75 años de bendiciones
No existe un sentimiento más bello que el agradecimiento. Con toda razón un santo decía: “la gratitud es la llave del corazón de Dios” y “quien agradece se abre a nuevas bendiciones”. Nuestro Padre Dios ama las personas agradecidas, porque son humildes y saben reconocer las inmensas bondades recibidas desde la fuente de la Misericordia (cf. I Tesalonicenses 5,16-18).
Los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús estamos celebrando75 años de nuestra llegada a estas benditas tierras mexicanas, y no solamente para recordar el pasado como cuando se visita un museo sino sobre todo para expresar un GRACIAS sincero y lleno de adoración a la Providencia Divina.
Gracias por la infinidad de personas, vivas y difuntas, que han sido parte de nuestra obra misionera… por las vocaciones de Sacerdotes y Hermanos y Hermanas y Laicos Combonianos que se han entregado como semilla buena en los surcos de la evangelización. Gracias por los increíbles sacrificios y toda la vida donada en las misiones de Baja California Sur cuando todo aquello era un gran desierto que debía florecer. Gracias por nuestros seminarios de formación misionera en Tepepan y Cerrito de Xochimilco, La Moctezuma (CDMX), Sahuayo (Michoacán), san Francisco del Rincón (Guanajuato), Guadalajara (Jalisco – hoy el Oasis para los misioneros ancianos), Cuernavaca (Morelos), Monterrey (Nuevo León)… por las hermosas páginas misioneras caminando con los pueblos indígenas de la Chinantla en Oaxaca y más tarde por la sierra en Metlatónoc y Cochoapa en Guerrero, y nuestra labor ante los desafíos urbanos de Ciudad Netzahualcóyotl y el Valle de Chalco, sin olvidar nuestra actual presencia en Comalapa (Veracruz) y Temixco (Morelos)…
Mención especial merece el arduo servicio a la Iglesia mexicana en apoyo a su vocación “ad gentes” a través de las incansables actividades de Animación Misionera, en particular con las revistas Esquila Misional (que está cumpliendo 70 años) Y Aguiluchos “para niños de 5 a 80 años”, y la editorial de libros para formar la conciencia misionera… las Jornadas Misioneras en las parroquias de las diócesis… Los numerosos bienhechores que han hecho posible nuestra tarea con sus oraciones, amistad y colaboración económica… entre ellos los hermosos grupos de Damas Combonianas y Círculos de Oración esparcidos por muchas partes de nuestro país y la red de Misioneros Ancianos y Enfermos… Los que todos los días se inscriben a la Obra del Redentor para unirse a nuestra Eucaristía por sus seres queridos y así colaborar en el anuncio del Evangelio.
Gracias, más que nada, por los más de 150 misioneros y misioneras combonianos mexicanos que han salido, en diferentes épocas, con gran generosidad a llevar la Buena Noticia del amor de Dios a los continentes de África, Asia, América y Europa… varios de ellos ya coronados por una muerte santa.
Y todo esto, y mucho más que se escapa a esta breve reseña, por pura GRACIA de Dios, por pura GRACIA de personas de gran fe y compromiso cristiano, por pura GRACIA de la Iglesia local que nos ha acogido con amor.
La gratitud, todos lo sabemos, nos trae alegría y paz interior. Volteando la mirada hacia los años recorridos, decimos: valió la pena el esfuerzo, el sufrimiento, las dificultades y los gozos celebrados… porque hemos regalado esperanza y hemos sido instrumentos de amor fraterno para los hijos e hijas de Dios que se nos han confiado. Porque hemos puesto nuestro “granito de arena” en la construcción de un mundo más justo y solidario con los más pobres y abandonados, como san Daniel Comboni soñó para su Instituto.
Es verdad que también tenemos que pedir perdón por nuestros errores y caídas – lo hacemos con sinceridad – pero solamente para renovar nuestro Sí a Cristo y seguir caminando con entusiasmo tras de sus huellas. 75 años son “bodas de diamante” de un ideal misionero que no muere porque es obra de Dios. ¡Bendito sea! “Quiero alabarte, Señor, con todo el corazón, y contar todas tus maravillas” (Salmo 9,1)
P. Rafael González Ponce