El 28 de julio celebramos al beato Giuseppe Ambrosoli, un misionero comboniano que entregó su vida a los enfermos más pobres de Uganda, país donde construyó un hospital y atendió a sus pacientes con amor y mucha fe.

Giuseppe Ambrosoli nació en Italia el 25 de julio de 1923. Su madre, Palmira, fue quien le enseñó, con el ejemplo, a ayudar a quienes más lo necesitaban. Además, llenó de amor la infancia del futuro beato. Cuando tenía 19 años, Giuseppe entró a la universidad para estudiar Medicina, pero interrumpió sus estudios porque durante la Segunda Guerra Mundial dio refugio en su casa a todos los que podía. A los judíos perseguidos los llevó hasta Suiza para que pudieran escapar de una muerte segura.

Pero lo que hizo no le gustó a las autoridades y para proteger a su familia, Ambrosoli se entregó y fue enviado a Alemania, donde lo obligaron a entrenar como soldado; sin embargo, cada vez que podía, asistía a una iglesia donde encontraba consuelo con el Señor.

Una vez que la paz volvió, Ambrosoli se convirtió en médico, pero ya había decidido que quería ser misionero y ayudar a los enfermos en África, por lo que buscó al superior comboniano y le ofreció su vida y sus conocimientos como doctor. Fue aceptado y enviado a Londres para especializarse en enfermedades tropicales, las cuales son muy comunes en el continente africano. También se dedicó a estudiar para convertirse en sacerdote y finalmente fue enviado a Uganda para crear un hospital en 1955.

El padre Giuseppe no sólo trabajaba como médico en el hospital, sino como albañil, y con sus manos ayudó a construirlo y equiparlo; además, creó una escuela para enfermeras. Pero la cruel guerra lo volvió a encontrar en 1987, cuando los militares lo obligaron a desalojar en 24 horas, por lo que junto a cientos de enfermos recorrió 120 kilómetros entre balas para ponerse a salvo. Sin embargo, el padre, que ya presentaba síntomas de enfermedad, falleció el 27 de marzo de ese año al no poder soportar la huida. No había médicos cerca para ayudarlo. Siete años después, el cuerpo del padre fue llevado a su hospital en Kalongo, donde actualmente reposan sus restos y donde fue beatificado el 20 de noviembre de 2022 en medio de una enorme fiesta en su memoria.

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