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Arquidiócesis de México: “Con el dolor de una mamá no se juega”

Mons. Francisco Javier Acero Pérez, obispo auxiliar de la arquidiócesis de Ciudad de México aseguró que las madres buscadoras tienen mucho que aportar y por ello no se debe ideologizar ni politizar su dolor. Foto: Desde la Fe

Desde la Fe

Luego de reiterar el apoyo incondicional de la Arquidiócesis Primada de México a las madres buscadoras en su lucha, monseñor Francisco Javier Acero Pérez hizo un llamado para no politiza con el dolor de las mamás que han perdido a sus hijos.

“Esto es una acción pastoral y es importante decir que con el dolor de una mamá no se juega, el dolor de una mamá no se ideologiza, no se politiza”, aseguro el Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de México durante una conferencia ofrecida por las madres buscadoras María Herrera, Verónica Rosas y Jacqueline Palmero en la Basílica de Guadalupe.

Luego de informar que la Arquidiócesis de México está formando una Comisión de la Mujer dentro de la Vicaría de Laicos donde habrá una sección de Madres Buscadoras, monseñor Acero Pérez destacó que las mujeres con dolor tienen muchas soluciones para el país y ojalá se les escuche sin intentar ideologizarlas.

“Las mujeres con dolor, las mujeres cuando viven una situación de dolor, al final el mismo dolor les va dando fuerzas para ofrecer soluciones y estas mujeres buscadoras tienen muchas soluciones para nuestro país, ojalá se las escuche, no para ideologizarlas sino para promover este tejido social, este volver a tejer todo esto”, aseveró.

Madres buscadoras agradecen la apertura y el apoyo de la Iglesia

María Herrera, Verónica Rosas y Jacqueline Palmero reconocieron el apoyo que desde hace más de un año les ha otorgado la Arquidiócesis de México y la apertura que han tenido no solo para escucharlas, sino también para reconfortarlas para soportar el fuerte dolor que representa el hecho de que sus hijos se encuentren desaparecidos.

“Nos sentimos parte de nuestra Iglesia. El ser atendidas, ser escuchadas y estar en este lugar para nosotros es un gran logro, en medio del dolor y del sufrimiento que hemos venido arrastrando. El sentir el amor, la atención de nuestros pastores es uno de nuestros mejores logros, porque con el gobierno puedo decir que no se logró avanzar en lo más mínimo”, indicó Herrera.

Por su parte Verónica Rosas indicó que “su corazón” siente mucha gratitud por esta apertura que ha tenido la Iglesia católica desde el año pasado, cuando les abrieron las puertas de la Basílica de Guadalupe. “Aquí se siente este abrazo, este cobijo de la Iglesia católica que el día de hoy, en especial, nos abraza, porque hoy para muchas madres no hay nada que celebrar porque está esa ausencia, ese vacío en nuestras casas, en nuestro corazón”, subrayó.

En su turno, Jacqueline Palmero agradeció que la Iglesia les ha arropado, lo que es muy reconfortante para su alma, porque acrecienta la fe en los creyentes. “Es muy importante que hoy, 10 de mayo, que para nosotras no es un día que se festeja, sino un día de lucha, que la comunidad católica, y más en este recinto tan preciado para todos los mexicanos, seamos recibidas. Es muy gratificante que nos volteen a ver y que contamos con su apoyo. Algo que impulsa a las madres a seguir buscando es la fe”, recalcó.

Mons. Francisco Javier Acero recibe a las madres buscadoras en la Basílica de Guadalupe para participar en la Santa Misa. Foto: Basílica de Guadalupe.

Avanza la unificación de más de 270 colectivos de todo el país

Las madres buscadoras informaron que más de 270 colectivos nacionales realizan un proceso de unificación a fin de crear una sola instancia nacional para la búsqueda de desaparecidas y desaparecidos en México, para alcanzar acuerdos que les permita fortalecer su lucha y trabajo para localizar a sus seres queridos.

“Hemos venido haciendo una especie de uificación nacional, que es unificar el dolor de todas las madres y las familias, que tienen un familiar desaparecido, porque nos sentimos humilladas, relegadas de la sociedad y a veces de los mismos familiares”, informó María Herrera.

Durante la conferencia de prensa ofrecida en el Auditorio de la Basílica de Guadalupe, Herrera aseguró que la situación más cruel que pueda pasar un ser humano es que le arrebaten un hijo, “es lo peor, porque sabemos que solo Dios tiene esa facultad para dárnoslos y quitárnoslos en el momento que Él lo decida”.

Reitera la Iglesia CDMX apoyo incondicional a las madres buscadoras

Durante la Santa Misa ofrecida en la Basílica de Guadalupe en honor de las madres buscadoras, monseñor Francisco Javier Acero Pérez, señaló que lo más doloroso que puede vivir una madre es la pérdida de su propio hijo, por lo que les indicó que ellas pueden seguir contando con el apoyo de la Iglesia para escucharlas, acompañarlas con respeto y cariño.

En su homilía, el Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de México señaló que “como sacerdote quiero agradecer el testimonio de amor de las madres buscadoras de nuestro país, porque con su búsqueda en fosas clandestinas nos hacen ver que las dificultades se superan con el amor”.

El Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de México preside la Santa Misa en honor de las madres buscadoras en la Basílica de Guadalupe. Foto: Basílica de Guadalupe.

Al presidir la celebración eucarística, recalcó que el amor de las madres buscadoras a sus hijos es lo que nos hace fuertes, “en lo personal en mi vocación como sacerdote”, porque así como él muchos las están acompañando conociendo su testimonio de lucha, su tesón, sus lágrimas y sobre todo sus ganas de encontrar justicia.

En este sentido, monseñor Acero Pérez hizo un llamado a las autoridades de los tres niveles de Gobierno a velar por los derechos de la mujer y para que cese todo tipo de violencia hacia ellas. “Celebramos a las mamás, y en especial recordamos a las mamás que tienen sus familiares desaparecidos en un momento difícil para nuestro país”.

Misioneras de la dignidad humana, sembradoras de paz

El pasado 12 de mayo fallecía en Santa María de los Cayapas (Ecuador) la Hna. Amparo Flores Torres,  misionera comboniana mexicana (en el centro de la foto). En su memoria publicamos este pequeño artículo de otra comboniana, la Hna. Gabriella Botani, en el que nos comparte la realidad de la misión en la que vivió y murió la Hna. Amparito.

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 “Madre”. Oí repetir esta palabra cientos de veces mientras visitaba la comunidad de las Hermanas Misioneras Combonianas en Santa María de los Cayapas. La comunidad de las Hermanas es un lugar de encuentro, un espacio para ser escuchado, para encontrar a alguien en quien confiar. A Santa María, en el río Cayapas, se llega en poco más de dos horas de canoa a motor. Las Hermanas Misioneras Combonianas llegaron aquí hace más de cincuenta años y desde entonces se dedican a la formación de la comunidad cristiana, formando líderes comunitarios como catequistas y diáconos permanentes, promoviendo la educación y la salud, y prestando especial atención a las mujeres. No lejos de la frontera con Colombia, la región está habitada por las comunidades indígenas del pueblo Chachi y afrodescendientes, que han vivido pacíficamente en este territorio durante cientos de años. Esta tierra es rica en agua, vegetación y minerales.  En este contexto, que hoy está profundamente marcado por la falta de oportunidades para los jóvenes, la contaminación de las aguas debido a la explotación ilegal de las minas, los combonianos continúan su presencia misionera privilegiando su compromiso con la pastoral educativa formal en la escuela: que acoge a alumnos de primaria y estudiantes hasta la graduación de bachillerato, con dos cursos superiores de perito agrícola e informático. En estas zonas de difícil acceso, el principal reto es ofrecer una escuela de calidad que permita a los alumnos acceder a estudios universitarios. Escuchar los sueños de los jóvenes de la escuela Santa María es maravilloso: Yo sueño con ser veterinaria, yo profesora de idiomas, yo azafata…. Y pensar que hasta hace unos años, los jóvenes de aquí no soñaban. Hay muchos alumnos de Santa María que han ido a la universidad, entre ellos muchos de los profesores de la escuela. Otros dos éxitos registró esta pequeña escuela en 2023/24: un alumno obtuvo el primer puesto como mejor estudiante de todas las universidades católicas del Ecuador; la escuela, por el curso de perito agrícola, ganó un importante premio por un proyecto que hizo autónoma a la ciudad de Santa María para la producción de esquejes de cacao, un cultivo particularmente apreciado en la región.

Estamos en el vicariato de ‘Esmeraldas’, que corresponde al distrito administrativo, cuya capital y sede episcopal lleva el mismo nombre del distrito. Llegué aquí bajando de los Andes ecuatorianos hacia la costa norte del país. Estamos en la “provincia verde esmeralda”, de ahí el nombre de esta región Esmeraldas. Aquí llegaron las Hermanas Misioneras Combonianas a mediados de los años cincuenta para colaborar con los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús, a quienes el Papa Pío XII había confiado el vicariato.

Con vistas al océano Pacífico en la costa norte del país, hasta la frontera con Colombia, esta tierra está habitada por descendientes de africanos traídos a estas tierras como esclavos y por comunidades indígenas, que han coexistido pacíficamente durante siglos.

Desde sus inicios, los Padres, Hermanos y Hermanas Combonianos han recorrido el territorio en canoa, a pie, en coche y otros medios de transporte para organizar comunidades cristianas y formar catequistas, respetando la realidad cultural local. La familia comboniana ha marcado la formación de la Iglesia y la Sociedad en Esmeraldas: San Daniel Comboni es reconocido como el padre fundador de la Iglesia y las Misioneras y Misioneros como verdaderos testigos del Evangelio, mujeres y hombres comprometidos con el anuncio de la Palabra de Dios y la promoción del desarrollo humano integral, construyendo escuelas y centros de salud, e impulsando procesos para contrarrestar la discriminación que vive la población afrodescendiente. Hoy, las Hermanas Combonianas viven el gran desafío de la creciente violencia causada por la penetración de grupos armados y del narcotráfico en el territorio, continuando con el mismo compromiso y pasión. La presencia de las “Madres”, mujeres del Evangelio, es una presencia profética, testigos y sembradoras de paz.

Gabriella Botani, smc
Coordinación General de Misiones

El sentido maternal de las Misioneras Combonianas

«Pías Madres de la Nigrizia» es el nombre oficial que usamos las Combonianas en Israel. En documentos oficiales y a la entrada de nuestra casa en Betania, junto al muro que divide Israel y Palestina está escrito el nombre, Pie Madri della Nigrizia. Parecería un poco arcaico, pero este nombre nos confiere más que nunca una misión y nos da identidad. San Daniel Comboni entendió la nigrizia como la representación de la pobreza y el abandono extremos en el mundo, y en respuesta, nos quería presentes y cercanas con corazón de madre en esas realidades desgarradoras.

Po: Hna Cecilia Sierra, smc

Desde 1872, año de nuestra fundación, san Daniel Comboni nos llamó Pie Madri della Nigrizia o «Piadosas Madres de la Negritud». San Daniel Comboni entendió la nigrizia como la representación de la pobreza y el abandono extremos en el mundo, y en respuesta, nos quería presentes y cercanas con corazón de madre en esas realidades desgarradoras.

Inspiradas por el carisma de nuestro fundador, abrazamos nuestra vocación como madres compasivas, llevando consuelo y esperanza a quienes más lo necesitan en las nigrizias contemporáneas: las partes más pobres y abandonadas de nuestro mundo. De ahí que por opción y por vocación estemos presentes en las periferias, fronteras y lugares, donde en tantos casos, somos la única presencia de Iglesia.

Comboni nos propuso a las mujeres del Evangelio como el modelo clave de seguimiento a Jesús. Como María y las mujeres que seguían a Jesús y permanecieron junto a Él en su ministerio, sufrimiento y muerte en cruz, las Misioneras Combonianas estamos presentes en las situaciones difíciles ofreciendo consuelo y esperanza.

Como madres, compartimos el dolor y el exilio del pueblo sudanés. Debido a la guerra, en mayo de 2023, todas las combonianas tuvieron que abandonar el país después de más de 150 años de presencia. Como miles de sudaneses, nuestras hermanas dejaron atrás colegios, dispensarios, clínicas, casas, parroquias, sin perspectivas de retorno a corto plazo. En una carta a la Madre General, el papa Francisco elogió su valentía, «le agradezco por el testimonio valiente de amor que sus hermanas han manifestado hacia sus hermanos en contextos bastante difíciles y arriesgados para su integridad física».

Así como las mujeres estuvieron al pie de la cruz y muy de mañana se encaminaron al sepulcro, nos hacemos compañeras de camino, pan partido en las alegrías y tristezas de pueblos y comunidades donde la esperanza y la fe languidecen. La comboniana, Rachele Fassera, por ejemplo, persiguió valientemente a los secuestradores del Lord’s Resistance Army (LRA). Eran 139 las chicas secuestradas del Colegio St. Mary’s de Aboke, Uganda, dirigido por nuestras misioneras. Nuestra hermana los siguió por los montes y, desesperadamente, tocó todas las puertas diplomáticas en África, Estados Unidos y Europa.  Su persistencia logró la liberación de la mayoría de las estudiantes. Su compromiso y amor, así como sus reuniones con autoridades políticas y religiosas dieron fuerza a la lucha contra el uso de niños en conflictos armados.

Como María Magdalena, Salomé y las mujeres que acompañaron a Jesús durante su ministerio, las Combonianas acompañamos a personas y pueblos en su viaje de fe, siendo testigos de la esperanza y la transformación que trae el Evangelio. En mis 34 años de vida misionera, he conocido hermanas con corazón de madre, como Odette, egipcia en Sudán del Sur, quien sabiamente guiaba la comunidad y era consejera del obispo en tiempos de guerra, además de valerosa y emprendedora.

En la celebración del Día de la mujer de marzo pasado, el presidente de Egipto honró a la comboniana Samiha Ragheb, directora de la Escuela de San José, en Zamalek, por sus más de 50 años de servicio educativo en Egipto, y por recibir varios premios, certificados de aprecio y honores de foros locales e internacionales. La Escuela de San José fue establecida por las combonianas en 1888. Debido a la revolución mahdista, combonianos y combonianas tuvieron que abandonar Sudán y se refugiaron en Zamalek, en El Cairo. La hermana Samiha ha contribuido a la educación de cientos de niñas durante sus 50 años de generoso y cualificado servicio.

Hay otras madres en los evangelios que también ofrecen lecciones valiosas. Por ejemplo, la madre del joven endemoniado, que buscó desesperadamente la ayuda de Jesús para liberar a su hijo. Francisca Sánchez, misionera comboniana en República Democrática del Congo, destaca en su labor maternal por rescatar a niños rechazados, señalados como «brujos». El centro Saint Laurent recibe a niños de la calle, muchos acusados injustamente, ofreciéndoles educación y apoyo emocional. A través del teatro y la música, les brinda medios de expresión y fortaleza.

Otra madre es la viuda de Naim, cuyo hijo fue resucitado por Jesús. De manera similar, las combonianas aportamos esperanza y vida a comunidades que han sido golpeadas por la pobreza, la enfermedad y la violencia. En el hospital italiano de El Cairo, la comboniana Pina De Angelis brinda ayuda a las familias afectadas por la violencia en Gaza. En sus 38 años de servicio, se esfuerza por dar apoyo a quienes lo necesitan. El hospital, fundado en 1903 y único en África (con una iglesia y una mezquita) continúa recibiendo a niños palestinos heridos.

Inspiradas por el carisma de nuestro fundador, abrazamos nuestra vocación como madres compasivas, llevando consuelo y esperanza a quienes más lo necesitan en las nigrizias contemporáneas: las partes más pobres y abandonadas de nuestro mundo. De ahí que por opción y por vocación estemos presentes en las periferias, fronteras y lugares donde, en tantos casos, somos la única presencia de Iglesia.

La solicitud de María en las bodas de Caná, donde pide a su hijo un milagro para resolver una necesidad práctica, refleja la actitud de las misioneras de buscar soluciones concretas a los problemas que enfrentan las comunidades. Esto lo evidencia la gran trayectoria de otra comboniana: Adela González, enfermera española de gran corazón y muy versátil. Ha estado en México, Ecuador, Sudán del Sur y Kenia. Una vida de entrega en diversos dispensarios en la misión y, últimamente, en un hospital en Lomin, frontera con Uganda, donde, desde la post guerra, atiende con corazón de madre a quienes lo han perdido todo.

Además, la figura de la madre de los hijos de Zebedeo, quien buscó un lugar prominente para sus hijos en el Reino de Dios, nos inspira a abogar por la igualdad y la superación profesional a través de la educación. El 28 de febrero de 2023, el Ministerio de Educación de Etiopía premió a los mejores estudiantes y escuelas secundarias del país. Unos 273 alumnos fueron reconocidos por su desempeño sobresaliente, cinco de ellos, de la Escuela Secundaria Superior Comboni. Su directora, la hermana Lucia Disconsi, recibió el premio en nombre de la comunidad. Este logro refleja nuestro deber de mejorar la educación en Etiopía y en otros países.

La historia de la Siro-fenicia, una madre que imploró a Jesús curara a su hija enferma, encuentra eco en el compromiso de las combonianas de interceder por quienes sufren. Son muchas nuestras hermanas ancianas y enfermas, quienes después de años en África, Asia y América regresan a Italia y continúan su misión perseverante en su búsqueda de justicia y sanación para los marginados y oprimidos a través de la oración.

El lema de Comboni «Salvar África con África» se encarna en las combonianas africanas que se hacen hermanas y madres de jóvenes nativas. Benjamine Kimala, de Chad, tras 21 años de misión fuera de su país, hoy acompaña a 20 chicas en su educación universitaria en medio de las dificultades. Su trabajo también aborda la prevención de la trata de personas, una problemática relevante del país. Además, se dedica a la orientación vocacional, la animación misionera y al desarrollo de la juventud local.

Como lo expresan nuestras Actas Capitulares, las combonianas nutrimos el «sentido del misterio», contemplando a Cristo y su Palabra con amor, «deteniéndonos en sus páginas y leyéndolas con el corazón». Esto se hace realidad en nuestros centros de espiritualidad en Limone Sul Garda, en el Monte de los Olivos, en Uganda, en Ciudad de México y otros sitios. El abandono a Dios también se forja a través de la formación de nuevas misioneras, como el caso de Maite Rivera, Rosita y otras religiosas en casas de formación en Italia, Texas, Zambia, Uganda y Eritrea. La comboniana mexicana Ylenia Ramos se dedica en Zambia a formar futuras misioneras. Su experiencia previa incluye labor en Uganda, donde se desempeñó como educadora de jóvenes y en la prevención del tráfico de niños.

En el último Capítulo General reafirmamos nuestra misión de «ser alimento para quienes tienen hambre de pan, de justicia y paz, y compartir las esperanzas y el sacrificio de tantos pueblos al ofrecer la Palabra de vida que puede hacer nuevas todas las cosas». Desde esta perspectiva maternal y compasiva, en diversos espacios –educación, cuidado de la salud, apoyo a refugiados y promoción de la justicia social–, nos comprometemos a continuar el legado de san Daniel Comboni.

Nuestro sentido maternal encuentra su raíz en el ejemplo de las mujeres del Evangelio, que acompañaron a Jesús con amor y dedicación hasta la cruz y al sepulcro, y fueron testigos de la resurrección. Así como las mujeres del Evangelio, queremos ser madres compasivas en medio de las nigrizias contemporáneas, llevando consuelo, esperanza y amor a quienes más lo necesitan en nuestro mundo. Y con ellos esperamos y celebramos la resurrección.

México: Reunión de los superiores de circunscripción de América y Asia

En la casa provincial de los Combonianos en México, como siempre, nos sentimos bien recibidos, para un encuentro de los superiores provinciales de las circunscripciones de América y Asia, los días 7 al 9 de mayo de 2024. Nos acompañó el P. David Domingues, responsable del continente delante del Consejo General (en la foto, de izquierda a derecha: P. Ottorino Poletto (Ecuador); P. David Aguilar (Asia); P. Juan Diego Calderón (Centroamérica); P. Nelson Mitchell (Perú); P. Raimundo Rocha (Brasil); P. David Costa (Vicario General); P. Jorge Benavides (Colombia); P. Rafael Güitrón (México) y P. Ruffino Ezama (Estados Unidos).

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Iniciamos nuestros días de reunión con un tema de formación permanente, guiado por el P. Rafael González, sobre el servicio de la autoridad en este tiempo marcado por palabras como sinodalidad, misión, escucha, atención al otro, iglesia, comunidad… Compartimos junto con ello, nuestras esperanzas, las que inspiran nuestras luchas.

Dos temas nos acompañaron más de cerca sobre la realidad del continente y del Instituto: misión y formación. Apoyados por los más recientes encuentros: la asamblea continental de la formación en Lima, Perú, y la General de Animación Misionera en Roma. Tales encuentros nos invitaron a la reflexión y colocar nuestra esperanza en el mejorar nuestro servicio en esas áreas. Un bello sueño venido del Capítulo y que nos sigue guiando. Reconocemos que, como provinciales, tenemos un trabajo que realizar, y darle a ello el entusiasmo debido. El P. Ismael Piñón, director de la Esquila Misional, nos dirigió algunas palabras en el primer día, también para animarnos a valorar más los recursos y valores que una revista como Esquila (y como otras que existe en las provincias) nos dan.

Acompañamos el proceso de la formación del noviciado continental, e invitamos a los Padres Maestros y a los Novicios a conocernos unos a otros y compartir las experiencias vividas. Eso siempre nos lleva a momentos de reflexión y de la riqueza de la presencia de Dios en el Instituto. Unido a ello, tuvimos la oportunidad de celebrar la Eucaristía en el noviciado todos los provinciales, pero también fuimos invitados a hacerlo individualmente en variadas ocasiones.

Nos sentimos unidos en los trabajos, en las preocupaciones, y en las esperanzas que cada uno tramemos desde nuestro servicio. Y como no estamos solos y Dios nos llena de fuerza, un motivo de seguir en nuestro afán de esperanza fue también la ceremonia de Primera Profesión Religiosa de 7 jóvenes de nuestro continente: 5 mexicanos, 1 del Perú y 1 de Colombia, el sábado 11 de mayo.

Experimentar la gracia de Dios en ellos, que han hecho un camino formativo para responder su sí a Dios, es para nosotros el mejor modo de terminar estos días de encuentro. Y con ello no solo agradecemos, sino que pedimos que sean más los que puedan pronunciar su sí como respuesta generosa al llamado.

Profesiones religiosas en Xochimilco, México

El sábado 11 de mayo, en una solemne ceremonia celebrada en el noviciado comboniano de Xochimilco (México), emitieron sus primeros votos siete novicios, de los cuales cinco son mexicanos, uno de Colombia y uno de Perú. Estuvieron acompañados por sus familiares y numerosos grupos de amigos venidos de todo México y del extranjero. (Arriba, en la foto, de izquierda a derecha: César Daniel, Luis Omar, Carlos Yonatan, Raúl Alfredo, Marco Antonio, Raúl Alexander y Jairo Manuel)

Después de dos años de formación y de tiempos fuertes de desierto y de experiencias comunitarias y de misión, siete novicios combonianos dieron su sí al Señor y consagraron sus vidas a la misión a través de los votos de pobreza, castidad y obediencia en el Instituto de los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús. Se trata de Raúl Alexander Prieto Gómez (de Colombia), Luis Omar Tasson Rodríguez (de Perú), Raúl Alfredo Cervantes Rendón, Jairo Manuel Navarrete García, Carlos Yonatan Patiño Cruz, César Daniel Pérez de León y Marco Antonio Calderón Granados (estos cinco últimos mexicanos).

De izquierda a derecha: Luis Omar Tasson Rodríguez (Perú); Carlos Yonatan Patiño Cruz (México); César Daniel Pérez de León (México); Jairo Manuel Navarrete García (México); Raúl Alexander Prieto Gómez (Colombia); Marco Antonio Calderón Granados (México); y Raúl Alfredo Cervantes Rendón (México).

La misa estuvo presidida por el P. David Costa Domingues, Vicario General, y concelebrada por numerosos combonianos, entre los que estaban los superiores provinciales y de delegación del continente americano, venidos para la ocasión, y que aprovecharon los días precedentes para tener un encuentro a nivel continental. También asistieron varios miembros de la Familia Comboniana: Misioneras Combonianas y Laicos Misioneros Combonianos. El P. Jorge Benavides, Superior de la Delegación de Colombia, fue el encargado de pronunciar la homilía, en la que recordó que es Dios quien nos ha escogido, tal y como se leyó en la primera lectura, tomada del libro de Jeremías. Haciendo referencia al evangelio, cuyo texto fue el de las bienaventuranzas, el P. Jorge invitó a los profesos a ser portadores de esperanza y de misericordia, estando siempre disponibles para servir a los más pobres. Recordó también la importancia de la vida de oración, sin la cual no hay misión y concluyó diciendo que el misionero debe ser siempre una persona alegre.

Los siete neoprofesos con el P. David Costa Domingues, Vicario General de los Misioneros Combonianos.

La alegría de la celebración estuvo marcada también por un sentimiento -mezcla de dolor y de esperanza en el Resucitado- al recordar al P. José Luis Valle y a la Hna. Bertha Peralta, dos misioneros combonianos fallecidos en estos días (el P. José Luis en México y la Hna. Bertha en Chad). El funeral del P. José Luis coincidió casualmente el mismo día y a la misma hora que la ceremonia de los votos. Unos se van, pero otros toman el relevo, Así son los caminos de Dios.

Durante la misa los nuevos profesos recibieron los tres símbolos que marcarán su nueva vida como religiosos combonianos:
– La Regla de Vida, como receta de santidad en la entrega total en la vivencia de lo que han profesado, siendo custodios del carisma de San Daniel Comboni.
– El Crucifijo, como signo de su consagración. Reciben la Cruz como su fiel y amada esposa, atendiendo a la invitación de nuestro fundador a mantener fija la mirada en el corazón traspasado de Jesucristo Buen Pastor.
– El Código Deontológico, como signo de fidelidad en vivir sus tres votos evangélicos, conscientes de la responsabilidad que desde el día de su profesión libremente han aceptado.

Un momento de la fiesta después de la celebración.

Una vez terminada la ceremonia, llegó el momento de compartir una sencilla comida en un ambiente festivo en el que no faltaron ni la música ni el baile, bien característicos de toda fiesta mexicana.

Los nuevos profesos continuarán su formación en los siguientes destinos: César Daniel en Nairobi (Kenia); Carlos Yonatan en Chicago (USA); Marco Antonio en Casavatore (Italia); Jairo Manuel y Raúl Alexander en Kinshasa (Nairobi); Luis Omar en Lima (Perú) y Raúl Alfredo, Hermano Comboniano, irá al Centro de Animación Misionera de Ciudad de México (CAM), sede de las revistas Esquila Misional y Aguiluchos, para completar sus estudios de periodismo.

El Hno. Dario Laurencig, premio al “Optimismo comprometido”

La redacción de la revista española “Anoche Tuve un Sueño” organiza una vez al año un acto de reconocimiento a personas u organizaciones que promueven una sociedad global más humana. Entre los diversos galardones se encuentra el concedido a los Optimistas comprometidos, que este año ha recaído en el Hermano Darío Laurencig, misionero comboniano italiano de Cividale del Friuli (Udine), que lleva 44 años trabajando en Kenia.

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El Hermano Laurencig, de 73 años y especializado en mecánica del automóvil, es “especial” en mil cosas más, entre las que destaca su capacidad radiestésica, que le permite detectar elementos naturales bajo tierra, en particular el agua.

Esta habilidad le ha hecho muy conocido no sólo en el norte de Kenia, en gran parte desértico y sin cursos de agua, sino también en otras partes del país, e incluso más allá de las fronteras de Kenia. A menudo le llaman para “buscar agua” en Sudán del Sur, Uganda y Tanzania. Y si la hay, sin duda la encuentra, y de la forma más sencilla posible: con un palo de madera, normalmente en forma de “Y”, que es un amplificador de los movimientos de su cuerpo a la radiación emitida por lo que busca. Si hay agua bajo sus pies, el palo empieza a girar entre sus dos manos, y puede saber a cuántos metros de profundidad está el preciado líquido y también cuánta hay. Puede percibir la presencia de agua incluso a 120 o 150 metros de profundidad.

Pero el Hermano Darío no se limita a buscar y encontrar agua, como un imbatible adivino; también la hace brotar a la superficie. Entre las muchas cosas que hace, de hecho, está perforar pozos en lugares áridos y desiertos. Ha cavado muchos, sobre todo en escuelas y misiones del norte de Kenia, entre poblaciones nómadas o seminómadas: Pokot, Turkana, Borana, Rendille… Obispos, misioneros, organizaciones no gubernamentales, gobernadores locales e incluso embajadas europeas han recurrido a él para abastecer de agua a las poblaciones nómadas de África Oriental. Ha creado a su alrededor un equipo de excelentes trabajadores, siempre en movimiento: todo el mundo le busca, porque -¡sucede! – un pozo excavado por él, rematado con una bonita bomba manual, cuesta mucho menos que uno equivalente excavado por otras empresas.

El jurado (Optimistas comprometidos) de Anoche Tuve un Sueño reconoció en el Hermano Darío no sólo su gran sentido de la solidaridad con los necesitados, sino también su asombrosa capacidad para afrontar las cosas con optimismo alegre y batallador.

En la foto, junto al Hermano Laurencig, el Padre Obwaya Justus Oseko, un keniano comboniano de Gucha, actuando como intérprete del inglés al español, la noche de la entrega del premio, el pasado martes 7 de mayo. El padre Obwaya estudia periodismo en Madrid, mientras trabaja para la revista comboniana Mundo Negro.

La revista Anoche Tuve un Sueño escribe de sí misma: “Anoche Tuve un Sueño nació para ser un espacio de esperanza donde el heroísmo de la razón y el optimismo de la voluntad se unan para organizar una sociedad civil global que exija la igualdad de derechos para todos, pero que no olvide sus deberes. Por eso ésta es una revista para gente con sueños que vive despierta”.