«Nuestra Pascua»
El lingala es una de las lenguas nacionales de República Democrática del Congo (RDC). «Pasika ya biso» quiere decir «nuestra Pascua». Tiene un profundo sentido envolvente de la persona y de la comunidad.
Por: P. Eduardo Pesquera, desde Isiro (RDC)
Para el congoleño que ha optado por Cristo, la Pascua es el centro de su vida, es la experiencia de Jesús que refleja en su ser y acontecer. Una vida llena de oscuridad y dificultad, de vacío y decepción, de guerra e inseguridad, y, al mismo tiempo, una experiencia llena de esperanza, de alegría, de luz, de música y de Dios. Cuando la gente dice «nuestra Pascua» es porque no puede dejarla pasar así nada más. A pesar de las tempestades, ellos saben que es su punto de referencia para vivir.
En este contexto, cada año se prepara la Pascua en esta tierra africana. El año pasado estuvo marcado por la pandemia y, hasta nuestros días, no nos deja tranquilos. Pese a que en RDC la enfermedad no pegó muy fuerte (gracias al clima o a que esta nación ha aprendido a vivir en medio de circunstancias difíciles) hubo disposiciones que se tenían que respetar con un espíritu de protección y solidaridad con el mundo entero.
Una de ellas fue la suspensión de celebraciones religiosas. Con el lento desarrollo de los medios de comunicación en Isiro, las misas y otros actos se realizaron en las iglesias y se difundieron por medio de bocinas; así los cristianos pudieron seguir las celebraciones desde sus casas. Es increíble cómo la gente de nuestra parroquia no dejó su fe, pese a la distancia y a la falta de contacto físico con la eucaristía. Llegó marzo y con ello la Cuaresma, tiempo por excelencia para prepararse a la gran fiesta de Resurrección. Sin embargo, como en casi todo el mundo, no se abrieron las puertas de nuestras iglesias y no se dejó entrar a la gente. Pero no faltó la conversión; tampoco faltaron el viacrucis, la oración y el ayuno. En tiempo de pandemia hubo solidaridad en todo momento.
Con la Cuaresma, el cristiano comienza un proceso de purificación y cambio. La eucaristía y el sacramento de la reconciliación son importantes en este deseo de renovar la vida, y quienes no pueden acercarse a ellos, buscan la presencia de Dios. En esta preparación, el viacrucis es importante, ya que el recorrido de la pasión de Jesús se identifica con el propio sufrimiento. Esto mantiene viva su fe: saber que, quien resucitó, pasó por los sufrimientos que no son ajenos al pueblo, y después de ellos, alcanzó la vida eterna. Para la gente es comprensible esta lógica: un hombre que sufre, un Dios que resucita y nosotros con él.
Durante la Cuaresma, la gente se reúne en sus comunidades para tratar temas relacionados a la conversión, el amor y la ayuda al prójimo. Esto les da fe y esperanza en medio de una situación social, política y económica inestable y aparentemente sin salida. Desde la visión del congoleño, la Pascua de Jesús es ya una respuesta a este laberinto. Por eso dicen: «Pasika ya biso», que quiere decir: «nuestra Pascua, nuestra esperanza, nuestro camino».
En este tiempo los distintos grupos parroquiales se comprometen a realizar actos de solidaridad tales como: juntar ayudas para visitar a los enfermos y necesitados, visitar a los presos en la cárcel y animarlos; ayudar a los alcohólicos y drogadictos a dejar sus vicios; sensibilizar a la gente sobre las injusticias dando a conocer sus derechos como ciudadanos y compartir la experiencia de fe para ayudar a los que están hundidos en la desesperación.
En ese contexto, la liturgia también es esencial e importante. Para la gente en RDC la liturgia es manifestación de la vida. Cada gesto tiene un valioso significado relacionado con la experiencia cotidiana. Por ejemplo, la invocación de los ancestros y de los santos pidiendo su protección; el momento de paz después de la reconciliación como signo del proceso de renovación de la relación con Dios y con los semejantes; el canto y la danza.
Estos gestos forman parte de la atmósfera creada en la celebración del Rito Congoleño, que después de controversias fue aceptado por El Vaticano, gracias al cardenal Malula en los años 70, y se presentó como oportunidad y gran apertura de la Iglesia a la inculturación del Evangelio a las realidades propias de los pueblos. En el caso de los congoleños, desde hace muchas décadas viven gran inestabilidad.
Por eso, este pueblo vive la liturgia desde lo más profundo de su realidad. Y en este tiempo de preparación para recordar y revivir la resurrección de Jesús, igualmente se prepara para vivir «su propia resurrección», aún en medio de dificultades e incertidumbres. Las celebraciones son sobrias y profundas, y se realizan con la escucha de la palabra de Dios, que llama a la conversión, a la lucha por la justicia y la igualdad y a la esperanza de la vida en Dios. El corazón y el cuerpo se preparan, y la comunidad también lo hace ante este gran acontecimiento que es la resurrección de Jesús y la resurrección del pueblo.
Este 2021 hemos iniciado nuestro camino hacia la Pascua. Los misioneros, junto con el pueblo congoleño, tenemos puestos los ojos en Dios con mucha fe, alegría y esperanza. Estamos seguros que será nuevamente: «Pasika ya biso».