Fecha de nacimiento: 03/12/1928
Lugar de nacimiento: Gueydan/USA
Votos temporales: 13/09/1952
Votos perpetuos: 09/09/1956
Fecha de ordenación: 15/06/1957
Llegada a México: 1965
Fecha de fallecimiento: 21/01/2021
Lugar de fallecimiento: Guadalajara/MEX
El padre Jaime Donald Francez nació el 03 de diciembre de 1928 en Gueydan, Luisiana, en la diócesis de Lafayette en Estados Unidos. Hizo sus votos temporales el 13 de septiembre de 1952 y los perpetuos el 09 de septiembre de 1956. De los años 1955 a 1957 estuvo en Italia como escolástico, primero en Verona, en Casa madre y después en Venegono para los estudios de teología. El 15 de junio de 1957 fue ordenado sacerdote y de 1958 a 1965 fue destinado a su provincia de origen en donde desempeñó su ministerio en varias misiones, tanto en Ohio como en California.
En 1965 fue destinado a la provincia de México y llegó primeramente al seminario menor de Sahuayo en donde le fue confiado el trabajo de profesor y acompañante de los jóvenes aspirantes a ser misioneros combonianos. En la comunidad de Sahuayo igualmente ayudaba en el ministerio sacerdotal en las parroquias de la ciudad, mientras iba afianzando su aprendizaje del español.
A partir de 1968 llegó a las misiones de Baja California Sur en donde pasó prácticamente el resto de su vida y en donde vivió toda su experiencia misionera hasta el año 2014 cuando tuvo que retirarse por motivos de salud y de edad. En ese año fue destinado a la comunidad de Covina, en California, pero permaneció poco tiempo, pues su corazón estaba en México. En el año 2014 regresó a México, aunque jurídicamente pertenecía la provincia de a NAP, y fue destinado a la comunidad del Oasis, en Guadalajara. Ahí vivió los últimos años de su vida y de su misión conservando su espíritu alegre y sereno.
El padre Jaime fue un misionero muy sencillo y en cierto modo muy cercano a la gente. Era una persona muy cordial y de trato afable y amistoso. Siempre mantuvo una gran sonrisa en su rostro y manifestaba una gran capacidad de acogida. En sus años de misión en Baja California le tocó trabajar y vivir en medio de un grupo mayoritario de combonianos italianos y por momentos no se sentía comprendido y sus hermanos no lo comprendían totalmente. Pero eso no fue motivo para desanimarse, con un espíritu de gran sencillez y de humildad vivía haciendo lo que le pedían de la mejor manera y poniendo de su parte su mejor esfuerzo.
En México su misión siempre la desempeñó en las misiones de Baja California Sur que, en aquellos años, era una de las misiones más difíciles, por lo aislados en que estaban obligados a vivir los misioneros. Era una zona en donde no existían grandes infraestructuras y la pobreza de la gente en algunas zonas era extrema. El padre Jaime supo adaptarse a esa realidad y prácticamente estuvo en todas las misiones de Norte a Sur de lo que era el Vicariato Apostólico de La Paz.
En varias partes en donde estuvo presente trató de implementar algunos proyectos para promover el desarrollo de las personas. A veces eran pequeñas granjas de gallinas, en otras ocasiones algunos huertos para producir hortalizas. Cuando empezaron a llegar las computadoras varias veces fue a Los Ángeles, California para traer equipos que pudieran servir para los maestros y estudiantes. Muchos de esos proyectos desafortunadamente no tuvieron continuidad, pero hacían ver el espíritu inquieto que llevaba dentro el padre Jaime.
Habiendo estado en las antiguas misiones de la California, el padre Jaime manifestó un gran interés por recolectar informaciones y materiales que pudiesen servir para elaborar una historia de las misiones en aquellas tierras. Para ello se equipó de varios aparatos fotográficos y de impresión gráfica. Escribió un pequeño texto y elaboró un libro rico de fotografías que él mismo fue recopilando en las distintas misiones de Baja California.
Los últimos años de su vida los tuvo que vivir en el Oasis de Guadalajara, la casa destinada en la provincia de México a los combonianos ancianos y enfermos. Fueron casi siete años durante los cuales vimos como iba disminuyendo su vigor, pero su espíritu se mantuvo siempre muy vivo y alegre, nunca perdió el sentido del humor, aunque en los últimos tiempos le costaba un poco mantener una convivencia participativa con los demás. Siempre mantuvo una actitud de mucha humildad y cuando tenía que pedir algún favor, siempre lo hacia tratando de molestar lo menos posible.
El Señor lo llamó en días en que la comunidad del Oasis estaba viviendo una crisis muy fuerte a causa del coronavirus, pero afortunadamente el no fue atacado por el virus. Los médicos se dieron cuenta que su organismo estaba demasiado afectado y aconsejaron dejarlo que llegara al final de su vida en serenidad y en compañía de los miembros de su comunidad, murió el 21 de enero del 2021.
(P. Enrique Sánchez González, mccj)