Fecha de nacimiento: 16/07/1968
Lugar de nacimiento: San Luis Potosí / M
Votos temporales: 10/05/1997
Votos perpetuos: 30/11/2001
Fecha de ordenación: 10/07/2002
Fecha de fallecimiento: 09/09/2023
Lugar de fallecimiento: Guadalajara / México

El Padre Guillermo de Jesús, más conocido por todos como “Memo”, nació en el seno de una familia profundamente religiosa el 16 de julio de 1968 en San Luis Potosí, México, hijo de Víctor Manuel Medina y M. Guadalupe Martínez.

A pesar de un futuro prometedor como estudiante de ingeniería, Memo decidió dejarlo todo para responder a la llamada del Señor, abrazando la vida misionera comboniana. Comenzó su formación en el postulantado de Xochimilco, México, en 1992. En 1995 ingresó en el noviciado de Sahuayo, Michoacán. Al finalizar el noviciado con su primera profesión religiosa el 16 de julio de 1997, Memo fue enviado al escolasticado internacional de Elstree, Inglaterra, para realizar estudios teológicos. Terminada la teología, regresó a México para la ordenación sacerdotal, que tuvo lugar el 10 de agosto de 2002. Destinado a su provincia de origen, fue enviado a la comunidad de Guadalajara, para trabajar en la promoción vocacional; dos años más tarde, fue enviado al postulantado de Xochimilco como formador.

En 2007, Memo es destinado a la provincia de Sudáfrica, donde desempeña diversos servicios: ecónomo local, secretario provincial, coordinador de formación permanente, párroco, etc. En 2014 es destinado de nuevo a México, donde ejerce como ecónomo provincial hasta 2022.

Memo siempre ha tenido un corazón apasionado por la misión y el legado de San Daniel Comboni. Ha expresado varias veces su deseo de volver a África, misión que ha dejado en su corazón recuerdos de experiencias maravillosas. Pero cuando por fin puede volver a misionar fuera de su país, el destino no es África, sino la provincia de Estados Unidos. Memo tiene un corazón sencillo, no le gusta entrar en conflicto con las decisiones de los superiores; está dispuesto a ir donde le envíen y lo hace siempre con alegría y en paz consigo mismo, porque sabe que la obediencia da paz al corazón del misionero

Al final de su misión como ecónomo provincial en México, se le ofrece la oportunidad de un tiempo de renovación interior. Así que, antes de comenzar su nueva misión en Estados Unidos, viaja a Tierra Santa (como había hecho Daniel Comboni antes de aventurarse en la ardua misión de África). Lo que Memo no sabe es que en Tierra Santa se encontrará cara a cara con una cruz que deberá abrazar hasta el último día de su vida, y lo hará con extraordinaria generosidad y serenidad, siguiendo también en esto las huellas de San Daniel Comboni.

En Tierra Santa, en efecto, aparecen los síntomas bastante graves de una probable apendicitis. Así que Memo es enviado de vuelta a México para resolver lo que parece ser un problema de salud pasajero. Al llegar al Oasis, nuestra casa para enfermos y ancianos en Guadalajara, es operado de urgencia el 25 de diciembre.

Mientras se espera una recuperación normal, Memo tiene que ser operado de nuevo el Domingo de Pascua, pero su estado es ya muy comprometido. Se le traslada urgentemente a Ciudad de México, donde comienza una serie de tratamientos con la esperanza de que no sea demasiado tarde.

Desgraciadamente, el 7 de septiembre recibimos la terrible noticia de que ya no hay nada que hacer por Memo: la enfermedad se ha extendido rápidamente y no deja salida.

Lo más extraordinario de esta experiencia profundamente dolorosa fue ver la serenidad de Memo, que, consciente de su estado, no perdió en ningún momento la paz y la serenidad. Los que le vimos en los últimos días de su vida podemos dar fe de la serenidad con que afrontó su situación hasta los últimos momentos, sin mostrar nunca resentimiento ni desesperación, con la actitud de quien vive su dolor con una fe profunda y confiada en el Señor y sabe que, tanto si vivimos como si morimos, pertenecemos al Señor. Memo falleció el 9 de septiembre a las 15.20 horas.

En el funeral, uno de sus hermanos, en nombre de la familia, expresó gratitud hacia el Instituto comboniano, diciendo entre lágrimas: “Mi hermano no habría podido encontrar una mejor familia”

(Padre Marcial Hernández Almaguer, mccj)