De la gratitud al compromiso

Celebraciones del 75 aniversario de la presencia de los combonianos en México
El sábado 14 de octubre los Misioneros Combonianos celebramos una misa de acción de gracias en la Basílica de Guadalupe por los 75 años de nuestra presencia en México. El domingo 15 nos congregamos todos en Xochimilco, sede de nuestro noviciado y de la casa provincial, para clausurar de manera festiva este hermoso acontecimiento.

Por: P. Rafael González Ponce, mccj

San Daniel Comboni visitó a nuestra Madre de Guadalupe, esa frase podría resumir lo que hemos vivido el sábado 14 de octubre en la Basílica del Tepeyac. Era la culminación de un año jubilar por los 75 años de presencia evangelizadora de los misioneros combonianos en México. Numerosos grupos se empezaron a concentrar en el atrio mariano, muchos con sus banderas y camisetas coloreadas de símbolos alusivos a la ocasión, venidos de todas nuestras comunidades esparcidas a lo largo y ancho del país.

La solemne celebración litúrgica nos hizo experimentar un gozo orante lleno de fe y esperanza. Mons. Jaime Rodríguez Salazar, primer obispo comboniano mexicano, presidió a la Eucaristía, mientras que el P. Rafael Güitrón Torres, superior provincial, nos fortaleció con su homilía: “Somos conscientes que nuestro agradecimiento no es sólo un hacer memoria del pasado sino sobre todo un compromiso para el presente y el futuro…” para concluir rezando a la Morenita: “Que no tengamos otra pasión sino anunciar el Evangelio y caminar al lado del pueblo que sufre para contagiarles Vida. Bendice, Madre, esta nueva etapa de los misioneros combonianos que hoy iniciamos en el nombre de tu Hijo Jesús

Al día siguiente, verdaderamente en un ambiente festivo, continuó la celebración en el cerrito del noviciado de Xochimilco. Alrededor de dos mil asistentes entonamos, al ritmo de mandolinas y flautas, los cantos a Comboni y el himno de los 75 años, compuesto por el P. Jesús Lobato. El señor obispo de Xochimilco, Mons. Andrés Vargas Peña, con gran amistad, tuvo a bien acompañarnos. Cabe destacar la presencia de dos miembros del Consejo General, el P. David Costa Domíngues y el Hno. Alberto Lamana Cónsola. Nuestras provincias hermanas de Centroamérica y de Estados Unidos estuvieron representadas, la primera por su provincial el P. Juan Diego Calderón Vargas y la segunda por nuestra querido P. Enrique Sánchez González.

Al final del día, recorriendo los puestos de taquitos, tamales, elotes, perros calientes, horchata y ricos postres…o entretenidos en la tómbola… todo era gratitud hacia los organizadores y los seminaristas. Un trío amenizaba con sus románticas baladas y del otro lado no se cansaban de interpretar la tradicional danza de los viejitos. Los motores de los autobuses empezaron a calentar pues a muchos les esperaba un largo viaje para regresar a sus lugares de origen, mientras los abrazos y mutuas bendiciones nos llenaban el corazón de alegría y paz. Es hermoso pertenecer a esta familia misionera que hoy vuelve a soñar grandes horizontes.


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La Misión de la Iglesia es dar testimonio

Toda conversión surge por la influencia del Espíritu Santo
que actúa a través del testimonio de quienes buscan vivir de verdad el evangelio

Por: P. Fernando Cortés Barbosa, mccj
Desde Mongoumba, República Centroafricana

La Iglesia no crece por proselitismo, sino por atracción

La misión comienza con un envío de parte de Jesús resucitado, que ha elegido, por pura bondad suya, a los que irán a proclamar su nombre por todo el mundo, anunciando con valor y alegría las maravillas que el Señor ha obrado en sus vidas, pues tal fue su mandato: “Vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes” (Mt 28,19-20). Este envío a evangelizar de parte de Jesús no es para hacer proselitismo, que tiene por único fin el de aumentar el número de adeptos, sino para que sus seguidores puedan dar testimonio de qué modo el Señor los ha transformado, y será por este testimonio que resultarán creíbles y agradables, atractivos pues, de modo que puedan suscitar que otros se acerquen al Señor, porque, como diría Benedicto XVI: “La Iglesia no crece por proselitismo, sino por atracción”.

El testimonio de los que siguen a Jesús

Testigo es aquella persona que ha tenido una experiencia íntima del Señor, que la ha llamado, la ha transformado con su amor y con su palabra, y finalmente la ha enviado. Dice la Primera carta de Juan: “Lo que hemos visto y oído, lo que hemos contemplado y nuestras manos han tocado del Verbo de vida… se lo comunicamos para que estén en comunión con nosotros” (1Jn 1,1-4). Quien de este modo ha sido tocado por el Señor no puede guardar para sí tan grande acontecimiento que ha marcado su vida con un antes y un después. En adelante el testigo no hará otra cosa que dar testimonio de esta transformación donde quiera que esté, viviendo según el espíritu de las bienaventuranzas (Mt 5,1-11), realizando las obras de bondad que señala el juicio final (Mt 25, 31-40), siguiendo el ejemplo de generosidad del buen samaritano (Lc 10, 29-37) y sin olvidarse de perdonar al prójimo las veces que sean necesarias (Mt 18,21-22), porque es consciente de haber sido liberado de su orgullo cuando fue perdonado por el Señor.

El testimonio en comunión con la Iglesia

El testigo no es alguien que actúa aislado, sino que vive unido a la comunidad de los que también fueron llamados como él. Y así, en iglesia, el testimonio de todos y de cada uno es como puede tener mayor atracción, tal cual sucedía con la primera comunidad cristiana que gozaba de la admiración de la gente (Hch 2, 42-47). Pero este testimonio de comunión entre los miembros de la primitiva iglesia no hubiera sido posible si a la base no estuviera el amor que se prodigaban unos a otros, según el nuevo mandamiento recibido por Jesús (Jn 15,12). No por nada Tertuliano, escritor apologista del siglo II, pudo recoger una expresión de boca de los paganos acerca de los primeros cristianos que se había hecho famosa: “Mirad cómo se aman” (Apologético 39, 1-18).

La gente se fija mejor en los testigos que en los maestros

Para llevar a cabo la obra de evangelización la Iglesia necesita entre sus miembros personas bien preparadas, capaces de enseñar a otros, pero de poco o nada serviría su preparación si les faltara abrirse al don del Espíritu Santo que actúa a través de quienes dan genuino testimonio del Señor, y que por esto mismo captan la atención de la gente. Aquellas palabras del Papa San Pablo VI, en su exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi, siguen conservando su actualidad: “El hombre contemporáneo escucha mejor a los testigos que a los maestros, o si escucha a los maestros lo hace porque son testigos” (EN 41).

Sucede que toda conversión, o el hecho de que otros opten por seguir a Jesús, surge no a causa de razonamientos teológicos para proponer y defender la fe, ni intentando persuadir a los demás con argumentos bien elaborados haciendo gala de nuestro amplio conocimiento, sino por la influencia del Espíritu Santo que actúa a través del testimonio de quienes buscan vivir de verdad el evangelio, muy acorde con lo que Jesús resucitado dijo a sus discípulos poco antes de su ascenso a los cielos, que cuando recibieran la fuerza del Espíritu Santo serían sus testigos hasta los confines del mundo (Hch 1,8). Y es que un testigo del Señor no pretende convencer a nadie para compartir su fe, como haría un proselitista o propagandista de la religión; la comparte sí, pero con la alegría y la generosidad de quien busca ofrecer aquello que nada mejor puede ser encontrado.

Cardenal Steiner: Amazonía, una Iglesia que se evangeliza «en la fuerza de los laicos, ministerialidad, mujeres, indígenas, misioneros y misioneras»

El 35º Congreso Internacional de la Sociedad de Teología y Ciencias de la Religión – SOTER, que se celebra en la Pontificia Universidad Católica de Minas Gerais del 11 al 14 de julio, con el tema «La Amazonía y el Futuro de la Humanidad: Pueblos Originarios, Cuidado Integral y Cuestiones Ecosociales», contó con la reflexión del cardenal Leonardo Ulrich Steiner, arzobispo de Manaos, con el tema: «Amazonía: Evangelízate a ti misma».

No ignorar el territorio y el bioma

Una reflexión que no puede ignorar el territorio y el bioma, pero también la actitud que está o debería estar presente en la Iglesia de la Amazonía: «La Iglesia está en la Amazonía, no como aquellos que tienen las maletas en la mano para irse después de haber explorado todo lo que podían. La Iglesia ha estado presente en la Amazonía desde el principio con misioneros, congregaciones religiosas, sacerdotes, laicos y obispos, y sigue estando presente allí y siendo un factor determinante en el futuro de esa región. Pienso en la acogida que la Iglesia en la Amazonía ofrece hoy a los inmigrantes haitianos después del terrible terremoto que devastó su país», recordando las palabras del Papa Francisco a los obispos brasileños durante la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro (2013).

Una oportunidad en la que el Papa reclamó el «rostro amazónico» de la Iglesia que se encuentra en la Amazonía, con sacerdotes adaptados a la realidad, valientes, con parresía. Una Iglesia misionera, que asuma la misión encomendada por Jesús, subrayó el cardenal, «una Iglesia que evangelice y una Iglesia que se deje evangelizar». Y para ello propuso unos documentos para ser «una Iglesia abierta, responsable, servidora, samaritana, a la escucha; una Iglesia atenta a toda la realidad donde se encuentra».

¿Quién tiene la misión de evangelizar?

Analizó el concepto de evangelización, destacando la importancia de la Exhortación postsinodal Evangelii Nuntiandi, de Pablo VI, que presenta la evangelización como «llevar la Buena Nueva a todas las partes de la humanidad», y se pregunta «¿quién tiene la misión de evangelizar?», respondiendo que es el Pueblo de Dios, dado que «existe un vínculo íntimo entre la Iglesia, la comunidad y la evangelización». El cardenal mostró una doble orientación en la Iglesia que es enviada a evangelizar: «evangelizar no es un acto individual y aislado, sino profundamente eclesial», y junto a ello, «si cada uno evangeliza en nombre de la Iglesia, ningún evangelizador es dueño de su acción evangelizadora». Una evangelización que, intuye, «tiene la dinámica de salir y recibir».

Según el arzobispo de Manaos, el encuentro de Santarém tiene un papel fundamental en la Iglesia de la Amazonía, como momento decisivo en el camino hacia una Iglesia que se evangeliza a sí misma. Es una oportunidad para que la Iglesia de la Amazonía haga su propio camino después del Concilio Ecuménico Vaticano II y de la Conferencia de Medellín. En 1972, los obispos de la Amazonía brasileña se reunieron para reflexionar y debatir, lo que se recogió en el «Documento de Santarém», que según el cardenal, «dio impulso y vida a la acción evangelizadora en la Amazonía», insistiendo en que «Santarém estableció una Iglesia encarnada y liberadora».

Importancia decisiva de Santarém

Se estableció un camino que «proporcionó frutos de encarnación y profecía en la evangelización entre los pueblos de la Amazonía», destacando «la audacia profética recogida en el Documento de Santarém», inspirando a la Iglesia de la Amazonía «en su modo de ser y actuar», con «Comunidades de Base donde los laicos fueron asumiendo un papel protagónico». Reflexiones que considera el germen del Sínodo para la Amazonía, y que dieron paso a sucesivos encuentros donde «nació el deseo de un encuentro entre las Iglesias de la Pan-Amazonía», proceso que desembocó en el Sínodo para la Amazonía, donde se percibe «el deseo de la Iglesia que está en la Amazonía de asumir la misión de evangelizar desde el terreno donde se encuentra».

50 años después de Santarém, la Iglesia de la Amazonía se reunió en el mismo lugar, asumiendo las directrices de Querida Amazonía, pero también una Iglesia que evangeliza a partir de la encarnación en la realidad y de la liberación de la realidad, una Iglesia que para evangelizarse «tiene la grandeza de la inculturación y de la interculturalidad», insistió el cardenal Steiner, una Iglesia que «tiene la marca de la evangelización integral y liberadora», que es servidora.

Hermenéutica de la totalidad

El arzobispo analizó Querida Amazonía a partir de la hermenéutica de la totalidad, insistiendo desde el concepto del rostro amazónico en «rasgos que puedan hacer visible la Iglesia que está en la Amazonía», buscando no imponer sino despertar a la fe, a la vida del Evangelio. Una Iglesia que tiene la encarnación de la «expresión de las culturas, religiosidades, la relación con el medio ambiente y la eliminación de las exclusiones». Desde ahí ve en la «hermenéutica de la totalidad la posibilidad de una Iglesia evangelizadora», definiendo los cuatro sueños de la exhortación postsinodal como «cuatro dimensiones de la realidad amazónica, esenciales para una Iglesia fecunda, misericordiosa, consoladora, inculturada, transformadora, liberadora, iluminadora de toda la Amazonía o Amazonía en su totalidad. Los sueños presentados ayudan a realizar la vida y el ser de la Iglesia en la Amazonía».

El cardenal Steiner propuso algunos signos para responder al tema de la conferencia: «Amazonía: Evangelízate a ti misma». El primero es una Iglesia misionera y discipular sinodal, con la actividad misionera como fundamento; una Iglesia servidora, profética y defensora de la vida; una Iglesia del cuidado de la Creación, siempre atenta al grito de la obra creada, del cuidado de la Casa Común; una Iglesia sinodal, con la participación de los bautizados, de las expresiones de Iglesia; una Iglesia de la escucha, del diálogo, de una realidad que en la Amazonía es multirreligiosa, multicultural y multiétnica; Iglesia de los mártires, expresión de fidelidad a la misión recibida y a la verdad del Evangelio vivida con radicalidad.

Estar juntos en el camino

El cardenal llamó a estar juntos en el camino, considerando a la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA), como un elemento para que la Iglesia de la región avance en esta Evangelización propia. Por eso insistió en la necesidad de elaborar «Orientaciones Pastorales con rostro amazónico, teniendo como horizontes la encarnación y la liberación, la comunión y la participación». Insistió en la necesidad de mucha escucha en el camino hacia una Iglesia con rostro amazónico, viendo la búsqueda del rito amazónico, como un elemento que «debe ayudar a hacer visible el modo de ser amazónico», llamando a ir más allá de un rito litúrgico, buscando «hacer visibles las diferentes manifestaciones culturales».

Finalmente, el Cardenal Steiner destacó que «la Iglesia que se encarna en la Amazonía se está generando en la multiformidad, en la riqueza de dones y en la diversidad cultural». Una Iglesia que se evangeliza a sí misma, «en la fuerza de los laicos, de los ministerios, de las mujeres, de los indígenas, de los misioneros y misioneras; con una hermenéutica de totalidad, con un rostro samaritano, misionero», destacando que «es el futuro de la Amazonía y de la humanidad, en la búsqueda de la proximidad con los pueblos originarios, en el cuidado integral y ecosocial».

Crédito: ADN CELAM

Sudán: ¿Sólo una pelea entre dos generales?

Traducido y publicado por: Jpic-jp.org

No seamos ingenuos. “La violencia no es un fenómeno nuevo en Sudán. El régimen militar ha hecho estragos en el país desde la independencia, a pesar de que el pueblo derrocó pacíficamente a los regímenes militares en 1964, 1985 y 2019, y de que juró no volver a permitir más dictaduras”.

Desde la colonización, las zonas periféricas del País -en el sur, el oeste y el este- se han sentido marginadas y han continuamente exigido su parte de riqueza y poder. La represión violenta de las élites del Norte y del Centro ha, cada vez, provocado millones de muertos y desplazados. Lo nuevo es que hoy la periferia está llevando estos enfrentamientos continuos a Jartum. Es la primera vez que hay guerra en la capital desde que los mahdistas conquistaron la ciudad en 1884 contra los británicos y aparte de un ataque del Movimiento Darfur por la Justicia y la Igualdad.

Los enfrentamientos entre el jefe de las FAS (Fuerzas Armadas Sudanesas), el general Abdel Fattah al-Burhan, y su colega, el comandante de las FAR (Fuerzas de Apoyo Rápido), Mohamed Hamdan Dagalo -conocido como Hemedti-, tienen como objetivo controlar la autoproclamada junta militar, el Consejo Supremo de Transición (TSC), pero hunden sus raíces en el pasado.

Incluso hoy, detrás de lo que está sucediendo en la capital, Jartum, hay quejas políticas, sociales y económicas contra las élites del norte y centro de Sudán que todavía están en una posición de poder.

Además, hay las sombras del equilibrio de poder construido por Omar al-Bashir, dictador militar durante treinta años desde 1989 hasta su destitución en 2019. Junto a las FAS, al-Bashir había puesto a las FAR como componentes del mismo ejército sudanés, destinadas a controlarse mutuamente y a proteger al régimen de las reivindicaciones populares para mayor justicia, democracia y reparto de riqueza y poder.

El proceso hacia la democracia iniciado por la revuelta civil de 2019 se vio interrumpido por un nuevo golpe de Estado militar conjunto de las dos ramas del ejército el 25 de octubre de 2021 y por la instalación del TSC, aunque Hemedti afirma haber considerado este golpe de Estado un error y haber tenido la intención de poner el poder totalmente en manos de civiles.

El 5 de diciembre de 2022, el TSC y una cincuentena de partidos políticos, asociaciones y organizaciones de la sociedad civil firmaron un acuerdo para desbloquear la transición hacia la democracia. No toda la sociedad civil sudanesa estuvo de acuerdo, al considerar que la iniciativa legitimaba el golpe de 2021 y el TSC, dominado por el general al-Burhan. No obstante, las negociaciones comenzaron con el objetivo de instalar en dos fases – el 3 y el 11 abril- un gobierno dirigido por civiles. El 15 de abril, en Jartum, comenzaron los combates. El objeto de la disputa, se dijo, era la unificación de las FAS y las FAR bajo un único comando, a la que se oponía Hemedti.

Las fuerzas en juego

Bajo el régimen de al-Bashir, las FAS fueron purgadas de oficiales profesionales y reemplazadas por militares -incluido al-Burhan- leales a la ideología islamista y a la política estatal. Cuando al-Bashir cayó en 2019, el ejército permaneció intacto.

Las FAR, por su parte, son una transformación de la infame milicia yanyauid, creada en 2003 para reprimir la rebelión en Darfur. Formada por pastores árabes pertenecientes a la familia Baggara, establecidos en el oeste de Sudán y el este de Chad, arrasaron pueblos y mataron a agricultores no árabes en Darfur para hacerse con el control de las tierras de pastoreo: entre 200.000 y 450.000 personas murieron y millones fueron desplazadas por los yanyauid. Estos grupos armados estaban financiados por Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos.

Es bien sabido que, transformadas en FAR, las milicias yanyauid combatieron en Yemen, en el 2015, junto a las fuerzas saudíes y emiratíes, ganando mucho dinero y adquiriendo experiencia militar.

Además, en Jartum se dice que Hemedti puede contar con la ayuda de mercenarios rusos y de hecho, la empresa rusa Wagner está presente en Sudán y opera con él en las regiones donde hay minas de oro. La guerra en Yemen y la implicación del grupo Wagner en la extracción de oro, en estrecha colaboración con la FAR, añaden una dimensión regional y mundial al conflicto. La Meroe Gold, la filial minera de Wagner en Sudán, ha sido sancionada por el Consejo de la Unión Europea porque sus actividades ponen en peligro la paz y la seguridad internacionales.

Desbordamientos que hay que temer

Al parecer, Rusia intentó persuadir a las Fuerzas Armadas Sudanesas para que se sentaran a la mesa de negociaciones con las Fuerzas de Apoyo Rápido, pero éstas se negaron, lo que hace temer una lucha a muerte entre al-Burhan y Hemedti, con el riesgo de incendiar toda la región, arrastrando a Egipto en el conflicto. Las FAR han publicado un vídeo en el que aparecían fuerzas egipcias capturadas durante unas maniobras en Sudán: aunque el vídeo fuera falso, avivó las tensiones.

Por otra parte, el flujo de refugiados sudaneses hacia Europa, el Golfo y los Estados africanos vecinos está abriendo puertas a los cleptócratas de toda África, atentos como son a las oportunidades de ventajas gratuitas en Sudán, un país rico en recursos y con una posición estratégica única.

Para empezar, Sudán del Sur, donde el fuego arde bajo las cenizas, comparte un pasado con los conflictos armados y los problemas que dividen a Sudán. Al igual que Sudán, Sudán del Sur tiene dos facciones principales fuertemente armadas, aliadas a numerosas milicias locales su base étnica, que se disputan el control de la riqueza y del Estado desde hace 20 años. Al igual que en Sudán, la corrupción es el sistema mediante el cual se explotan las instituciones estatales para enriquecerse sin tener que dar cuenta a nadie. Al igual que en Sudán, en Sudán del Sur se exhibe suficiente buena voluntad para engañar a la comunidad internacional, luego se socavan los acuerdos de paz y se pisotean las disposiciones del Consejo de Seguridad de la ONU. Sudán es un presagio de lo que le va a pasar a Sudán del Sur.

Sudán lleva mucho tiempo enviando mercenarios al extranjero: hoy se ha convertido en un campo de batalla para combatientes extranjeros, y a los que los apoyan en la sombra, atraídos los unos y los otros por el dinero y el oro: buscadores de fortuna armados que acuden en masa desde toda la región del Sahel, desde Malí, Chad y Níger, en cantidades significativas según el representante especial de la ONU.

Al-Burhan acusa a Hemedti de reclutar mercenarios de Chad, de Níger y de la República Centroafricana. Testigos en Jartum afirman haber oído a soldados de las FAR hablar francés, la lengua del vecino Chad. Washington y Bruselas acusan a las FAR de tener vínculos con el grupo mercenario ruso Wagner, lo que su jefe, Yevgeny Prigozhin, niega. Diplomáticos occidentales informan de que grupos de mercenarios pasan por el aeropuerto y los hoteles de Jartum.

También es bien sabido que la familia Dagalo del general Hemedti controla desde hace tiempo las minas de oro de Darfur y otros lugares de Sudán, que es el tercer productor africano del metal precioso. Según Andreas Krieg, profesor del King’s College de Londres, “el hecho de que Hemedti tenga acceso a una gran cantidad de riqueza aurífera y a los medios para ponerla en el mercado significa que puede pagar los salarios de una forma que nadie, en el África subsahariana o en el Sahel, puede hacer”.

Las dos milicias sudanesas han engrosado a menudo sus filas ofreciendo a los árabes chadianos el acceso a la ciudadanía sudanesa y a las tierras abandonadas por los no árabes desplazados. Si las FAR se sirve de combatientes mercenarios, significa también que reciben armas de Libia.

El dinero y los combatientes son monedas intercambiables en el mercado político sudanés, y según se dice, Hemedti hace comercio de ambas. “Las FAR son un negocio privado de mercenarios transnacionales”, un comercio “de oro y de brazos armados” que Hemedti amplía constantemente.

¿Puede y como acabará este conflicto?

El conflicto sudanés está alimentando otro sector de actividad. Ex soldados profesionales ofrecen a los extranjeros desesperados, que no han podido entrar en las evacuaciones masivas, ayuda para abandonar el país al precio de hasta 20 000-50 000 dólares.

La sombra de que el país caiga en una nueva guerra civil total, la tercera desde la independencia en 1956, planea sobre Sudán porque no se vislumbra una solución pacífica.

Se habló de elevar en el ejército a Hemedti al rango de al-Burhan para calmar los ánimos. Los islamistas, a los que al-Burhan reincorporó tácticamente a su gobierno, se opusieron y, según Foreign Policy, en un decreto publicado recientemente al-Burhan destituyó a Hemedti y le sustituyó por el antiguo líder rebelde, miembro del Consejo Soberano de al-Bachir, Malik Agar.

Por tanto, hay mucha lena en el fogón. A Hemedti se le considera alineado con Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, mientras que a al-Burhan se le considera aliado de Egipto.

Si ganan las FAS, con la ayuda de la aviación egipcia, asistiríamos al regreso con fuerza del antiguo régimen islamista, con en mente planes de venganza. Si ganan las FAR, mejor equipadas y mejor entrenadas para la guerra urbana, que controlan la mayor parte de la capital, que están mejor establecidas entre la población civil y que controlan el comercio del oro, Sudán quedaría a merced de una guerra civil y de una milicia tribal y familiar. Nadie puede predecir el rumbo que tomaría entonces el país, aunque Hemedti afirme que quiere establecer un régimen civil.

Según Nigrizia, la revista comboniana italiana especializada en África, hay tres posibles llaves de lectura de este conflicto: rivalidades personales, intereses geopolíticos y la sociedad civil.

Primero. Al-Burhan y Hemedti: su alianza en octubre de 2021, fue un matrimonio de conveniencia, diseñado para hacer descarrilar la fase de transición y los dos generales representan dos polos económicos contrapuestos: al-Burhan controla unas 250 empresas vitales para la economía sudanesa; Hemedti controla las minas de oro.

Segundo. Los recursos y la posición geográfica: unas riquezas que convierten a Sudán en país estratégico. Rico en minerales, oro, gas natural y hierro, se encuentra en el centro de los conflictos de intereses de la región, bordeado como está por el Mar Rojo, el Sahel y el Cuerno de África, y ocupa una posición privilegiada para el comercio con los países de África Central y del Norte y con los Estados del Golfo. Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos son grandes inversores en Sudán; Israel mantiene estrechas relaciones diplomáticas con Jartum y Egipto es uno de los principales apoyos de las FAS.

Moscú, por el contrario, tiene un pie en dos estribos: negocia con el gobierno la construcción de una base naval en el Mar Rojo, mientras que su grupo paramilitar Wagner ayuda a Hemedti a extraer oro.

Hay por fin la sociedad civil. Es de una amplitud y profundidad considerables, y ha sido la protagonista de la primera revolución anti islamista y democrática en un país que es musulmán en un 90%, dando origen a las manifestaciones que iniciaron el 19 de diciembre de 2018 y condujeron a la caída de la dictadura de Omar al-Béchir el 11 de abril de 2019. Aunque desarmada, está sin embargo bien organizada y compuesta por ciudadanos -profesionales, mujeres, jóvenes- que reclaman un cambio de régimen y un nuevo orden social.

El deseo de democracia y participación del pueblo se ve hoy sofocado en Sudán por la fuerza de las armas, una página de violencia que se suma a las que siguen ensangrentando el mundo. Por miedo, la voz de la sociedad civil ha permanecido en silencio, pero podría representar una salida: los militares están demostrando una vez más su incapacidad para dirigir Sudán como tantos otros países. Una implícita invitación a buscar en otros esperanza y respuestas.

Foto. Desplazados de Juba, capital de Sudán del Sur

Ecopax-Nezahualcóyotl

PARA SEMBRAR LA PAZ ES NECESARIO «VOLAR» CON DOS «ALAS»: LA ECLESIAL Y LA CIVIL

El «ruido» que hace el Equipo Comboniano de Paz de Nezahualcóyotl, Estado de México, (ECOPAX -Neza), resuena cada vez más en ámbitos de iglesia, de convivencia vecinal y en las estructuras civiles y municipales.
Este equipo, liderado y animado por Martha y Lucha, ha ido tejiendo toda una red de iniciativas para sensibilizar sobre la importancia del trabajo conjunto por la paz en esa parte del país que, desde hace mucho, se ha caracterizado por la inseguridad ciudadana y violencias diversas que han sembrado la desconfianza, el miedo y la agresión entre la gente.

Por: Hno. Joel Cruz, mccj

Hacer que la paz reine en los lugares donde vivimos y convivimos es un deber de todos. De cada uno depende que la inseguridad, la desconfianza y las violencias no dominen nuestra convivencia; esta es la conciencia que ECOPAX-Neza pretende despertar en quienes asisten y participan en los espacios de iglesia, en los vecinos de las distintas colonias y sectores, unidades habitacionales, así como en distintos servidores públicos. La finalidad es que, poco a poco, toda persona, desde donde se encuentra cotidianamente, sienta que su misión principal es construir la fraternidad social para que el anhelo humano de la paz, sea posible en todos los ámbitos de la convivencia en esta zona del país.
Esta misión social de sembrar la paz en la convivencia humana en estos lugares, implica imaginar diversos mecanismos que puedan garantizar una convivencia menos violenta como la «mediación vecinal» que gira alrededor del diálogo entre los vecinos, las organizaciones civiles que existen en la zona, las instituciones educativas, las organizaciones religiosas y quienes coordinan las iniciativas pastorales de las parroquias presentes en los sectores. Todo con la finalidad de lograr y establecer acuerdos y convenios en los que los distintos sujetos sociales se comprometen a cumplir y promover desde sus respectivas identidades y procesos. Porque nadie puede quedarse como espectador y mucho menos con los brazos cruzados sin hacer nada.

El bautizado, en esta misión social de paz, debe saber que no se trata de hablar de Dios, sino de hacer sentir a la gente que Dios está con nosotros ahí donde vivimos, donde trabajamos, donde servimos… que «evangelizar las cuestiones sociales» implica sembrar la conciencia y actitud fraterna que va más allá de nuestras identidades políticas, religiosas, socioeconómicas, profesionales, culturales o de género. El cristiano sabe que Dios quiere que no sólo nos veamos como «hermanas y hermanos», sino que vivamos y nos tratemos como tales.
Como presencia de la Iglesia en las cuestiones sociales y en la convivencia cotidiana de las personas, o más aún, como sacramento del Emmanuel (Dios-con-nosotros), es decir, como signo visible de la presencia de Dios con la gente en estos sectores, los bautizados tienen como misión, como encargo preferente de Dios, pacificar a las personas, sus entornos y, abrir espacios de comunión y participación fraterna en función de una sociedad más justa, pacífica y fraterna. El bautizado sabe que este es el culto que más agrada a su Padre Dios. Esto es lo que pretende ECOPAX-Neza con todo el trabajo de animación misionera por la paz en este municipio del Estado de México.

Hay muchas personas preocupadas y ocupadas por la paz, cierto, también muchas organizaciones y asociaciones civiles, así como iniciativas parroquiales, diocesanas y de iglesia a nivel nacional, pero es necesario aprender a trabajar juntos, a colaborar para lograr que la paz, como bien común, pueda realizarse en las personas y sus entornos. Por eso, el principal servicio de ECOPAX-Neza es el de abrir, impulsar o fortalecer espacios de comunión y participación más allá de las cuestiones religiosas, de las ideologías políticas o de las identidades específicas, porque la misión de la paz es de todo ser humano, independientemente de su credo, de su militancia política, de su situación socioeconómica…
ECOPA X-Neza es un equipo de personas que, como los pescadores que Jesús llamó en la orilla del mar de Galilea (Mt 4,18-22; Lc 5,2-11), estaban tejiendo y lavando sus redes para pescar en ese mar de situaciones de muerte que las violencias personales, interpersonales, religiosas, institucionales… generan diariamente.

No son personas que apenas inician su compromiso social por el bien común, no. La diferencia ahora es que lo hacen como personas conscientes de su bautismo y de las implicaciones sociales de esta identidad de ser hijos e hijas de Dios, hermanos y hermanas del Príncipe de la paz y, por eso, desde esta conciencia de ser personas enviadas a pescar en ese mar de violencias, tejen redes de participación para «pescar personas» y subirlas a la barca de la paz y, desde ahí, puedan seguir haciéndolo para convertirlas en misioneras de la paz ahí donde viven y conviven.
ECOPAX-Neza es consciente de que la paz es como una paloma que necesita dos alas para volar: la religiosa y la civil, la de la conciencia de ser bautizados y la de la conciencia de ser ciudadanos. Por eso, se mueve en estas dos direcciones.

ECOPAX-MÉXICO

Sagrado Corazón de Jesús

“El corazón abierto y expuesto de Jesús que contemplamos en la imagen del Sagrado Corazón no es otra cosa más que la invitación continua de Dios que nos llama a acercarnos a su corazón para poder entender cuál es nuestra identidad, cuál es nuestra llamada, nuestra vocación, y cuál es nuestro compromiso y nuestra responsabilidad con ese amor que no se cansa de buscarnos y de esperarnos.
Sagrado Corazón de Jesús

Por: P. Enrique Sánchez, mccj

Dice San Juan en su evangelio que “Nadie ha visto jamás a Dios” (Jn 1,18) y ciertamente nuestras experiencias de Dios no nos permiten describirlo o definirlo con nuestros criterios ni con nuestras categorías. Tampoco lo podemos hacer con nuestras maneras de pensar o de sentir. De Dios podemos decir muchas cosas, podemos hacernos muchas ideas; pero nunca podremos pretender tenerlo atrapado en nuestro mundo.

Sin embargo, esto no significa que es un desconocido o alguien de quien no podamos decir nada, pues el mismo San Juan afirma en su primera carta que “Dios es amor” (1Jn 4,7) y es el encuentro con ese amor lo que nos permite entrar en su mundo, haciéndonos familiares y conocidos suyos. Es él quien nos entiende y nos conoce.

A Dios nunca lo veremos con nuestros ojos carnales y humanos, pero eso no quiere decir que se convierte en alguien inalcanzable o escondido en su misterio. Todo lo contrario, Dios ha querido darse un rostro para que pudiésemos reconocerlo. No sólo eso, el mismo ha querido estar en medio de nosotros haciéndose el Emmanuel, el Dios que comparte nuestra humanidad y que entra en nuestra historia como el padre bueno que nos ama a través de su hijo Jesucristo. Y el amor de Cristo, que no es otra cosa que el amor del Padre por cada uno de nosotros, ha querido hacerse comprehensible a través del icono, de la imagen de ese corazón abierto y traspasado de donde brota el amor inagotable de Dios por cada uno de nosotros. Ese corazón abierto se presenta a la humanidad como el lugar en donde todos tenemos un espacio reservado para habitar en él y para hacer en él la experiencia de descubrirnos amados.

El corazón abierto y expuesto de Jesús que contemplamos en la imagen del Sagrado Corazón no es otra cosa más que la invitación continua de Dios que nos llama a acercarnos a su corazón para poder entender cuál es nuestra identidad, cuál es nuestra llamada, nuestra vocación, y cuál es nuestro compromiso y nuestra responsabilidad con ese amor que no se cansa de buscarnos y de esperarnos. En el corazón de Jesús todos somos invitados a escuchar aquellas palabras del Señor que dicen: “Vengan a mí todos los que andan cansados y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy tolerante y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su vida. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera”. (Mt 11, 28)

Vengan y vivan porque el amor todo lo hace posible. El amor, y en particular el amor de Dios, es lo que hace posible que vivamos. Es lo que le da sentido a nuestra existencia y lo que nos permite tomar la medida justa de todo lo que nos va aconteciendo. Porque, como dice San Pablo en su carta a los Corintios, “el amor es paciente, es servicial, no es envidioso, ni busca aparentar, no es orgulloso ni actúa con bajeza, no busca su interés, no se irrita, sino que deja atrás las ofensas y las perdona, nunca se alegra de la injusticia y siempre se alegra de la verdad. Todo lo aguanta y todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta. El amor nunca terminará”. (ICo 13, 4-8)

Contemplar y confiar en el Corazón de Jesús es darnos la oportunidad de entrar en el misterio de Dios que se entiende y se vive desde el corazón; porque el amor no se entiende de otra manera más que amando. Eso quiere decir, saliendo de nosotros mismos, aceptando que el verdadero sentido de nuestras vidas no lo encontramos cuando nos encerramos en nosotros mismos o cuando vivimos agobiados por nuestra necesidad de acaparar y de acumular.

Actuar de esa manera nos impide entender y experimentar que la vida se conquista sólo cuando la entregamos, que nos hacemos dueños de todo únicamente cuando aprendemos a desprendernos de todo y principalmente de nosotros mismos. Cuando nos hacemos libres para recibir todo y a todos como don y gracia. Cuando decimos: Sagrado Corazón de Jesús en ti confío, estamos haciendo la experiencia más sencilla, pero al mismo tiempo más profunda del amor que llevamos dentro. Y es ese amor es el que nos hace capaces de vivir libres de todo apego y abiertos para poder recibir la vida como una gracia que no merecemos, pero que se nos otorga simplemente porque somos amados.

Este es el regalo más grande que recibimos del Corazón de Jesús, descubrirnos amados por Dios de tal manera que no exige nada a cambio. Sólo pide que nos dejemos amar por él con las consecuencias que esto implica. Es decir, que aceptemos hacernos personas que obran bien y que se comprometen a ser testigos de la bondad de Dios que sólo vive para amarnos. Creo que es ahí en donde nace nuestra vocación y nuestro compromiso misionero.

Para amar verdaderamente necesitamos confiar y nadie ha confiado más en nosotros que Dios. Ha confiado tanto que nos ha dado lo que más amaba, a su Hijo, al único.

En Jesús, Dios nos ha amado tanto que él mismo se ha entregado y se sigue entregando cada día para que tengamos vida y la tengamos en abundancia. Porque como Jesús mismo nos dice: “Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único para que quien crea en él no muera, sino tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar el mundo, sino para que el mundo se salve por medio de él”. (Jn 3, 16-17)

A nosotros nos toca únicamente corresponder a ese amor comprometiéndonos a ponerlo en práctica y alejándonos de todo aquello que nos empuja a vivir en el egoísmo y en la indiferencia ante los demás.

El amor del Corazón de Jesús nos recuerda que su amor pasa a través de la experiencia que hacemos de amarnos entre nosotros. Pues si es verdad que a Dios no lo vemos como quisiéramos, él se nos hace cercano y se nos manifiesta en el hermano que tenemos a un lado. A Dios no lo vemos, pero vemos al hermano en quien Dios está presente y a través del cual nos va manifestando su amor.

Dice san Juan: “Queridos, amémonos unos a otros porque el amor viene de Dios; todo el que ama es hijo de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, ya que Dios es amor… En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que, ofreciéndose en sacrificio, nuestros pecados quedaran perdonados”. (Cfr. IJn 4, 7-21)

El secreto que nos abre al amor de Dios está en que primeramente nos descubrimos amados incondicionalmente por un Padre que vive sólo para amarnos y ese amor lo experimentamos únicamente cuando aceptamos que para corresponder a ese don tenemos que aprender a amar a nuestros hermanos. Si decimos que a Dios no lo vemos, él nos enseña que se nos hace cercano en el don y la riqueza que representa cada persona en su originalidad y en el ser única. Dios nos habla a través del hermano que tenemos cerca y en todo aquel que muchas veces es marginado, abandonado, pero que también necesita ser amado.

Por otra parte, el Corazón de Jesús nos enseña que, en el tema del amor, es Dios quien toma la iniciativa y nos introduce en su mundo, en esa realidad en la que se existe sólo para buscar la felicidad de los demás. En donde se aprende a ser felices cuando nos hacemos capaces de producir la felicidad en los demás. Porque a amar se aprende amando y sólo se ama cuando somos capaces de romper con todo aquello que nos tiene atrapados en el egoísmo, que nos impide reconocer que dentro llevamos la huella de un amor que no podemos contener y nos obliga a compartirlo.

Para nosotros misioneros, acercarnos al Corazón de Jesús significa ir a la fuente de nuestra vocación. Es ahí en donde entendemos el valor y la profundidad de nuestra llamada. Nos damos cuenta de que hemos sido llamados a ir por el mundo como testigos del Amor porque primero nos hemos sentido amados.

El Señor no es un capataz que distribuye las tareas y se encarga de los trabajos. El nos ha llamado para hacernos sentir el cariño que nos tiene y para que estemos con él. No se trata de una función que se nos confía, sino de una manera nueva de vivir y de estar presentes en el mundo, como testigos suyos, testigos del Amor.

Desde el Corazón abierto de Jesús entendemos la pasión de Dios por toda la humanidad y la ternura y cuidado que tiene por los más pobres y los más abandonados. Dios existe para amar y en ningún momento pone condiciones para merecer su amor. Él lo da gratuitamente y pacientemente porque a todos nos cuesta abrirnos al don de su amor.

La misión en este sentido se transforma en algo que nos obliga a ser presencia del amor de Dios en cada persona y nos empuja a salir de lo confortable que pueda ser nuestra vida para ir a quienes más necesitan descubrirse hijos amados de Dios. Tal vez no se trata de hacer mucho por los demás, sino amarlos mucho, para que de esa manera se sienta en ellos la presencia del Señor que hace posible todo lo que vamos necesitando en nuestro caminar.

Si nos acercamos a San Daniel Comboni nos damos cuenta de que él veía el Corazón de Jesús como el lugar en el que todas las personas de la misión que le había sido confiada podían encontrar un espacio para ser acogidas, justamente en el amor de Dios.Y la energía que le acompañó en todos los momentos de su experiencia misionera nació en él de la convicción de ser profundamente amado por Jesús y de la certeza de que su misión era una obra amada por el Señor.

Finalmente, todos sabemos que amar y servir son dos experiencias que van de la mano. No se puede amar y pasar indiferentes ante el dolor y el sufrimiento del hermano o de la hermana. No se puede amar sin ser solidarios de quienes viven marginados y alejados de la posibilidad de una vida digna. No se puede amar haciéndonos sordos a los gritos de tantos hermanos y hermanas nuestras que viven siendo víctimas de la violencia y de la guerra. No se puede gozar del amor de Cristo si no estamos dispuestos a compartirlo con los demás.

Qué el Corazón de Jesús despierte en nosotros una conciencia más viva de la necesidad que tenemos de trabajar en la construcción de una humanidad más fraterna y que la confianza puesta en el amor de Dios nos ayude a vivir con alegría y entusiasmo nuestra vocación misionera como posibilidad de entrega de nuestras vidas amando a los demás.