Noviembre: San Andrés, Apóstol

El último día de noviembre celebramos a san Andrés, Apóstol, cuya vida antes de seguir a Juan Bautista se desconoce, sin embargo, pasó a la historia por ser uno de los dos primeros apóstoles de nuestro Señor, llevando sus enseñanzas por todos lados.

San Andrés nació hace aproximadamente 2 mil años en Betsaida, una ciudad muchas veces mencionada en la Biblia, pues fue ahí donde Jesús realizó varios milagros, como cuando mul-tiplicó los panes y
los peces. Se sabe que Andrés era fiel seguidor de san Juan Bautista, primo de Je-sús y su precursor.
Un día, mientras Jesús regresaba de meditar y ayunar en el desierto, Juan Bautista lo vio y gritó: «He ahí el Cordero de Dios»; Andrés que sabía lo que eso significaba, fue corriendo detrás de Él con gran emoción, y junto a san Juan, el futuro evangelista, le preguntó: «Señor: ¿dónde vives?». Jesús les respondió: «Vengan y verán». Y desde entonces se convirtieron en sus primeros apóstoles.
San Andrés le contó a su hermano Simón lo que había descubierto y le aseguró: «Hemos encontrado al Salvador del mundo», y lo llevó a conocerlo. Simón se convirtió en san Pedro, gran amigo de Jesús y cabeza de la Iglesia del Señor.
Al inicio, Andrés y Simón acudían a escuchar a Jesús cuando podían, pues se dedicaban a la pesca. Pero un día el Salvador los encontró tejiendo sus redes y les dijo: «Vengan y síganme», y ellos dejaron a sus familias y sus redes, y se fueron definitivamente detrás de Jesús. Cristo les dijo: «De ahora en adelante serán pescadores de hombres», y lo cumplieron al convertir a millones de personas con las enseñanzas del Maestro.
Después de que Jesús resucitara, en el día de Pentecostés, san Andrés recibió, junto con nuestra Madre María y los demás apóstoles, al Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego y pudo milagrosamente hablar y entender otros idiomas para poder llevar el Evangelio con gran valentía a diferentes tierras.
Una antigua tradición cuenta que el 30 de noviembre del año 63, el apóstol Andrés fue crucificado en una región de Grecia. Fue amarrado a una cruz en forma de «X», donde permaneció por tres días, los cuales aprovechó para predicar e instruir en la religión a todos los que se acercaban, siendo así un gran misionero hasta el final.

Por: Paulina Galicia. Aguiluchos noviembre 2024