Puentes de amistad en tiempos de guerra
El 7 de octubre, comandos de Hamás masacraron a 1.400 israelíes que vivían cerca de la franja de Gaza. Otros 240 fueron tomados como rehenes. El ataque contra civiles fue repentino, y entre las víctimas había activistas de los derechos palestinos como Vivian Silver. Han pasado varios meses desde aquella tragedia, que el gobierno israelí ha reproducido y amplificado bombardeando repetidamente a la población de Gaza. En Israel/Palestina, las Misioneras Combonianas viven cerca del muro que separa a los dos pueblos, pero también son testigos de la amistad que los une.
Por: Hna. Expedita Pérez, misionera comboniana
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Durante décadas, laos combonianas hemos cultivado relaciones amistosas con palestinos e israelíes, siendo bien recibidos por ambos. Ahora, sin embargo, todas y cada una de nosotras vivimos con miedo y ha crecido la desconfianza hacia los que son del otro pueblo. Inmediatamente después del 7 de octubre, aumentaron los controles del ejército y la policía israelíes, que impedían a la gente desplazarse al trabajo, al hospital o incluso simplemente ir de compras.
La relación entre palestinos e israelíes que viven en los asentamientos se ha deteriorado aún más, con graves abusos por parte de los colonos, especialmente durante la recogida de la aceituna, una tradición muy importante y sagrada en toda Palestina.
Efectos más graves para quienes viven en los márgenes
Si la vida de la población palestina ha empeorado, la de la población beduina se ha vuelto dramática, porque viven cerca de los asentamientos israelíes y a menudo trabajan allí o en la ciudad industrial cercana a Maale Adumin. Muchos de nuestros amigos beduinos llevan más de un mes sin trabajar.
Uno de ellos nos contó que habían llamado a su hijo, pero a los tres días decidió dejarlo porque un soldado le apuntaba todo el tiempo con un fusil: ¿quién puede trabajar bajo semejante estrés?
Desde hace más de un mes, las escuelas beduinas están cerradas porque los problemas de seguridad impiden que lleguen a ellas profesores de otras ciudades de Palestina. Sólo nuestras cinco guarderías, en funcionamiento desde 2008, siguen abiertas gracias a los maestros beduinos que viven allí. Un niño pregunta a su madre todas las mañanas: “¿Hoy hay guerra o hay guardería?”. Si ella responde que hay jardín de infancia, él se levanta rápidamente con alegría para ir al jardín de infancia acompañado de su madre.
Entre dos amores…
También la semana pasada, fuimos a rezar con familias que pertenecen a una de las comunidades judías mesiánicas que hacen voluntariado en las aldeas beduinas. Ellos, judíos, están preocupados por sus amigos beduinos, pero al mismo tiempo ya no tienen ganas de visitarlos porque tienen miedo. Rezan para que la guerra termine, pero sus hijos e hijas, al ser israelíes, ahora se ven obligados a luchar. Así que tienen el corazón dividido por el amor a los dos pueblos, el israelí y el palestino. En este momento sienten que sólo pueden rezar e invocar el don de la paz y la justicia.
Somos muchos los que invocamos la paz en la justicia y se la pedimos a Dios. Todos los puentes de amistad que tantas personas y movimientos han construido a lo largo de los años no pueden ser completamente destruidos por esta guerra. Sabemos que no será fácil recuperar la confianza necesaria para reencontrarnos y compartir, pero sabemos que es posible. Nos encantaría que nuestras palabras y acciones pudieran conducir a la formación de un gobierno más integrador y justo en esta “Tierra Santa”.