad que es muy rica y está presente en tantos de sus mensajes y costumbres.

En esta foto me encuentro con Waaqo Duube,- a mi derecha-, quien traspasó el poder a Jiilo Ma’dhoo hace 8 años. El viejo (no despectivo) Waaqo me tiene un gran cariño y es común que de vez en cuando me llame “ilmaa kiyyaa”, (mi hijo), cuando conversamos.

Dios bendiga a todos los jefes tradicionales que por centenares de años han llevado adelante sus pueblos a Dios y los han instruido para vida. Así sea.

Un picnic en el desierto

Por: Hna. Cecilia Sierra, smc
Desde Palestina

“Qué rica comida, dijimos a las maestras del kínder”. Los kindergardens estan en el desierto, pero cada año se organiza un picnic con los niños del kinder. A veces se unen también sus mamás.
Estamos en una de las aldeas beduinas más lejanas, rodeadas de paisajes hermosos, rocas, arena y flores de todos colores y fragancias.
“Si, nosotras la preparamos pero las chicas se cooperaron para comprar todo”.
En lo alto de una montañita, bajo los rayos del sol, las maestras tienden su mantel sobre la arena y sacan la comida, bebidas y snacks para los niños. Un banquete exquisito en medio del desierto.
Las miramos con sorpresa y alegría. A las chicas a que se refiere son dos que han iniciado el curso de bordado apenas hace unos meses.
Batallaron mucho al principio. “No vuelvo a venir a la clase. No soy capaz. No puedo”. Repetían una y otra vez. Pero a fuerza de insistir y hablar con ellas de un modo y otro, un día nos sorprendieron. Bordaron llaveros tan bonitos y bien hechos que superaban a todas las demás. Y de ahí empezaron a florecer. Cada vez los llaveritos y separadores de lectura realizados con más detalle y perfección.
Y alegría. Y su estima subía y su presupuesto también.

Estas jovencitas que no habían recibido nunca una remuneración por su trabajo, ponen a disposición el ingreso que ahora reciben por sus bellos bordados. Con alegría y orgullo, lo ofrecen para que los niños y nosotras tengamos una comida digna y abundante.
Y comimos hasta saciarnos la deliciosa makluba, un platillo de fiesta a base de arroz y pollo.
Los niños son pequeños, como las flores que se asoman entre las piedras y la arena. Caminaron mucho y seguían con energía. Resisten, sonríen, juegan. Otra memoria feliz que pueden atesorar.
Oh si, Dios hace florecer el desierto y de manera admirable y bellísima. Gracias Dios, que admirable eres.

Construyendo la Iglesia del mañana

El misionero comboniano congoleño P. Emmanuel Denima Darama enseña filosofía en el seminario mayor de Juba. Comparte con nosotros sus diez años de docencia. “La filosofía nos ayuda a pensar y dota a nuestros alumnos de un espíritu crítico que les ayuda a liberarse del sentimentalismo”, afirma. (En la imagen, el P. Emmanuel, a la izquierda con un joven sacerdote)

Por: P. Emmanuel Denima, mccj

Mi misión es enseñar filosofía en el Seminario Mayor St. Paul en Juba, una institución que los Misioneros Combonianos ayudaron a fundar. Damos la bienvenida a seminaristas de las siete diócesis de Sudán del Sur y dos de Sudán. Los dos países forman una única conferencia episcopal y este es su único seminario. Aunque durante un tiempo el seminario se trasladó a Jartum debido a la guerra, en 2011, tras la independencia de Sudán del Sur, regresó a Juba, su ubicación original.

Me resultó difícil aceptar este puesto docente, para el que fui designado en 2014. Mi deseo era regresar a algunas de las parroquias sudanesas donde años antes había realizado un gratificante servicio pastoral. La tarea de enseñar no es tan gratificante porque requiere mucha preparación, pero poco a poco fui descubriendo la importancia de lo que hago.

La filosofía nos ayuda a pensar y dota a nuestros alumnos de un espíritu crítico que les ayuda a liberarse del sentimentalismo.

Siento que mi servicio es cien por cien misionero porque trabajo para construir la Iglesia del mañana. No vivo en el seminario sino en la comunidad de Moroyok, donde acompaño a jóvenes aspirantes a misioneros combonianos.

El seminario está ubicado a 13 kilómetros de nuestra casa y voy allí de lunes a viernes para dar las clases. Un equipo de unos ocho sacerdotes diocesanos procedentes de diferentes partes del país gestionan el instituto y el acompañamiento formativo de los seminaristas. Todos son residentes. El año escolar comienza en marzo y termina en diciembre. Este año tenemos alrededor de 150 seminaristas con tres años de filosofía y cuatro de teología.

Uno de los problemas más graves que tenemos es el bajo nivel educativo de los estudiantes y su escaso conocimiento del inglés, que es el idioma que utilizamos para enseñar.

Además, todos nuestros estudiantes han experimentado directa o indirectamente la guerra y, en ocasiones, son un poco violentos. Sin embargo, el desafío fundamental que enfrentamos es el tribalismo, que es mucho más fuerte en Sudán del Sur que, por ejemplo, en mi país, la República Democrática del Congo.

La gente se identifica mucho con su etnia y los dinka, por ejemplo, consideran a los nuer como sus enemigos y viceversa. Desde su llegada al seminario, hemos intentado ayudar a los alumnos a conocerse mejor y mejorar sus relaciones interpersonales. Aunque en los primeros años siempre forman pequeños grupos, conviviendo juntos se dan cuenta de lo falsos que son los prejuicios étnicos y empiezan a hacer amigos. Esto es algo maravilloso de ver.

Otras dificultades a las que nos enfrentamos son los cortes de energía, la mala calidad de nuestra biblioteca, especialmente la de filosofía, o la desesperadamente lenta conexión a Internet. Otro problema que genera preocupación es el elevado número de abandonos escolares en los últimos años de la escuela. Cuando los seminaristas tienen una educación sólida, en lugar de servir a la Iglesia, algunos tienden a buscar trabajo en una ONG u organización internacional que les pague bien. Gracias al apoyo de la Santa Sede y de algunas organizaciones internacionales, el seminario cuenta con buenas instalaciones y todos los estudiantes de teología tienen sus propias habitaciones.

Llevo diez años en Juba, por lo que algunos de mis antiguos alumnos son sacerdotes o diáconos que trabajan en sus diócesis. Esto me da una gran satisfacción porque veo que mis esfuerzos están dando frutos para el bien de la Iglesia.

Noticias combonianas de Sudán y Egipto: “Os pido una oración”

En cuanto a las últimas noticias de Sudán – escribe el superior provincial de los Misioneros Combonianos de Egipto y Sudán -, os pido oración, dado que la situación no mejora en absoluto. Hoy se cumplen dos semanas desde que se interrumpieron todas las comunicaciones (teléfono e Internet) en todo Sudán, a excepción de Port Sudan, donde – con dificultad – algunas líneas funcionan desde hace algunos días. El aislamiento y la imposibilidad de comunicar aumentan la preocupación por los que estamos fuera, pero también y sobre todo paralizan el mercado y los movimientos de los que todavía están en Sudán (para nosotros los combonianos, nuestros hermanos de Kosti y El Obeid).

El pasado 4 de febrero todo Sudán se quedó sin red de teléfono ni de internet. En el momento de redactar este informe, sólo algunas compañías telefónicas han reanudado parcialmente sus operaciones, y sólo en Port Sudan. Para nosotros esto significa que no hay forma de comunicarnos con nuestras dos comunidades de Kosti y El Obeid, así como con todas las demás parroquias de las dos diócesis de Sudán. La falta de red podría provocar problemas en el suministro de bienes. Seguimos orando por la paz, ya que han pasado 300 ya días desde que comenzó la guerra.

El Cairo (Egipto): Shabaab Comboni (los jóvenes de Comboni)
El pasado 25 de enero unos cincuenta jóvenes de nuestras diferentes parroquias de El Cairo se reunieron para el primer encuentro de Shabaab Comboni, “los jóvenes de Comboni”. El objetivo es acompañar a estos jóvenes en la búsqueda de la voluntad de Dios en sus vidas, dar a conocer a Comboni y su carisma, crear una conciencia misionera y vocacional. En el camino hacia este objetivo, comenzaron a preparar el primer encuentro de la juventud comboniana. El camino se estructura con encuentros quincenales, en los que se realizan catequesis bíblicas sobre el Evangelio de Marcos, testimonios de vida misionera y compartir por parte de diferentes personas y realidades. Concluirá con un campamento misionero en el verano de 2024.