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LMC: Programa de nutrición “Chispuditos”

A lo largo del 2023 nos encontramos con muchas emociones y realidades, llenas de alegría, tristeza, reconforto, anhelo y cruz… Los LMC de Guatemala iniciamos un año lleno de esperanzas puestas en el programa de nutrición Chispuditos, el cual creció de manera increíble a tal punto que logramos, junto con profesionales, hacer jornadas médicas y dentales, ya que el suplemento, las formaciones y los víveres no estaban ayudando a los niños a salir de la anemia y de sus enfermedades.

Hemos hecho grandes esfuerzos por innovarnos, capacitarnos, pero no ha sido suficiente ya que cuando llegó el pediatra, la nutricionista y la dentista observaron un alto grado de desnutrición, problemas psicomotrices, dentaduras inservibles, enfermedades genéticas, deficiencias en el habla y el crecimiento, causados muchas veces por la misma desnutrición de las madres y la mala educación alimentaria. Son 6 años de un camino arduo, trabajando la mente, el corazón y el estómago, sin duda nos llena de alegría ver a los niños de 6 años que salen del programa sin anemia y con un tamaño y peso promedio, ¡Es para darle gloria a Dios!

Al mismo tiempo nos adentramos en la JPIC sabiendo que San Daniel Comboni tenía un interés especial en la justicia hacia los marginalizados y olvidados; nos sumergimos en la formación para conocer la migración en Guatemala y esta nos llevó a la trata de personas, situación terrible y muy latente en nuestro país. Descubrimos que Comboni lucho mucho por la trata de personas, evitando que se llevaran tantos negros como esclavos. Entendimos con charlas, encuentros personales y varios Cineforos sobre la trata de personas, Conocimos la realidad y crudeza de la vida de mujeres en situación de prostitución. Nuestro corazón se doblegó ante tal situación e iniciamos una campaña de concientización. Guatemala sufre trata de personas, mujeres, niños y surge a partir de la migración, la cual es una de las mayores problemáticas del país, de ahí se desprenden estos problemas sociales, culminando con una mal nutrición de niños, familias desmembradas, mujeres solas y niños prácticamente huérfanos.

Creemos que ha sido un año marcado por un despertar profundo al camino de Comboni. Tuvimos formaciones enriquecedoras, formamos nuevos candidatos a LMC, nos encontramos varias veces con un pequeño grupo de laicos en San Luis Petén que están haciendo su formación para ser LMC, ampliamos nuestra visión hacia nuevos proyectos y crecimos en el carisma Comboniano.

Nos espera un 2024 con nuevos y grandes desafíos, a nivel comunitario, misión ad gentes y a nivel económico, pero confiamos en la santa intercesión de San Daniel Comboni, nos acogemos a los corazones de Jesús y María y le pedimos a San José, que ayude a este pequeño grupo a ser luz y sal por donde vaya.

Feliz Inicio de año 2024 que este lleno de muchas bendiciones y nuevos caminos para cada LMC

Un abrazo fraternal LMC Guatemala

Hay esperanza, el desierto florece

Por: Hna. Cecilia Sierra, smc
desde Palestina

¿No te da miedo andar tu sola? Me preguntaron las mujeres el sábado pasado que visitaba sus aldeas. Siempre vamos las dos Combonianas y otras chicas voluntarias que se nos unen cada quince días. Pero este sábado hubo una emergencia y Lulu no pudo venir, ni las chicas.

Y sí, lo pensé. Andar sola, cruzando esos caminos del desierto. ¡Uy!, me estremecí. De hecho, pasé por un camino antiguo, que según la tradición fue el mismo que cruzó el hombre que bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones. Incluso rodeé el lugar donde se cree estuvo el albergue a donde el Buen Samaritano llevó al hombre después de curarle las heridas con vino y aceite y vendarlas. En aquella historia que cuenta Jesús en el evangelio hubo ladrones, pero también hubo un buen Samaritano.

Tres de las aldeas beduinas que visitamos cada sábado están a un lado del Buen Samaritano. Otra se llama Nabi Musa, cerca de uno de los lugares de peregrinación más importante para los Palestinos, desde donde en los días soleados se pueden observar las colinas de Moab y el Monte Nebo. Precisamente en ese mismo camino, hace unos meses, nos siguió una patrulla de soldados. Expedita manejaba y nos dimos cuenta que era a nosotras a quienes seguían cuando ella se desvió del camino y ellos también lo hicieron. Luego se detuvo y nos preguntaron que a dónde íbamos. Les dijimos que con los beduinos y a lo que vamos y nos dejaron continuar. Pero al siguiente día el camino a esa aldea fue bloqueado. Gracias a Dios ya lo abrieron de nuevo porque causó muchos inconvenientes y temor a los beduinos que viven en ella.

Los niños hacen fiesta cuando nos ven. ¿When Lulú, when al-banat? ¿Dónde esta Lulu? ¿Donde están las chicas? Preguntan los niños al verme llegar sola. Lulú y las chicas se encargan de los niños, organizan juegos y les enseñan Inglés, mientras yo me reúno con las mujeres. En dos aldeas doy clase de inglés a las mujeres y a las jovencitas y en otros dos cursos de bordado. Las mamás nos dicen que los sábados los niños se levantan temprano para esperarnos. Y es cierto. En cuanto oyen el ruido del carro salen corriendo a encontramos. Parece increíble, pero cada día aparecen más. En unas aldeas nos saludan besándonos la mano y poniéndola sobre su frente. Son lindos.

La mayoría de las mujeres de la aldea vienen a los cursos de inglés y bordado que ofrecemos. En algunas todas participan. Me sorprendió que en una de ellas me sirvieran café, soda, pastelillos y plátanos. Son muy pobres. Una de ellas no tiene dinero para llevar a su hijo al hospital y lo necesita. ¿Es el último día que vienes? Me preguntan ¿Ya no nos visitarás? Es que la semana anterior les habíamos dicho que como no hay turistas y no tenemos huéspedes en nuestra casa de Jerusalén, ya no continuaríamos con el proyecto de bordado. Una de ellas fue quien hizo el cuadro que le llevó Daniela al Papa.

Les explico que habíamos decidido que ya no hicieran más bordados, pero visto que al Papa le gustó el regalo, podrían continuar bordando, esperando que alguien nos diga, mándame unos 20 mantelitos para encuadrarlos, como el del Papa. ¿Será que alguien se anima y nos apoya? Por eso era el refresco, el pastelillo y los plátanos. Un lujo para ellas en tiempos de tanta escasez. Pensaban que era la última vez que las visitaríamos y querían agradecernos. La alegría se dibujó en sus rostros cuando les dije que regresaremos. “Aquí nos vemos la próxima semana, in shah Allah.”

Y jugamos con ellas a la lotería, ellas junto con sus hijos. Primera vez que participan en el juego. Rieron, disfrutaron, ganaron. El premio era un globo y una madeja de hilo que nos mandó una comboniana de Jordania. Se divirtieron un mundo. Parecían niñas. Me gozaba verlas contentas, sonrientes, dejando a un lado, al menos por un rato, preocupaciones y temores.

Por eso que cada sábado, atravesamos contentas ese camino viejo que va de Jerusalén a Jericó, por el desierto de Judea. Hay cuatro aldeas beduinas que esperan. Niños que se alegran, juegan, mujeres que aprenden, despliegan creatividad y generan ingresos para la familia. Son tiempos difíciles, la guerra es real. Pero hay esperanza y el desierto ya florece.

https://youtu.be/Ivopj5LYjbE
Las misioneras combonianas acompañan a las poblaciones beduinas del desierto de Judea, llevando un poco de paz y alegría en tiempos difíciles de guerra.

I Asamblea internacional ECOPAX

Del 19 al 21 de enero de este año 2024 se encontraron 46 laicos de diversos lugares de México, Ecuador y Estados Unidos, comprometidos en la Misión Social de Paz inspirados en los principios misioneros de San Daniel Comboni.

El encuentro se realizó en la ciudad de Sahuayo Michoacán teniendo como sedes el Centro Cultural de Paz que anima ECOPAX-Sahuayo y el Seminario Misionero Comboniano del mismo lugar.

Este encuentro, organizado y animado por ECOPAX-Sahuayo tuvo como finalidad compartir experiencias, iniciativas y procesos de paz en los diferentes contextos en los que desarrollan esta misión social los animadores y animadoras de ECOPAX para fortalecerse y animarse mutuamente en esta tarea misionera en ámbito social que se siente cada vez más necesaria y urgente en todos los ámbitos de convivencia humana.

El encuentro terminó con la definición de compromisos y metas comunes para este año 2024 a nivel local e internacional. Se concluyó con la misa de acción de gracias en el seminario comboniano y una comida que ofrecieron las personas beneficiarias del Centro Cultural de Paz de Sahuayo y sus familias, como agradecimiento por los beneficios que reciben de ECOPAX.

Año de la Oración. Resaltar la dimensión espiritual del Jubileo

El pasado 23 de enero, se llevó a cabo en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, la rueda de prensa de presentación del “Año de la Oración” en preparación al Jubileo de 2025. Tras la presentación Monseñor Rino Fisichella Pro-Prefecto del Dicasterio para la Evangelización, responsable de la Sección para las Cuestiones Fundamentales de la Evangelización en el Mundo subrayó que el Jubileo es ante todo un evento espiritual y por ello no hay mejor modo de prepararse con la oración.

Crédito: Adriana Masotti / Renato Martinez – Vatican News

“El Año de la Oración se enmarca en este contexto para favorecer la relación con el Señor y ofrecer momentos de auténtico descanso espiritual. Un oasis para descansar del estrés cotidiano donde la oración se convierte en alimento para la vida cristiana de fe, esperanza y caridad”, lo dijo Monseñor Rino Fisichella, Pro-Prefecto del Dicasterio para la Evangelización, responsable de la Sección para las Cuestiones Fundamentales de la Evangelización en el Mundo, durante la rueda de prensa de presentación del “Año de la Oración” en preparación al Jubileo de 2025 y de la serie “Apuntes sobre la Oración”, que tuvo lugar este martes 23 de enero, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

El Jubileo es un evento espiritual

En la presentación el Pro-Prefecto señaló que, más de 700 personas de Santa Sede participan en diversas funciones, se han realizado alrededor de 200 reuniones e inspecciones, el trabajo de los distintos grupos de trabajo, las mesas redondas con el gobierno italiano y el municipio de Roma; ya se han reunido 208 representantes de las diócesis italianas y 90 representantes de las Conferencias Episcopales de todo el mundo: son sólo algunas de las cifras que demuestran el compromiso constante para organizar los grandes acontecimientos del Jubileo de 2025, cuya preparación está encomendada al Dicasterio para la Evangelización. Además, según un estudio reciente, podrían ser 32 millones de personas, entre ellas un millón y medio de jóvenes, los que llegarían a Roma para esta ocasión. Pero, subraya monseñor Fisichella, el Jubileo no son sólo las grandes obras que conciernen a la ciudad, no es sólo la organización de una serie de acontecimientos, sino es un momento que quiere enriquecer espiritualmente “la vida de la Iglesia y de todo el pueblo de Dios convirtiéndose en un signo concreto de esperanza” y para que así sea verdaderamente hay que prepararlo y vivirlo “en las propias comunidades con ese espíritu” de espera propia de la esperanza cristiana” y el Año de oración 2024 “viene a corresponder plenamente a esta necesidad”.

Un Año para resaltar el horizonte espiritual del Jubileo

El Papa Francisco inauguró oficialmente el “Año de oración” el domingo pasado durante el Ángelus, pero, señala el Pro-Prefecto, “ya en la carta del 11 de febrero de 2022 que el Pontífice me dirigió nombrado al Dicasterio para preparar el Jubileo, el Papa Francisco había escrito: ‘ De ahora en adelante Me alegra pensar que el año que precede al acontecimiento jubilar, 2024, podrá estar dedicado a una gran sinfonía de oración. Ante todo, recuperar el deseo de estar en presencia del Señor, escucharlo y adorarlo”. Un año, escribió el Papa, “en el que los corazones se abren para recibir la abundancia de la gracia, haciendo el ‘Padre Nuestro’, la oración con la que Jesús nos ha enseñado el programa de vida de cada uno de sus discípulos”. Monseñor Fisichella subraya, además: “2024 será, por tanto, un Año de preparación al Jubileo que está a punto de comenzar y un Año durante el cual se perfilará el horizonte espiritual del acontecimiento jubilar que va mucho más allá de cualquier forma necesaria y urgente de organización estructural”.

Redescubrir el valor de la oración

“Este no es un Año con iniciativas particulares – precisa Fisichella – sino más bien un momento privilegiado para redescubrir el valor de la oración, la necesidad de la oración diaria en la vida cristiana; cómo orar, y sobre todo cómo educar a orar hoy, en la ‘era de la cultura digital’. Y subraya la necesidad de una verdadera espiritualidad que existe en los hombres y mujeres de hoy. “Hay muchas personas – afirma – que rezan todos los días; quizás, me atrevo a decir, todos rezan. Ninguna estadística podría responder con cifras y porcentajes correctos a este momento tan íntimo de las personas que experimentan la pluriformidad de la oración como un momento completamente personal”. El Año de oración se inscribe en este contexto y su celebración está encomendada a cada Iglesia local. El papel del Dicasterio para la Evangelización será apoyar lo previsto por las diócesis “para que la oración de la Iglesia pueda volver a revitalizar y liberar la vida de cada bautizado”, poniendo a disposición de todos determinados subsidios, “instrumentos sencillos que en gran medida ya se han implementado diariamente en nuestras comunidades”.

Las catequesis del Papa y la serie de la LEV

Entre las ayudas ofrecidas, se encuentran en primer lugar las 38 catequesis que el Papa Francisco pronunció del 6 de mayo de 2020 al 16 de junio de 2021, teniendo en cuenta los distintos momentos de oración, y luego la serie “Apuntes sobre la oración”, presentada en la rueda de prensa por Monseñor Graham Bell. Se trata de una iniciativa de LEV, la Editorial Vaticana que, a partir de hoy, publicará una serie de 8 pequeños textos “que profundizan en las diversas dimensiones del acto cristiano de oración”, firmados por autores de renombre internacional, editados por el Dicasterio para la Evangelización. El primer volumen disponible en las librerías se titula: Orando hoy. Un desafío que hay que ganar, está escrito por el cardenal Angelo Comastri y lleva el prefacio del Papa Francisco. “Propone – explica monseñor Bell – referencias a la necesidad de que la oración y la enseñanza tengan ‘una mirada diferente y un corazón diferente’, destacando figuras que han dado testimonio de la fecundidad de la oración, como Santa Teresa de Lisieux, San Francisco de Asís y Madre Teresa de Calcuta”. La publicación de los otros siete textos se producirá hasta abril. El 6 de mayo, el Papa Francisco hará pública la Bula que anuncia el Jubileo de 2025 y, a partir de esa fecha, se precisa, la Carta Apostólica del Papa estará en el centro de la preparación al Año Santo.

Una “escuela de oración” con el Papa Francisco

Volviendo a la palabra, el Pro-Prefecto anuncia que el propio Papa, durante este año, pondrá en marcha una “Escuela de oración”, momentos de encuentro con comunidades y categorías de personas, siguiendo el modelo de los Viernes de la Misericordia vividos durante el Año Santo de la Misericordia, “para orar juntos y comprender algunas formas de oración: de la acción de gracias a la de intercesión; de la contemplativa a la de consolación; de la de adoración a la de súplica…”. Y Fisichella concluye citando nuevamente al Papa Francisco, que dijo estar seguro de que “obispos, sacerdotes, diáconos y catequistas encontrarán en este año los modos más adecuados para poner la oración en la base del anuncio de esperanza que el Jubileo 2025 pretende hacer resonar en una época convulsiva”.

Nota: En la página oficial del jubileo se puede encontrar toda la información sobre el mismo. AQUÍ

Liberadas las religiosas secuestradas en Haití

Las religiosas de la Congregación de Santa Ana habían sido tomadas como rehenes por hombres armados el pasado 19 de enero, cuando viajaban en un autobús. Otras dos personas también fueron secuestradas. Todos han sido liberados, según ha confirmado el arzobispo de la capital haitiana, Mesidor. El pasado domingo, el Papa hizo un llamamiento en el Ángelus por las monjas y por la paz social en la isla.

Crédito: Vatican News
Foto: ACN

Las seis hermanas de la Congregación de Santa Ana secuestradas el 19 de enero en Puerto Príncipe (Haití) han sido liberadas. También han sido liberadas las demás personas que las acompañaban y que fueron tomadas como rehenes por hombres armados que habían bloqueado el autobús en el que viajaban y que, según informan los medios locales, habían exigido un rescate de 3,5 millones. La confirmación de la liberación llegó a los medios vaticanos a través del arzobispo metropolitano de la capital haitiana, Max Leroys Mesidor, presidente de la Conferencia Episcopal local, quien expresó su alegría por la noticia y agradeció a todos los que habían prestado atención y ofrecido su apoyo en esta situación: “¡Damos gracias a Dios! Gracias por vuestro apoyo”.

El llamamiento del Papa en el Ángelus

En el Ángelus del pasado domingo, 21 de enero, el Papa hizo un “sentido” llamamiento desde la ventana del Palacio Apostólico por la liberación de las seis religiosas y por los dramas que vive la isla: “Rezo por la armonía social en el país y hago un llamamiento a todos para que se ponga fin a la violencia que tanto sufrimiento está causando a esa querida población”, dijo el Pontífice.

Las palabras de monseñor Dumas

A la sentida petición del Papa siguió la de monseñor Pierre-André Dumas, obispo de Anse-à-Veau-Miragoâne y vicepresidente de la Conferencia Episcopal, quien, a través de los micrófonos de Radio Vaticana, había hecho saber que quería ofrecerse como rehén a cambio de las monjas.  “Secuestrar a mujeres que dedican su vida a salvar a los pobres y a los jóvenes es un gesto que verá el juicio de Dios”, añadió el prelado, estigmatizando el secuestro, que se une a los numerosos episodios de violencia que hieren la faz del país.

En una nota difundida hoy, Dumas también dio gracias al Señor por la liberación de los ocho rehenes: “Este acontecimiento traumático -escribió- ha puesto una vez más a prueba nuestra fe, pero ésta permanece inquebrantable. Hemos ‘clamado’ a Dios, continúa, y ‘Él nos ha hecho fuertes en nuestras pruebas y ha devuelto a nuestros cautivos a la libertad. Ha convertido los corazones endurecidos y liberará a Haití de todo mal, para que todos sus hijos conozcan la alegría de una libertad inestimable”. La Iglesia sigue comprometida con el advenimiento de una era de justicia y de paz en Haití”. 

La Iglesia haitiana en oración

La propia Iglesia católica haitiana organizó ayer, 24 de enero, una jornada de oración, meditación y adoración eucarística por las monjas y todos los secuestrados. “¡Que dejen de pisotear la dignidad inalienable de los hijos de Dios!”, escribían en una nota conjunta el arzobispo Mesidor y el padre Morachel Bonhomme, presidente de la Conferencia de Religiosos de Haití, invitando a todos los fieles haitianos a “organizar una cadena de oraciones incesantes” por la liberación de los secuestrados. Hoy, pues, la buena noticia de la liberación.

El desafío migratorio

Por: Felipe Cardenal Arizmendi Esquivel
Obispo Emérito de SCLC

MIRAR

Desde que yo era niño, allá por los años cuarentas del siglo pasado, varias personas de mi pueblito emigraron. Unos pocos salieron para huir de conflictos ejidales de aquellos tiempos por la explotación de la madera. Varios más se fueron a trabajar a los Estados Unidos, la mayoría sin documentos, y ha mejorado su calidad de vida; casi todos han construido buenas casas en la comunidad para su familia y para ellos cuando pueden venir. Muchos han salido a estudiar o a trabajar en ciudades cercanas. Esta migración, en general, ha sido benéfica para ellos y para mi pueblo. Cuando llegan las fiestas patronales, o si hay alguna necesidad comunitaria, ellos colaboran significativamente.

Cuando serví como obispo en Tapachula, (1991-2000), pasaban algunos migrantes, no tantos como ahora, sobre todo de Guatemala, El Salvador y Honduras, y la diócesis, desde mucho antes de que yo llegara, procuró atenderles en lo posible, construyendo albergues para ellos. La mayoría usaban el tren La Bestia, que en aquellos años unía las fronteras México-Guatemala. El huracán Stan destruyó muchos puentes ferroviarios y, desde entonces, se suspendió esa conexión. Entonces, el reto mayor eran los casi 55,000 guatemaltecos refugiados, que habían huido de la guerra civil en su país. Siguiendo lo hecho por mi antecesor, se les ayudó no sólo con asistencia ocasional, sino también promoviendo que tuvieran trabajos adecuados; les acompañamos después en su retorno programado a Guatemala.

Como obispo en San Cristóbal de Las Casas (2000-2018), me tocó atender el aumento migratorio que se intensificó allá, pues muchos migrantes procuraban llegar a Palenque, donde podían abordar el tren que allá subsistía, para intentar llegar a los Estados Unidos. ¡Cuántos sufrimientos padecían! ¡Cómo eran extorsionados, explotados, vejados, tanto por polleros, como por autoridades migratorias! Hicimos cuanto fue posible, y la diócesis prosigue este servicio a tantos hermanos que no cesan en su intento de llegar a su objetivo.

Ahora las caravanas de migrantes han aumentado tánto que nos han rebasado a las diócesis, a los organismos de ayuda y a las mismas autoridades. Estas insisten que se atiendan las causas desde sus países de origen. Esto es muy correcto, pues si en el propio lugar no hay condiciones de seguridad y de trabajo, la gente no se detendrá, aunque le pongan más muros. Sin embargo, esas ayudas no han sido suficientes. Por presiones del gobierno norteamericano, nos hemos convertido en un país represor y expulsor de migrantes indocumentados ¡Es un gran desafío para todos!

DISCERNIR

Los obispos de la frontera entre Texas y México emitieron un importante documento sobre esta realidad. En la primera parte, analizan con datos el fenómeno. En la segunda, hacen un profundo discernimiento. En la tercera, proponen unas recomendaciones. Transcribo algo de lo que dicen:

“Nuestra perspectiva católica sobre los migrantes y refugiados tiene su raíz en la Sagrada Escritura y en la Sagrada Tradición, con la guía del Magisterio de la Iglesia. La Biblia habla sobre la experiencia de la migración. Por ejemplo, el Libro del Éxodo dice: “No maltrates ni oprimas al extranjero, porque ustedes también fueron extranjeros en Egipto” (Ex 22,20). José, María, y el niño Jesús emigraron temporalmente a Egipto para escapar de los violentos planes del rey Herodes (cf. Mt 2, 13-23). Jesús mismo enseña que, al acoger al forastero, en realidad lo estamos acogiendo a Él, que dirá en el Juicio Final: “Fui forastero y ustedes me recibieron en su casa” (Mt 25,35). Jesús nos visita en los migrantes, que se convierten en nuestros compañeros de viaje. En ellos recibimos como huésped al que nos prepara casa en el cielo, que es nuestra patria.

A lo largo de la historia, la Iglesia, que como una madre ha estado atenta y solícita a los problemas de la humanidad, mediante su doctrina social ha promovido y defendido el derecho natural e inalienable que toda persona humana tiene de migrar o no migrar. También ha reconocido el derecho de los estados de controlar sus fronteras y el deber de acoger y velar por los derechos del migrante, quien a su vez debe respetar el patrimonio material y espiritual del país que lo acoge, obedecer sus leyes y contribuir a su desarrollo.

La Iglesia enseña que toda persona tiene derecho de encontrar en el propio país oportunidades económicas, políticas y sociales que le permitan alcanzar una vida digna y plena. Eso requiere que cada país, mediante una atenta administración local o nacional, garantice un comercio más equitativo y una cooperación internacional solidaria, y asegure a sus propios habitantes la libertad de expresión y de movimiento, así como la posibilidad de satisfacer vivienda y la educación”.

ACTUAR

¿Qué hacer? Los mismos obispos proponen: “Independientemente de su situación legal, la vida, la dignidad y los derechos de los migrantes deben ser reconocidos, respetados, promovidos y defendidos, lo mismo que sus respectivos deberes. La Iglesia reafirma la necesidad prioritaria de un estado de derecho que proteja a las familias, en particular de los migrantes y refugiados, que son agraviados por nuevas dificultades. El Estado debe ser garante de la igualdad de trato legislativo y, por tanto, debe proteger todos los derechos de la familia migrante y refugiada, evitando cualquier forma de discriminación en el ámbito del trabajo, la vivienda, la salud, la educación y la cultura.

Se necesita por parte de todos –dice el papa– un cambio de actitud hacia los inmigrantes y los refugiados, el paso de una actitud defensiva y recelosa, de desinterés o de marginación a una actitud que ponga como fundamento la ‘cultura del encuentro’, la única capaz de construir un mundo más justo y fraterno, un mundo mejor. Jesús ha dicho: ‘fui forastero y me hospedaste’ (Mt 25,35). Resulta actual y urgente la invitación a practicar una hospitalidad que no puede limitarse a la mera distribución de ayudas humanitarias, sino que debe llevar a compartir con quienes son acogidos el don de la revelación del Dios Amor, ‘que tanto amó al mundo, que nos dio a su Hijo único’ (Jn 3, 16)”.