Cercanía del Papa tras ataque de Israel a la iglesia de la Sagrada Familia en Gaza

El Pontífice se comunicó con el Patriarca Latino de Jerusalén, mientras este ingresaba a Gaza para visitar la Iglesia Católica de la Sagrada Familia, tras el bombardeo israelí que dejó tres muertos y varios heridos entre quienes buscaban refugio allí.

vaticannews.va

El Cardenal Pierbattista Pizzaballa, Patriarca Latino de Jerusalén, visitó este viernes 18 de julio la única parroquia católica en Gaza, acompañado del Patriarca Ortodoxo Griego Teófilo III.

En ese contexto, el Papa León XIV lo llamó por teléfono para “expresar su cercanía, preocupación, oración, apoyo y deseo de hacer todo lo posible no solo para lograr un alto el fuego, sino también para poner fin a esta tragedia”.

“El Papa repitió varias veces que es hora de detener esta masacre, que lo ocurrido no tiene justificación alguna, y que debemos garantizar que no haya más víctimas”, dijo el Patriarca en declaraciones a Vatican News.

En nombre del Patriarcado Latino y de todas las Iglesias de Tierra Santa, Pizzaballa agradeció al Papa por “su solidaridad y las oraciones que ya nos había asegurado”, expresando también el agradecimiento de toda la comunidad católica de Gaza.

En una nota difundida por Telegram, la Oficina de Prensa de la Santa Sede informó que el Papa, durante su llamada con el cardenal Pizzaballa, reiteró que hará todo lo posible “para que se detenga esta masacre inútil de inocentes”, pensando “en todas las víctimas inocentes, en las del ataque de ayer y en todas las de este tiempo de dolor en Tierra Santa y en todo Medio Oriente”.

Más tarde, esta misma mañana, el Pontífice también se comunicó con el superior provincial del Instituto del Verbo Encarnado, padre Carlos Ferrero —al que pertenece el padre Romanelli—, expresando su cercanía a todos los miembros de la comunidad, tanto fieles como religiosos, que estaban con él. A todos ellos, León XIV les asegura su oración y su incansable compromiso por la paz, el único camino que preserva la humanidad de todas las partes.

Preocupación del Papa por la situación en Gaza

El jueves 17, un proyectil disparado desde un tanque israelí impactó en la Iglesia de la Sagrada Familia, matando a tres personas y dejando diez heridos, entre ellos el párroco, el padre Gabriel Romanelli.

Desde el inicio de la guerra entre Israel y Hamás en octubre de 2023, el difunto Papa Francisco hablaba casi a diario por teléfono con el padre Romanelli.

Ese mismo jueves, el Obispo de Roma envió un telegrama a la parroquia de Gaza, asegurando sus oraciones por las víctimas y por todos los que se refugian en el recinto de la iglesia.

El Pontífice pidió “un alto el fuego inmediato” y expresó su “profunda esperanza en el diálogo, la reconciliación y una paz duradera en la región”.

Visita ecuménica a Gaza

Los patriarcas Pizzaballa y Teófilo III acudieron a la parroquia el viernes para “ponerse del lado de quienes han sido afectados por los recientes acontecimientos”, según un comunicado del Patriarcado Latino de Jerusalén.

En coordinación con organizaciones humanitarias, lograron asegurar el ingreso de cientos de toneladas de alimentos, botiquines de primeros auxilios y equipos médicos, destinados tanto a la comunidad cristiana como a otras familias de Gaza.

“El Patriarcado garantizó la evacuación de los heridos en el ataque hacia centros médicos fuera de Gaza, donde podrán recibir atención”, indicó el comunicado.

Pidiendo por la seguridad de la visita, el Patriarcado también solicitó la suspensión de las actividades militares.

“El Patriarcado Latino reafirma su compromiso inquebrantable con la comunidad cristiana y con toda la población de Gaza”, subrayaron. “No serán olvidados ni abandonados”.

Líderes de la Iglesia condenan el ataque a lugar sagrado

Los Patriarcas y Jefes de Iglesias en Jerusalén emitieron un comunicado conjunto expresando su solidaridad con las personas refugiadas en la parroquia católica de Gaza.

“Con unidad inquebrantable, condenamos enérgicamente este crimen”, declararon. “Los lugares de culto son espacios sagrados que deben ser protegidos. También están amparados por el derecho internacional. Atacar una iglesia que alberga a unas 600 personas, incluidos niños con necesidades especiales, es una violación de esas leyes. Es también un atentado contra la dignidad humana, un pisoteo de la santidad de la vida, y una profanación de un sitio sagrado”.

Asegurando sus oraciones por la comunidad en Gaza, los líderes eclesiásticos llamaron a la comunidad internacional a exigir un alto el fuego inmediato que ponga fin a la guerra.

“También imploramos que se garantice la protección de todos los sitios religiosos y humanitarios”, dijeron, “y que se provea ayuda urgente para las masas hambrientas a lo largo de toda la Franja de Gaza”.

Ver también: El llamamiento del Papa por Gaza: Alto el fuego inmediato, diálogo y paz en la región

Las puertas del desierto

Por Hna. Expedita Pérez, desde Al Azarieh (Israel)

Nuestra comunidad de Al Azarieh se encuentra muy cerquita de Jerusalén, en el lugar que en tiempos de Jesús se llamaba Betania. Desde aquí, solemos ir los sábados a visitar algunas comunidades beduinas de Cisjordania, pero dejamos de hacerlo una temporada debido a la inseguridad que nos rodea desde el pasado 7 de octubre.

Un sábado, muy temprano, decidimos que era el momento de reiniciar nuestras visitas y nos pusimos en camino. Cuando nos vieron llegar, las mujeres y los niños no cabían en sí de alegría. Algunas de ellas nos dijeron que los pequeños se quedaban esperándonos todos los sábados y que, cuando veían caer la tarde, decían con tristeza: «Tampoco hoy vienen las hermanas».

En estas visitas trabajamos con las mujeres haciendo bordados típicos palestinos en las pañoletas y ofreciéndoles clases de inglés. También jugamos con los niños, aunque, siendo sincera, creo que lo que más les gusta son los regalos que reciben si consiguen ganar en alguna actividad de las que hacemos con ellos. En cualquier caso, tanto con las mujeres como con los niños nos divertimos muchísimo.

Las mujeres nos dijeron que llevaban desde el estallido del conflicto sin salir de su poblado por miedo a los colonos. De hecho, para llegar a uno de los cuatro poblados que visitamos ese primer día, tuvimos que dar un rodeo por el desierto porque los colonos habían cerrado dos de las entradas más cercanas. Algunas de las mujeres nos confesaron también que apenas habían dormido durante las primeras semanas por el miedo a ser atacadas.

Los niños estuvieron más de un mes sin escuela. El primer día que reabrieron las aulas, emplearon unas tres horas para entrar y otras tres para salir de Jericó. Allí se encuentra la escuela de la ONU para los beduinos que viven en el campo de refugiados y para los que lo hacen en el desierto cercano. Aquel día, obviamente, no llegaron a tiempo a clase. Gracias a Dios, el responsable de la escuela ha llegado a un acuerdo con los soldados israelíes que controlan la entrada de Jericó y ahora dejan pasar inmediatamente el autobús escolar.

Me contaba una señora que uno de los niños de la guardería hace todos los días la misma pregunta a su madre: «¿Hoy hay guerra o guardería?». Si la madre le dice que va a la guardería, se levanta inmediatamente muy feliz, pero si la respuesta es que no va a hacerlo, se queda en la cama triste y en silencio porque intuye que está en peligro. Así son los niños.

En los cuatro poblados que visitamos aquel sábado, las mujeres nos contaron lo difícil que es el momento que están atravesando. Viven con miedo y, además, sus maridos están en casa sin trabajo porque no pueden entrar en Israel ni en los asentamientos donde trabajaban antes, en el desierto de Judea. La alimentación, ya de por sí muy sencilla, se ha vuelto todavía más sobria.

Cuando nos despedimos, casi todas las mujeres nos preguntaron si íbamos a volver la semana próxima. Nos dijeron que para ellas es muy importante nuestra presencia, porque les ofrecemos la posibilidad de vivir un día diferente, relajado y alegre, más allá de que puedan aprender inglés y la técnica de los bordados. Para nosotras, misioneras combonianas, es también muy importante estar y caminar con ellas, especialmente en este tiempo tan doloroso y difícil. Les dijimos que sí, que volveríamos. Además, acompañamos nuestra respuesta con palabras de ánimo, porque tenemos encendida en nuestros corazones, cada uno desde nuestra fe, seamos musulmanes, hebreos o cristianos, la esperanza de poder vivir como hermanos, en paz y justicia.

Mundo Negro

Un picnic en el desierto

Por: Hna. Cecilia Sierra, smc
Desde Palestina

“Qué rica comida, dijimos a las maestras del kínder”. Los kindergardens estan en el desierto, pero cada año se organiza un picnic con los niños del kinder. A veces se unen también sus mamás.
Estamos en una de las aldeas beduinas más lejanas, rodeadas de paisajes hermosos, rocas, arena y flores de todos colores y fragancias.
“Si, nosotras la preparamos pero las chicas se cooperaron para comprar todo”.
En lo alto de una montañita, bajo los rayos del sol, las maestras tienden su mantel sobre la arena y sacan la comida, bebidas y snacks para los niños. Un banquete exquisito en medio del desierto.
Las miramos con sorpresa y alegría. A las chicas a que se refiere son dos que han iniciado el curso de bordado apenas hace unos meses.
Batallaron mucho al principio. “No vuelvo a venir a la clase. No soy capaz. No puedo”. Repetían una y otra vez. Pero a fuerza de insistir y hablar con ellas de un modo y otro, un día nos sorprendieron. Bordaron llaveros tan bonitos y bien hechos que superaban a todas las demás. Y de ahí empezaron a florecer. Cada vez los llaveritos y separadores de lectura realizados con más detalle y perfección.
Y alegría. Y su estima subía y su presupuesto también.

Estas jovencitas que no habían recibido nunca una remuneración por su trabajo, ponen a disposición el ingreso que ahora reciben por sus bellos bordados. Con alegría y orgullo, lo ofrecen para que los niños y nosotras tengamos una comida digna y abundante.
Y comimos hasta saciarnos la deliciosa makluba, un platillo de fiesta a base de arroz y pollo.
Los niños son pequeños, como las flores que se asoman entre las piedras y la arena. Caminaron mucho y seguían con energía. Resisten, sonríen, juegan. Otra memoria feliz que pueden atesorar.
Oh si, Dios hace florecer el desierto y de manera admirable y bellísima. Gracias Dios, que admirable eres.