Encuentro mundial de jóvenes combonianos en Portugal

La Familia Comboniana ha estado presente en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) a través de la iniciativa World Youth Comboni Gathering (WYCG), integrada por siete grupos de jóvenes procedentes de Estados Unidos, España, Panamá, Italia, Macao, Alemania y Portugal. En total unos 140 jóvenes y animadores de cuatro continentes y diversas nacionalidades, que han superado el desafío de la lengua gracias al lenguaje del amor.

Antes de separarse y regresar a sus países, el lunes 7 de agosto los jóvenes de la WYCG tuvieron un encuentro en la comunidad comboniana de Santarém (en la foto) para hacer balance de todo lo vivido en Portugal.

Una de las vivencias que más han destacado fue el impresionante silencio delante del sacramento de la Eucaristía durante la Vigilia de Oración del sábado por la noche. También algunas de las palabras del Papa exhortándoles a no tener miedo y a vivir de una manera inclusiva su seguimiento de Jesús: «¡Todos, todos, todos! En la Iglesia hay lugar para todos».

Durante la jornada del día 7 también hubo un momento de reflexión individual para que cada joven concretara los propósitos que lleva consigo tras la experiencia vivida en la JMJ y que posteriormente han compartido en pequeños grupos lingüísticos.

El último momento de este encuentro de evaluación ha sido la celebración de la Eucaristía, presidida por el P. David Domingues, Vicario general del Instituto de los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús.

100 años del Hno. Romano Maran: «Caridad y misericordia»

Gran fiesta en Castel d’Azzano (Verona) el 1 de agosto, con motivo del centenario del hermano Romano Maran. Estuvieron presentes el padre Tesfaye Tadesse  (en la foto), superior general, el padre Fabio Baldan, superior provincial de Italia, el alcalde y miembros de la administración municipal de Castel d’Azzano, representantes de la parroquia local, numerosos miembros de la familia comboniana –padres y hermanos de la comunidad de la Casa Madre y de la comunidad de Padua, religiosas combonianas, seculares combonianas, laicos misioneros combonianos y un nutrido grupo de sobrinos nietos del hermano Romano. A todos se unieron los combonianos residentes en la comunidad de Castel d’Azzano (unos sesenta), junto con el personal sanitario.

El programa de animación, que comenzó a las 16.00 horas, se desarrolló de forma ágil y amena, jalonada de intervalos musicales. Para solemnizar la fiesta, una carta personal del obispo de Padua, Mons. Claudio Cipolla, leída por el padre provincial, y la bendición del Papa Francisco, entregada al hermano Romano por el padre Tesfaye.

El Padre Tesfaye le da al Hermano Romano la bendición del Papa Francisco.

Después del agasajo, los saludos, el corte del pastel y los brindis, todos se trasladaron a la gran capilla del Centro para la celebración eucarística, presidida por el padre Tesfaye.

El padre Tesfaye habló con personas que conocieron al hermano Romano y le aseguraron que “Romano siempre ha vivido en profunda comunión con Dios, rezando mucho y guardando silencio ante Él”. Comenta: «Sé que el hermano Romano sigue haciéndolo aún hoy. Ya no puede hacer la misión activamente… pero sigue siendo un hombre de oración y de escucha de la Palabra. Si esto no es una misión, ¿qué otra cosa es?». Y concluye exhortando a todos los hermanos a imitarlo, “dedicando todas sus fuerzas a la evangelización directa cuando somos jóvenes, e intensificando nuestra oración de intercesión misionera cuando nos faltan fuerzas”.

El hermano Romano, parcialmente superado por las fuertes emociones vividas durante la “fiesta”, accede a decir unas palabras sobre su vida como misionero. Unas pocas palabras, que sin embargo resumen no sólo la homilía del celebrante, sino toda su vida en síntesis. Dice: «100 años de vida… 100 años de caridad y de misericordia… Eso es lo que quiero decir».

Breves notas biográficas

El Hno. Maran nació en Selvazzano, en la provincia de Padua. Creció en una familia cristiana, donde aprendió a orar y trabajar. A los 15 años empezó a sentir el primer deseo de ser misionero. A los 19 años, en 1942, entró en el noviciado de los Misioneros Combonianos en Venegono Superiore (Varese), donde hizo su primera profesión religiosa el 7 de octubre de 1944. Eran años de guerra y todas las salidas hacia África estaban bloqueadas.

Finalmente, en 1947 el hermano Romano pudo partir hacia Sudán, donde trabajó durante 17 años: primero en el norte (1947-1956, en Jartum, donde hizo sus votos perpetuos el 7 de octubre de 1950), luego en el sur de el país (1957-1964). Él también experimentó el dolor agónico de la expulsión, cuando, entre el 27 de febrero y el 9 de marzo de 1964, numerosos misioneros y misioneras fueron declarados “persona non grata” por el gobierno de Jartum y obligados a abandonar sus misiones, con la única acusación de difundir la Evangelio y ayudar a las personas más necesitadas.

Después de una estancia de tres años en Italia, el hermano Romano partió para Uganda, donde pasó otros 16 años (1967-1983). La tercera etapa, en Malawi-Zambia, fue la más larga: de 1984 a 2009.

El Hno. Romano tenía 86 años cuando volvió a Italia, “cargado” por 58 años de actividad misionera en África. Primero vivió en la Casa Madre de los Combonianos en Verona, y luego se trasladó a Castel d’Azzano, en el Centro “Hermano Alfredo Fiorini” para misioneros combonianos enfermos y ancianos.

Favorecido por una buena claridad mental y una salud moderada, dedicaba su tiempo a la oración durante el día y hasta bien entrada la noche, alternando entre rosarios y largos ratos de adoración ante Jesús Eucaristía. Él dice: «La misión nunca termina. Todos lo llevan en el corazón. Yo la presento cada día en la oración, al Señor -que es el Maestro de mies- para que suscite nuevas vocaciones para las misiones y ayude a todos los misioneros en la ardua pero apasionante obra de la evangelización”.

¡Gracias, Romano, por el testimonio de tu vida!

Ordenado diácono el primer comboniano de Congo Brazzaville

A finales de julio recibió la ordenación diaconal el misionero comboniano Mikozama Bienvenu Clemy. La celebración tuvo lugar en la iglesia parroquial Ste. Anne de Isiro, en República Democrática de Congo.

El nuevo diácono nació en Brazzaville en 1993, siendo el primero y hasta ahora único misionero comboniano originario de República de Congo, un país donde no existen comunidades de la Familia Comboniana. Cuando conoció a los Misioneros Combonianos y solicitó su ingreso en el Instituto hubo algunas dudas porque normalmente no se aceptan candidatos de países donde no existe presencia comboniana. Finalmente, dada la proximidad física entre Brazzaville y Kinshasa, las dos capitales de nación más próximas del mundo al estar separadas únicamente por el río Congo, se aceptó su solicitud.

Clemy realizó su noviciado en Sarh (Chad), emitiendo sus primeros votos en 2018. Tras concluir en 2022 sus estudios de Teología en Cape Coast (Ghana), fue destinado a República Democrática de Congo. En pocos meses, Brazzaville, la capital de República de Congo, será testigo de la primera ordenación sacerdotal de un misionero comboniano.

Conversatorio liderado por Cáritas América Latina y el Caribe abordará el Instrumentum Laboris del Sínodo

Con el objetivo de profundizar y reconocer las enseñanzas que ofrece el Instrumentum Laboris a la red Cáritas, el Secretariado Latinoamericano y del Caribe de Cáritas (SELACC) hace una cordial invitación al conversatorio: “¿qué nos propone el Instrumentum Laboris del Sínodo a las Pastorales Sociales Cáritas en América Latina y el Caribe?”.

El evento tendrá lugar el próximo 25 de julio, a las 2 p.m. de Bogotá / Lima / Quito, a través de la plataforma zoom, y busca abordar el documento que será utilizado como herramienta para la primera sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos en octubre de este año. Contará con la participación de Mauricio López, director del Programa Universitario Amazónico; la Hna. Daniela Cannavina, secretaria general de la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos/as (CLAR) y del P. Josexto García, director de Cáritas Ecuador.

Para participar en el conversatorio, puede ingresar aquí (ID de reunión: 856 5691 9135. Código de acceso: 463155).

Un documento de toda la Iglesia

Durante el lanzamiento oficial, el pasado 20 de junio, el cardenal Jean-Claude Hollerich, relator general del XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, explicó que el Instrumentum Laboris es un documento “de toda la Iglesia, no escrito en el escritorio, sino en el que todos son coautores, cada uno por la parte que está llamado a desempeñar en la Iglesia”.

Consta de dos partes, la primera resume las ideas de las asambleas continentales y esboza qué es una Iglesia sinodal y cómo debe proceder; la segunda es una serie de 15 hojas de trabajo con preguntas para el discernimiento.

Por su parte, el cardenal Mario Grech, secretario general de la Secretaría General del Sínodo, señaló también que el texto es un fruto de un proceso de escucha, una especie de punto de llegada de un caminar juntos, lo cual ofrece a su vez un punto de partida para la segunda fase del Sínodo, la de la doble Asamblea de octubre de 2023 y octubre de 2024.

Crédito: Adn-CELAM

El Hno. Alberto Lamana, asistente general, visitó nuestras misiones de Etiopía

El Hno. Alberto Lamana, Asistente General, realizó una visita oficial a la Provincia Comboniana de Etiopía. Llegó a Addis Abeba el 26 de junio y volvió a Roma el 15 de julio. Durante su estancia de tres semanas en la “Tierra de los Orígenes”, el Hno. Alberto visitó las ocho comunidades combonianas: cuatro en el Vicariato de Hawassa (una en la ciudad de Hawassa para la animación misionera y vocacional, Daye entre los Sidamo, Haro Wato y Qillenso entre los Guji); dos en la diócesis de Bahir Dar-Dessie (Gilgel Beles y Gublak entre los Gumuz); y dos en la archidiócesis de Addis Abeba (la casa provincial y el postulantado).

El misionero se reunió también con el cardenal Berhaneyesus Souraphiel Demerew, arzobispo de Addis Abeba, con la superiora provincial de las Misioneras Combonianas, con la responsable de las Hermanas de San José de la Aparición y con el administrador apostólico de Hawassa y su asistente.

Durante la visita a las comunidades, el Hno. Alberto habló individualmente con cada misionero y se reunió con cada comunidad para presentar la situación actual del Instituto, en términos estadísticos, y los procesos post-capitulares en curso. Estos encuentros fueron momentos fuertes y de gran comunión con todo el Instituto. El hermano Alberto también visitó algunas capillas en cada una de las misiones visitadas y se reunió con algunos fieles, lo que le permitió comprobar la visión pastoral misionera, basada en la ministerialidad, que llevan a cabo los hermanos de la provincia etíope.

Antes de concluir su visita, el Hno. Alberto se reunió con el Consejo Provincial en Hawassa. Dijo haberse sentido muy bien acogido por todos los hermanos. Explicó que su visita a la provincia comboniana de Etiopía fue una oportunidad para conocer a todos los hermanos y aprender sobre los ministerios a los que se dedican. Dijo que encontró una Provincia intercultural y serena, con sentido de unidad, objetivos comunes y muchos jóvenes misioneros llenos del fuego de la misión. “La misión comboniana está muy viva en Etiopía”, subrayó.

Sin embargo, el Asistente General mencionó algunas debilidades observadas a nivel de circunscripción, como la desproporción entre los compromisos y el número de personal disponible, y la presencia de pocos hermanos. No obstante, concluyó que había encontrado “misioneros felices y comprometidos” en la provincia.

El superior provincial, Asfaha Yohannes Weldeghiorghis, y sus consejeros agradecieron al Hno. Alberto su espíritu optimista y el haber afrontado el frío de las misiones de montaña, el barro de algunas carreteras y, sobre todo, los largos viajes para poder hablar con todos los hermanos que trabajan en Etiopía para animarles a permanecer fieles al carisma de San Daniel Comboni.

comboni.org

La religiosa mexicana Dolores Palencia, Presidenta Delegada del Sínodo

Cuando el Vaticano publicó la lista de los 363 participantes de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos convocada por el Papa Francisco, que se reunirán en Roma el próximo mes de octubre, el nombre de la mexicana María de los Dolores Palencia, Hermana de San José de Lyon, era uno de los primeros que se destacaba. Aparecía en el grupo de Presidentes Delegados, a quienes se confía la delicada misión de presidir la asamblea sinodal “en nombre y por autoridad del Sumo Pontífice” cuando él no esté presente. Se trata de una tarea que desde San Pablo VI hasta nuestros días normalmente han ejercido algunos cardenales y obispos. De ahí que en esta oportunidad la Hna. Dolores y la japonesa Momoko Hishimura, visibilizan la importante participación y el liderazgo de las mujeres en la Iglesia.

Crédito: Óscar Elizalde. ADN CELAM

Aquel viernes 7 de julio, América Latina se despertaba con la ‘buena nueva’ de que, en total, serían 79 latinoamericanos los participantes de la Asamblea del Sínodo de la Sinodalidad. Asimismo, de los nueve Presidentes Delegados por el Papa Francisco, tres son de este continente: el cardenal Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Ciudad de México y expresidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam); Mons. Luis Gerardo Cabrera Herrera, arzobispo de Guayaquil y Presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, y la Hna. María de los Dolores Palencia, quien ha desempeñado importantes servicios en su congregación religiosa, fue vicepresidenta de la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosas/os (CLAR) entre 2006 y 2009, y participó como delegada de la vida consagrada en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, en Aparecida (2007).

Con los migrantes centroamericanos

“Estoy muy emocionada, muy tocada”, fueron las primeras palabras que me compartió la Hna. Dolores, quien ese viernes, como todos los días, madrugaba a recibir a los migrantes que llegaban al “hogar de paso” que las Hermanas de San José de Lyon animan en Tierra Blanca, una obra de misión al sur del Estado de Veracruz, en México. “Tú sabes que ellos no tienen nuestros horarios, ni nuestros tiempos”, me dijo.

Recordé que durante una de las Asambleas Regionales de la Fase Continental del Sínodo de la Sinodalidad, que se celebró en San Salvador, en la que ella fungió como facilitadora y ‘gran maestra’ en la aplicación del método de conversación espiritual, me había compartido sobre sus faenas diarias. Buena parte de los migrantes que llegan a las puertas del Albergue Decanal Guadalupano –así se llama el “hogar de paso”– han decidido emprender su travesía hacia los Estados Unidos abordo de ‘La bestia’, como se le llama al tren de carga que es usado por miles centroamericanos para transportarse ‘sobre su lomo’, gratuitamente, asumiendo todo tipo de riesgos y peligros.

“Por Tierra Blanca pasa el tren –explica la Hna. Dolores–. Muchos llegan maltratados y lastimados”. “Todos los días pasa el tren y todos los días trae migrantes –continúa–, la mayoría han tenido que caminar 18 o 20 días a pie, para cruzar la frontera de Guatemala con México antes de subirse al tren”. Cada semana la religiosa mexicana es testigo de decenas de historias de dolor y desarraigo, de asaltos en el camino, de robos y de tantas otras vejaciones que padecen quienes se encuentran en esta situación de movilidad y, además de su pobreza, experimentan al extremo la vulnerabilidad.

“El viernes pasado no tuve mucho chance de asimilar el nombramiento que me ha hecho el Papa Francisco, porque al abrir el albergue temprano ya había una fila de migrantes hondureños, otros eran venezolanos, y había también un salvadoreño y un guatemalteco”, me cuenta, anticipándome que a esa hora ya sabía que llegaría otro tren trayendo más migrantes. Ese día le llamó particularmente la atención la fragilidad de una mujer y de tres menores de edad, uno de ellos de ocho años.

‘Samaritanear’

Lo suyo es ser ‘buena samaritana’ o ‘samaritanear’, como diría el Papa Francisco. Transmitir la ternura de Dios, prestarle sus brazos para abrazar a los más pobres entre los pobres –en su condición de migrantes–, y poner en práctica la caridad cristiana con el apoyo de un grupo de generosos voluntarios. “Los migrantes llegan todos los días, de noche o de madrugada, porque el tren pasa en varios momentos del día. Aquí les damos las tres comidas, se les atiende, se les da lo que necesitan a nivel humanitario y a nivel de salud, se les da ropa, y les damos orientaciones sobre las situaciones a las que se enfrentarán en la frontera del norte. Ah, también les hablamos sobre sus derechos”. Detalla que los migrantes “en ocasiones se quedan a dormir, pero hay algunos que continúan su camino inmediatamente. Entonces son personas que muchas veces solo vemos durante un día, aunque hay algunos que se quedan dos o tres días”.

De igual forma, comenta con tristeza que “algunas veces los volvemos a ver porque en Migración los detienen más adelante y los regresan, y como para algunos ni siguiera hay posibilidades de retorno, como les pasa a muchos venezolanos, nicaragüenses, haitianos y cubanos, que no pueden regresar a sus países, no son deportados y generalmente los vemos pasar otra vez. Así es que, pues este es el lugar en donde estoy”.

A medida que la escucho no puedo evitar pensar en aquel pasaje bíblico del ‘juicio final’ –en el capítulo 25 del evangelio según San Mateo–, al que tantas veces se ha referido el Papa: “vengan, benditos de mi Padre, reciban en herencia el Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo, porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, fui forastero y me recibieron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, en la cárcel y fueron a verme”.

Arriesgarlo todo por un sueño

Me voy dando cuenta que antes de hablar de sí misma y del importante e inédito nombramiento que le ha hecho el Papa Francisco, la Hna. Dolores prefiere referirse a la realidad de los migrantes que acompaña y a lo que ellos le han enseñado. “Aquí es donde esta noticia me encontró, y pues es este pueblo, desde este lugar, desde estos estos migrantes que tanto me han enseñado lo que significa soñar, y lo que significa dar todo por un sueño y arriesgarlo todo por un sueño, y  vivir con la libertad de no llevar nada que no sea necesario para el camino o indispensable para realizar el sueño, es desde aquí que yo podré colaborar con la asamblea del Sínodo en octubre”.

Por eso está convencida de que “este nombramiento y esta designación que el Papa Francisco me ha hecho, como Presidenta Delegada, es una gracia muy grande, un llamado, y lo considero una invitación que viene directamente de Dios a poner lo que soy y lo que puedo aportar al servicio de la Iglesia y del mundo”, dice.

Es consciente de la gran responsabilidad que le espera. Sabe bien que ahora hace parte de un grupo pequeño y cercano al Papa Francisco, y también tiene claridad sobre las implicaciones de esta importante asamblea de obispos, en la que Bergoglio ha abierto inusitados mecanismos de participación. Por ejemplo, 54 de las 85 mujeres que participarán, tendrán derecho a voz y voto. Sin duda, es un paso adelante en la reforma de la Iglesia que viene impulsando.

Una nueva forma de ser Iglesia

“El Papa Francisco nos está mostrando que quienes hacemos parte de la Iglesia somos diversos, tenemos capacidades y potenciales distintos, y que hay que poner todo esto en común para que juntos y juntas podamos avanzar”, subraya la religiosa mexicana. “Ciertamente estoy en un grupo que es especial y diferente, en el que realmente nunca me hubiera pensado o imaginado, pero bendigo a Dios porque es una posibilidad de crecimiento y de aprendizaje, y, al mismo tiempo, es una oportunidad para abrir espacios a lo que las mujeres podemos aportarle a la Iglesia y al mundo, buscando siempre la voluntad de Dios y el bien común”.

¿Qué aporte podrá ofrecer la Iglesia latinoamericana a este Sínodo?, le pregunto. “Será un aporte significativo desde la comunión, la participación y la misión, a partir del caminar que ya se ha hecho con el Sínodo Panamazónico, con la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), y ahora a través de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA), que es una nueva conferencia eclesial, no episcopal, que está marcando un nuevo paso en la historia de la Iglesia”.

La Hna. Dolores valora la receptividad y la actitud proactiva que ha tenido la Iglesia latinoamericana y caribeña frente a la propuesta del Papa se ser una Iglesia en salida a las periferias y sinodal, “con una participación real de todos los bautizados, es decir, del Pueblo de Dios, desde la reflexión, el discernimiento y la construcción de muchos y muchas para abrir los caminos que nos permitan estar presentes, acompañando las realidades de nuestros pueblos, como se está haciendo en la Amazonía, pero también en tantos otros lugares donde habitan los pueblos originarios y los pueblos afro, desde sus raíces y culturas”.

Su experiencia en medio de los migrantes, en la Iglesia latinoamericana y caribeña, y en tantos otros espacios donde ha participado como religiosa desde hace 54 años, le dan la certeza de que algo nuevo está surgiendo. “Vivimos un proceso muy interesante y revelador, trabajando en conjunto con laicos y laicas, gente misionera, equipos de vida religiosa, sacerdotes, obispos, donde lentamente, con aciertos y errores, se va gestando una nueva forma de relacionarse, sin esas estructuras que a veces nos dividen y jerarquizan de una manera innecesaria, y que también hacen sentir como si unos fueran mayores y otros fueran menores de edad. Es un caminar  como pueblo, que nos está ayudando a volver a los valores del Evangelio y da origen a una nueva forma de ser Iglesia”.