José Damián de Veuster, así se llamaba, fue un misionero que dedicó los últimos años de su vida al cuidado de enfermos de lepra enviados a la isla de Molokai, en Hawai, donde gracias a su enorme fe pudo conseguir ayuda para los leprosos, además de llevarles esperanza con la Palabra de Dios.
Nació en Bélgica en 1840. Desde pequeño sentía el deseo de ser misionero y llevar la Palabra de Dios por el mundo. A sus 23 años fue enviado a Hawai, donde fue ordenado como sacerdote y construyó una pequeña capilla con la ayuda de los pocos católicos que vivían ahí. En 1873 pidió ser enviado a Molokai, la isla maldita, llamada así porque era a donde enviaban a los leprosos. Ahí, el padre Damián, como era conocido, se dedicó a cuidar y convertir a los enfermos que en ese entonces estaban destinados a la muerte, ya que no existía tratamiento alguno para su condición. A pesar de ello, al padre Damián no le importaba contagiarse, y para no despreciar a «sus leprosos », los abrazaba y saludaba de mano.
Además, se dedicó a escribir cartas tan conmovedoras para pedir recursos, que incluso las personas no católicas enviaban comida y dinero para los leprosos de Molokai. Finalmente, enfermó de lepra y murió el 15 de abril de 1889. Fue declarado beato por el papa Juan Pablo II en 1994 y canonizado el 11 de octubre de 2009 por el papa Benedicto XVI. Es el patrono de quienes trabajan con los enfermos de lepra. Su fiesta se celebra el 15 de abril.