Fecha de nacimiento: 18/02/1939
Lugar de nacimiento: Montefalcone Valfortore/I
Votos temporales: 09/09/1957
Votos Perpetuos: 09/09/1963
Fecha de ordenación: 28/06/1964
Llegada a México: 1968
Fecha de fallecimiento: 10/12/2023
Lugar de fallecimiento: Verona / I
Marcelo nace en Montefalcone Val Fortore (Benevento, Italia) el 18 de febrero de 1939, segundo de cinco hijos de Ferdinando y Carmela. Frecuenta la escuela elemental en su propia región. En 1950 entra en la escuela apostólica que los misioneros combonianos tienen en Sulmona, donde hace los tres años de la enseñanza secundaria y luego cuarto y quinto. Superados los exámenes, el 17 de agosto de 1955, según laq costumbre del instituto, Marcelo escribe una carta oficial dirigida al Superior Generaql pidiendo entrar en el noviciado comboniano “para poder formar parte un día de la congregación de los Hijos del Sagrado Corazón De Jesús”. Junto a su petición añade una carta con el beneplácito sus padres escrito con una bella escritura: “nosotros, abajo firmantes, padres del seminarista Trotta Marcello, damos nuestro consentimiento para que forme parte definitivamente de la congregación”.
El 1 de octubre del mismo año, Marcelo entra en el noviciado de Gozzano. Dos años después, el 9 de septiembre de 1957, emite sus primeros votos religiosos. En el documento, junto a la firma del padre maestro, padre Pietro Rossi, está la suya: “Fratel Trotta Marcello María Daniele” (Fratel es la denominación que se daban entonces los novicios y los escolásticos).
Durante tres años de estudios y los primeros cursos de filosofía, Marcelo está en el escolasticado de Verona, en la Casa Madre, para pasar luego al de Venegono Superiore, Varese, para los cuatro años de teología. El 9 de septiembre de 1963 hace sus votos perpetuos. Pocos meses después recibe las órdenens menores de manos del cardenal Giovanni Battista Montini, futuro Pablo VI. El subdiaconado y el diaconado los recibe del arzobispo Giovanni Colombo, sucesor del cardenal Montini, siempre en la Basílica de San Ambrosio, en Milán, lls días 21 de septiembre y 21 de diciembre de 1963 respectivamente.
Su ordenación sacerdotal fue el 28 de junio de 1964, por imposición de manos del casrdenal Gregorio Pietro Agagianian, entonces Prefecto de Propaganda Fide, en Verona, en el Templo Votivo, más exactamente, en la Iglesia del Corazón Inmaculado de María. El Padre Marcello “María Daniel” Siempre estuvo orgullosos del hecho de haber sido uno de los 54 sacerdotes combonianos ordenados aquel día, el grupo más numeroso en la historia del Instituto.
Como todo nuevo ordenado comboniano, P. Marcelo soñaba con ser enviado enseguida a la misión. Pero los superiores lo destinaron a Sulmona como maestro en la escuela apostólica donde había estado como joven seminarista, encargado de la animación misionera en las parroquias de la diócesis. En 1966 es enviado a la escuela apostólica de Troia, como ecónomo y propagandista.
En julio de 1968 obtiene finalmente la luz verde para la misión y es destinado a México. Los superiores notaron su gran capacidad como educador de jóvenes seminaristas y lo destinan como formador a la escuela apostólica de Sahuayo, en el estado de Michoacán, en el centro de México. Mientras estudia español, realiza el servicio de ecónomo del seminario, que alberga a 90 jóvenes seminaristas y 15 alumnos de secundaria. Al año siguiente es enviado al seminario de Guadalajara, con 80 estudiantes. También allí, además de enseñar, se ocupa de la economía del seminario.
En 1970 regresa a Italia y pasa un año en Sulmona, en el servicio de la animación misionera de las parroquias vecinas. En marzo de 1976 el Superior General, P. Tarcisio Agostoni, le envía una carta diciéndole: “pienso que esta carta mía te dará una gra alegría. La misión te reclama… y tú ya has prestado un servicio en tu provincia de origen. Por lo tanto, ponte de acuerdo con el Provincial de México y con el de Italia para fijar la fecha de tu partida… sólo me queda agradecerte por todo el bien que has hecho en Italia. El Señor te recompense y te conceda su gracia para tu nuevo trabajo”.
En julio de 1977 el P. Marcelo es párroco en Ciudad Constitución, donde hay un colegio con 200 estudiantes. En 1980 se inaugura en la parroquia un santuario dedicado a Nuestra Señora de Guadalupe, que funciona como cuasi-parroquia y con una población de 20,000 habitantes. En 1984 se ocupa particularmente de esa comunidad.
En 1985 regresa a Italia y es destinado a la comunidad de Troia. Poco después, es nombrado párroco del santuario de Santa María Mediadora. En 1992 es animador de la comunidad vocacional para niños y adolescentes, una especie de seminario menor comboniano.
A finales de 1994, el P. Marcelo recibe la carta de destinación que lo asigna de nuevo a la provincia de México. La carta está firmada por el P. David Glenday, superior General, quien dice: “Gracias de corazón por tu servicio en Italia, en particular en Troia, y por todo el bien que has hecho con tu presencia entre la gente. Confiamos todo al Señor y a la Virgen Mediadora para que nada de tu trabajo se pierda y todo sirva para la venida del Reino. P. Marcelo responde con gratitud y entusiasmo: “Le agradezco de todo corazón por esa hermosa noticia… Espero poder responder a su confianza con el entusiasmo y la buena voluntad que siempre me han animado, de manera a ser útil para el Reino de Dios en el Instituto”.
A comienzos de enero de 1995 P. Marcelo vuela hacia Ciudad de México. Pocos días después es destinado como párroco a la misión de San Ignacio, en la Baja California Sur. Permanece pocos meses, porque unos problemas de salud le obligan a regresar a Italia, su situación es muy precaria. El 10 de agosto de 1996 el P. Gaetano Beltrami, vice provincial de Italia, envía una nota un tanto alarmante al Vicario General, P. Vittorio Moretto, y al superior provincial de México, P. Enrique Sánchez diciendo: “es mi deber informarle sobre la situación de la salud del P. Marcelo Trotta. En este momento se prepara para irse a su casa para un largo período de reposo y convalecencia, con terapias muy pesadas y de mucha exigencia. Las perspectivas médicas no son muy positivas, aunque los resultados de los exámenes histológicos se conocerán dentro de algunos días. Tras la extirpación del bazo y a las alteraciones orgánicas provocadas, aparecieron una nefropatía, una neuropatía y una retinopatía con serio peligro de ceguera. Le comunico esto porque las indicaciones médicas son bien claras: ‘el padre no puede salir de Italia’. A usted le corresponde ahora la decisión que más convenga”. En diciembre de 1996, una carta del P. Glenday informa al P. Marcelo de su asignación a la provincia de Italia.
El P. Marcelo lo ve bien y acepta todo con santa resignación. Durante el período 1997-98 vive cerca de su familia, en Montefalcone Val Forte, siendo la comunidad de Troia su comunidad de referencia. Poco a poco su salud mejora y en octubre de 1988 se muestra dispuesto a retomar su presencia estable en una comunidad comboniana. Es destinado a Casavatore como ecónomo de la comunidad. Allí permanece hasta finales de 2006, comprometido en la animación misionera y el servicio a los migrantes. Se siente feliz cuando en septiembre de 2006 el escolasticado de Roma es trasladado a Casavatore.
Un mes después es destinado a Bari, donde se compromete en el centro de animación misionera y siempre está disponible para prestar un servicio ministerial en las parroquias de la ciudad. En 2008 acepta trasladarse a la comunidad de Troia, para realizar el ministerio y con el encargo de seguir la economía de la comunidad. Allí permanece hasta septiembre de 2019, en que regresa al centro de animación misionera de Bari, creándose la fama de se un “óptimo ecónomo de comunidad”.
El P. Marcelo, ya con 83 años, se ve obligado a adaptarse a su estado de salud que vanza poco a poco. En junio de 2022 acepta ir a Castel d’Azzano, al centro Hno. Alfredo Fiorini para enfermos y ancianos, para poder recibir los cuidados necesarios. El 1 de diciembre de 2023 por complicaciones debidas a las múltiples patologías (entre ellas insuficiencia renal, problemas cardiacos y diabetes) es internado en el hospital de Borgo Roma, en Verona. El 10 de diciembre sufre una hemorragia gastrointestinal. El P. Renzo Piazza, superior del centro, y el Hno. Luis Humberto Gonzales acuden al hospital y lo encuentran en reanimación. Rezan por él invocando a la Virgen. Pocos minutos después, el P. Marcelo fallece.
Los funerales se celebraron el 13 de diciembre en la comunidad de Castel d’Azzano, presididos por el P. Renzo Piazza. Concelebraron el P. Fabio Baldan, superior Provincial de Italia y algunos hermanos de la Casa Madre. Al terminar la ceremonia, los restos son trasladados a su tierra natal, donde el 14 de diciembre se reune la comunidad parroquial para dar el último adiós a su querido P. Marcelo.
P. Franco Moretti, mcc
Del MCCJ Bulletin in Memoriam, supl. 298, enero 2024. pp. 209-212
Hoy, 10 de diciembre, falleció en Verona el P. Marcello Trotta, misionero comboniano italiano que trabajó por varios años en México.
Por: P. Manuel João Pereira
Nuestro hermano P. Marcello Trotta, de la comunidad de Castel d’Azzano, nos dejó el pasado 10 de diciembre en el hospital Borgo Roma de Verona, hacia las 19 horas. El P. Marcello había sido hospitalizado recientemente debido a diversas complicaciones y a las numerosas patologías que ya padecía (insuficiencia renal, problemas cardíacos, diabetes…) con altibajos en su estado de salud. Finalmente se produjo una hemorragia gastrointestinal que le provocó la muerte a las pocas horas.
P. Marcello nació el 18 de febrero de 1939 en Montefalcone Valfortore y tenía, por tanto, 84 años. Hizo el noviciado en Gozzano (55-57) y la primera profesión el 9 de septiembre de 1957. Estudió filosofía y teología en Verona (57-60) y Venegono (60-64); sus votos perpetuos el 9 de septiembre de 1963 y su ordenación el 28 de junio de 1964. El P. Marcello ejerció su ministerio misionero entre Italia (aproximadamente 41 años) y México (aproximadamente 17 años).
El funeral del P. Marcello fue celebrado el miércoles 13 de diciembre, en nuestra comunidad de Castel d’Azzano, presidido por el P. Renzo Piazza, superior de la comunidad. Estuvieron presentes el superior provincial, P. Fabio Baldan, y algunos hermanos de la comunidad de nuestra casa madre en Verona. Posteriormente el cuerpo fue trasladado a su ciudad natal, donde en la mañana del 14 de diciembre, se realizó la celebración fúnebre. Que este hermano nuestro descanse dichoso en la casa del Padre, después de sus labores apostólicas y de sus numerosos sufrimientos físicos.
A continuación se muestra la homilía del P. Renzo.
Funeral del P. Marcello Trotta
13 de diciembre de 2023
La noche después de la muerte del P. Marcello, tuve un sueño. Buscaba un mensaje de texto para enviar a la familia para consolarlos en su momento de duelo. Tenía un texto ante mis ojos, pero no podía leerlo porque los caracteres eran demasiado pequeños. Con la computadora quería copiar y pegar, pero las palabras no se copiaban. Había un libro pero era difícil abrirlo… La palabra siempre permanecía ilegible y esquiva. Cuando desperté, mis pensamientos se aclararon. El texto que buscaba era el Salmo 6 que había leído y meditado unos días antes y que hoy puede servir de espejo de lo que el P. Marcello ha vivido en los últimos días. Se define como el salmo de un enfermo. Nos habla de la situación de un enfermo y del repentino cambio de situación que se produce en él. Es un enfermo que suplica y luego, de repente, estalla en un grito de salvación.
Señor, no me castigues en tu ira,
no me castigues en tu furor.
Ten piedad de mí, Señor: me desmayo;
sáname, Señor: mis huesos tiemblan.
Mi alma está completamente trastornada,
pero tú, Señor, hasta ¿cuándo…?
Vuélvete, Señor, a librarme,
sálvame por tu misericordia.
Nadie entre los los muertos se acuerdan de ti.
El Señor agradece mi oración.
El Señor oye mi súplica,el Señor oye la voz de mi clamor.
Aléjense de mí, todos los que hacen el mal,
Envejezco entre tantos de mis opresores.
Mis ojos son consumidos por el dolor,
¿Quién en el inframundo canta tus alabanzas? (…)
El protagonista de este salmo habla de cómo vive la enfermedad en su mente y cómo vive su fragilidad. Pero esta experiencia se vive delante de Dios, con la claridad de que todo esto forma parte de un plan divino cuyos contornos, sin embargo, no están del todo claros.
“Señor, no me castigues en tu ira, no me castigues en tu furor, ten piedad de mí, Señor… sáname, Señor… vuélvete, Señor, a liberarme”.
Se afirma que la enfermedad es de alguna manera una anticipación de la muerte, una imagen de la muerte. En segundo lugar, que Dios puede liberar, por lo que existe la certeza de que incluso una vida degradada está en manos de un Dios poderoso.
Me parece que este salmo dice mucho de la historia humana y espiritual del P. Marcello, sobre todo en los últimos años ya que la diálisis fue la fiel compañera de sus días y con el paso de los días vio que su cuerpo se volvía más frágil, su falta de autonomía y su necesidad de ayuda crecía. Las transiciones del minibús a la ambulancia, de la total autonomía al uso del andador, del andador a la silla de ruedas y al ingreso hospitalario no son indoloras. ¿Dónde podemos encontrar alegría cuando vemos que una lenta mejora es reemplazada por una nueva crisis, una nueva dificultad, una nueva disminución?
No nos cuesta imaginar que el P. Marcello hiciera suya esta oración: “Pero tú, Señor, ¿hasta cuándo…? Vuélvete, Señor, a liberarme, sálvame por tu misericordia.”
Tuvimos que apretar los dientes, empezar de nuevo, vivir la vida cotidiana como si la enfermedad no existiera y nuestra fuerza tuviera la capacidad de regenerarse continuamente como el agua de un manantial. Pero no fue así.
El hombre Marcello, el cristiano Marcello y el sacerdote Marcello tuvieron que sacar sus garras para resistir, para no dejarse desanimar, para demostrar que la vida, sin embargo, continúa y la esperanza en Dios no puede ser defraudada. Fuimos testigos de la serenidad subyacente con la que el P. Marcello afrontó la prueba y caminó basándose en la fidelidad de Dios.
Podemos aplicarle lo que está escrito en el libro del Deuteronomio: en este momento difícil, “tu traje no se ha desgastado y tu pie no se ha hinchado durante estos años”.
Las lecturas que acompañan el camino de la Iglesia en este miércoles de Adviento iluminan también la historia del padre Marcello hoy.
El profeta Isaías, en el libro de consolación que ya hemos escuchado el domingo y el martes y que hoy retomamos, ofrece una respuesta a la pregunta que muchos se han hecho observando la serenidad del P. Marcello en su enfermedad. ¿Pero dónde encontró su fuerza? ¿Quién le dio el valor para recuperarse y continuar su camino, a pesar de las debilidades y las recaídas? La respuesta es simple. “El Señor da fuerzas al cansado y multiplica las fuerzas al agotado. Incluso los jóvenes luchan y se cansan, los adultos tropiezan y caen, pero los que esperan en el Señor recuperan fuerzas, les crecen alas como las de las águilas, corren sin cansarse, caminan sin cansarse”.
Y el Evangelio de Mateo nos muestra la fuente de energía que se ofrece a los que están cansados y debilitados: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os haré descansar. Aprende de mí y encontrarás descanso para tu vida”, dice Jesús.
La fe nos dice que la tierra prometida, el lugar de descanso, es estar con Jesús resucitado. Estar con él es el deseo del discípulo cuando vive y la recompensa que Dios le da después de su muerte. En Cristo probado, doblegado por el sufrimiento asumido por amor, fiel al Padre hasta la muerte… el discípulo encuentra a su Maestro y Señor. Estar con él es su deseo y su recompensa. Y queremos imaginar hoy a Jesús resucitado junto al P. Marcello que le dice: “Señor, es hermoso para mí quedarme aquí, vivir en tu casa todos los días de mi vida para contemplarte a ti y al rostro del Padre”. quien os amó y os envió al mundo”.
Algunas notas finales. Podrían ser los contrastes del P. Marcello.
El P. Marcello partió de este mundo el domingo 10 de diciembre, cuando la Iglesia recordó a la Virgen de Loreto. Unos minutos antes de fallecer, Fr. Lucho y yo lo encontramos en la unidad de cuidados intensivos del hospital y oramos por él, invocando a la Virgen María: “Ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte”. Estamos seguros que la Virgen María se unió a nuestra oración, haciéndola suya y presentándola a su Hijo bendito, para que lo acoja entre sus fieles servidores.
La última conversación con él tuvo lugar el día de la Inmaculada Concepción: estaba en el hospital y se encontraba bien. Hablamos de esto y aquello. En cierto momento dijo: “Tengo que disculparme porque siempre me he quejado de mis superiores, pero ahora veo que es hora de dejar esta costumbre…”. Le respondí: “Pero nunca te he oído quejarte de mí…” Y él puntualmente: “No, no, tú también fuiste parte de los que critiqué, pero te pido disculpas…”
El P. Marcello vino a ver las noticias y al final, en silla de ruedas, se dirigió a su habitación. Pero el pasillo era largo y más de una vez lo empujé hacia la habitación. Hacia el final del viaje me dijo: “Gracias. Ya es suficiente, tu día está lleno, tienes tantas cosas que hacer. Ahora puedo hacerlo por mi cuenta… ¡Gracias por tu ayuda!”
En otra ocasión, casi distraídamente, le dije: “Pero Marcello, no podemos olvidarnos de ti…” Al cabo de un par de meses me dijo: “¡Gracias por esas palabras! Me hicieron bien y me dieron mucho coraje”.
Quiero agradecer a las comunidades de Troia y de Bari que han mantenido constantemente su atención hacia el P. Marcello, viniendo a visitarlo y preocupándose siempre por su inclusión en la comunidad de Castel d’Azzano y por su estado de salud. Mañana les encomendamos la tarea de acompañar al padre Marcello en el último tramo del camino.
Padre Marcello, no he compartido con usted los esfuerzos del apostolado ni de la misión, sino sólo los últimos meses de su vida terrena. Me gustaría decirte a ti y a todos que amarte no fue difícil.
¡Gracias Marcelo! Recuérdanos.
P. Renzo Piazza