«Santos misioneros» es la palabra del mes de octubre

Cada mes, una palabra con la que profundizar y saborear nuestra relación con Dios y vivir plenamente nuestra misión. Para el mes de octubre, la palabra misionera es «Santos misioneros». Es una invitación a releer nuestra vida, a hacer espacio para lo nuevo y a dejarnos transformar por la Palabra que da sentido y armonía a nuestro camino. «Sé santo, sé misionero».

Por: P. Giorgio Padovan, mccj

Cuando cojo el calendario litúrgico del mes de octubre, me llama la atención la presencia de algunos santos cuya fiesta o memoria se celebra. Me entusiasma el hecho de que sean grandes figuras de santos, pero sobre todo misioneros apasionados. He aquí algunos de ellos:

Santa Teresa del Niño Jesús, patrona de las misiones, que deseaba ser el amor en el corazón de la Iglesia.

San Francisco de Asís, gran misionero que decía a sus frailes: «Predicad siempre el Evangelio y, si fuera necesario, también con palabras».

San Daniel Comboni, el apóstol de África, que pedía a sus misioneros que fueran «santos y capaces»

Santa Teresa de Jesús, una mujer que reformó los monasterios y nos dejó la hermosa oración: «Nada te turbe, nada te espante. Solo Dios basta».

San Ignacio de Antioquía, obispo y mártir, que escribió: «Es mejor ser cristiano sin decirlo que proclamarlo sin serlo».

San Lucas, el evangelista de la misión, de los pobres, de la oración, de la misericordia. Acompañó a San Pablo en su camino misionero, narrando su labor.

San Juan Pablo II, con sus numerosos viajes, su compromiso con la evangelización y las jornadas mundiales de la juventud, repetía a menudo: «No tengáis miedo. Abrid, más aún, abrid de par en par las puertas a Cristo».

Cuando celebro la Santa Misa en el mes de octubre, tengo la costumbre de invitar a la asamblea, al comienzo de la celebración, a realizar un gesto misionero, saludando a quienes están cerca, dándoles la mano y diciendo: «Sé santo, sé misionero».

En este mes de octubre, mes misionero, repetimos cada día este deseo y esta oración en nuestro corazón y a quienes nos rodean: «Sé santo, sé misionero».