Quinta edición del Curso Comboniano para Ancianos en Roma
«La vida es ahora…»: el lema del Curso Comboni para Ancianos (CCA) expresa bien el sentido de la iniciativa, que quiere ayudar a los participantes a no mirar con nostalgia al pasado, sino a valorar el tiempo presente como kairos, como oportunidad de gracia y de crecimiento humano y espiritual.
Llegado a su quinta edición y pensado para los hermanos que han cumplido 70 años o más, el curso cuenta con la participación de 12 misioneros procedentes de varios países: España, Portugal, Sudáfrica, Alemania, Perú e Italia. Algunos de nosotros ya nos conocemos; para otros, el curso es una oportunidad para encontrarnos, conocernos mejor y fortalecer los lazos de fraternidad. Comenzó el 7 de octubre y finalizará el 7 de diciembre.

Las motivaciones que han llevado a cada uno a participar son diferentes, pero, como se ha puesto de manifiesto desde el primer día de convivencia, se pueden resumir en el deseo de vivir un tiempo de descanso, también físico, de desconectar un poco de la rutina diaria y de dedicar más espacio a la oración, la reflexión y el estudio.
El objetivo del curso, tal y como se explica en el folleto elaborado por los dos coordinadores, el padre Alberto Silva y el padre Sylvester Hategk’Imana, es ayudar a cada uno a vivir con serenidad y fecundidad la etapa de la vejez; a crecer en la relación con el Señor; madurar una libertad interior que nos haga menos dependientes del papel, el poder y el activismo; y profundizar la relación personal con San Daniel Comboni, nuestro fundador.

Entre los medios propuestos para alcanzar estos objetivos se encuentran la oración personal, a la que dedicar más tiempo; la liturgia comunitaria, que hay que vivir con mayor calma y participación; la presentación de algunos temas relacionados con la dimensión física, psicológica, espiritual y misionera de la vejez; los ejercicios espirituales de seis días; y una peregrinación a Limone sul Garda y Verona.
En la relación introductoria, el padre Giulio Albanese nos ayudó a situar esta experiencia en el contexto más amplio de la formación permanente, ofreciendo una lectura lúcida de la compleja realidad mundial desde el punto de vista político y económico-financiero. También se refirió a la situación eclesial de Roma, con sus numerosos retos, recordando que solo el 6-7 % de los católicos de la diócesis son practicantes.

Los tres primeros días de la segunda semana fueron guiados por el padre David Glenday, quien nos invitó a redescubrir el don de nuestro fundador, san Daniel Comboni. Con sencillez y profundidad, nos planteó algunas preguntas fundamentales para ayudarnos a vivir un encuentro más personal con él. Cada día, las reflexiones del padre Glenday fueron seguidas de momentos de intercambio en los que cada uno contó cómo el ejemplo y el mensaje de Comboni han marcado y siguen inspirando su camino misionero.
En las próximas semanas, y en particular durante los días de retiro espiritual, tendremos la oportunidad de volver sobre este tema, para crecer en nuestra relación con san Daniel Comboni.

Padre Efrem Tresoldi, mccj
