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Nueva película sobre la Guadalupe

Crédito: OMPRESS

«Guadalupe, Madre de la Humanidad», es el título de la película de Goya Producciones y European Dreams Factory que se estrenará el 1 de marzo de 2024. Una película que fusiona elementos documentales con una cautivadora parte de ficción que recrea las Apariciones de la Virgen en 1531.

La película, dirigida por Andrés Garrigó, aspira a desvelar los múltiples aspectos de las apariciones de la Virgen de Guadalupe y cómo actúa hoy en la vida de muchas personas. Será una aportación a los preparativos del 5º centenario de las apariciones (2031) y cuenta con la colaboración de la Basílica de Guadalupe, de la Archidiócesis de México y del Instituto Superior de Estudios Guadalupanos.

“Con esta cinta nos proponemos metas muy altas: nada menos que recrear en los corazones de las personas de hoy el maravilloso efecto que tuvieron las apariciones de la Virgen de Guadalupe en el México de 1531”, afirma su director, Andrés Garrigó. La película, filmada en México, España, Estados Unidos y Alemania, incluye una parte documental con impresionantes testimonios, y una recreación en ficción del relato original de las cinco apariciones de la Virgen en Guadalupe dirigidas por el cineasta español Pablo Moreno.

En el corazón de esta producción destacan actores mexicanos devotos de la Virgen de Guadalupe. La actriz Karyme Lozano, enamorada de la Virgen, cruzó el Atlántico para participar en esta obra única. Sus reflexiones sobre el mensaje central de la Virgen destacan la importancia de la familia y la vida en estos tiempos caóticos. La actriz encargada de personificar a la Virgen de Guadalupe, Angélica Chong, comparte su emoción de ser elegida para el papel y la conexión especial con su madre. “Prepárate mucho, prepárate muy bien. Y encomiéndate a la Virgen en todo momento”, le aconsejó su madre, reflejando la esencia de la Virgen a Juan Diego: “haz de tu parte, pero yo haré el resto”. El actor que da vida al indígena Juan Diego, Mario Alberto Hernández, reflexiona sobre el personaje como un “superhéroe de la vida real”. Destaca la paciencia, humildad y fe que caracterizan a Juan Diego, considerándolo un modelo a seguir. En palabras de Mario Alberto, “la imagen de la Virgen de Guadalupe simboliza la fusión de dos culturas. La película busca explorar y honrar esta conexión única y profunda”.

En América se adelantará el estreno al mes de febrero. Será el 22 de febrero en México y en Centroamérica. El tráiler oficial de “Guadalupe: Madre de la Humanidad” se puede ver aquí.

“¡Estoy contra la guerra y a favor de la paz!”

Por: P. Saverio Paolillo
misionero comboniano en Brasil

Medalla “José Gomes da Silva” por los Derechos Humanos

A quienes me preguntan de qué lado estoy en medio de tantos conflictos armados que son sangrientos en varias regiones del mundo, respondo sin lugar a dudas que estoy del lado de las víctimas de la guerra. Estoy con el pueblo de Israel y Palestina, con el pueblo ruso y el pueblo ucraniano, con el pueblo de Sudán y todos los demás países africanos que enfrentan la tragedia de la guerra y pagan el alto precio por ella. Estoy del lado de los civiles que quieren vivir en paz y ya no pueden soportar las consecuencias de conflictos armados decisivos desatados sin su consentimiento por edificios blindados y adecuadamente protegidos. Estoy junto a los niños separados de sus familias y deportados, que explotan en minas confundidas con juguetes. Estoy junto a las víctimas inocentes que lo pierden todo: su salud física y mental, la seguridad de sus hogares y sus relaciones emocionales. Estoy junto a los millones de refugiados. Estoy junto a los jóvenes que son reclutados por la fuerza, obligados a permanecer en primera línea como “carne de cañón”, arrojados al frente por gobiernos beligerantes y mandos militares que no respetan la vida. Estoy junto a las madres y los padres que lloran frente a sus hogares destruidos y excavan incansablemente entre los escombros de los bombardeos con la esperanza de encontrar a sus seres queridos enterrados vivos allí. Estoy junto a los ancianos que no tienen adónde ir y se quedan atrás, totalmente abandonados. Estoy en el lado más débil del conflicto.

Estoy decididamente en contra de la guerra, de la locura sin retorno, de la “masacre entre personas que no se conocen, en beneficio de personas que se conocen, pero que no se masacran” (Paul Valéry). Estoy en contra de los líderes que lo declaran, de los poderosos de la tierra que lo alientan y de los ricos que lo financian. No me interesan sus orígenes, sus ideologías, sus religiones, sus banderas, los bloques a los que pertenecen y los motivos que les llevan a tomar esta decisión, porque la guerra es siempre una opción irracional e inhumana. Por más necesario y justificable que parezca, es el peor crimen contra la humanidad. Nunca es “santo” y nunca es “justo”. Es un certificado de fracaso, la peor solución o más bien la peor irresolución. Es una derrota de la política, pero también una vergonzosa rendición a las fuerzas del mal. “¡La guerra es un monstruo, es un cáncer que se alimenta tragándolo todo! Además, la guerra es un sacrilegio, que destruye lo más preciado de nuestra tierra, la vida humana, la inocencia de los pequeños, la belleza de la creación” (Papa Francisco). Por eso siempre hay que evitarlo. De hecho erradicado.

Me opongo a quienes difunden el odio y alientan la violencia. Contra quienes viven y se enriquecen a través de la guerra. Contra los que producen armas y las venden, los que son elegidos con la financiación de los productores de armas, y hay que inventar una guerra para devolver el favor recibido.

Estoy en contra de los libros de historia que siempre cuentan la versión de los más fuertes, describen los conflictos armados como momentos de gloria y celebran como héroes a los individuos responsables de masacres sin precedentes.

Estoy del lado de la PAZ. Es caro, pero es la única forma de ser y de vivir que nos hace sentir auténticamente humanos. Apoyo a quienes saben que “la paz sólo se hará realidad cuando comience en todos nosotros, y que la guerra debe detenerse en nuestros corazones antes de que llegue al frente. El odio debe ser erradicado de los corazones antes de que sea demasiado tarde. Para ello necesitamos diálogo, negociación, escucha, capacidad diplomática y creatividad, una política amplia capaz de construir un nuevo sistema de convivencia que ya no se base en las armas, las armas y la disuasión” (Papa Francisco).

Estoy del lado de quienes creen en la solidaridad, la justicia y la hermandad. Estoy con quienes saben que los conflictos y todas las guerras “encuentran sus raíces en el desvanecimiento de los rostros” (Don Tonino Bello). Cuando nos cerramos al rostro del otro y no lo reconocemos como hermano y hermana, las armas entran en juego y la violencia se apodera de nuestras relaciones interpersonales. Si mantenemos ante nuestros ojos a la otra persona, su rostro y su dolor, no podemos desfigurar su dignidad con violencia (Papa Francisco).

Estoy con aquellos que quieren encontrarse, mirarse a la cara con serenidad y redescubrir los rasgos del hermano y de la hermana que hay que amar y acoger y no del rival que hay que eliminar. Estoy con aquellos que no sólo quieren hacer la paz, sino que quieren ser paz.

Para despertar la conciencia de ser misioneros de paz en la sociedad

Desde siempre el ser humano ha convivido con «escuelas de violencia». En todas las culturas y en todos las épocas la humanidad se ha preparado para atacar al otro que se ve como rival, como peligro o como amenaza; de hecho, los ejércitos, los centros de adiestramiento… son escuelas donde las personas aprenden distintas técnicas para defenderse, atacar matar a sus semejantes.

Por: Hno. Joel Cruz, mccj

Y ¿qué decir del ambiente que nos rodea? Los medios de comunicación resaltan los hechos de violencia y de muerte, las relaciones interpersonales, familiares, institucionales, laborales… marcadas por la violencia en diverso grado… las mismas sociedades en las que crecemos son escuelas de violencia.
Esto hace que nos acostumbremos y la aceptemos como normal. ¿Qué podemos decir, cuando nuestras sociedades hechas de bautizados, son las más violentas? ¿Qué podemos decir cuando vemos a diario que cristianos agreden y matan a otros cristianos? Es una evidente contradicción con la fe que profesamos.

Desde la experiencia de nuestra convivencia cotidiana, podríamos decir que nuestras comunidades cristianas (parroquias, grupos, movimientos apostólicos, seminarios, escuelas católicas…) deberían ser los lugares donde las personas se encuentran con Dios, y por lo mismo, ser espacios donde se desaprende la violencia. Espacios donde la creatividad del cristiano desarrolla una verdadera cultura de paz, pero la realidad nos dice que no siempre es así.

Creer en la palabra de Dios, implica para todo cristiano, hacerse promotor de una alternativa a la violencia. Todo cristiano debería buscar la manera de que cada ser humano transforme sus armas en instrumentos y fuerza de trabajo para el bienestar de todos. Si eso no lo hacemos nosotros que nos decimos seguidores del «Príncipe de la paz», ¿quién debería hacerlo?

De alguna manera los cristianos somos la presencia de Jesús en esta tierra, en nuestras sociedades. Cada uno de nosotros cree que Jesús es la luz del mundo (Jn 8,12). Ciertamente esta luz puede estar prendida e iluminar en la medida en que nosotros, que somos su cuerpo, la tenemos encendida.

Esto significa que nos corresponde proponer y practicar el Evangelio de la paz, con la conciencia de que se trata de un compromiso exigente que requiere pasión, estudio, dedicación y disponibilidad para dedicar tiempo a esta misión que Jesús nos encomendó realizar en donde vivimos y convivimos.

Para comenzar a sensibilizar y despertar la conciencia de esta misión en los cristianos, te comparto una guía para realizar un taller, retiro o convivencia, ya sea con tu grupo, con los agentes de pastoral de tu parroquia o movimiento religioso, también lo puedes hacer para toda la gente que participa en las misas y actividades de tu parroquia.

DESCÁRGALO AQUÍ

El padre Saverio Paolillo, misionero comboniano, recibe la medalla por los Derechos Humanos en Brasil

El padre Saverio Paolillo, misionero comboniano italiano, recibió la medalla “José Gomes da Silva” de los Derechos Humanos, el pasado 7 de diciembre, en Brasil. El honor le fue otorgado por la Asociación de Abogados de Brasil (OAB/PB), en reconocimiento a su compromiso y actividad en la promoción y defensa de los derechos humanos de niños y adolescentes.

Desde hace muchos años el Padre Saverio se dedica a la labor misionera de promoción y defensa de los derechos humanos, especialmente de los niños y adolescentes, y también al servicio de la pastoral penitenciaria. El padre Saverio dedicó esta medalla a todo el grupo que trabaja con él en este servicio misionero, en el Centro de Derechos Humanos Dom Óscar Romero (CEDHOR) y en la Pastoral de Menores (PAMEN) de la Arquidiócesis de Paraíba.

Ayer, 10 de diciembre de 2023, la Declaración Universal de Derechos Humanos celebró su 75º aniversario. Sin embargo, la protección y promoción de los Derechos Humanos sigue siendo una prioridad actual y urgente. Siguiendo el ejemplo de San Daniel Comboni, los Misioneros Combonianos están también comprometidos en la promoción y defensa de los derechos individuales y de los pueblos. La Provincia de los Misioneros Combonianos de Brasil se alegra por este reconocimiento y agradece al Padre Saverio por todo su compromiso misionero en la defensa de la vida y los derechos de los más vulnerables. 

Misioneros con espíritu

Por: P. Enrique Sánchez G., mccj

«Evangelizadores con Espíritu quiere decir evangelizadores que oran y trabajan. Desde el punto de vista de la evangelización, no sirven ni las propuestas místicas sin un fuerte compromiso social y misionero, ni los discursos y praxis sociales o pastorales sin una espiritualidad que transforme el corazón» (Evangelii gaudium 262).

Comento aquí esta frase del magisterio del papa Francisco que nos invita a vivir nuestro compromiso cristiano con especial sensibilidad misionera. Detenernos sobre esas palabras nos ayuda a ir un poquito más lejos en nuestro deseo de responder al mandato de Jesús de ir por todo el mundo como discípulos y misioneros suyos.

Entendemos que la misión evangelizadora de la Iglesia no es simple estrategia para ganar adeptos, sino una experiencia de vida que exige entrar al mundo de Jesús para constatar que su misión es única, y que es una bendición que nos la comparta y que nos involucre en ella.

La misión nos obliga a asumir un estilo de vida en donde nuestro corazón está inquieto por anunciar lo que nosotros mismos hemos visto y oído, como bien decía san Juan (1Jn 1,3) y eso nos convierte más en testigos que en predicadores. La misión, como compromiso personal con Jesús, se convierte en experiencia espiritual. Es donde nos encontramos con el Señor, y en donde nos descubrimos instrumentos y colaboradores con el proyecto de Dios, que quiere que todas las personas lo conozcan y tengan vida eterna en Jesucristo (Jn 6,40). Es una experiencia que no podemos guardar para nosotros mismos y que estamos llamados a compartir con quienes están más alejados y necesitados. Pues la misión es algo urgente: ¡Ay de mí si no evangelizo! (1Cor 9,16-19.22-23).

El Papa nos dice que tenemos que ser evangelizadores con Espíritu, que viven su compromiso fundados en la oración y en el trabajo. Una misión que no esté fundada en un encuentro continuo, en oración y en amistad profunda con el Señor, es muy fácil que se convierta en actividad vacía.

La misión es tarea que se cumple desde el corazón y sólo llegaremos a ser auténticos misioneros en la medida en que nos sintamos amados, perdonados y enviados a ser mensajeros de la alegría del Evangelio y de la misericordia infinita de nuestro Padre Dios. Seremos misioneros contentos en la medida en que nos dejemos invadir por la fuerza del Espíritu, que seguirá siendo siempre el protagonista de la misión.

El Papa pide “desmasculinizar” la Iglesia

En la audiencia a los miembros de la Comisión Teológica Internacional, el Pontífice les entregó el discurso debido a su estado de salud, que no le permitió leerlo él mismo. Sin embargo, les dirigió una palabras improvisadas en las que les pidió con insistencia “desmasculinizar” la Iglesia. Estas fueron sus palabras (Foto: Vatican News).

«Gracias por esta visita. Y gracias por su trabajo. Aquí hay un bonito discurso con cosas teológicas, pero como yo estoy, mejor no leerlo. Se lo dejo a ustedes.

Les agradezco lo que hacen. La teología, la reflexión teológica, es muy importante. Pero hay algo que no me gusta de ustedes, perdonen mi sinceridad. Una, dos, tres, cuatro mujeres: ¡pobrecitas! ¡Están solas! Ah, perdón, cinco. ¡En esto debemos avanzar! Las mujeres tienen una capacidad de reflexión teológica diferente a la que tenemos los hombres. Debe ser porque he estudiado mucho la teología de una mujer. Me ayudó una excelente alemana, Hanna-Barbara Gerl, sobre Guardini. Ella había estudiado esa historia y la teología de esa mujer no es tan profunda, pero es hermosa, es creativa. Y ahora, en la próxima reunión de los nueve cardenales, tendremos una reflexión sobre la dimensión femenina de la Iglesia.

La Iglesia es mujer. Y si no entendemos lo que es una mujer, lo que es la teología de una mujer, nunca entenderemos lo que es la Iglesia. Uno de los grandes pecados que hemos cometido es “masculinizar” la Iglesia. Y esto no se resuelve por la vía ministerial, esto es otra cosa. Se resuelve por la vía mística, por la vía real. A mí me ha dado mucha luz el pensamiento de Balthasar: principio petrino y principio mariano. Esto se puede debatir, pero los dos principios están ahí. El mariano es más importante que el petrino, porque existe la Iglesia esposa, la Iglesia mujer, sin masculinizarla.

Y os preguntaréis: ¿a dónde lleva este discurso? No sólo para deciros que haya más mujeres aquí -que también-, sino para ayudar a reflexionar. La Iglesia mujer, la Iglesia esposa. Y esta es una tarea que os pido, por favor. Desmasculinizad la Iglesia.

Y gracias por lo que hacéis. Perdonadme, he hablado demasiado y me siento mal, pero ahora, sentados como estamos, podemos rezar juntos un Padrenuestro, cada uno en su lengua, y luego daré la bendición.

Y rezad por mí. Rezad a mi favor, no contra mí, porque este trabajo no es fácil. Gracias».