Fecha de nacimiento: 23/11/1943
Lugar de nacimiento: Celaya / México
Votos temporales: 09/09/1963
Votos perpetuos: 07/12/1969
Fecha de ordenación: 19/03/1970
Fecha de fallecimiento: 19/01/2021
Lugar de fallecimiento: Guadalajara / México

El padre Jorge Martínez Vargas nació en la ciudad de Celaya, Guanajuato el 23 de noviembre de 1943 en una familia numerosa y de grandes valores religiosos. Ingresó al seminario menor de Sahuayo siendo prácticamente de los alumnos fundadores de la primera casa formativa de los Combonianos en México. En 1961 ingresó al noviciado de Tepepan, en la ciudad de México y ahí profesó el año de 1963. En 1964 fue destinado a San Diego, California para iniciar los estudios de filosofía y de 1966 a 1970 continuó su formación en Venegono. El año de 1969 hizo su profesión perpetua y el 19 de marzo de 1970 recibió la ordenación sacerdotal.

A partir de su ordenación sacerdotal fue destinado por poco más de un año a la comunidad del seminario menor de Sahuayo en donde se dedicó a la promoción vocacional y a la animación misionera de los jóvenes aspirantes.

A partir del año 1971 el padre Jorge inició un largo periodo de servicio misionero en tierras africanas. Primero estuvo en la provincia de Uganda en donde trabajó en las parroquias de Moyo y Obongui. Luego de un corto periodo de regreso a México estuvo en la comunidad de Sahuayo y en la parroquia de Bahía Tortugas, en Baja California. A este pequeño servicio le siguieron diez años de servicio misionero de nuevo en África, pero esta vez en la provincia de Kenya. Ahí estuvo en las comunidades de Nairobi, Gilgil y Kapenguria.

En 1993 y 1994 fue enviado a Roma para participar en el curso de renovación y dedicar un tiempo como año sabático. Terminada esta experiencia regresó a México ya con algunos problemas de salud, pero siempre disponible a los distintos servicios que le fueron confiados. A partir de esta fecha siempre estuvo en la provincia de México. Unos años los dedicó todavía a la animación misionera en las comunidades de Sahuayo y de san Francisco del Rincón.

Durante poco más de nueve años desempeñó el servicio de ecónomo provincial residiendo en la casa provincial en Xochimilco. Con el pasar de los años su salud se fue deteriorando cada vez más y la posibilidad de asumir nuevas responsabilidades se fue reduciendo. Dejando su servicio de ecónomo provincial se integró a la comunidad de San Francisco del Rincón para ayudar en el ministerio que solicitan estando en el seminario. Al mismo tiempo, durante algunos años ayudó a los jóvenes que ingresaban al propedéutico y al postulantado, dándoles varios contenidos sobre la historia del instituto, la espiritualidad comboniana y la figura de nuestro fundador.

En marzo del 2019 pidió ser destinado a la comunidad del Oasis, en Guadalajara, pues cada día iba sintiendo más la necesidad de ser atendido y cuidado en su salud. Ahí vivió estos dos años disfrutando de una relativa tranquilidad y cargando con el sufrimiento de la enfermedad.

El 19 de enero de 2021 el padre Jorge fue una víctima más del Coronavirus que en pocos días puso en gran sufrimiento a toda su comunidad por la pérdida de varios hermanos.

El recuerdo que padre Jorge nos ha dejado es, en primer lugar, el de un hombre tranquilo de carácter sereno y calmado. Se presentaba como una persona que no se agitaba ante las dificultades o los problemas que podía ir encontrando en la vida. Sus relaciones con los demás eran afables y acompañadas de una bondad que emanaba espontáneamente a través de sus actitudes y de sus palabras.

Tenía un carácter sencillo, le gustaba bromear y conservó siempre un buen sentido del humor. Era muy difícil que perdiera la tranquilidad y nunca lo vimos enojado. En la comunidad era un religioso que daba ejemplo de fidelidad y de entrega a su consagración sacerdotal y misionera. Su vocación misionera fue profundamente marcada por la experiencia que había hecho encontrándose con el fundador, sobre todo a través de sus escritos que conocía bien.

Quienes lo conocieron en las misiones siempre recordaban a una persona con la que habían hecho una bella experiencia y con quien se había podido trabajar sin dificultad.

En sus servicios a la misión y durante los años que dedicó a la provincia de México, siempre demostró ser una persona aplicada y responsable a las encomiendas que había recibido. Era ordenado en sus tareas y supo responder con entrega y generosidad. Fue alguien que sirvió con generosidad y sin lamentarse.

Con su estilo de vida, sobrio dio siempre un ejemplo a quienes vivieron cerca de él y su testimonio misionero fue algo que entusiasmó a muchas personas a comprometerse en la tarea misionera.

La enfermedad fue seguramente algo que lo acompañó y lo fue probando durante los últimos años de su vida. Vivía en ciertos momentos con inquietud todo lo que iba sintiendo que se descomponía dentro de su cuerpo. Pero, incluso en los momentos de gran sufrimiento y de temor por su salud, supo mantener su confianza en el Señor y a él se fue abandonando cada día.

El año del 2020 había preparado la celebración por el 50 aniversario de su ordenación sacerdotal. Había esperado con gran ilusión esa fecha, pero desafortunadamente, unos cuantos días antes tuvo que suspender todo lo que había preparado con el deseo de agradecer al Señor las bendiciones que había recibido durante tantos años de servicio sacerdotal y misionero. Hoy estamos seguros que Jorge está celebrando una fiesta en el cielo que no tiene fin. 

(P. Enrique Sánchez González, mccj)