Blog

Comunicado del II Taller de VIVAT México

Tepoztlán, Morelos, México, 15 de junio de 2023.
Del 13 al 15 de junio de 2023, 18 participantes pertenecientes a 6 congregaciones religiosas miembros de VIVAT México, asociados y laicos, nos reunimos en Tepoztlán, Morelos – México para construir y reforzar VIVAT como un movimiento profético.

En el taller se abordó la historia de VIVAT México y VIVAT internacional; estructuras y formas de trabajo; planificación estratégica y plan de acción de cada una de ellas. Asimismo, se vieron la estructura y mecanismos de la ONU. Se compartieron también experiencias y buenas prácticas de JPIC de las Congregaciones, la perspectiva bíblica de JPIC, así como el análisis social, derechos humanos y defensa, los cuales son temas de abogacía y trabajar en redes.
Desde la realidad donde estamos inmersos, constatamos que se siguen vulnerando los derechos humanos fundamentales de las personas con quienes trabajamos. Estas situaciones continúan desafiándonos a crear nuestras estrategias para reducir esta vulnerabilidad y trasformar su situación para que puedan vivir una vida digna.
Nos comprometemos a dar a conocer qué es VIVAT a nuestras comunidades religiosas y a nuestros asociados, enfatizando qué todos somos miembros de VIVAT.
Partiendo de esta identidad y sentido de pertenencia sugerimos que, en nuestros ministerios, realicemos las actividades teniendo presente en todo momento el compromiso y la posibilidad de abogar por las causas que surjan para que su dignidad de las personas sea reconocida y restituida.
Desde esta conciencia profética que ha sido fortalecida en el Taller mediante la reflexión y compartir de nuestros ministerios y analizar la realidad en la que vivimos, constatamos la violencia social generalizada en todos los ámbitos de la vida y los sinnúmeros de problemas que brotan desde esta realidad, incluido la migración forzada de personas vulnerables.
Consecuentemente, priorizamos el trabajo de promover la cultura de la paz en México durante los próximos tres años mediante el compromiso intercongregacional y la colaboración con otros actores sociales.
Por ello, nos comprometemos a focalizar nuestros esfuerzos con actividades concretas para cumplir el compromiso antes mencionado con el propósito de construir el Reino de Dios favoreciendo la vida plena (cfr. Jn 10,10) para las personas desfavorecidas y

vulnerables en nuestra sociedad. Ponemos nuestra confianza en la acción del Espíritu de Santo que nos precede y nos acompaña en la historia.
Hermanas de la Santa Cruz (CSC)
Hermanas Misioneras Combonianas (CMS)
Hermanas Misioneras de San Carlos Borromeo (MSCS)
Misioneras Siervas del Espíritu Santo (SSpS)
Misioneros Oblatos de María Inmaculada (OMI)
Sociedad del Verbo Divino (SVD)
Asociados Laicos:
Asociados Oblatos
Asociados de la Santa Cruz
Fundación Arnoldo Janssen AC

“Este es mi lugar”

“Este es mi lugar”
Testimonio del P. Laureano Rojo
El P. Laureano Rojo Buxonat nació en Barcelona el 30 de diciembre de 1941. Ha trabajado muchos años como misionero en República Democrática de Congo, pero también en México y en España, donde fue durante seis años el superior provincial de los Misioneros Combonianos. En este texto nos comparte cómo nació y creció su vocación misionera y sacerdotal. Es un testimonio muy interesante contado «a corazón abierto». A pesar de los numerosos obstáculos que tuvo que sortear, Laureano se mantuvo siempre a la escucha, sin dejar la oración, hasta descubrir lo que el Señor quería de él. Además, nunca fue un solitario, sino que supo dejarse acompañar por otras personas que le ayudaron en el discernimiento. Laureano es hoy un misionero feliz. (Testimonio recogido por el P. Zoé Musaka, Mundo Negro nº 693, pp. 62-65).

El 27 de mayo de 1948, a los seis años de edad, hice mi primera comunión. Aquel día marcó mi vida, pues era muy consciente de que había recibido el Cuerpo del Señor y que, por tanto, debía ser bueno y obediente en mi casa, estudiar mucho y no pelearme ni con mis hermanos ni con los compañeros en la calle.

Después de la primera comunión, mi padre me inscribió en un centro católico de una congregación mariana y, tras un cursillo de preparación de seis meses, me consagré a la Virgen María. Ningún domingo faltaba a la misa dominical en mi parroquia, donde hacía de monaguillo porque me gustaba mucho estar en el altar cerca de Jesús y del sacerdote.

Las enseñanzas que recibía sobre Jesús en la congregación mariana, la Biblia y otras devociones me hacían pensar siempre en la posibilidad de ser sacerdote. Al inicio del curso escolar, muchos de mis amigos del centro mariano entraban en el seminario y me daban ganas de entrar yo también.

Cuando les dije a mis padres que quería entrar en el seminario, no se opusieron, pero me hicieron comprender que en la familia teníamos problemas económicos y que no era posible. Pensé que mi párroco podría ayudarme, fui a hablar con él y aceptó echarme una mano. Además de animarme mucho, una sobrina suya me daba clases para que pudiera superar con éxito el examen de ingreso. Un día, al regresar a mi casa para la cena, encontré a mis padres hablando con un familiar sobre la posibilidad de encontrar un trabajo para mi hermano mayor, que tenía 13 años, porque la economía familiar iba de mal en peor. Al escuchar la conversación, pedí a mis padres que me buscaran trabajo, y aunque ellos se opusieron, seguí insistiendo hasta que nuestro familiar encontró un empleo para mí. Tenía 11 años.

Es evidente que tuve que dejar mi preparación para ingresar en el seminario. La última tarde que salí de la escuela antes de incorporarme al trabajo estaba entre asustado y triste y fui a ver a mi párroco para explicarle la situación que vivíamos en casa. Me dijo: «No te preocupes, hijo. Si el Señor te llama de verdad, te seguirá llamando más adelante. Ahora tienes que ayudar a tus padres». Me dio un abrazo y salí de su casa más tranquilo.

Mi vida dio un vuelco enorme. En el trabajo era un niño en medio de personas adultas y tuve que adaptarme, algo a lo que me ayudó mucho el sacerdote del centro mariano que me acompañaba espiritualmente. Recuerdo haber vivido mi adolescencia con mucha paz y muy unido al Señor. Procuraba ir a misa muchos días, rezar el rosario y hacer algún tipo de apostolado.

Noviazgo

Siempre he tenido una voz muy bien modulada, lo que me ayudó para participar en diversos grupos escénicos casi como profesional. También he grabado programas radiofónicos de teatro. Este mundo me gustaba mucho, pero yo pensaba siempre en la posibilidad de ser sacerdote. En uno de aquellos grupos conocí a una muchacha con la que tuve la suerte de compartir tiempo en el teatro. Se llamaba Carmen y era guapa, simpática, locuaz y muy viva… Y me enamoré de ella.

Nos veíamos a menudo en los ensayos y un día decidimos salir juntos para conocernos mejor. Teníamos unas conversaciones muy amenas. Nos íbamos entendiendo bastante bien y un día de san José le  propuse que fuéramos novios. Ella aceptó. Ambos éramos grandes bailarines y hacíamos una bonita pareja.

Tuve que ir a la mili, pero como me destinaron en un buque patrullero de la Armada con sede en el puerto de Barcelona, esos dos años se me hicieron menos duros. Cada vez que era posible, Carmen y yo nos seguíamos viendo e íbamos haciendo planes para el futuro. Aunque me sentía enamorado, nunca dejé de pensar en el sacerdocio y muchas veces dudaba de si realmente sería un buen esposo.

En mi casa se recibía un folleto misionero de los jesuitas que trabajaban en Bolivia y Chad, y cuando leía aquellos textos me quedaba entusiasmado. Sentía unas ganas enormes de ser misionero, pero siempre me frenaba el hecho de que era adulto y no tenía estudios. Seguía pensando en el matrimonio y cada mes ingresaba una cantidad de dinero en una fábrica de muebles para poder amueblar un piso cuando fuera necesario.

El 30 de junio de 1969 me licencié del servicio militar, y ese mismo día me fui con Carmen a tomar un aperitivo para celebrarlo, pero ella no estaba tan contenta como yo. No sabía qué le sucedía porque no manifestaba nada, y cuando le preguntaba si le pasaba algo, ella solo respondía: «No, no es nada, no estoy de humor».

En los días siguientes empecé a hablar con Carmen sobre nuestra futura boda. Lógicamente, y para ser sincero, le comenté que desde niño me acompañaba la idea de ser sacerdote, pero enseguida le aseguraba que deseaba casarme con ella y formar una familia. Carmen me comentaba que siempre le había sorprendido mi deseo de no faltar los domingos a misa, de rezar, de hablar tanto de Dios con ella y de mi empeñó por querer hacer algún tipo de apostolado.

Una tarde que tenía libre en el trabajo quedé con Carmen para conversar sobre nosotros. Iba decidido a concretar incluso la fecha de la boda y hasta le dije que podría ofrecerle el alquiler de un apartamento, los muebles y otros complementos para el hogar. Pero mientras le comentaba todo esto, noté que estaba muy seria, sin apenas hablar ni hacer comentarios. Tampoco respondía a mis preguntas. Al final me dijo que no estaba de acuerdo con mi propuesta y terminó nuestro noviazgo. Tenía 23 años y empecé a vivir los días más oscuros de mi vida. No me importaba nada. El tiempo pasaba sin pena ni gloria y me daba igual que hiciese frío o calor. No podía dejar mi trabajo de vendedor de café porque necesitaba el dinero para vivir y para ayudar a mis padres, pero lo habría mandado todo «a paseo».

Misionero comboniano

Sin embargo, nunca perdí la fe, y por recomendación de mi acompañante espiritual continué yendo a misa todos los días después del trabajo. Así pasaron cuatro años. Al final de la eucaristía, dialogaba con el Señor, y le pedía: «Señor, por favor, qué quieres que haga con mi vida, dime qué de-seas que haga por ti. Hace tiempo que no levanto cabeza y no sé qué hacer».

Después de orar me quedaba un tiempo en silencio por si el Señor quería decirme algo, y un día estando recogido sentí que me hablaba y me decía claramente: «Desde hace unos cuantos años ya sabes lo que quiero de ti: “Sígueme”».

A partir de ese momento, la luz llegó a mi vida y todo se transformó. Sabía que tenía que estudiar, porque no tenía el Bachillerato, por lo que le pedí a mi jefe que me permitiese salir un poco antes del trabajo para poder ir a una escuela nocturna para adultos. Tenía 27 años. Inicié los estudios afrontando múltiples dificultades y, en un momento determinado, mi jefe me dijo que no me podía seguir dando permiso. Dos estudiantes cursillistas católicos continuaron ayudándome y seguí adelante.

Pero mi madre enfermó de cáncer. Mi acompañante espiritual me aconsejó dejar los estudios para poder estar con ella y echar una mano en casa. Me dijo, además, las mismas palabras que mi párroco años antes: «Si el Señor te llama, te ayudará para que le puedas seguir». Cuando mi madre falleció reinicié los estudios.

El 9 de mayo de 1971, en una parroquia de Barcelona, escuché a un misionero comboniano hablar de su experiencia y me dije: «Este es mi lugar». Me puse en contacto con ellos, y el 25 de septiembre de 1972 ingresaba en el noviciado de Moncada (Valencia). Más tarde fui enviado a Roma para realizar los estudios de Teología, y el 24 de julio de 1978 fui ordenado sacerdote y enviado a República Democrática de Congo, mi primer destino misionero.

A lo largo de todos estos años de vida misionera he podido confirmar que el Señor verdaderamente quería que le siguiese. Su voluntad coincidió con la mía y esto me ha hecho inmensamente feliz. No hay nada mejor que seguir a Jesucristo y anunciar el Evangelio.

Publicado el “instrumentum laboris” del Sínodo de la Sinodalidad

Con la publicación del ‘Instrumentum laboris’ o ‘Instrumento de trabajo’ para la sesión de octubre de 2023 del Sínodo de la Sinodalidad, se da un paso más en el caminar hacia una Iglesia comunión, participación, misión. El siguiente ABC del ‘Instrumentum laboris’, elaborado por la Secretaría General del Sínodo a modo de “preguntas frecuentes”, ofrece algunas orientaciones sobre la naturaleza y finalidad de este documento.

Para descargar el documento: AQUÍ

El Papa a los jóvenes: “Faltan 40 días, nos vemos en Lisboa”.

Este jueves, 22 de junio, fue publicado el videomensaje que el Santo Padre envió a los jóvenes que se están preparando para participar en la próxima JMJ Lisboa 2023. A 40 días de la “fiesta de la juventud”, el Pontífice alienta a los jóvenes a no hacer caso a “aquellos que reducen la vida a ideas”. También envió un saludo a los trabajadores encargados de la logística de la JMJ, a quienes agradece “por dar una mano a esta organización”.

Vatican News

“En este momento es el punto donde todos tenemos que mirar. Los jóvenes tienen que mirar, a ustedes jóvenes, adelante. Faltan 40 días como una Cuaresma hasta llegar al encuentro de Lisboa”, con estas palabras el Papa Francisco alienta a los jóvenes que se están preparando para participar en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), Lisboa 2023, que se realizará del 1 al 6 de agosto próximo en la capital de Portugal y también a aquellos que van a seguir la JMJ desde lejos.

Voy a estar con ustedes en Lisboa

En su videomensaje, el Santo Padre señala que, está preparado y listo a participar en la “fiesta de la juventud” y a pesar de la reciente intervención quirúrgica a la que fue sometido el pasado 7 de junio, el Pontífice confirma su presencia en Lisboa.

“Yo ya tengo todo en la mano porque tengo ganas de ir. Algunos piensan que por la enfermedad no puedo ir, pero el médico me dijo que puedo ir, así que voy a estar con ustedes”.

Poner en práctica los tres lenguajes de la vida

A los jóvenes, el Papa Francisco los alienta a ir adelante sin hacer caso “a aquellos que reducen la vida a ideas”, ya que ellos, “han perdido la alegría de la vida y la alegría del encuentro”. Y, al contrario, los invita a rezar por ellos y a poner en práctica los tres lenguajes de la vida.

“El lenguaje de la cabeza. El lenguaje del corazón. El lenguaje de las manos. El Lenguaje de la cabeza, para pensar claramente lo que sentimos y lo que hacemos. El lenguaje del corazón para sentir bien, profundamente lo que pensamos y lo que hacemos. Y el lenguaje de las manos para hacer con eficacia lo que sentimos y lo que pensamos”.

A un año de los asesinatos de Cerocahui

Ayer, 20 de junio se conmemoró el primer aniversario del asesinato de los jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora, en Cerocahui, en la diócesis de Tarahumara, la única circunscripción eclesiástica considerada territorio de misión en México, y en la que la labor de evangelización de la Compañía de Jesús ha sido decisiva.

Para conmemorarlos a ellos y también a los laicos asesinados Pedro Palma y Paul Berrelleza, la Iglesia en México organizó toda una serie de actos por la paz en todo el país. el pasado domingo tuvieron lugar en cada parroquia y diócesis de México misas por las víctimas de la violencia, que causa el narcotráfico y el crimen organizado. En la Basílica de Guadalupe esta memoria de las víctimas se vivió con las familias que llevaron fotografías de sus seres queridos asesinados. Ayer martes 20 de junio, a las 15:00h hubo un repique de campanas durante un minuto en todos los templos y capillas, en memoria de tantas víctimas.

En el mensaje conjunto de los obispos y religiosos de México, para convocar estos actos por la paz, se hacía pública la consternación de todos «por las numerosas muertes que se producen a diario en nuestro país». El mensaje recordaba a los dos jesuitas y también a las hermanas catequistas asesinadas en la diócesis de Huajuapan de León, y animaba a unirse «como comunidad de fe para luchar contra la violencia y construir un México más seguro y justo».

En los últimos 30 años han sido asesinados casi 80 sacerdotes católicos por el crimen organizado, pero es un hecho que los padres Javier Campos, SJ, y Joaquín Mora, SJ, se han convertido en un símbolo en México en la lucha por la paz y el fin de la violencia. Ambos fueron asesinados en Cerocahui, al intentar defender a un hombre que buscaba refugio en el templo y que era perseguido por una persona armada. Fueron asesinados los tres.

Con motivo de este aniversario, la Compañía de Jesús, con la pintura «Keti Ibápari: Nuestros Padres» (en la foto), rendía homenaje a algunos jesuitas misioneros que han llevado la Buena Noticia entre los pueblos originarios de nuestro país. La versión impresa en tela de la obra creada en técnica de ilustración digital, a cargo del artista Juan Manuel Gaucher, fue develada el pasado 11 de junio en una misa conmemorativa en la Parroquia de la Sagrada Familia, ubicada en la colonia Roma de la Ciudad de México, donde actualmente se encuentra.

OMPRESS

Calentando motores para la JMJ

Este verano el papa Francisco tiene una cita con los jóvenes católicos del mundo en Lisboa con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Grupos juveniles en todos los rincones del planeta llevan meses preparándose en sesiones formativas sobre los temas propuestos para la JMJ en torno a María: «María se levantó y partió sin demora» y también buscando la financiación necesaria que les permitirá pagarse el viaje hasta la capital portuguesa.

La Familia Comboniana estará presente en la JMJ a través del World Youth Comboni Gathering (WYCG), una iniciativa que reunirá en Portugal a jóvenes que siguen a Jesús al estilo de san Daniel Comboni. Se han inscrito 120 jóvenes de Europa, África y América de entre 14 y 30 años y del 26 al 31 de julio estarán en la ciudad portuguesa de Maia para escuchar testimonios misioneros y participar en actividades y dinámicas en torno a la interculturalidad y la fraternidad universal. En algunos actividades se unirán con otros jóvenes de las diócesis de Oporto y Braga.

El 31 de julio, antes de llegar a Lisboa para participar en la JMJ, visitarán el santuario de Fátima y el 7 de agosto se encontrarán en la ciudad de Santarém para evaluar la experiencia «fuerte» vivida en Lisboa y vislumbrar cómo darle continuidad a lo largo del año para que no se quede en «una experiencia más», sino que les ayude a un mayor compromiso.

Por intercesión de san Daniel Comboni oramos por todos los jóvenes que se preparan a participar en las JMJ de Lisboa, especialmente por lo jóvenes «combonianos» de la iniciativa World Youth Comboni Gathering, para que este encuentro internacional les anime a seguir a Jesús con estilo misionero.

Oremos como familia comboniana