Julio: Santiago Apóstol

Era hijo de Zebedeo y tenía un hermano llamado Juan, que sería asimismo discípulo de Jesús (Mt 4:21). Probablemente su madre Salomé también seguía a Jesús (Mt 20:20). Su maestro Jesús les puso el sobrenombre de «Boanerges» (Mc 3:17), que, según el mismo evangelista afirma, quería decir «hijos del trueno» por su carácter impetuoso; el episodio narrado por Lucas, en que Santiago y su hermano Juan desean invocar a Dios para que consuma a fuego una ciudad de samaritanos (Lc 9:54), hace honor a este nombre. Santiago fue uno de los primeros que recibieron el llamamiento de Jesús, cuando estaba pescando en el lago de Genesaret junto a su hermano (Mc 1:19). Más tarde será llamado a formar parte del más restringido grupo de los Doce (cf. Mt 10:3). Junto con su hermano Juan y con Simón Pedro, tiene un trato privilegiado con Jesús: es testigo presencial de la resurrección de la hija de Jairo (Mc 5:21-43), de la transfiguración de Jesús (Lc 9) y de la oración en el Huerto de los Olivos (Mc 14:33). Igualmente formó parte del grupo restringido de discípulos que fueron testigos del último signo realizado por Jesús ya resucitado: su aparición a orillas del lago de Tiberíades y la pesca milagrosa (Jn 21:1-8). Los Hechos de los Apóstoles registra su presencia en el Cenáculo en espera orante de la venida del Espíritu Santo (Hch 1:13). Santiago es condenado a muerte y decapitado por orden del rey de Judea Herodes Agripa I (Hch 12:2). Por este dato se puede fechar la muerte de Santiago entre los años 41 y 44, pues fueron los años en que Agripa I fue rey de Judea.

Orígenes de la tradición jacobea

Según una tradición medieval, tras el ascenso de Cristo al cielo, Santiago viajó hasta la romana Hispania (Hoy España y Portugal) para compartir las enseñanzas de Jesús; sin embargo, se encontró con que era una tarea mucho más complicada de lo que imaginaba por la cerrazón de los “hispanos”, por lo que decidió volver a Jerusalén.

Al cruzar el río Ebro, en su camino de vuelta, la Virgen se le apareció sobre un pilar, es decir, una columna, para pedirle que no abandonara la misión, pues ella le ayudaría a completar la tarea. En ese sitio ahora podemos encontrar la famosa Basílica de Nuestra Señora del Pilar, en Zaragoza.

Tras este milagro, Santiago volvió sobre sus pasos y continuó propagando la Palabra del Señor hasta que volvió a Jerusalén, donde fue torturado y decapitado por Herodes, el rey de Judea.

Los discípulos del apóstol llevaron sus restos desde Jerusalén hasta España en un barco, donde, al llegar al puerto de Iria Flavia, en Galicia, la embarcación se hundió, pero el cuerpo del Santo emergió cubierto de conchas marinas.

Posteriormente, el ataúd con los restos de Santiago fue jalado por un par de bueyes, a quienes dejaron caminar por el bosque hasta que se detuvieron en el lugar donde hoy se encuentra la catedral de Santiago de Compostela a donde millones de peregrinos de todo el mundo llegan cada año para honrarlo. Santiago es considerado desde entonces el patrono de España, junto con la Virgen del Pilar.