Misioneras de la dignidad humana, sembradoras de paz
El pasado 12 de mayo fallecía en Santa María de los Cayapas (Ecuador) la Hna. Amparo Flores Torres, misionera comboniana mexicana (en el centro de la foto). En su memoria publicamos este pequeño artículo de otra comboniana, la Hna. Gabriella Botani, en el que nos comparte la realidad de la misión en la que vivió y murió la Hna. Amparito.
“Madre”. Oí repetir esta palabra cientos de veces mientras visitaba la comunidad de las Hermanas Misioneras Combonianas en Santa María de los Cayapas. La comunidad de las Hermanas es un lugar de encuentro, un espacio para ser escuchado, para encontrar a alguien en quien confiar. A Santa María, en el río Cayapas, se llega en poco más de dos horas de canoa a motor. Las Hermanas Misioneras Combonianas llegaron aquí hace más de cincuenta años y desde entonces se dedican a la formación de la comunidad cristiana, formando líderes comunitarios como catequistas y diáconos permanentes, promoviendo la educación y la salud, y prestando especial atención a las mujeres. No lejos de la frontera con Colombia, la región está habitada por las comunidades indígenas del pueblo Chachi y afrodescendientes, que han vivido pacíficamente en este territorio durante cientos de años. Esta tierra es rica en agua, vegetación y minerales. En este contexto, que hoy está profundamente marcado por la falta de oportunidades para los jóvenes, la contaminación de las aguas debido a la explotación ilegal de las minas, los combonianos continúan su presencia misionera privilegiando su compromiso con la pastoral educativa formal en la escuela: que acoge a alumnos de primaria y estudiantes hasta la graduación de bachillerato, con dos cursos superiores de perito agrícola e informático. En estas zonas de difícil acceso, el principal reto es ofrecer una escuela de calidad que permita a los alumnos acceder a estudios universitarios. Escuchar los sueños de los jóvenes de la escuela Santa María es maravilloso: Yo sueño con ser veterinaria, yo profesora de idiomas, yo azafata…. Y pensar que hasta hace unos años, los jóvenes de aquí no soñaban. Hay muchos alumnos de Santa María que han ido a la universidad, entre ellos muchos de los profesores de la escuela. Otros dos éxitos registró esta pequeña escuela en 2023/24: un alumno obtuvo el primer puesto como mejor estudiante de todas las universidades católicas del Ecuador; la escuela, por el curso de perito agrícola, ganó un importante premio por un proyecto que hizo autónoma a la ciudad de Santa María para la producción de esquejes de cacao, un cultivo particularmente apreciado en la región.
Estamos en el vicariato de ‘Esmeraldas’, que corresponde al distrito administrativo, cuya capital y sede episcopal lleva el mismo nombre del distrito. Llegué aquí bajando de los Andes ecuatorianos hacia la costa norte del país. Estamos en la “provincia verde esmeralda”, de ahí el nombre de esta región Esmeraldas. Aquí llegaron las Hermanas Misioneras Combonianas a mediados de los años cincuenta para colaborar con los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús, a quienes el Papa Pío XII había confiado el vicariato.
Con vistas al océano Pacífico en la costa norte del país, hasta la frontera con Colombia, esta tierra está habitada por descendientes de africanos traídos a estas tierras como esclavos y por comunidades indígenas, que han coexistido pacíficamente durante siglos.
Desde sus inicios, los Padres, Hermanos y Hermanas Combonianos han recorrido el territorio en canoa, a pie, en coche y otros medios de transporte para organizar comunidades cristianas y formar catequistas, respetando la realidad cultural local. La familia comboniana ha marcado la formación de la Iglesia y la Sociedad en Esmeraldas: San Daniel Comboni es reconocido como el padre fundador de la Iglesia y las Misioneras y Misioneros como verdaderos testigos del Evangelio, mujeres y hombres comprometidos con el anuncio de la Palabra de Dios y la promoción del desarrollo humano integral, construyendo escuelas y centros de salud, e impulsando procesos para contrarrestar la discriminación que vive la población afrodescendiente. Hoy, las Hermanas Combonianas viven el gran desafío de la creciente violencia causada por la penetración de grupos armados y del narcotráfico en el territorio, continuando con el mismo compromiso y pasión. La presencia de las “Madres”, mujeres del Evangelio, es una presencia profética, testigos y sembradoras de paz.
Gabriella Botani, smc
Coordinación General de Misiones