Fecha de nacimiento: 06/01/1929
Lugar de nacimiento: St. Martin-Enneberg/I
Votos temporales: 09/09/1955
Votos perpetuos: 09/09/1961

Llegada a México: 1984
Fecha de fallecimiento: 10/01/2021
Lugar de fallecimiento: Guadalajara/MEX

El Hno. Martin Ploner nació el 6 de enero de 1929 en San Martín Enneberg, Tirol del Sur, Italia. Hizo sus primeros votos religiosos en 1955 y sus votos perpetuos el 9 de septiembre de 1961.

El Hno. Martin sirvió a la misión en tres países diferentes: 6 años en Alemania (1955-1960 y 1983-1984), 22 en España (1960 a 1982) y 37 en México, donde llegó en 1984 y permaneció hasta el día de su muerte, el 10 de enero de 2021.

En España, el Hno. Martin era miembro de la comunidad de Palencia. Su trabajo consistía en cultivar la tierra y cuidar de los animales; tenía un cariño especial por las vacas, conocía a cada una de ellas por su nombre y se ponía muy triste cuando había que venderlas.

En México, su ministerio como hermano comboniano dio un cambio radical. Fue enviado a trabajar entre las comunidades indígenas “chinantecas” en las montañas boscosas de Oaxaca. Trabajó como constructor y carpintero, pero al mismo tiempo ejerció el ministerio pastoral. Celebraba liturgias de la Palabra, visitaba a los enfermos y atendía a los pobres. Fue un verdadero apóstol de la caridad con los más vulnerables.

Tras más de diez años de servicio a las comunidades indígenas, fue enviado al Seminario Comboniano de San Francisco del Rincón, Guanajuato. Allí se encargó del mantenimiento del edificio, pero también dedicó mucho tiempo al ministerio pastoral. Visitaba a los presos, llevaba la comunión a los enfermos y realizaba un apostolado “propio”, que sólo podía hacerse en el contexto mexicano y, en particular, en San Francisco del Rincón. Esta es una ciudad muy católica y su principal fuente de trabajo es la producción de calzado deportivo: en la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe todas las fábricas lo celebran. Se celebra la misa, se bendice la fábrica y se hace una fiesta para todos los trabajadores con comida, bebida, música y baile; lo mismo se hace en Navidad.

Este era el contexto. Y este era el apostolado del Hno. Martín: durante la semana, cada día visitaba una fábrica. Al llegar el mediodía, el trabajo se detenía y tanto los trabajadores -ya fueran 20 o 30 o más- como los dueños de la fábrica se reunían alrededor del Hno. para rezar el Ángelus. El Hno. Martin rezaba con ellos, les dirigía unas palabras y los bendecía. Era su forma de evangelizar el mundo laboral.

El Hno. Martin era un misionero humilde, sencillo, alegre, optimista, sensible y generoso. Fue un verdadero hombre de Dios: dedicó toda su vida a la oración, al servicio de su comunidad y a su ministerio pastoral. No había espacio para nada más en su corazón.

Cuando enfermó y no pudo seguir trabajando, se convirtió en un gran animador misionero para los misioneros mexicanos que trabajan fuera de México; dándonos también un gran apoyo espiritual a través de sus oraciones. Dedicó los últimos años de su vida a escribir cartas a los misioneros y a rezar por ellos. Todas sus cartas estaban escritas a mano y con una hermosa caligrafía. Nunca utilizó un ordenador. Cuando yo estaba en Sudán del Sur me escribió un par de veces y su mensaje era doble: por un lado, hablaba de cómo vivía su enfermedad, y por otro, expresaba su solidaridad con la gente que sufría la guerra y con los misioneros que acompañaban a la gente.

La vida misionera y la muerte del Hno. Martin se pueden resumir en una expresión: Hemos perdido un gran misionero aquí en la tierra, pero hemos ganado un santo misionero allá en el cielo. 

(Fernando Mal GatKuoth Galarza)