Iniciativa popular en La Paz para recordar la obra misionera de Jesuitas y Combonianos

El pasado 7 de junio un grupo de ciudadanos y de fieles de la Parroquia Inmaculado Corazón de María, en la ciudad de La Paz, BCS, se reunieron para poner en marcha una asociación con el objetivo de  “mantener viva la memoria colectiva y la obra misionera fundada por la orden de los jesuitas y subsecuentes misioneros, así como los trabajos de los misioneros combonianos en Baja California Sur”.

La decisión fue tomada en el marco de las celebraciones del LX aniversario de la fundación de la parroquia, en donde se recordó de manera especial la labor realizada por el misionero comboniano P. Luis Ruggera, fundador y primer párroco y constructor de innumerables iglesias en la región y que hoy son parroquias consolidadas.

La asociación -que llevará el nombre de “Amigos de los Misioneros Combonianos”- está todavía en fase de creación. Entre los proyectos que se propone realizar están promover la fundación de un Museo Comunitario dedicado a la obra evangelizadora de los Combonianos en B.C.S., o “auspiciar investigaciones, estudios y publicaciones impresas o por medios electrónicos acerca de la obra misionera y evangelizadora, tanto en lo general como en lo particular; tanto de sus protagonistas y de sus participantes, con relación al pasado histórico de Baja California Sur”. La asociación está abierta a cualquier ciudadano que se quiera adherir a ella.

El Presbítero José Fernando Tirado Becerril, Párroco de Inmaculado Corazón de María, y el Prof. Francisco López Gutiérrez, ante la fotografía del P. Luis Ruggera, uno de los primeros Misioneros Combonianos que llegaron a Baja California en 1948.

Tras las recientes celebraciones de los 75 años de la llegada de los primeros Misioneros Combonianos a México -concretamente a Baja California Sur-, esta iniciativa popular y ciudadana nos anima a seguir manteniendo viva la memoria de aquellos que nos precedieron en estas tierras mexicanas y que con su celo misionero y apostólico y su fe y confianza en el pueblo mexicano han sembrado una hermosa semilla de la que hoy estamos viendo sus frutos.

Seminario de Sahuayo: 70 años de la primera piedra

El 20 de abril de 1954 se ponía la primera piedra y se iniciaba oficialmente la construcción de nuestro Seminario de Sahuayo. para recordarlo hemos rescatado de nuestros archivos históricos dos documentos significativos: la crónica narrada de aquel acontecimiento y el testimonio emotivo de la participación y la generosidad del pueblo sahuayense, que siempre consideró al seminario como algo suyo.

Crónica de la colocación de la primera piedra

20 de abril 1954.
Día muy importante en la vida del nuevo Seminario. A las 10 de la mañana llega S.E. Rvma.
Mons. José Anaya Diez de Bonilla, dignísimo Obispo de Zamora, para bendecir nuestra trabajo.
Fue recibido por el Rev. P. Felipe Villaseñor (Párroco y gran benefactor de nuestra obra en Sahuayo) y por el P. Ziller, representante de la Congregación, estando presentes las autoridades eclesiásticas y civiles de la ciudad, rodeado de una verdadera multitud que aclamaba su Pastor.
Bendice de corazón la piedra que será colocada en el centro del edificio y todo el trabajo. Firma con gusto el pergamino de recuerdo en el que está escrito:

Pergamino puesto en la primera piedra

«Anno Domini 1954. Saeculo primo ab Immaculatae Mariae semper Virginis Conceptionis dogmatis declaratione celebrantibus.
SUMMO PONTIFICE PIO XII feliciter regnante.
Domino Doctore JOSEPH ANAYA DIEZ DE BONILLA, Dei et Apostolicae Sedis gratia, Ecclesiam Zamorensem regente.
Rev.mo P. Antonio Todesco Supremo Moderatore Congregationis FF. SS. Cordis Jesu. Rev.mo P. Stephano Patroni Mexicanae Circumscriptionis Superiore.
Civitatis Sahuayensis Domino Doctore Henrico Menez G.
Mexicanae Confederationis rem civilem Domino Adulpho Ruiz C. regente.
Michoacanae Provinciae Damaso Cardenas Gubernante.
Sahuayensem Municipalitatem Jesu Villaseñor A. regente.
Patre PHILIPPO VILLASENOR s. primo opus expensis sumptibusque suis incohante. Domino Beniamino Sanchez S. munifice locum praebente.
SEMINARII HUIUS CONGREG. FF. SS. C. J. pro Africae Missionibus.
DIVOQUE JOSEPH B.M.V. SPONSO dicandi.
Die 20 Aprilis anni 1954.
Excellentissimus Dominus Doctor Joseph Anaya Diez de Bonilla Episcopus Zamorensis -angularem lapidem posuit- atque ad perpetuam rei memoriam documentum hoc signavit».

A continuación se procede a la firma por parte de los presentes. Tras la lectura en español por P. Ziller, se coloca la piedra en su lugar mientras el disparo de cientos de petardos anuncia el feliz acontecimiento a toda la ciudad.
En medio de nuevas aclamaciones, el obispo parte deseando todo lo mejor al seminario naciente. Bendito sea el Señor y vivan las gracias a que tanto nos ama.

Bolletino Della Congregazione dei Figli del S. Cuore nº 43, Pascua de 1955, pp. 762-763.


La generosidad del Pueblo de Sahuayo

Sahuayo. 1955. Un año después.

Comenzamos las excavaciones el primer miércoles de febrero de 1954 porque el nuevo seminario está dedicado a San José, y de su protección esperábamos todo. Nuestra esperanza no se vio defraudada. Un año más tarde, el primer jueves de febrero de 1955, entraba el primer grupo de aspirantes que esperaba en la capital, ocupando la primera ala del edificio, ya terminada, y el 11 de febrero, fiesta de Nuestra Señora, los nuevos apóstoles.

La obra terminada estaba valorada en 700 mil pesos (unos 60 mil dólares). Alrededor de 25 mil pesos fueron recaudados en la capital, otros 25 mil en otros países, y todo el resto (650 mil) fue aporte del pueblo de Sahuayo, que con tanto entusiasmo sigue nuestra obra.

Es verdaderamente admirable que este pueblo, lleno de fe, coopere en las obras de Dios. No fueron los ricos con sus grandes ofrendas, sino la clase media y pobre quienes tanto nos ayudaron. Los Padres que seguían la obra, ¡cuántos episodios conmovedores tendrían que contar! Cuántas veces, subiendo desde el centro de la ciudad, donde se alojaban, hasta el lugar del trabajo, eran parados por la gente: “Padre, aquí está mi granito… mi ofrenda para pagar a un trabajador”. “Padrecito”, grita una niña al llegar hasta ti, “mi madre te llama”, y una mujer que espera en la puerta te entrega una limosna, fruto de la hucha de su hijito, para darle la gracia de ser misionero algún día. “Padre, una ofrenda para el seminario, para que mi marido vuelva a Dios… … para que mi padre se ponga bien. … por la paz de mi familia”; y así las ofrendas se acumulan y la obra puede continuar.

Colaboradores y colaboradoras recorren periódicamente el país con cajitas, pidiendo ayuda; señoras (las que serían luego las ‘damas combonianas’) organizan rifas dominicales, entregando todo lo recaudado para el seminario, sin deducir sus propios gastos. Los ganaderos dan el fruto de su trabajo: vacas, terneros, burros, más de treinta, que se rifan o venden a beneficio del Seminario. Cuantas joyas preciosas, anillos, pendientes, relojes, fueron donados para la rifa. Los niños que hicieron el sacrificio de sus juguetes se contaban por centenares. Muchos fueron también los comerciantes que ofrecieron, y siguen ofreciendo, piezas de sus mercancías para enriquecer la rifa dominical. También se donaron miles de ladrillos y toda la madera para los andamios. Los agricultores ofrecieron el fruto de sus campos: varios quintales de trigo, maíz, judías y garbanzos, todo vendido en beneficio del Seminario.

La mayor contribución, sin embargo, vino de los trabajadores con mano de obra gratuita: los peones hicieron una hora extra de trabajo cada día mientras duró la construcción. En septiembre, 30 albañiles realizaron una jornada de trabajo gratuito. Todas las piedras para los cimientos se recogieron y trajeron sin ningún pago. Los conductores también fueron de gran ayuda, trayendo la grava desde más de 50 km. gratis, hasta mediados de noviembre; además, nos trajeron 2600 m2 de grava de Guadalajara (a 150 km.) gratis. Lo más conmovedor era ver a las mujeres y los niños que los domingos por la tarde preparaban ladrillos durante dos horas en el lugar del trabajo: un día superaron los 120.

Las autoridades también quisieron ayudar: el párroco permitió una jornada en la iglesia principal a beneficio del seminario, con la que se obtuvieron 8 mil pesos; el Presidente Municipal de la ciudad ofreció los ingresos de la lotería de la fiesta nacional del 14 de septiembre; el jefe de deportes ofreció lo recaudado en un partido de béisbol. Así, con la cooperación de todos, se pudo completar la primera parte del Seminario.

Hubo momentos de inquietud, cuando, por falta de dinero, hubo que reducir el número de trabajadores que oscilaba entre 10 y 40; pero San José estaba dispuesto a ayudar, de modo que el trabajo nunca se interrumpió.

Un elogio especial merece el P. Ziller, que se sacrificó por la obra de la Congregación con tanta dedicación, convirtiéndose en mendigo no sólo en Sahuayo, sino también en México y Estados Unidos.
Paralelamente a los trabajos de construcción, proseguía la labor de reclutamiento de aspirantes. El P. Zanuso se mostró en ello verdaderamente admirable. Con su prudencia y sus buenas maneras, supo penetrar en las escuelas y suscitar el entusiasmo de los muchachos, haciendo una buena elección. Fruto de esta propaganda: un sacerdote ya había solicitado el ingreso, tres Hermanos postulantes, uno de los cuales ya está en el noviciado, y dos que esperan la finalización de los trámites para salir. A principios de febrero ingresaron los nuevos apóstoles, en total 75, divididos de la siguiente manera: en México, I y II de Secundaria, 35 nuevos y 5 antiguos; en Sahuayo, 40 nuevos y 9 antiguos en I de Secundaria y Preparatoria. Esta división se hizo por razones de la gran distancia que hay de Sahuayo a la Ciudad de México (más de 500 km.), y también para no cargar a Sahuayo con todos los gastos de mantenimiento, mientras que en México no hay dificultades.

Antes de terminar, un sincero agradecimiento al Rvdo. Superior General que, para el mobiliario del Seminario, nos ha permitido mantener las ofrendas de las Ss. Misas celebradas según su intención; a las Estaciones de La Paz, Todos Santos, El Triunfo, que dieron una generosa ofrenda para el mismo fin. Los hermanos de la capital también hicieron su contribución: El P. Piacentini pagó puertas y ventanas, el P. Becchio parte de los pupitres de la escuela, y el Hno. Norbiato, que lleva meses visitando las fábricas de la capital, nos consiguió, gratis o a precio muy reducido, material de electricidad y fontanería, camas y colchones, cristales, estufas, mesas, etc. A los hermanos que con tanta generosidad han querido mostrar su apego a la Congregación ayudando a su obra, un sincero agradecimiento. Invitamos entonces a todos a unirse a nosotros para dar gracias a San José y rezarle para que nos ayude a terminar pronto toda la construcción.

Bolletino Della Congregazione dei Figli del S. Cuore nº 45, Enero de 1955, pp. 1022-1023.


Video de las celebraciones