Visita del Cardenal de Guadalajara a nuestra comunidad comboniana de Zapopan

Por: P. Juan de Dios Martínez, mccj
Desde el Oasis, Zapopan, Jalisco

Al caer la tarde del domingo 2 de julio, la comunidad del Oasis san Daniel Comboni que hospeda a los misioneros combonianos enfermos y ancianos, se alegró con la visita del señor cardenal de Guadalajara, Don José Francisco Robles. Todos los miembros de la comunidad se encontraban reunidos en la capilla para dar la bienvenida al Pastor. Era motivadora la presencia de los hermanos, algunos llegaron por sí mismos al lugar, otros llegaron en sus sillas de ruedas ayudados por el personal de la salud que trabaja en esta casa. Todos ellos luciendo sus mejores ropas y sobre todo sus rostros manifestaban una expresión de serenidad mesclada con cierta curiosidad.

A la hora marcada, seis y treinta de la tarde comenzó el encuentro. El padre Elías, superior de la comunidad, dio la bienvenida al cardenal y luego le fue presentando a cada uno de los misioneros, indicándole su nombre y lugar de origen, así como el país de misión donde cada misionero había ofrecido sus años jóvenes cargados de energía y pasión misionera al servicio de los más pobres y abandonados como nos pide nuestro fundador, San Daniel Comboni.

Algunos misioneros con voz clara acrecentaron algunas palabras más en su saludo, compartiendo con Don José Francisco una breve experiencia de su trabajo misionero. El cardenal escuchaba con atención y admiración. En el grupo de estos antiguos misioneros combatientes y ahora en reposo sobresale la figura del Hno. Arsenio Ferrari, sobreviviente de la primera expedición misionera formada por 11 combonianos, llegados a Baja California Sur, en 1948, hace exactamente 75 años, en atención a un pedido del mismo Papa, su Santidad Pio XII.

El Hno. Ferrari ha completado los 101 años de vida, prácticamente está privado de varias de sus facultades, aun así, puede oír cuando se le habla fuerte. El padre Vittorio le hacía saber con voz fuerte que el Cardenal estaba ahí y lo veía. Don José Francisco se mostró agradecido por la entrega  del Hno. Arsenio y de los otros misioneros presentes.

Luego pasando al frente de la capilla, el cardenal dirigió su saludo a los presentes. Aseguró que en la eucaristía que dentro de algunos momentos iba a celebrar en la capilla San Daniel Comboni rezaría por la vida de cada misionero. Dom José Francisco así se expresó:

 “Desde luego que estamos unidos en le fe y ahí -en la Eucaristía- los voy a encomendar a cada uno de ustedes por su vida, por su trabajo al Evangelio, por su servicio al Evangelio, servicio y amor a la Iglesia. Que el Señor les colme de su gracia, de su paz en lo que necesiten en estos momentos de su vida. Él nunca nos deja, nunca nos olvida, nunca nos abandona. Entonces Él lleva cuenta mejor que nadie de lo que han entregado de sus años y de su vida al servicio del Evangelio y de la Iglesia, así que yo aprovecho también este momento por mi parte y a reconocerles y a agradecerles. También encomendarles, yo sé que siempre oran, pero tienen ahora espacios más amplios de oración, de comunicación con Dios y me encomiendo y encomiendo a esta iglesia de Guadalajara a su oración”.

En seguido como agradecimiento y en nombre de la comunidad del Oasis, el Hno. José Godínez, con su guitarra entonó con la melodía que le salía del corazón “Malaika” un canto que aprendió en las misiones en Kenia. La pequeña convivencia concluyó con otro canto: “Yo quiero un millón de amigos”, entonado por el padre Elías, al son de la guitarra hasta el mismo cardenal movía los labios entonando la melodía de la canción.

El tiempo pasó y era hora de abandonar el reciento para dirigirse a la capilla San Daniel Comboni donde lo esperaban los fieles para la Eucaristía con motivo de los 75 años de presencia comboniana en México. Antes de dejarnos, Don José Francisco bendijo a los misioneros enfermos y ancianos del Oasis y luego él mismo pidió ser bendecido por todos los ahí presentes. La foto de grupo no podía faltar. Estuvieron presentes también algunas de las colaboradoras en la atención a los enfermos combonianos de esta casa.

Todavía pudimos aprovechar por un breve momento la presencia del cardenal en el comedor de la comunidad donde había algunas bebidas y bocadillos preparados. Don José Francisco sólo tomó un poco de agua para respetar el ayuno eucarístico, pues debía celebrar en breves momentos. Tomamos algunas fotografías para el recuerdo. Terminó la visita al Oasis, pero continuó la fiesta en la Capilla San Daniel Comboni.

En la capilla San Daniel Comboni

A las siete de la noche y al ritmo del canto de entrada, la procesión encabezada por el cardenal y los sacerdotes se dirigió al altar para celebrar la santa misa de acción de gracias por los 75 años de presencia de los Misioneros Combonianos en tierras mexicanas.

En su homilía el cardenal resaltó como Jesús por tres veces repite: “No son dignos de mí” quien sigue sus propios intereses. El énfasis se pone en el amor a Cristo. Preferir al padre, a la madre o los hijos más que a Jesús no nos hace dignos de Él. No se trata de que Jesús repruebe lo que es cariño natural que sentimos, se trata de que no interpongamos el amor humano al amor divino.

 Aún más, no tomar la cruz y seguir a Jesús, no nos hace dignos de él. Personalmente puedo decir que san Daniel Comboni entendió por gracia de Dios estas palabras del Evangelio y supo preferir a Cristo más que a sus padres y aprendió a tomar la cruz y entregarse totalmente a ella, por eso hoy la Iglesia lo reconoce como discípulo de Jesús, como santo.

El cardenal en la homilía, compartió una experiencia en el acompañamiento de los seminaristas a quien sigue de manera personal. Decía que muchos de los jóvenes encuentran grandes dificultades en descubrir y seguir la vocación sacerdotal precisamente porque sus propios padres se oponen a la decisión tomada por el hijo cuando se siente llamado a seguir al Maestro. Preferir a los padres más que a Jesús, muchas veces crea un grande conflicto en el seno de la propia familia.

El grupo coral animó con entusiasmo la celebración, algunos cantos hacían referencia a Comboni, se cantó el santo del rito zairense, -África estaba presente en la celebración-. Las ofrendas fueron llevadas en procesión por los mismos fieles de la capilla. Al final de la celebración el Padre Mario, como responsable de la capilla, agradeció al señor cardenal por su presencia y su acción de gracias por el año jubilar de los misioneros combonianos en sus 75 años de presencia en México. Parafraseando las palabras del salmista el padre decía: “El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres”. Agradeció la cercanía del cardenal a la comunidad. Le hizo saber que su visita significa mucho para los fieles y para los misioneros. Le prometió en nombre de todos, orar siempre por su persona para que el señor lo bendijera con salud y para que acompañara siempre su labor pastoral.

Los fieles de la capilla entregaron al señor cardenal un regalo como muestra de amor y comunión hacia su persona. Terminada la celebración el cardenal nos bendijo a todos y nuevamente nos agradeció por nuestra entrega misionera.