Isidro nació aproximadamente en el año 1080, cuando su país, España, estaba ocupado por el Califato de Córdoba, lo que lo obligó a dejar Madrid, su ciudad natal, y trasladarse por un tiempo a la ciudad de Torrelaguna, tal como pasa actualmente con millones de desplazados y migrantes.
Desempeñó la profesión de labrador toda su vida, además de dedicar mucho tiempo a la oración. Se dice que era un trabajador incansable, que sabía todo lo necesario para tener buenas cosechas y que lo hacía con amor y respeto. Por ello se le considera el patrono de los campesinos.
Se dice que uno de sus milagros en vida fue que, al rezar, los ángeles guiaban a sus bueyes para arar la tierra. Otro día, ante la falta de lluvia, golpeó con una vara unas piedras y de ahí surgió un riachuelo que brota hasta hoy y que fue convertido en una fuente.
A pesar de haber nacido en una familia muy pobre, por lo que no pudo ir a la escuela, san Isidro aprendió a agradecer a Dios por su trabajo y siempre compartió lo poco que tuvo con los que no tenían nada, incluso daba las migajas de pan a las palomas. Por todo eso, se ganó el amor de la gente de su ciudad y actualmente es el patrono de la capital de España, mientras que en México, cada 15 de mayo, el día de este santo, hay poblaciones donde los campesinos agradecen a san Isidro por los buenos frutos de las tierras encomendadas a él, y le dedican ferias y procesiones con los animales que usan en el campo, acompañados de rezos y cantos.