P. Elio Benedetti

Fecha de nacimiento: 27/11/1928
Lugar de nacimiento: Segonzano/Italia
Votos temporales: 09/09/1949
Votos perpetuos: 09/09/1955

Fecha de ordenación: 26/05/1956
Llegada a México: 1965
Fecha de fallecimiento: 21/06/2025
Lugar de fallecimiento: Castel d’Azzano/Italia

Elio nació en Teaio, una aldea de Segonzano (Trento), el 27 de noviembre de 1928, en una tierra que durante el siglo XX brindó a la Iglesia numerosas vocaciones misioneras, incluyendo a los misioneros combonianos. Criado en una numerosa familia patriarcal, encontró en sus padres figuras cruciales: su padre, Davide, era un hombre amable y abierto, mientras que su madre, Emma, poseía una presencia fuerte y discreta. Elio, el mayor de cinco hijos, mostró desde muy joven una sensibilidad religiosa y un irresistible talento para la música. 

Desde muy pequeño, se vio inmerso en el ambiente misionero gracias a los misioneros combonianos que pasaban los veranos en una casa alquilada por la familia Benedetti, junto al santuario de la Virgen del Auxilio. Elio estaba literalmente rodeado de misioneros durante varios meses del año. Era como si su numerosa familia, en cierto momento, se hubiera expandido hasta convertirse en una verdadera comunidad comboniana. Ya mayor, diría: «Basta con cerrar los ojos para verme, todavía niño, llevado a hombros por aquellos misioneros, agarrado a sus generosas barbas como si fueran riendas. Quizás por eso no puedo precisar la fecha de mi deseo de ser sacerdote: mi vocación nació en el vientre materno y rápidamente se convirtió en una llamada a la misión». 

A los ocho años, Elio ya atendía la capilla de Teaio y dirigía el rosario. Mientras tanto, su pasión por el órgano y el canto litúrgico crecía. En 1939, ingresó en la Escuela Apostólica Comboniana de Muralta (Trento) y tuvo dificultades para adaptarse a sus estudios, con algunos fracasos académicos y períodos de regreso con su familia, pero con una certeza inquebrantable: «De una forma u otra, me convertiré en sacerdote comboniano». 

Durante la guerra (1938-45), el seminario se trasladó a Fai della Paganella, donde Elio y los demás «apostolini» vivieron juntos. Los soldados alemanes lo acompañaron y sufrieron el frío y las penurias. Su hermano Fausto también estuvo con él, un apoyo invaluable durante esos años difíciles. Hacia el final del conflicto, mientras Trento sufría intensos bombardeos, Elio también experimentó los riesgos de la guerra, encontrándose atrapado en el fuego cruzado entre partisanos y soldados alemanes en retirada. 

Educación

Después de la guerra, Elio regresó con sus compañeros a Muralta, entre los escombros del seminario bombardeado. Fueron años difíciles, pero los afrontó con curiosidad y espíritu aventurero. Una enfermedad lo obligó a regresar con su familia por un corto tiempo, antes de reanudar sus estudios en el Seminario Menor de Brescia, donde cursó cuarto y quinto año de bachillerato. Allí descubrió nuevos talentos creativos, desde la electricidad hasta la organización de festivales parroquiales. Su talento musical y técnico se convirtió cada vez más en una herramienta para el servicio a la comunidad. 

Su noviciado en Florencia, iniciado en agosto de 1947, le dejó una profunda huella: trabajo duro, oración, estudio y, sobre todo, música, cultivada con pasión y animada por sus maestros. Se dedicó al canto gregoriano con tal dedicación que obtuvo honores en sus estudios. 

El 9 de septiembre de 1949, emitió sus primeros votos religiosos y se trasladó al escolasticado filosófico de Rebbio (Como) para cursar segundo y tercer año de bachillerato. En 1951, fue a Brescia para sus primeros cursos de teología —siempre entrelazando teología y música— y finalmente a Muralta (Trento), como prefecto de jóvenes seminaristas, mientras continuaba sus cursos de teología en el Seminario Mayor diocesano. Al mismo tiempo, completó sus estudios de música en el Conservatorio de Bolzano, graduándose en piano con las mejores calificaciones, a pesar de la resistencia de sus superiores. Convencido de que la escucha personal era más fructífera que los sermones, se ganó el respeto de los estudiantes, que vieron en él un guía cercano y comprensivo. Para su último año de teología, se trasladó a Venegono Superiore, donde emitió su profesión religiosa perpetua el 9 de septiembre de 1955. 

El 26 de mayo de 1956, fue ordenado sacerdote por el cardenal Giovanni Battista Montini, futuro Pablo VI. Poco después, fue nombrado vicerrector del seminario de Trento, donde transformó la música en una auténtica pedagogía: creó coros, compuso motetes y operetas que expresaban las emociones de los jóvenes y participó en importantes eventos con sus seminaristas, llegando incluso a cantar en la Basílica de San Pedro durante un encuentro nacional. 

En 1962, se trasladó a Rebbio, donde dirigió una comunidad de 120 jóvenes. Allí también, la música se convirtió en una herramienta educativa y consoladora: con empatía y sensibilidad, logró sanar la nostalgia y la fragilidad de los más pequeños. Mientras tanto, profundizó sus estudios de composición con el reconocido profesor de música Luigi Picchi y vivió de cerca los debates del Concilio Vaticano II sobre la música litúrgica, aportando él mismo nuevas composiciones. También se licenció en psicología educativa en la Universidad Católica, lo que reforzó aún más su labor docente. 

En México

En julio de 1965, el Padre Elio partió hacia México. Arribó a Nueva York en el barco “Raffaello” y, cruzando Estados Unidos, llegó a la Ciudad de México. Inmediatamente fue asignado al seminario de San Francisco del Rincón, donde encontró jóvenes seminaristas similares a los italianos en edad y formación moral, pero inmersos en una cultura profundamente influenciada por la historia religiosa de México. El recuerdo de la “Guerra Cristera” de la década de 1920, durante la cual quizás 100,000 cristianos y sacerdotes fueron perseguidos y martirizados, aún estaba vivo. México, en la década de 1960, era un país rebosante de vocaciones sacerdotales: numerosos jóvenes elegían el sacerdocio, y el ambiente estaba impregnado de entusiasmo y esperanza en el futuro. 

El Padre Elio se dedicó a la enseñanza musical. Formó un coro de seminaristas que rápidamente se hizo conocido más allá de la ciudad, tanto que los periódicos lo apodaron “el mago de la música”. Sus conciertos incluso llegaron al prestigioso Teatro de Bellas Artes de la Ciudad de México. Aunque profundamente involucrado en su actividad musical, el Padre Elio se encargaba de todas las tareas asociadas con la vida del seminario: la administración financiera de las instalaciones, el cuidado de los jardines y los animales, y la recaudación de fondos para apoyar a la numerosa comunidad. Estos compromisos, sumados a una agenda de trabajo apretada, comenzaron a afectar su bienestar físico y psicológico, llevándolo a fumar y a perder peso visiblemente. 

Baja California Sur – La Paz –

En julio de 1970, el Padre Elio fue trasladado a La Paz, Baja California Sur, donde asumió la rectoría del seminario diocesano a petición de Mons. Giovanni Giordani, sacerdote comboniano y primer prefecto apostólico de la entonces región de Baja California. A pesar del cansancio acumulado durante los años anteriores, abrazó el nuevo cargo con entusiasmo. El clima desértico, la proximidad al Océano Pacífico y la comunidad, más pequeña y manejable, le permitieron abordar su trabajo con mayor serenidad. Se dedicó a los jóvenes seminaristas, nutriendo su formación espiritual y humana mediante conferencias, oraciones diarias, deportes y música. Al mismo tiempo, desarrolla su ministerio en las parroquias locales, reuniéndose con las familias y participando activamente en la vida de las comunidades cristianas. 

Retorno a Italia – la FATMO –

A finales de 1975, el Padre Elio tuvo que regresar a Italia debido a un agotamiento físico y nervioso (ahora conocido como burnout). Aunque su salud se vio comprometida, su espíritu se mantuvo intacto. Tras un período de recuperación en Pordenone, se dedicó a la labor misionera, organizando reuniones y conferencias sobre las actividades misioneras combonianas. 

En 1976, se trasladó a Verona, a la comunidad del Centro Multimedia Comboniano, donde fundó Ventana Abierta al Tercer Mundo (FATMO). Este proyecto pionero de comunicación misionera, a través de emisoras de radio locales gratuitas, le permitió difundir noticias, cultura y música de países en desarrollo, destacando aspectos positivos que a menudo pasan desapercibidos para los medios tradicionales. Construyó personalmente un estudio de grabación profesional, supervisando cada detalle técnico y de contenido. FATMO llegó a producir más de dos mil programas de radio, emitidos por trescientas emisoras de toda Italia. 

Trento, Arco, Brescia, Verona y Castel d’Azzano

En julio de 1987, el Padre Elio fue asignado a la rectoría de Trento. Permaneció allí dos años. En julio de 1989, llegó a la casa de Arco di Trento, donde vivió apaciblemente, dedicándose a la escritura y la poesía. Allí recopiló recuerdos, anécdotas y reflexiones en un volumen titulado Sinfonia di Poemi (‘Sinfonía de Poemas’), obra que da testimonio de su intensa vida y sus experiencias misioneras. En enero de 1999, se trasladó a Brescia, donde continuó relatando, recordando y compartiendo sus experiencias con sus compañeros. Su vena creativa y su curiosidad intelectual nunca decayeron, a pesar de su avanzada edad. 

En mayo de 2003, regresó a Verona, a la comunidad de enfermos del Centro “Fratel Viviani”. Allí vivió apaciblemente, cultivando relaciones afectuosas con su familia y compañeros, y dedicándose a la música y al piano, que se convirtieron en su forma de oración diaria y consuelo espiritual. Su energía creativa y su dulzura lo convirtieron en un referente buscado por todos. En junio de 2015, el Padre Elio fue trasladado al Centro “Fr. Alfredo Fiorini” en Castel d’Azzano, donde afrontó con serenidad los desafíos de su edad y salud. Continuó presente y activo en la comunidad, manteniendo el buen humor y la generosidad que siempre lo distinguieron. Falleció con serenidad y dignidad el 21 de junio de 2025, dejando un legado espiritual, cultural y misionero que seguirá inspirando a su familia, a sus hermanos y a todos los que tuvieron la fortuna de conocerlo. 

En la tarde del 24 de junio, en un radiante atardecer de verano, su cuerpo regresó a la tierra y su alma a los brazos de Dios Padre. Actualmente está enterrado en el cementerio que alberga los restos de otros misioneros combonianos, originarios de esta región del Trentino, tan rica en vocaciones misioneras. 

(Padre Donato Benedetti, mccj)