Centroamérica, una nueva esperanza
Por: P. Rafael González Ponce, mccj
Impulsados por el deseo de compartir el ideal de Comboni, un minúsculo grupo de misioneros partió de la Ciudad de México con el fin de incursionar en América Central. Iban en una camioneta vieja cargada de Esquila Misional, Aguiluchos, libros y películas con reflexiones y testimonios misioneros. Se encontraron con obispos, directores de OMP’s, párrocos, seminaristas y cuantos movimientos laicales se cruzaron en su camino. Hasta noviembre de 1978, con el padre Jaime Rodríguez (primer provincial mexicano y luego obispo en Perú), se decide abrir una misión en Costa Rica (1979), a la luz de las enseñanzas de Puebla, que invitaba a las Iglesias latinoamericanas a «dar desde su pobreza» (DP, 368).
Los primeros en llegar a la capilla de la Sagrada Familia (filial de la parroquia de Hatillo Centro) fueron el padre Juan Pedro Pini y el hermano Fernando Bartolucci (luego el padre Bruno Martinelli), ubicada en uno de los barrios más marginados e inseguros de la capital San José. Pronto enviaron otro grupo (los padres Santiago Piccinelli, Luis Zanotto, José Moschetta) al vicariato de Limón, en el lado Atlántico con la población afro; labor que –aunque ya no estemos presentes– se reconoce como ejemplo de pastoral misionera basada en el estudio bíblico, la formación de comunidades y el compromiso por los más pobres.
El padre Juan Pedro Pini se trasladó a Guatemala en 1989. Ahí surgió un Centro de Animación Misionera, sobre todo gracias al empeño del padre Juan María Piu, que ofreció cursos para líderes, retiros, experiencias de campo misión, programas de radio y televisión. Siguió El Salvador (1991), en donde se atendió una zona azotada por la guerra civil (Cuscatancingo), sin dejar de sembrar la vocación misionera en todo el país. Luego se abrió una extensa misión en el Petén, Guatemala, al servicio de los maya mopán y ahora mayoría q’eqchíes. Luego se asumió una parroquia en zona de pescadores en Casares, departamento de Carazo, Nicaragua en 1999. Poco después (2002), un comboniano fue nombrado obispo, monseñor Vittorino Girardi, para la diócesis de Tilarán-Liberia, Costa Rica. Además se consolidan nuestros seminarios (1985).
Actualmente hay un buen número de misioneros combonianos centroamericanos por el mundo, entre ellos los padres Víctor Aguilar, superior de nuestras comunidades en Asia, y Víctor Hugo Matarrita, provincial de República Centroafricana.
En 1989 Centroamérica se convirtió en Delegación y más tarde en Provincia independiente. La semilla había madurado porque se había sembrado con fe y esperanza. Resultaría largo nombrar a todos los misioneros que han entregado sus vidas por esas regiones, lo importante es que permanecen escritos en el Libro de la Vida.