Del 20 al 22 de agosto los Misioneros Combonianos de México se encontraron en la casa provincial de Xochimilco para participar en la Asamblea Provincial anual. Dicha Asamblea estuvo precedida por una semana de ejercicios espirituales en los que participaron un buen grupo de los miembros de la Provincia.
Los ejercicios espirituales fueron animados por el P. Jorge Ochoa, misionero comboniano mexicano que actualmente trabaja en los Estados Unidos. Una vez terminados y tras dos días de descanso, comenzó la Asamblea Provincial, en la que participaron cerca de 40 combonianos.
El primer día estuvo dedicado por completo a la formación permanente, con el tema “la salud integral del misionero”. Fue una jornada muy rica y apreciada por todos. En ella la Maestra Wanda Marissa Rodríguez, teóloga y psicopedagoga, nos ayudó a comprender mejor la importancia de la “cultura del autocuidado”, tanto en el cuerpo como en la mente y en el espíritu. La salud corporal, la emocional, la espiritual y la comunitaria son fundamentales para poder tener una vida y un ministerio felices. El participante más joven de la asamblea tenía 28 años, y el más anciano 88, lo que indica lo diversa que es nuestra Provincia, sin tener en cuenta la internacionalidad, que va creciendo poco a poco.
Concluyó la primera jornada con una Eucaristía presidida por Mons. Andrés Vargas Peña, obispo de Xochimilco, que aceptó con gusto compartir un momento con nosotros, como ya es habitual en él y al que estamos muy agradecidos por el cariño que nos tiene. En su homilía Mons. Andrés habló de San Bernardo Abad (era la memoria litúrgica) y de San Daniel Comboni, destacando en ellos la pasión que se tradujo en acción. Nos invitó a trabajar siempre en comunión, tanto con las culturas como con las Iglesias locales: los sacerdotes, religiosos y religiosas y los laicos. Citando el documento de Aparecida, el obispo insistió en que “la comunión es misionera y no hay misión sin comunión”.
La mañana del segundo día estuvo dedicada por completo a reflexionar sobre la situación económica de la Provincia, presentada por parte del Ecónomo Provincial y del Secretariado de la Economía. Ya en la tarde, abordamos el Plan Sexenal que se había elaborado en la asamblea del año pasado, para evaluar cómo y de qué manera se está implementando, tanto a nivel personal como de los secretariados. A esta segunda jornada le dimos también un carácter festivo con un momento de convivencia fraterna después de la cena, con juegos, cantos y mucho humor.
El tercer y último día lo dedicamos a concretizar propuestas según lo que los diferentes sectores reflexionaron entorno al Plan Sexenal. El Consejo Provincial, con una visión amplia de todos los aspectos de la vida de la Provincia, compartió cómo ve la marcha de la Provincia y del Plan Sexenal.
La Asamblea concluyó con una misa de acción de gracias presidida por el Superior Provincial, P. Rafael Güitrón, en la que se celebró el rito de bendición y envío a los que parten a la misión y a un pequeño grupo de seminaristas que, dejando a sus familias, parten para ingresar en nuestro seminario de Sahuayo.
El 15 de agosto de 1994, hace 30 años, los Misioneros Combonianos, que habían llegado a Costa Rica en 1979, abrían las puertas de la nueva Casa de Animación Misionera (CAM), ubicada en Paseo Colón, que fue dedicada a Daniel Comboni –que en aquel tiempo aún no había sido beatificado– para que guiara a los Combonianos en el camino de animación misionera de la Iglesia local.
La Animación Misionera al estilo comboniano –que comenzó desde una oficina alquilada en San José, y luego desde el Postulantado, hasta que se compró la nueva casa– fue entonces una novedad en la Arquidiócesis de San José, el corazón de la Iglesia Católica en Costa Rica.
Para iniciar la fiesta de los 30 años de apertura del CAM, el pasado 12 de agosto, los Combonianos fueran a celebrar la Eucaristía a los pies de “La Negrita”, patrona de Costa Rica, en la Catedral de Cartago. “Así nos hemos puesto bajo la protección de nuestra Madre del Cielo –escribe el superior de la Provincia de Centro América (PCA), P. Juan Diego Calderón Vargas–. Queríamos peregrinar a sus pies para afianzar nuestro testimonio de comunión misionera en Costa Rica, y el de toda la Familia Comboniana.”
El domingo siguiente, el 18 de agosto, se daba continuación a la fiesta con la celebración de la Eucaristía de acción de gracias, presidida por el Obispo Auxiliar, Mons. Daniel Blanco, en el Santuario Nacional Dulce Nombre de Jesús. En la celebración estaban presentes también el Mons. Vittorino Girardi, mccj, entre otros Combonianos, Combonianas, Laicos Combonianos (LMC) y un buen número de amigos y bienhechores.
En la ocasión también se inauguró una exposición de más de treinta “banners” sobre la vida de Comboni y de los Misioneros Combonianos en el mundo. “Esta exposición ha dado más sentido a la celebración de este día –dijo el P. Juan Diego– y servirá también para dar a conocer en las parroquias nuestro ser misioneros y la labor de los Misioneros Combonianos en todo el mundo. Así dimos gracias a Dios por los 30 años del CAM, por los 45 de presencia comboniana en Costa Rica, y por los frutos de nuestro servicio misionero.”
Y añadió: “La comunidad comboniana del CAM trabajó con esmero para celebrar este aniversario. Queremos aprovechar esta ocasión para agradecer a cada uno de ellos, y a todos los combonianos que han trabajado en el CAM, por su celo misionero y también a todos los bienhechores, amigos y la comunidad local que han colaborado con nosotros durante estos treinta años que hoy celebramos. Nuestra celebración puso una vez más en evidencia que el carisma comboniano pertenece a toda la Iglesia, y su novedad sigue contagiando a todos por igual.”
Obispos y agentes de la Pastoral de Movilidad Humana de las Conferencias Episcopales de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe, se reunirán del 19 al 22 de agosto en Ciudad de Panamá, para analizar la situación migratoria en la región y comprometerse con acciones que favorezcan la dignidad humana de la población migrante.
El evento que se realizará en la Casa de Retiro Espiritual Monte Alverna, tendrá como lema: “Caminando Junto al Migrante y Refugiado”. Además, estará orientado por el mensaje del Papa Francisco, para la 110 Jornada Mundial del Migrante y Refugiado 2024, con el tema “Dios camina con su pueblo”; que se conmemorará el domingo 29 de septiembre del presente año.
Garantizar los derechos de los migrantes y refugiados
De acuerdo a lo dicho por el arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa, anfitrión de esta reunión, este será un espacio de oración y reflexión, donde se hará seguimiento al trabajo de acompañamiento a los migrantes y refugiados, por lo que advirtió que todo se encuentra dispuesto para recibir a quienes participarán de este evento eclesial.
Así también, el prelado destacó que para la Iglesia católica en el continente es urgente, por lo complejo de la crisis migratoria, tener un acompañamiento articulado, con criterios claros para la acción pastoral, respetando las normativas de los países receptores, pero sobre todo velando para que se garanticen los derechos humanos de la persona migrante y refugiada.
Celebración eucarística
Como invitado especial desde Roma, estará presente el cardenal Jesuita Michael Czerny, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, quien presidirá el martes 20 de agosto, a las 5:30 de la tarde, la celebración eucaristía en la Catedral Basílica Santa María la Antigua.
En esta línea, según lo señala una nota de prensa de la Conferencia Episcopal de Panamá, el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, ofreció su apoyo solidario, con el fin de dar una participación más amplia en estos espacios de reflexión y debate, que permita dar una respuesta de mayor alcance a los desafíos pastorales que plantea hoy el fenómeno migratorio en la región.
Estarán al frente del desarrollo de este encuentro la Organización de Observatorio Socio-Pastoral de Movilidad Humana de Mesoamérica y El Caribe; la Pastoral de Movilidad Humana de la Conferencia Episcopal Panameña y la Arquidiócesis de Panamá.
El 16 de agosto de 2024, la Provincia Sudafricana de los Misioneros Combonianos fue testigo de la profesión de los votos perpetuos del Escolástico Emmanuel Likonye, que actualmente está haciendo su servicio misionero en la parroquia de Acornhoek, diócesis de Witbank, en la República de Sudáfrica. El domingo 17 fue ordenado diácono en la misma parroquia por el obispo Thaddeus Xolelo Kumalo, de la diócesis de Witbank. (En la foto, Emmanuel Likonye y el P. John Baptist Opargiw, Superior Provincial de Sudáfrica).
Por. P. Robert Ndungu, desde Akornhoek, Sudáfrica comboni.org
El P. John Baptist Opargiw, Superior Provincial, presidió la Santa Misa y, en nombre del Superior General, recibió los votos perpetuos de Emmanuel en presencia de otros cohermanos que trabajan en la zona de Lowveld, dos religiosas y algunos feligreses de la parroquia Maria Assumpta de Acornhoek.
En su homilía, el P. John Baptist recordó a todos los presentes que la celebración de la consagración religiosa «es realmente un gesto gratuito e inmerecido del amor de Dios por nosotros y por Emmanuel. Es, en efecto, una gracia, un don que es un tesoro en vasija de barro». Reiteró la necesidad de renovar nuestro «Sí» a Dios cada día de nuestra vida. Y tomando prestada la lectura de la Escritura sobre la llamada de Samuel, el P. JB subrayó que Dios nunca ha dejado de llamar a la gente a servirle. En efecto, Emmanuel puede situar su propia llamada entre los relatos bíblicos e históricos de grandes figuras como Abraham, Moisés, Pedro, Pablo, Mateo, Comboni y muchos otros. De hecho, la profesión perpetua de Emmanuel es un recordatorio continuo para todos los presentes de que estamos invitados a ofrecer a Dios lo mejor, un sacrificio vivo, puro y sin mancha.
El P. Opargiw lo expresó muy bien: «La profesión religiosa que celebramos hoy es una cuestión de amor. La calidad de nuestro amor a Dios y a nuestros hermanos y hermanas nos ayudará a vivir la Castidad como una entrega total por el bien de los demás; también nos ayudará a vivir la Obediencia priorizando humildemente la voluntad de Dios y el bien común sobre nuestros deseos personales y, finalmente, nos ayudará a vivir la Pobreza como una experiencia de una buena ética del trabajo, del compartir, del desapego de las posesiones materiales y de la dependencia de Dios y de la comunidad».
Después de la misa, todos los presentes participaron en una comida preparada por la comunidad comboniana de Acornhoek.
Al día siguiente, domingo 18, Emmanuel fue ordenado diácono en una misa en la misma parroquia presidida por el obispo Thaddeus Xolelo Kumalo, de la diócesis de Witbank a la que asistió una gran muchedumbre. El nuevo diácono permanecerá en la parroquia de Acornhoek hasta diciembre para ejercer su ministero diaconal.
“Estamos alegres porque Dios escuchó nuestras oraciones y nos bendijo con una nueva diócesis y un obispo nuevo”. La alegría y acción de gracias caracterizaron la creación de la nueva Diócesis de Bentiu y la instalación de su primer obispo, monseñor Christian Carlassare, que es un misionero comboniano.
P. Fernando González GatKuoth Desde Bentiu, Sudán del Sur
La fiesta comenzó el jueves 8 de agosto cuando monseñor Carlassare llegó al aeropuerto de Rubkona (cercano a Bentiu). Fue recibido por una delegación compuesta por representantes de la Iglesia y del gobierno del Unity State. El prelado llegó acompañado por el obispo de Malakal monseñor Stephen Nyodho Ador Majwak, el P. John Malou Beny, vicario general de la Diócesis de Rumbek, el padre Fernando González Galarza, secretario general de la misión de los misioneros combonianos del Corazón de Jesús, que representó al Superior General, el P. Tesfaye Tadesse Gebresilasie, y una docena de sacerdotes de la nueva Diócesis de Bentiu, de la Diócesis de la Malakal y de la Diócesis de Rumbek. La ceremonia de bienvenida en el aeropuerto fue breve y muy festiva: cantos, danzas, saludos, regalos y símbolos de bienvenida.
La caravana comenzó su peregrinación hacia Bentiu. En primer lugar, se dirigió a la misión de Yoynyang, fundada en 1925 por los misioneros combonianos y dedicada a Nuestra Señora del Rosario. Es la primera misión en la historia de la nueva Diócesis de Bentiu. Monseñor Stephen Nyodho explicó a la multitud que el objetivo de su visita era la inauguración de la nueva Diócesis de Bentiu creada por su santidad el Papa Francisco y para acompañar a monseñor Christian Carlassare en su nueva misión como primer obispo de la diócesis naciente e invitó a todos a recibir con alegría su nuevo pastor y a trabajar junto con él. A su vez monseñor Carlassare se dirigió a la multitud y manifestó su disponibilidad y alegría en llevar adelante esta nueva misión que el Papa Francisco le encomendó e invitó a todos a formar una sola familia en la Iglesia, en comunión Cristo. La multitud acompañó las palabras de ambos obispos con aplausos, cantos, gritos de júbilo y danzas.
El camino rumbo a Bentiu continuó con una multitud que era cada vez mayor ya que en las calles se unía más gente a la marcha. Todos vestían los uniformes coloridos representativos de sus parroquias y grupos parroquiales (Legión de María, coros, etc.) y portaban su bandera o estandarte que los representaba. Finalmente, entre cantos y danzas, la comitiva y la multitud que los acompañaba llegaron a la parroquia de Bentiu, dedicada a san Martín de Porres. Varios coros y grupos parroquiales ya los esperaban.
El obispo Stephen Nyodho informó que acompañaba al obispo Christian Carlassare para la inauguración de la nueva Diócesis de Bentiu, entregarle su nueva oficina y presentarlo al pueblo de Dios como su nuevo pastor. El obispo Christian dijo que promoverá la paz y la unidad en toda la diócesis. También agradeció la afectuosa recepción en la que participaron miles de personas. El vicegobernador James Tor Tungwar dio la bienvenida al nuevo obispo: “Nosotros, el gobierno del Unity State, le damos la bienvenida y esperamos un periodo de paz y unidad”. La bienvenida terminó y fue animada por cantos de diversos coros y gritos de júbilo de las mujeres.
El 10 de agosto, por la tarde, víspera de la gran celebración, llovió alrededor de tres horas. La gente interpretó esta tormenta como signo de que Dios bendecía al pueblo católico del Unity State con una nueva diócesis y un nuevo obispo, confirmando así, que había escuchado sus oraciones y que a través de la nueva diócesis seguirá derramando bendiciones abundantes sobre ellos. Además, el Unity State está también estrenando un gobernador nuevo, que es católico. En la cultura del pueblo nuer la lluvia es siempre una bendición, aunque en ocasiones causa desastres.
El día tan esperado llegó: el 11 de agosto de 2024, marcó no sólo la historia de la Iglesia en Sudán del Sur, sino también la historia del país, porque el nacimiento de una nueva diócesis tiene repercusiones positivas más allá del pueblo católico, más allá de la Iglesia. La celebración eucarística se realizó en el terreno que el gobierno del Unity State regaló a la diócesis para que ahí se construya la catedral, la casa del obispo y otros edificios necesarios para el buen funcionamiento de la naciente diócesis.
Antes de iniciar la celebración eucarística se leyeron y mostraron al pueblo de Dios las bulas papales de la creación de la Diócesis de Bentiu y el nombramiento de monseñor Christian Carlassare como primer obispo. Él, también, hizo la Profesión de Fe y el Juramento de Fidelidad a la Iglesia. Presidió la celebración eucarística como obispo titular de la nueva diócesis. Participaron varios lideres de la Iglesia de Sudán del Sur, entre ellos: su eminencia Stephen Cardenal Martin Ameyu, arzobispo de Juba y el obispo de Malakal, Mons. Stephen Nyodho Ador Majwak, junto con otros obispos. Participaron también prominentes miembros del gobierno del país y del Unity State, entre ellos: la ministra de Asuntos Internos: Angelina Teny, que es católica, y el gobernador del Unity State: Justice Riek Bim.
En su homilía, monseñor Carlassare exhortó a todos los fieles católicos a trabajar en comunión con él para construir juntos esta nueva diócesis y ser una sola familia en Cristo Jesús. A su vez, el cardenal Stephen Martin Ameyu reconoció la fortaleza en la fe, la resiliencia del pueblo católico al enfrentar grandes retos y conflictos, y su perseverancia en la oración que se han visto coronados con esta nueva diócesis. Por su parte, monseñor Stephen Nyodho Ador Majwak señaló que la creación de una nueva diócesis no es una división, por el contrario, fortalece la presencia y el servicio de la Iglesia al pueblo de Dios. Tanto la ministra de asuntos internos Angelina Teny y el gobernador del Unity State prometieron la colaboración del gobierno nacional y estatal en el crecimiento y desarrollo de la Diócesis de Bentiu. La ceremonia que duró tres horas estuvo animada por diversos coros, grupos de danza litúrgica y equipos de liturgia de varias parroquias.
Por la tarde, monseñor Carlassare convivió con fieles de las diversas parroquias de la Diócesis de Bentiu y representantes de algunas parroquias de las diócesis vecinas de MalaKal y Rumbek. El obispo recibió una gran variedad de regalos: grandes toros, borregos, cabras, ropas, collares de chaquira y tantas otras cosas más según la creatividad de cada comunidad cristiana. Cada delegación presentó su regalo entonando un canto y realizando una danza. Fue el primer encuentro informal entre el nuevo pastor y su rebaño. Un momento marcado por la familiaridad, la cercanía, la alegría, la fe, la generosidad y la esperanza de que Dios está creando cosas nuevas y que Dios seguirá derramando bendiciones abundantes sobres su pueblo amado a través de la Diócesis de Bentiu y de su primer pastor el obispo Christian Carlassare.
Las celebraciones por la nueva diócesis y nuevo obispo terminaron el 12 de agosto cuando monseñor Carlassare celebró una Misa de acción de gracias a Dios. También agradeció a quienes colaboraron en la organización y realización de todos los eventos realizados. Las autoridades eclesiásticas ya habían regresado a Juba, la capital del Sudán del Sur. El nuevo obispo estuvo acompañado por su clero, representantes de los diferentes ministerios de las diversas parroquias, algunos sacerdotes de las diócesis de Malakal y Rumbek, el vicario general de la diócesis de Rumbek P. John Malou Beny y el P. Fernando González Galarza, representante de los misioneros combonianos. Participaron también por parte del gobierno: la ministra de Asuntos Internos, Angelina Teny, y el gobernador del Unity State, Justice Riek Bim. En su mensaje, el gobernador dijo que trabajará junto con el obispo por la paz, la reconciliación y la unidad dentro de la diócesis, pero también con las diócesis y estados vecinos. El P. Fernando leyó el mensaje que el P. Tesfaye Tadesse Gebresilasie, Superior General de los misioneros combonianos, envió a monseñor Carlassare, en el cual lo felicitaba por su nombramiento y le manifestó que el Consejo General y los misioneros combonianos lo tendrán siempre presentes en sus oraciones y que colaborarán con él. La celebración litúrgica fue animada por los coros y grupos de danza litúrgica de la parroquia de San José Obrero, de la cual el padre Fernando fue párroco durante 14 años.
Todo lo vivido en estos días se puede resumir en cuatro palabras: Agradecimiento, Fe, Alegría y Esperanza.
Agradecimiento: Todas las celebraciones fueron de agradecimiento a Dios por los dos grandes regalos que dio a su pueblo amado: una nueva diócesis y un nuevo obispo, a través de los cuales seguirá bendiciendo esta porción de su amado rebaño.
Fe: Todos en la Diócesis de Bentiu creen firmemente que Dios escuchó sus oraciones, vio su situación, escuchó sus lamentos y, como en el pasado mandó a Moisés a liberar a su pueblo, a este pueblo que clamó a él, le da una diócesis y un pastor que los guíe por los senderos de la vida.
Alegría: Todas las celebraciones litúrgicas y no litúrgicas se celebraron en un ambiente festivo al ritmo de los tambores, los cantos, las danzas, los gritos de júbilo. La mejor manera que el pueblo católico de la diócesis tiene para expresar su gratitud a Dios y su alegría por los dones recibidos es cantar, bailar, alabar y gritar de gozo por lo maravilloso que Dios ha estado con ellos.
Esperanza: Todo nuevo inicio es un motivo de esperanza. Si todo se inicia con confianza en Dios, agradecimiento por los dones recibidos y la decisión de trabajar juntos por el bien común, el futuro no sólo se ve prometedor, más bien se confía que estará lleno de las bendiciones de Dios y, además, la labor evangelizadora del obispo, sus agentes pastorales y los fieles católico producirá muchos frutos de vida.
“En esos días, María partió y se fue rapidamente a la región montañosa, a una ciudad de Judá, entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Cuando Isabel oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, Isabel quedó llena del Espíritu Santo y, exclamando con voz fuerte, dijo: “¡Bendita eres tú entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Cómo es que viene a mí la madre de mi Señor?” (Lucas 1, 39-56)
Celebramos hoy la Asunción de María a los cielos y festejamos llenos de alegría esta gran solemnidad, pues nos unimos a toda la Iglesia que reconoce a María como madre única y extraordinaria en quien hemos recibido el don más bello que se nos haya concedido.
María es la madre del Señor y es madre nuestra, pues, a los pies de la cruz, Jesús mismo nos la ha entregado como herencia, como lo más valioso que podía dejarnos para que pudiésemos seguir en el camino de nuestro peregrinar terreno en buena compañía como discípulos suyos.
Ella, que había sido elegida desde la eternidad para ser la madre del Verbo de Dios hecho carne como uno de nosotros.
Ella, que abrió su corazón al misterio de Dios, convirtiéndose en la primera creyente y discípula de su hijo. Se convierte ahora en maestra de los que deseamos seguir a Jesús como aprendices de discípulos y misioneros de su presencia en nuestro mundo.
Ella, que lo acompañó discreta, pero fielmente hasta el sepulcro. Desde su sencillez nos enseña a amar a su Hijo más con los hechos que con las palabras.
Ella, la primera que se presentó como testigo de la resurrección. Con su silencio nos enseña el lenguaje de la esperanza, de la confianza y del amor.
Ella es y será siempre la mejor madre que pudimos haber recibido como don de Dios. Ella es la que nos transmite la vida de su Hijo llevándonos de la mano a través de la experiencia de la fe que nos reta a vivir confiando.
El evangelio de este día nos la presenta en camino, presurosa, seguramente llena de alegría porque va llena del Espíritu Santo y no puede contener la felicidad que lleva en su vientre y en su corazón.
Va de prisa porque la misión, la tarea de compartir con otros la Buena Noticia ha sido y sigue siendo algo urgente que no puede esperar.
Ser la madre del Salvador es algo que se tiene que gritar hasta los rincones del universo, no porque se trata de un privilegio, sino porque ha sido lo más bello que pudo haber hecho nuestro Padre Dios para ocupar un lugar entre nosotros.
María, habiendo dado su respuesta y luego de haber aceptado el plan de Dios en su vida, sale de su tierra y sale de ella misma convirtiéndose en anunciadora y en discípula del Señor que llena toda su vida.
Así es siempre, cuando el Espíritu de Dios llena los corazones, ya no hay lugar para quedarse tranquilos; ya no se puede vivir encerrados en sí mismos, ya no se puede contener la alegría que se lleva dentro.
La madre del Señor corre por las montañas de Judea y va al encuentro de quien más la necesita. Va a ponerse al servicio de los demás, va a contagiar la felicidad que lleva consigo; va a compartir la vida con quienes más lo necesitan.
Y así, sin muchas palabras, María vive su rol de madre. Así, custodia la vida que lleva en su seno y se entrega para que otros tengan la misma oportunidad de vivir en plenitud.
Ella es la madre que se entrega a través de un servicio que permanece discreto, que no busca protagonismos, que produce júbilo en el corazón de los demás.
Dichosa tú entre todas las mujeres, son las palabras de Isabel, pero son también las palabras de todos aquellos que nos sentimos felices de tener a María como madre.
Nos sentimos dichosos con ella porque teniéndola por madre compartimos con ella el don de su vocación y el ejemplo de su respuesta de fe generosa. Nos sentimos honrrados por compartir su compañía y su cercanía a cada paso de nuestro peregrinar por este mundo.
Nos sentimos dichosos por saberla ahí, tan cercana y tan solidaria en los momentos de obscuridad, de dificultad y de cansancio. Nos regocija el alma cuando podemos compartir con ella nuestros logros y nuestras metas.
Ella está siempre ahí, como buena y santa madre, como madre de Dios y madre nuestra.
Creo que también a nosotros nos nace espontáneamente decir: “¡Bendita eres tú entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! “ porque sólo podemos decir cosas buenas de María. Sólo podemos reconocer lo favorecida que ha sido por Dios, quien supo escogerse la mejor de las madres.
Viéndola subir a los cielos reconocemos que ahí es en donde merece estar, en cuerpo y alma, porque nos ha enseñado cómo tendríamos que entregar nuestro corazón para que Dios pueda realizar en nosotros todos sus proyectos; porque, como a María, también a nosotros nos llama y nos ama.
María es llevada al cielo, pero tenemos la certeza de que no nos abandona. Su presencia es aún más cercana y su protección más sentida.
Que la Asunción de María nos recuerde siempre que tenemos una madre que nos cuida y nos protege, nos guía por senderos seguros de vida y vela por cada uno de nosotros, pues, como buena madre nunca agotará su amor por los hijos que esperamos un día poder gozar de su compañía por toda la eternidad en donde Dios la ha colocado al final de sus días.
Gracias, María, por ser madre y señora, por ser presencia amable de Dios, quien por tu medio ha querido quedarse entre nosotros.