Fecha de nacimiento: 14/06/1922
Lugar de nacimiento: Lagosta / YU
Votos temporales: 19/03/1948
Votos Perpetuos: 01/11/1952
Fecha de ordenación: 06/06/1948

Llegada a México: 1950
Fecha de fallecimiento: 20/07/1955
Lugar de fallecimiento: María Auxiliadora /MEX

El primer comboniano que murió en tierras mexicanas es el P. Bartolo Cenghia. Falleció trágicamente en María Auxiliadora, B.C. al caerse la avioneta que debía llevarlo a La Paz. Tenía 33 años.
El P. Bartolo era originario de Lagosta (Dalmacia). Entró con los combonianos después de cursar 3° de teología en el seminario diocesano de Zara. De él, seminarista, se conservan tres cartas que rebozan de entusiasmo y manifiestan la impaciencia de un joven que ha escuchado la voz de Dios y desea consagrar su vida a las misiones.
En la solicitud de admisión en el Instituto dice así: “Con la presente es mi deseo informarles que en el seminario de Zara hay un seminarista de teología que pide entrar en su Instituto misionero. Durante los años de filosofía leí la biografía de Comboni y me ha impactado su pasión por África y mi vocación misionera se ha orientado decididamente hacia el Instituto comboniano. Después de mucho orar y tomar consejo hablé de mi vocación misionera con el obispo. La respuesta del obispo fue una negativa. Pero como la voz del Señor se hacía sentir cada vez más fuerte, volví a insistir en 1º de teología y la respuesta fue que convenía esperar todavía. Este año, en cuanto terminó la guerra y se reanudaron los cursos de teología en el seminario, me di prisas para hablar con el obispo sobre el asunto de mi vocación y el obispo esta vez se mostró favorable en todo”.
Es fácil imaginar con qué ansia el seminarista estuvo esperando la respuesta y como lo llenó de alegría el recibir la carta de admisión de parte del Instituto: “Su carta me ha llenado de gozo. Gracias por aceptarme en su Instituto. Hace exactamente tres años, al ser admitido a la tonsura, he dicho al Señor: ‘Tu eres mi heredad y mi copa. Mi suerte está en tus manos’. Hoy renuevo mi oblación y, desprendiéndome de todo, digo: ‘Heme aquí, Señor, en tus manos estoy”.
Ahora estaba ansioso de saber más acerca del Instituto, de las misiones y de la vida que lo esperaba. Sobre todo, estaba consciente del sacrificio que significaría para él soltar las amarras y salir de su tierra y quería aceptarlo generosamente. En la carta que escribió en vísperas de ingresar en el Instituto dice: “Dejar el seminario y a los superiores ha sido una despedida dolorosa para mí. Dejar a mi familia me ha costado sangre. Pero el sacrificio está cumplido. El 14 de julio dejé mi casa, mi tierra y mi querida arquidiócesis. . .. Me siento feliz de haber sabido desprenderme de cuanta tenia yo de más querido en el mundo para darme generosamente a Dios”.
El 29 de julio llegaba al Instituto para empezar el noviciado. Al terminar la segunda guerra mundial, Dalmacia, su tierra, había sido anexada a Yugoslavia y estaba bajo el régimen comunista del mariscal Tito.
Al Padre se le negaría, en 1948, la satisfacción de compartir con los familiares la alegría de su cantamisa. ¿Presentiría también que a sus familiares ya no los volvería a ver? Una vez ordenado sacerdote se estrenó en actividades de ministerio y animación misional en Italia. En 1950 los superiores lo destinaron a la misión de Baja California y estuvo sucesivamente de vicario en Todos Santos, en La Paz y en María Auxiliadora.
La misión de María Auxiliadora sería su último campo de apostolado. Tenía que atender toda la extensa zona agrícola del Valle de Santo Domingo: “las Colonias” como se decía entonces. Con cierta frecuencia aprovechaba el pasaje que le obsequiaban gratis en una avioneta para ir a La Paz.
El miércoles 20 de julio de 1955 llegó a María Auxiliadora una avioneta que traía a un matrimonio propietario de un rancho de la zona. La avioneta iba a volver el mismo día a La Paz. El P. Bartolo solicitó un pasaje y el piloto accedió con gusto. Mientras el matrimonio se desplazaba para ver sus tierras el piloto se quedó en la casa cural. Al medio día no quiso comer pretextando que no se sentía bien. El párroco, que era el P. Jorge Canestrari, notándolo un tanto preocupado, le preguntó que si la avioneta podía llevar a cuatro personas. El piloto lo tranquilizó: “incluso tiene capacidad para más”.
Despegó la avioneta como a las 2 p.m. Pero apenas alcanzó a levantarse cuando, debido probablemente a una falla del motor, se precipitó a unos 500 metros de la pista. El impacto hizo que el motor se desprendiera del aparato. Los cuerpos de los pasajeros quedaron destrozados. Menos el P. Bartolo que sólo presentaba fractura en un brazo. Se dio la noticia por radio a La Paz de donde llegaron el Ministerio Público y el P. Carlos Pizzioli. Al día siguiente, a las 8.30 de la mañana, un avión de Trans Mar de Cortés, llevó los cuerpos a La Paz. El Padre fue velado en la catedral donde un río de gente se turnó orando todo el día. El viernes, a las 8 a. m. estando presentes todos los Padres, se celebró el funeral y siguió el sepelio. Sobre la tumba del P. Bartolo una familia de La Paz mandó levantar a sus expensas una sencilla bóveda.

P. Domingo Zugliani


El 20 de julio de 1955, el P. Bartolomé Cenghia murió en un accidente aéreo en María Auxiliadora (Baja California, México). Tenía 33 años y había nacido en Lagosta (Dalmacia) el 14 de junio de 1922.

Había entrado en el noviciado desde el seminario de Zara y profesó en Venegono el 19 de marzo de 1948. Ordenado sacerdote en Verona el 6 de junio de 1948, estuvo en Carraia y Trento, hasta que partió a la California mexicana en agosto de 1950.
Estaba en María Auxiliadora desde enero de 1955. El P. Giorgio Canestrari relata así el incidente: “Aprovechando la llegada de un avión monomotor, el P. Cenghìa pidió al piloto regresar con él a La Paz para pasar unos días con los hermanos. El piloto aceptó de buen grado y, tras permanecer unas horas en nuestra casa, cuando los dos pasajeros (marido y mujer) regresaban a La Paz, los cuatro subieron al avión. Me despedí del Padre desde nuestra casa, y al ver que el aparato se despegaba del suelo, me retiré para volver a casa. “Al cabo de diez minutos oí gritar: “¡Padre ha muerto! ¡El avión se ha estrellado!”. Salí corriendo y a 500 metros del campo encontré los cuatro cadáveres. Les administré la extremaunción. “La gente corría de todas partes, y cada grupo venía y se arrodillaba en la arena caliente del desierto para rezar el rosario. Los cadáveres permanecieron así hasta la medianoche, cuando llegaron las autoridades de La Paz y el padre Pizzioli. Comenzaron los largos trámites burocráticos, que no terminaron hasta cerca de las 3, con la orden de transportar los cadáveres a La Paz. El jueves 21, a las 8.30 horas, llegó un gran avión para transportar los cuerpos. El funeral tuvo lugar en La Paz el viernes con la asistencia de toda la ciudad.
Según los responsables, la causa de la catástrofe fue una pérdida de motor; probablemente el piloto intentó volver al campo, pero al dar la vuelta, el avión se precipitó de cabeza, estrellándose contra el suelo. El motor se desprendió completamente del fuselaje, lo que evitó el incendio. Todos (incluido el padre del piloto, que es el comandante de la Fuerza Aérea de Baja California) coincidieron en que no habrían muerto si el piloto hubiera intentado un aterrizaje forzoso en el lugar donde estaba el avión. “El buen Dios dispuso que el primer comboniano muriera trágicamente en suelo mexicano. Así se puede decir que los Hijos del Sagrado Corazón, a esta pobre y desdichada Baja California, han dado todo lo que podían dar, incluso su sangre… “.

Del Boletín nº 45, enero de 1956, p.1054