Fallece Mons. Paride Taban
El pasado 1 de noviembre falleció en un hospital de Nairobi, Kenia, Mons. Paride Taban, primer obispo de Torit, en Sudán del Sur. Su trabajo por la paz en su tierra le llevó a ganar varios premios internacionales.
Mons. Paride Taban nació en 1936 en Longiri, una aldea cercana a Opari, en Sudán del Sur. Estudió en los seminarios de Okaru y de Tore y fue ordenado sacerdote en Juba en 1964. Su primer trabajo como sacerdote fue ocuparse del seminario menor de Okaru y después trabajó en las parroquias de Juba, Torit, Palotaka y Loa. Fue nombrado obispo auxiliar de Juba en 1980.
Tres años después, Juan Pablo II lo ponía al frente de la recién creada diócesis de Torit, un pequeño territorio en Sudán del Sur en el que la gente estaba obligada a huir constantemente a causa de los bombardeos y de la persecución del Ejército sudanés. A ella dedicó las mayores energías de su ministerio episcopal. Durante mucho tiempo vivió como obispo “nómada”, sin casa propia, huyendo de un poblado a otro para escapar de las bombas y acompañar a su pueblo en un continuo éxodo en busca de un lugar de paz.
En febrero de 2004, cuando contaba 68 años, presentó su renuncia como obispo de Torit, renuncia que le fue aceptada por Juan Pablo II, y se retiró a las orillas del río Kurón, una zona llena de colinas en la región meridional de Sudán, cerca de la frontera con Etiopía. Desde entonces se dedicó en cuerpo y alma a hacer realidad un sueño que venía alimentando desde hacía años: el “Poblado de la Paz”, con la intención de convertirlo en un lugar de esperanza, de paz y de reconciliación. Su objetivo era favorecer que las diferentes etnias pudiesen vivir y crecer juntas, dándoles la posibilidad de conocerse para evitar los prejuicios existentes entre unos y otros. Para lograrlo, puso en marcha toda una serie de servicios y estructuras que pudieran ayudar a la convivencia, el conocimiento mutuo y el respeto. Kurón se convirtió así en un poblado de paz y armonía en el que antiguos enemigos llegaron a convivir entre ellos.
Este trabajo incondicional por la paz le supuso ser galardonado con varios premios internacionales, entre ellos, el Premio Mundo Negro a la Fraternidad (en dos ocasiones) otorgado por la prestigiosa revista Mundo Negro, que editan los misioneros combonianos en España. También ganó el Premio Caritas Suiza en 2005, el Premio Sergio Vieira de Mello (otorgado por Naciones Unidas) en 2013 y el Premio Hubert Walter a la Reconciliación y la Cooperación Interreligiosa en 2017, otorgado por el arzobispo anglicano de Canterbury.
El pasado 1 de noviembre fallecía en un hospital de Nairobi. Nos deja un ejemplo de vida y de coherencia en la búsqueda de la paz. En estos tiempos de guerra, especialmente en Tierra Santa, Paride Taban nos sigue diciendo que vivir juntos siempre es posible si sabemos aceptarnos en nuestras diferencias. Descanse en paz.