«¡Bro, vale la pena seguir a Dios!», este fue, podríamos decir, el lema que discretamente encabezaba la invitación a la experiencia del preseminario 2022 de la promoción vocacional de los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús. Frase, como se ha dicho, discreta, pero que sin duda sugiere el que alguien ha tenido ya una experiencia de Dios y con Él en el camino vocacional, y, como no podemos callar lo que hemos visto y oído (Hch 4,20),
es necesario hablar sobre ello e invitar a otros.

Por P. Mario Alberto Pacheco Zamora

Es bonito ver a muchos jóvenes en diferentes parroquias y colegios católicos que conocen su papel en la Iglesia y están comprometidos en diferentes apostolados juveniles. El bautismo nos hace discípulos de nuestro Señor Jesucristo (Mt 28,19). El discípulo es un alumno que está aprendiendo. Como bautizados somos discípulos que entramos a la escuela de Jesús y así se da un proceso: primero hay un cariño hacia Él, conforme vamos aprendiendo, también lo vamos conociendo y lo vamos amando y nos hacemos sus amigos. Todo esto pasa porque Él nos elige y nos llama para seguirlo y para enviarnos. Al ser discípulos, también seremos misioneros que recibimos su Palabra y nos comprometemos a sembrarla por todo el mundo. 

Así pues, nueve entusiastas jóvenes de distintas partes del país aceptaron la invitación al preseminario: Pedro (CDMX), Arnoldo (Cunduacán, Tabasco), Raúl (Los Cabos San Lucas, BCS), Jesús (Zitácuaro, Michoacán), Josué (Tepejí del Río, Hidalgo), Rafael (Huatusco, Veracruz), Hugo (San Francisco del Rincón, Guanajuato), Fernando (Jacona, Michoacán) y Jorge (Morelia, Michoacán). Todos ellos con preparatoria terminada y/o con estudios a nivel universitario. Para vivir el «pre» fueron convocados en nuestra casa de formación de San Francisco del Rincón, del 4 al 10 de julio, estuvieron acompañados por el equipo de promoción vocacional de la provincia de México y asistidos por dos de nuestros seminaristas-postulantes. 

El preseminario se desarrolló en un ambiente sumamente sereno y participativo gracias al entusiasmo y responsabilidad de todos. El primer día se dedicó a dar la bienvenida a los chicos participantes, así como a «romper el hielo». A manera de charla, el padre José Luis Mejía presentó el objetivo: vivir días de oración, meditación de la Palabra y convivencia, mismos que ayuden al discernimiento vocacional y así responder con generosidad al llamado que el Señor hace a cada uno. Y, como la espiritualidad es un aspecto fundamental dentro de esta experiencia, también se ofreció una catequesis sobre la liturgia de las horas (oración oficial de la Iglesia) y la eucaristía, de manera que quienes participan en el preseminario logren identificar ambas como pilares fundamentales en el itinerario vocacional.

A lo largo de la semana se fueron presentando a los jóvenes otros temas siempre en relación con el llamado de Dios: vocación a la vida, por el padre Wédipo Paixão; vocación a la fe, por el padre José Luis Mejía; el llamado en la Biblia, por el padre Roberto Pérez; la vocación de san Daniel Comboni, por el padre Mario Alberto Pacheco, y el carisma misionero comboniano, también por el padre Roberto Pérez.

Este tiempo se vio enriquecido además con la presencia y testimonio del Hermano comboniano Armando Ramos (actualmente residiendo en la comunidad de Monterrey, Nuevo León), quien compartió con nuestros jóvenes amigos su vasta experiencia misionera en lugares como Kenia, Sudán del Sur, Mozambique y Etiopía. Lo mismo se puede decir del sacerdote Mario Alberto Pacheco, quien les compartió su historia vocacional y su experiencia misionera en Asia, concretamente en las Islas Filipinas, resumiendo su experiencia vocacional y misionera como una experiencia «de perlas»,pues decía: «nací en la llamada perla del Cupatizio (Uruapan), me enviaron a la perla del mar de oriente (Islas Filipinas) y ahora me encuentro en la perla tapatía (Guadalajara)».

Estos días transcurrieron, sin duda, en el empeño de cada uno de los jóvenes por alcanzar el objetivo del preseminario, y lo hicieron mediante las distintas actividades: momentos de oración, celebración de la eucaristía, dinámicas, ponencias, encuentros personales, deporte, aseo de la casa, trabajo manual, esparcimiento y recreación.

Y es que, el preseminario es eso: hacer una experiencia previa de lo que es la vida del seminario; es de alguna manera, la vivencia a la que Jesús invitó a los primeros discípulos (Jn 1,37-39) «vengan y vean». El equipo de promotores vocacionales tuvo como misión a lo largo de estos días proveer y facilitar esta experiencia del «vengan y vean» para nuestros amigos. Desde su ser y quehacer como misioneros combonianos «echaron el manto» (1Re19,19b) sobre quienes el Señor había llamado, con la confianza de que ellos a su vez serán generosos en la respuesta que en total libertad quieran y puedan dar.

Amigos lectores, amigos de la misión: sigamos considerando aquellas palabras de Cristo «la mies es mucha, y los obreros pocos. Rueguen, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies» (Mt 9,37-38), como una dulce y, a la vez, urgente invitación en el terreno de las vocaciones. Sigamos orando para que surjan más y más jóvenes que sientan el deseo de servir a Dios y al prójimo desde la vida sacerdotal o la vida consagrada para las misiones. Sigamos orando para que, quienes ya han podido responder a ese llamado, perseveren día a día con serenidad y determinación en tan noble empresa.

El itinerario vocacional no es fácil, es más, de vez en cuando se torna árido, difícil… pero aún así, sigue siendo una hermosa aventura con Aquel que nos llamó, porque está siempre junto a nosotros como compañero del camino, ayudando con su presencia y compañía a purificar y fortalecer nuestra respuesta en el ámbito vocacional, como lo expresara san Daniel Comboni: «Vengo de una respuesta vocacional purificada y fortificada en el crisol del desierto. En efecto, no hay respuesta a la vocación sin sacrificio… así aconteció que lo he dejado todo, me he dejado poseer por el Todo y me he entregado totalmente a Él para la obra a la cual me llamaba» (cf Daniel Comboni, ¿de dónde vienes? Una breve biografía).

Chicos que ingresarán a nuestro seminario: ¡ánimo y felicidades! Aquel que los ha llamado emprenderá con ustedes el camino e irá siempre cerca. Bendiciones para todos por su amor a la misión.