Fecha de nacimiento: 05/11/1932
Lugar de nacimiento: Bergamo / I
Votos temporales: 09/09/1950
Votos perpetuos: 09/09/1956
Fecha de ordenación: 15/06/1957
Llegada a México: 1964
Fecha de fallecimiento: 19/12/2017
Lugar de fallecimiento: Milano / I

«Gracias por lo que has sido y por todos los servicios que has prestado a la misión comboniana, al Instituto comboniano, a la Iglesia y al pueblo de Dios. Gracias porque fuiste un sacerdote comboniano lleno de fe y espíritu de oración. Gracias porque fuiste un don para el Instituto, al que serviste con gran dedicación y serenidad. Gracias, por tu amor a la misión ampliada. Gracias, por poner toda tu capacidad y personalidad al servicio del Reino de Dios y de la misión comboniana. Gracias, por tu servicio en el campo de la economía en diferentes formas y lugares: España, México, Roma e Italia, como ecónomo provincial y general. Gracias, por aceptar tu falta de fuerzas y tu enfermedad con fe y esperanza, con un corazón joven y al mismo tiempo con el corazón de una persona cuya familia fue muy generosa contigo. Gracias por tu espíritu positivo». Éstas fueron algunas de las expresiones con las que el Superior General, P. Tesfaye Tadesse, quiso presentar sus últimos respetos al P. Mario Locatelli.

P. Mario nació en Bérgamo el 5 de noviembre de 1932. El 8 de octubre de 1943, a la edad de once años, pidió ser admitido en el Seminario Apostólico de las Misiones Africanas de Crema. Hizo el noviciado en Gozzano, donde emitió los votos temporales en 1950. Para el escolasticado permaneció un año en Rebbio, dos en Sunningdale y cuatro en Venegono, donde emitió los votos perpetuos en 1956. Fue ordenado sacerdote en Milán por el cardenal Montini el 15 de junio de 1957. Tras la ordenación permaneció un año en Crema como promotor vocacional y luego fue enviado a España.

Corella, España (1958-1964)

La casa de Corella llevaba dos años abierta cuando el P. Mario llegó allí como profesor. Muchos jóvenes de Corella y alrededores se matricularon en aquel colegio, considerado el mejor de la zona: los padres «perillanes» (como se llamaba a los combonianos llegados de Italia con sus «perillas») estudiaban mucho y bien y los alumnos, cuando se presentaban a los exámenes públicos, eran siempre los primeros clasificados.

En 1960, el colegio se convirtió en seminario menor, el número de alumnos disminuyó pero los profesores siguieron siendo los mismos; en 1962, un ala del edificio acogió a los primeros novicios españoles que se preparaban para el paso definitivo a Moncada (Valencia). El P. Mario dio su valiosa aportación como padre profesor y cuando, en 1964, dejó el seminario, con destino a México, lo hizo con gran pesar pero con ese espíritu de obediencia y disponibilidad que siempre le caracterizó.

En Sahuayo, primero como formador y luego como superior local, permaneció seis años, y luego regresó a Italia para el Curso de Renovación.

Corella (1971-1975)

En 1971, tras siete años de ausencia, fue destinado de nuevo al seminario de Corella, esta vez no sólo como profesor, sino también como superior de comunidad. Había dejado un muy buen recuerdo y todos -seminaristas, profesores, hermanos y hermanas combonianas- se alegraron de su regreso.

En aquella época, el seminario tenía una iglesia «casi parroquial», a la que acudían muchos jóvenes y asociaciones.

Como tenía que actuar como secretario provincial y viajaba mucho por las distintas comunidades de la provincia, empezó a tener un papel menos preponderante en la enseñanza. Durante sus dos últimos años en España, fue también promotor vocacional y encargado de la formación provincial. Sin embargo, tras su marcha de la provincia española, el P. Mario visitó con frecuencia España, especialmente cuando había fechas importantes, como la del 60 aniversario de la fundación de Corella, especialmente significativa para él, en la que, entre otras cosas, sorprendió a todos por la cantidad de nombres, fechas y detalles que recordaba.

En la Curia

Para el tiempo que el P. Mario pasó en la Curia General, citamos algunos pasajes del testimonio del P. Alois Eder: «Conocí al P. Locatelli cuando todavía era ecónomo provincial de la provincia española. Después del Capítulo General de 1979, el P. Carlo Busetti fue nombrado Ecónomo General, pero desgraciadamente en diciembre de ese año el Señor le llamó al cielo. Se pidió entonces al P. Picotti que continuara el trabajo de administración y, al mismo tiempo, que presentara los nombres de posibles sustitutos. El P. Locatelli apareció inmediatamente como el candidato más adecuado. Me encargaron que me pusiera en contacto con él. No hubo necesidad de un largo diálogo: aceptó de inmediato y de buen grado nuestra propuesta. Nuestra elección resultó muy positiva: el P. Mario se puso inmediatamente a trabajar sin dificultad. El Consejo General tenía plena confianza en él y en su trabajo. Fue un colaborador y asesor muy fiel, respetuoso, atento, bien informado, competente y muy comprometido. La aparición de los primeros síntomas de su enfermedad cardiaca en 1983 fue un shock. Fue ingresado en el Hospital San Juan de Roma».

Antes del Capítulo General de 1985, el P. Locatelli, en una carta dirigida al Superior General, P. Salvatore Calvia, y a su Consejo, escribió: «Tanto había deseado estar presente en la apertura; sin embargo, aunque no físicamente, desde este hospital estaré unido a vosotros con el ofrecimiento de mi oración y el sacrificio que el Señor me ha pedido… No hay duda del agravamiento de mi miocardiopatía. Ya me han dicho que tendré que limitar mucho mi actividad y no hacer viajes largos. En esta situación, contando con la inestimable colaboración de los hermanos, especialmente del Hermano Mores y del Padre Ghirotto, no me siento en conciencia para continuar en el cargo que se me ha confiado, porque sería casi puramente «de nombre» y esto crearía muchos problemas a la Congregación, en un aspecto de tanta importancia para su vida y actividad. Por las razones expuestas, presento mi renuncia al cargo de Ecónomo General… dentro de unos días presentaré los nombres de algunos hermanos que considero preparados e idóneos para desempeñar la tarea».

Al día siguiente de su elección, el nuevo superior general, el P. Francesco Pierli, visitó al P. Locatelli. Su enfermedad había sido un duro golpe tanto para él como para el Consejo General.

En su trabajo de ecónomo, escribe el P. Eder, “concedía gran importancia al aspecto espiritual y religioso de la administración de los bienes del Instituto, una preocupación también muy querida por el P. Picotti y el P. Pierli”. Sabemos que estas dimisiones fueron rechazadas porque, como le escribía el P. Pierli, «el trabajo realizado en el Economato es excelente… no hay necesidad urgente de desplazamientos… y no hay que olvidar la gran dificultad de encontrar personal competente». Pero después de que el P. Mario se sometiera a un trasplante de corazón, el P. Pierli, accediendo también a una petición del Provincial, en carta del 2 de junio de 1987, destinó al P. Locatelli a la Provincia italiana, agradeciéndole el trabajo que había realizado «con gran competencia técnica y con gran entusiasmo por la animación». En la Provincia italiana.
Durante los treinta años siguientes, el P. Locatelli estuvo en varias comunidades: primero en Bolonia, luego en Verona y Cordenons, en el ministerio y como superior local; en Verona, en la Casa Madre, también como ecónomo adjunto y en la animación misionera.

En 2010 fue nombrado asesor técnico para la auditoría del economato general, y en 2013 se renovó su mandato, hasta 2016. Sobre estos años de colaboración, el P. Claudio Lurati escribió: «Desde que asumí el cargo de ecónomo general, el P. Mario ha sido un compañero constante y fiel. Dos veces al año nos reuníamos para el Consejo Económico y su participación era animada, atenta y muy lúcida hasta el final. Leía con mucha atención todas las actas y el material que se preparaba. Quería conocer bien los hechos y las razones. Este es el recuerdo que guardo con admiración: era como si se estuviera hablando de su propia vida, tal era su identificación con el Instituto y la misión. Experiencia, competencia y pasión le caracterizaban, y uno podía hablar con él sabiéndose comprendido y pudiendo recibir una opinión libre e «interesada», es decir, con el mismo «interés ideal».

En 2011 fue destinado a la comunidad de la CEA de Verona, donde ayudó al hermano Bozza en la dirección y prestó asistencia espiritual a los hermanos. A partir de 2014 estuvo atendido en Milán, donde falleció el 19 de diciembre de 2017.

El testimonio del Hno. Daniele Giusti

P. Locatelli miembro del Consejo Económico
Como designado por el Consejo General para las Relaciones con el Economato, me encontré siendo el interlocutor formal del P. Locatelli que, como miembro técnico del Consejo Económico y auditor interno «de facto» del Instituto, debía recibir de mí instrucciones detalladas sobre los puntos concretos de la administración en los que el Consejo General deseaba que se centrara la auditoría, teniendo en cuenta también los cambios que llevaron al último Capítulo General a distinguir entre las tareas del auditor interno y las del auditor externo. Se trataba de recorrer nuevos caminos y responsabilizarse de nuevas tareas, lo que requería ductilidad y flexibilidad, y también una cierta inversión de tiempo y esfuerzo. Nunca encontré en P. Locatelli ninguna resistencia a lo nuevo, aun a sabiendas de que lo nuevo suponía un esfuerzo suplementario. Al contrario, lo encontré más que dispuesto y participante activo en los cambios, capaz de captar su oportunidad y necesidad. Incluso diría que apreció la precisión en la asignación de la tarea, sintiéndose tranquilo en el mandato. En ello reflejaba bien su naturaleza precisa y su transparencia administrativa. Precisamente por estas cualidades, el P. Locatelli llevó a cabo los delicados e importantes encargos que le pidió el Instituto.

Entre ellas, la de aceptar el cargo de superior «ad interim» de la comunidad de Milán, que, en un momento de transición entre dos superioratos, aceptó con espíritu de obediencia, aun declarando su incapacidad y ansiedad; pero ni siquiera en este caso eludió la onerosa tarea que se le pedía y, de hecho, la ejerció con gran abnegación y dedicación.

Los últimos momentos
Los últimos meses de la vida del P. Locatelli estuvieron marcados por un rápido deterioro físico y, finalmente, cognitivo. Quienes le acompañaron pudieron ser testigos del esfuerzo que el P. Locatelli hizo para aceptar ambas cosas con espíritu de fe y serena aceptación. En este viaje hubo momentos de serenidad, pero también de agitación. Fue interesante descubrir en él la conciencia de ambos. En los momentos de desorientación, que le llevaron a reaccionar a veces vivamente ante la pérdida de autonomía, se le vio sinceramente arrepentido y dispuesto a reconocer que no era bueno rebelarse contra la realidad: enseguida añadió que no se reconocía en el cambio de carácter y que, según él, «ya no era él». Pero en cuanto se le propuso confiarlo todo a la misericordia divina, se calmó inmediatamente y respondió de buen grado a la invitación a la oración. Los últimos momentos de su vida fueron un momento de participación coral de toda la comunidad en el «fallecimiento» de su cohermano. Tras haber entrado en coma de madrugada, enseguida quedó claro que los cuidados médicos debían dar paso al acompañamiento en oración de sus últimos momentos de vida. Bastó un breve aviso a los hermanos presentes en la capilla para que todos se movilizaran y subieran a la habitación del P. Locatelli y se unieran al rezo del Santo Rosario que le acompañó hasta su último suspiro. La inmediatez de la respuesta y el coro del momento testimoniaron así la gratitud del Instituto por este miembro fiel.

Del MCCJ Bulletin nº 274 suppl. In Memoriam, enero 2018, pp. 166-172.