Fecha de nacimiento: 21/06/1925
Lugar de nacimiento: S. Pietro in Cariano VR/I
Votos temporales: 15/08/1944
Votos perpetuos: 23/09/1949
Fecha de ordenación: 03/06/1959
Llegada a México: 1965
Fecha de fallecimiento: 28/03/2011
Lugar de fallecimiento: Verona/I
El P. Lino Venturini nació en San Pietro in Cariano (Verona) el 21 de junio de 1925, en una zona de fuertes raíces cristianas y de vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada y misionera.
En su familia eran ocho hermanos y hermanas. Un tío suyo se había hecho Redentorista de Bussolengo; también Lino empezó joven el camino, pero tuvo que abandonarlo pronto por motivos de salud. Su anciano párroco, don Cesare Biasi, lo sostuvo en su deseo de “irse con los misioneros, los que se van lejos”. Y así Lino entró en contacto con los Combonianos, presentes desde mucho antes en tierra veronesa.
Frecuentó nuestras escuelas apostólicas de Padua y Brescia. Entró en el noviciado de Venegono donde emitió sus votos temporales el 15 de agosto de 1944. Pasó de Venegono a Rebbio, y después a Padua y otra vez a Venegono para hacer el escolasticado. Fue ordenado sacerdote por el Cardenal Ildefonso Schuster el 3 de junio de 1950.
Pasó los primeros seis años de ministerio sacerdotal en Italia, en las comunidades de Rebbio, Pellegrina, Padua, Troia y Trento.
Asignado a la provincia de España, se quedó allí ocho años entre San Sebastián, en la animación misionera, y Corella, como profesor. Aquí – como cuenta el P. Ramón Navarro Catalán que lo conoció precisamente en Corella, cuando era niño y su familia vivía cerca de la casa de los Combonianios – el P. Lino era muy querido por los chicos por su carácter jovial, la pasión por el deporte, la capacidad de hacerse escuchar y su gran disponibilidad para ayudar a los estudiantes que pedían su ayuda.
Era un hombre de gran fe y oración, que lo sostenían en los momentos difíciles. Y éstos no le faltaron, ya que sufría terribles hemicráneas que le acompañaron durante toda su vida.
En 1965 fue enviado a la provincia de México, en Baja California, donde ejerció el ministerio sacerdotal y misionero en la parroquia de Ciudad Constitución y en la catedral de La Paz.
Asignado a la provincia italiana, ejerció el ministerio durante tres años en la Casa Madre de Verona.
En 1970 fue nuevamente enviado a España donde se quedó nueve años en Moncada, trabajando en la animación misionera, entre los inmigrantes y enfermos.
En 1980 el P. Lino fue enviado a la provincia de Ecuador. Cuando Pio XII confió a los Combonianos la Prefectura de Esmeraldas y nombró administrador apostólico al P. Angelo Barbisotti, los Combonianos no veían con buenos ojos la idea de ir a misiones no africanas. Pronto, sin embargo, los nuevos llegados se dieron cuenta de que en la zona de Esmeraldas, con una población mayoritariamente negra y en situación de gran pobreza social y religiosa, habían encontrado su África.
El P. Lino se quedó en Ecuador veinte años, trabajando en las parroquias de Guayaquil, Portoviejo y Quinindé. Transcurrió los últimos años de este período en el postulantado de Medellín, Colombia, abierto poco antes, que dependía de la provincia de Ecuador. Era un sacerdote lleno de celo, muy preparado en Sagrada Escritura. A la gente le gustaba escucharle y lo mismo a los demás sacerdotes. El P. Lino se encontró muy bien en Guayaquil con Mons. Olindo Natale Spagnolo y ese fue uno de los períodos más felices de su vida misionera.
El P. Giovanni Battista Bressani lo conoció muy bien y dice de él que poseía una inteligencia brillante y se aplicaba con gran empeño al estudio, preparación de las homilías, conferencias de distinto género y lecciones para los jóvenes. Como sacerdote era entregado, empeñado en el ministerio y seguido por la gente que lo estimaba muchísimo. “Admiraba su humildad al aceptar los límites que, en algunas fases de su vida, le imponía su enfermedad. Por ejemplo, no pudiendo dedicarse a la actividad intelectual, durante años, tanto en Verona como en Moncada, se adaptó a cultivar el huerto para mantener a los hermanos, con admirable generosidad y sencillez y era competente y bravísimo también en este trabajo.
En la segunda mitad de 2010 volvió a Italia para curarse y fue asignado a la comunidad de Arco. El P. Lino murió en Verona el 28 de marzo de 2011.
En la Misa de réquiem en Casa Madre, el P. Romeo Ballan quiso leer la vida del P. Venturini sintetizándola en tres palabras: formador, misionero, sufriente. Fue un formador auténtico – dijo – exigente y severo, pero con un corazón bueno, una mirada escrutadora del alma y que infundía confianza. Le gustaba seguir, con la palabra y la correspondencia, a sus antiguos chavales, infundiéndoles coraje para seguir caminando. Un misionero y evangelizador parroquial, sobre todo en Ecuador, especialmente en el ‘guasmo’ de Guayaquil, una zona periférica, abandonada y miserable de aquella ciudad portuaria. Allí el P. Lino trabajó durante años junto al P. Olindo Spagnolo, quien más tarde sería obispo auxiliar, dando vida a la parroquia ‘Stella Maris’, que el Papa Juan Pablo II visitó a comienzos de 1985. Tercer aspecto, el del sufrimiento. Estuvo marcado de por vida por un sufrimiento continuo debido a la terrible hemicránea que sufría. A menudo se le veía con las manos o el pañuelo en las sienes, intentando aliviar sus persistentes dolores de cabeza. Incluso en los últimos años de vida en Arco y más tarde en Verona, sufría mucho y de manera continuada, de tal forma que llegaba a provocar en los hermanos una gran compasión. En esos momentos, demostraba que agradecía cualquier gesto nuestro de fraternidad.