Llamados a ir y anunciar
En octubre estamos invitados a rezar y contribuir de manera concreta con la labor misionera en el mundo y, para nosotros combonianos, es también un mes en el que celebramos el día de nuestro fundador: san Daniel Comboni.
Por: P. Wédipo Paixão, mccj
Nos sentimos agradecidos con Dios por los dones concedidos a su pueblo. Entre esos regalos de su parte, tenemos a los combonianos que este año celebraron su 25 aniversario presbiteral y las ordenaciones de nuevos sacerdotes misioneros originarios de nuestro continente.
Tal es el caso del joven Alex Nunes, de Brasil, ordenado presbítero el pasado 9 de agosto. Fue un momento de gran alegría para todo el continente, en especial, su pueblo natal, que ha dado a nuestra Iglesia más de 30 vocaciones de sacerdotes, religiosos y un cardenal. Alex, es el primer misionero de su localidad, y su próximo destino será Sudán, donde vivirá sus primeros años de ministerio.
Aunque se dice que hay una crisis vocacional para optar por la vida religiosa, es posible distinguir que diversas congregaciones aún cuentan con jóvenes que quieren seguir a Jesús mediante la radicalidad de los consejos evangélicos. El Señor de la mies sigue llamando y enviando a sus discípulos, pues Él nunca abandona a su pueblo.
Hoy, cuando miramos la triste realidad de las guerras, el llamado más fuerte que Dios nos pide realizar es transformarnos en misioneros de la esperanza. Desde nuestro propio país, donde la violencia y la injusticia han robado la alegría y paz de nuestros pueblos, Jesús nos invita a descubrir los caminos de conversión.
San Pablo decía: «Anunciamos a Cristo el Crucificado, muerto y resucitado» (cf 1Cor 1,23); Él es la fuerza de Dios, en la cual depositamos nuestra esperanza y Él nunca nos defrauda. Cristo, el Resucitado, nos invita a realizar su proyecto de vida plena en todos nosotros, y a salir y predicarlo en los rincones más remotos del mundo.
No estamos ante una crisis vocacional, sino ante una dificultad para dar respuesta a una elección. Tenemos muy buenos jóvenes en nuestras familias y parroquias, que realizan cosas maravillosas, que son sensibles a la realidad de los más pobres y que están atentos a los servicios litúrgicos; todo eso es bueno, pero debemos transcender.

La dificultad para decir «sí» a la opción de la vida consagrada se presenta ante el miedo de dejar todo; nos cuesta trabajo abrazar ese proyecto de vida que nos compromete más, como es la vida misionera. Recordemos la respuesta de los primeros discípulos de Jesús cuando les dijo: «Vengan y síganme». Y ellos, «dejando las redes, fueron con Él», nos reseña el evangelista Mateo.
Por ello, en los evangelios siempre escuchamos que el Maestro está en «constante movimiento» con sus discípulos. Él no se queda en los lugares donde la gente lo quiere, y se aleja de los lugares donde lo rechazan, porque el anuncio del Reino debe seguir siempre adelante hasta llegar a todas las realidades.
En otras épocas, se podría argumentar que se limitaba la decisión vocacional y no optábamos por la vida religiosa: «por la distancia, la falta de comunicación, la falta de recursos, etcétera», pero con todas las facilidades que hoy tenemos, ¿cuáles son las resistencias que encontramos a la hora de elegir la vocación a la vida religiosa y misionera?

¿Qué tipo de hombres queremos ser?
«¿Cómo encontrar la valentía para escoger al Maestro?» Esa fue una de las preguntas que los jóvenes formularon al papa León XIV, quien aseguró que «la decisión es un acto humano fundamental.
Observándolo con atención, entendemos que no se trata sólo de elegir algo, sino de optar por alguien. Cuando elegimos, en sentido profundo, decidimos qué deseamos llegar a ser. En efecto, la opción por excelencia, es la decisión sobre nuestra vida: ¿qué tipo de hombre quieres ser?, ¿qué clase de mujer quieres ser?».
El Papa continúa: «Queridos jóvenes, se aprende a elegir a través de las pruebas de la vida, y en primer lugar, recordando que nosotros hemos sido elegidos. Este recuerdo debe explorarse y educarse. Hemos recibido la vida “gratis”, sin elegirla. No somos fruto de nuestra decisión, sino de un amor que nos ha querido. En el curso de la existencia, se demuestra verdaderamente amigo quien nos ayuda a reconocer y renovar esta gracia en las decisiones que estamos llamados a tomar.
Queridos jóvenes, es cierto lo que han dicho: “optar equivale también a renunciar a algo y esto a veces nos bloquea”. Para ser libres, es necesario partir de un fundamento estable, de la roca que sostiene nuestros pasos. […] La valentía de elegir surge del amor que Dios nos manifiesta en Cristo. Él es quien nos ha amado con todo su ser salvando el mundo y mostrándonos así, que el camino para realizarnos como personas es dar la vida. Por eso, el encuentro con Jesús corresponde a las esperanzas más profundas de nuestro corazón, porque Jesús es el amor de Dios hecho hombre».

Finalmente, quisiera recordar una vez más el tema de este año jubilar: Peregrinos y misioneros de la esperanza. Peregrinar es un verbo que indica moverse hacia una dirección y el término «misionero» es un nombre que recibe aquel que trae un mensaje o encargo. En resumen: somos portadores de una Buena Noticia de esperanza, y que debemos vivir y anunciar en nuestro día a día en los ambientes en los que nos movemos.