Redes eclesiales territoriales de América Latina conmemoran el Día Internacional de la Tierra con “ciclo de charlas”

 ADN CELAM

El padre Noel Ortiz, secretario ejecutivo de la Red Eclesial Ecológica Mesoamericana (Remam), anunció que este 22 de abril, Día Internacional de la Madre Tierra, realizarán “un ciclo de charlas virtuales” con expertos latinoamericanos – integrantes de las redes eclesiales territoriales – sobre temas de Ecología Integral.

“Les invitamos para poder participar en las diferentes temáticas que tendremos para concientizarnos sobre la necesidad del cuidado de nuestra casa común”, apuntó el sacerdote, quien indicó que este evento se podrá seguir por la plataforma zoom a las 10:00 a.m. de México y Centroamérica, 11:00 a.m de Panamá y Colombia.

Los interesados podrán usar el siguiente enlace:

https://lc.cx/WxW-49
ID de reunión: 846 8139 9478
Código de acceso: 123

Dinámica de la charla

El padre Ortiz explicó que la primera parte de la conferencia estará a cargo de Diego Aguiar de la Red Eclesial Panamazónica (Repam), mientras que en la segunda parte estará el padre David Solano, referente de Ecología Integral para América Latina para Cáritas América Latina.

“Nos acompañará también en un tercer momento Miguel Cruz, secretario ejecutivo de la Red Eclesial Gran Chaco y Acuífero Guaraní (Regchag) hablando sobre las redes territoriales y la importancia de vincularnos como redes eclesiales en todas nuestras plataformas”, indicó.

Finalmente, Margarita Nomh, guardiana de las semillas, “nos compartirá un momento de espiritualidad ecológica desde su cosmovisión Maya”.

La misión de cuidar y cultivar la tierra…

Somos “un pedazo de tierra” en el mundo

Por: Hno. Joel Cruz. ECOPAX

Si abres tu biblia y buscas el capítulo 2 del libro del Génesis y te detienes en el versículo 7, te vas a dar cuenta que el ser humano, o sea tú, eres “tierra” moldeada por los dedos de Dios. Un “territorio” pensado por el Creador como un jardín y no como un desierto sin vida.

Pensarnos como un “pedazo de tierra” al que Dios mismo, con toda su dedicación personal, lo transforma en un cuerpo en el que no solamente infundió su aliento sino que en él plasmó su propia imagen, debería bastarnos para cuidar este “territorio” al que llamamos “YO” de tal manera que nunca deje de ser un jardín lleno de flores y frutos con semillas que producen vida en todas sus formas.

Si lees todo el relato de la creación (Capítulos 1 y 2 del Génesis), te encontrarás con la misión que tiene este ser humano creado por Dios: “LLENAR DE VIDA LA TIERRA”. Es decir, el ser humano recibió el encargo de parte de su Creador de “CULTIVAR Y CUSTODIAR” la vida en esa “tierra”.

En otras palabras, la misión que tenemos es “CUIDAR LA VIDA”
en este “pedazo de tierra” que llamamos YO.
Si caemos en el descuido, la vida que hay en esa tierra
se irá marchitando hasta secarse,
hasta que ese territorio que lleva nuestro nombre se vuelva estéril,
incapaz de generar vida y termine poseído por la muerte.

 Cultivar y custodiar la vida en nuestra persona implica considerar todas las posibilidades para que la muerte no pueda entrar en nuestro pensamiento, en nuestro espíritu, en nuestro cuerpo… que la negatividad no llegue a poseer nuestra conciencia y nuestra visión, no descuidar nuestra salud física, mental y espiritual, porque si lo hacemos, la enfermedad abrirá el camino a la muerte en este “pedazo de tierra” donde Dios quiere que solo haya vida.

Pero ¿Para qué cultivar y custodiar la vida en nosotros? Para COLABORAR CON DIOS, es decir, para TRABAJAR JUNTO CON ÉL PARA QUE HAYA VIDA EN ABUNDANCIA para todos. Es decir, Dios quiere que seamos portadores de vida donde quiera que vayamos, dondequiera que estemos, no quiere que seamos portadores o sembradores de muerte, de esos ya hay muchos.

Dios nos quiere vivos para que podamos infundir vida ahí donde vivimos y convivimos, en ese lugar que llamamos “SOCIEDAD”, que también es un “TERRITORIO”. Cuando la vida es abundante en nuestro territorio que llamamos “YO”, entonces podemos compartirla, darla, donarla… la vitalidad es tanta que por eso somos capaces de ser fraternos, solidarios, comunitarios, participativos… nos convertimos en promotores de espacios de comunión y participación para que otros puedan aportar vida para muchos.

Quien descuida su vida, poco a poco, el desánimo, el desaliento, la desesperanza, la negatividad… comienzan a poseer su cuerpo, su mente y su espíritu. Por eso deja de colaborar, de participar, de solidarizarse con los demás, de unirse a causas comunes que mejoren las condiciones de vida para todos. La debilidad física, mental y espiritual lo derrumba y lo arrincona al sinsentido de la existencia, al lugar del dolor y el sufrimiento, de la tristeza y la soledad.

 Ser conscientes de que somos hechos de tierra debe hacernos tomar conciencia de nuestra fragilidad humana, que en cualquier momento, si no nos cuidamos, nos podemos romper, hacer pedazos… ser conscientes de que somos “vasijas de barro” que contienen el Espíritu de Dios, debería ser suficiente para cuidar esta “vasija” que llamo “cuerpo”. Descuidarla sería PECADO.

 

Dios dice que NO ES BUENO QUE EL SER HUMANO ESTÉ SOLO, porque cuando alguien está contigo, te ayuda a mirar aquello que no ves, a valorar aquello que no valoras, a cuidar aquello que no cuidas… te ayuda a cuidar la vida que hay en ti, a salvarla, a fortalecerla… Por eso, cuidar la vida que hay en nosotros, implica buscar a los demás para acompañarlos o para sentirnos acompañados, eso nos ayuda a vivir, a querer vivir y vivir mejor.

 Nuestra dignidad como seres humanos y nuestra misión recibida de parte de Dios es muy grande. No hace falta mucha ciencia para comprender esto cuando leemos los relatos de la creación en la Biblia.

Es una dignidad y misión grande y exigente
porque tiene que ver con el cultivo
y el cuidado de la vida para luego compartirla con todos
hasta llenar de vida la tierra.
Tierra que comienza en ese pequeño lugar
que lleva mi nombre y apellido,
porque si ahí no se cultiva y no se cuida la vida,
esta misión nunca se realizará.

 A veces, acostumbramos decir que “hacemos con nuestra vida lo que nos dé la gana”, que es “nuestra vida” y por eso nadie debe decirnos cómo vivirla y cómo manejarla, por eso no dejamos que alguien “se meta” en ella. ¿Pero quién nos dijo que la vida es nuestra? Somos testigos que en cualquier momento, en contra de nuestra voluntad, se nos escapa, se nos quita. Experimentamos la impotencia frente a la enfermedad, ante todo aquello que nos quita la vida, ante la muerte… La realidad nos dice que LA VIDA NO ES NUESTRA.

 

Con frecuencia se nos olvida que ese pedazo de tierra moldeado por los dedos de Dios que llamamos CUERPO, no tiene vida propia, la vida que habita en él no es suya. Dios fue quien infundió su vida en esa materia frágil soplando en sus narices de barro. Esta conciencia debería ayudarnos a aceptar que la vida que llevamos en nuestro cuerpo ES DE DIOS, no es nuestra. Se nos fue dada para cultivarla y cuidarla, para hacerla producir frutos y compartirla con muchos.

 Dios nos dio su vida para compartirla no para desperdiciarla o dejarla secar sin producir ningún fruto. Por eso no podemos hacer con ella lo que nos venga en gana, por eso no podemos descuidarla de ninguna manera. Literalmente es “UN TESORO QUE NO ES NUESTRO Y QUE LO LLEVAMOS EN UNA VASIJA DE BARRO” que es nuestra persona. Si esta vasija se deteriora, se puede romper y el tesoro se perderá.

 Si la vasija se rompe y tira el tesoro de Dios (la vida), cuando estemos frente a Él, nos pedirá cuentas de ese tesoro que puso en nosotros. Nos preguntará ¿qué hicimos con la vida que nos dio? ¿Cómo la cultivamos y la cuidamos? ¿Qué frutos produjo? ¿Cómo la compartimos con los demás? Si la descuidamos, si no la valoramos, si la dejamos marchitar y secar… veremos el rostro decepcionado y entristecido de nuestro Padre Dios, así como te desilusionas tú de la persona que más quieres y eso, duele mucho, tú lo sabes.

“¿Cómo desafía Laudate Deum nuestra misión?”

Por: P. José Vieira, desde Etiopía

El Papa Francisco publicó su Exhortación Apostólica Laudate Deum (LD) sobre la crisis climática, dirigida a todas las personas de buena voluntad, en la fiesta de San Francisco de Asís, ocho años después de su innovadora Carta Encíclica Laudato si’ (LS) sobre el cuidado de nuestra casa común. El “ecoPapa” retoma el tema ocho años después, porque nuestro sufrido planeta se está derrumbando al borde del colapso y el cambio climático está causando estragos en todas partes. Así lo explica:

“Han pasado ocho años desde que publiqué la Carta Encíclica Laudato Si’, cuando quise compartir con todos vosotros, mis hermanos y hermanas de nuestro sufrido planeta, mis más sentidas preocupaciones por el cuidado de nuestra casa común. Sin embargo, con el paso del tiempo, me he dado cuenta de que nuestras respuestas no han sido adecuadas, mientras que el mundo en el que vivimos se derrumba y puede estar acercándose al punto de ruptura. Además de esta posibilidad, es indudable que el impacto del cambio climático perjudicará cada vez más la vida y las familias de muchas personas. Sentiremos sus efectos en los ámbitos de la sanidad, las fuentes de empleo, el acceso a los recursos, la vivienda, las migraciones forzosas, etc.”. (LD 2).

PLANETA SUFRIENTE: EL DIAGNÓSTICO

Los síntomas de “nuestro planeta sufriente” debido al cambio climático provocado por el calentamiento global debido a la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera son muchos y evidentes: temperaturas más elevadas, fenómenos meteorológicos extremos, olas de calor frecuentes, grandes sequías e inundaciones, fuertes nevadas. El hielo de los polos y de los glaciares se derrite a un ritmo alarmante mientras que el nivel del mar sube inundando las zonas costeras; las aguas del mar son más cálidas, más ácidas y con menos oxígeno, lo que amenaza la vida marina.

Los pobres, los que sufren el peor impacto de la crisis climática a través de problemas de salud, pérdida de propiedades, desplazamientos, son culpabilizados (LD 9). Sin embargo, los países más ricos son los grandes agentes del cambio climático.

“Si consideramos que las emisiones por individuo en Estados Unidos son aproximadamente dos veces superiores a las de los individuos que viven en China, y unas siete veces superiores a la media de los países más pobres, podemos afirmar que un amplio cambio en el estilo de vida irresponsable ligado al modelo occidental tendría un impacto significativo a largo plazo” (LD 72), subraya el Papa al final de su exhortación.

Una investigación de Oxfam y el Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo que examina las emisiones de carbono revela que el diez por ciento más rico de la población mundial -unos ochocientos millones de personas- es responsable de la mitad de las emisiones globales de CO2, mientras que la mitad más pobre -unos cuatro mil millones de seres- emite sólo el ocho por ciento.

Francisco señala también como otra causa de la crisis climática el creciente paradigma tecnocrático que proclama el credo del crecimiento infinito e ilimitado y del poder humano, obteniendo el máximo beneficio al mínimo coste.

EL PLANETA QUE SUFRE: LA CURA

Para salvar nuestra casa común del colapso, el Papa propone repensar el uso del poder. Para equilibrar el progreso, la humanidad necesita también “un desarrollo de los valores y de la conciencia de la responsabilidad humana” (LD 24).

La ecología integral es otra respuesta clave a la crisis climática. El Papa escribió en Laudato Si’ que hay que “escuchar tanto el grito de la tierra como el grito de los pobres” (LS 49). En Laudate Deum subraya que “el ser humano debe ser reconocido como parte de la naturaleza” (LD 26). “Dejemos, pues, de pensar en el ser humano como autónomo, omnipotente e ilimitado, y empecemos a pensar en nosotros mismos de otra manera, de una manera más humilde pero más fecunda” (LD 68), añade.

Constatando la falta de voluntad de los políticos para cambiar el actual paradigma del desarrollo -que no suelen ir más allá de las frases hechas-, el Papa propone un nuevo multilateralismo para contrarrestar la concentración de poder en manos de una élite que obtiene enormes beneficios de los combustibles fósiles. Potencia la sociedad civil y la relación global-local apostando por soluciones “desde abajo” a la crisis climática.

Francisco hace un repaso crítico de las cumbres climáticas periódicas -COP o Conferencia de las Partes-. Algunas fueron oportunidades perdidas. Los acuerdos para acelerar la transición energética, pasando de los combustibles fósiles a las fuentes renovables, y para compensar a los países más pobres por los daños climáticos tienen que aplicarse plenamente.

El Papa hace también una lista de motivaciones espirituales, entre ellas la contemplación del universo como revelador de la belleza y riqueza de Dios que se mantiene unido al Señor Resucitado hacia su plenitud. “El mundo canta a un Amor infinito: ¿cómo no cuidarlo? (LD 65), se pregunta.

El “ecoPapa” invita a todos a unirse a la “peregrinación de reconciliación” (LD 69) con nuestra casa común a través de pequeños pasos que incluyen cambios culturales, de estilo de vida y de convicciones.

Concluye su reflexión con un pronunciamiento muy fuerte: “Cuando los seres humanos pretenden ocupar el lugar de Dios, se convierten en sus peores enemigos” (LD 73). Por tanto, hay que dejar que Dios sea Dios.

ALGUNAS PROVOCACIONES MISIONERAS

¿Cómo interpela Laudate Deum a nuestra misión en Etiopía? Tomo cinco provocaciones concretas de la Exhortación Apostólica.

1. Lo pequeño es grande: “Los pequeños cambios pueden provocar otros mayores” (LD 17)

Los católicos en Etiopía son una Iglesia muy pequeña, con menos de un millón de fieles (alrededor del 0,8 por ciento de su población). La presencia comboniana también es diminuta: 24 misioneros en ocho comunidades y otros dos en camino. La pequeñez puede crear un complejo de inferioridad, que nos lleve a escondernos en nuestra zona de confort -nuestras misiones- al margen de la sociedad.

Sin embargo, Jesús presenta el Reino de Dios en términos de pequeñez: un grano de mostaza, un poco de levadura. Llama a su pequeño rebaño a ser la luz, la sal y la levadura del mundo, tres cosas que en grandes cantidades significan un desastre seguro.

El Papa llama a la Iglesia católica y a los combonianos en Etiopía a vivir su plena ciudadanía sin miedo. La Iglesia da una gran contribución a la educación y a la sanidad. También debe ser una voz profética líder para los que no tienen voz en tiempos de disturbios a lo largo de las líneas de fractura étnicas a nivel regional y nacional, especialmente en cuestiones de Justicia, Paz e Integridad de la Creación.

2. Humildad

“[Comencemos] a pensar en nosotros mismos de manera diferente, más humilde pero más fructífera” (LD 68). Como combonianos, pasamos por un gran cambio histórico, especialmente en el Vicariato Apostólico de Hawassa: de sus fundadores con una historia misionera muy exitosa, pasamos a ser un grupo muy pequeño entre sus muchos agentes pastorales. Comboni quería a sus misioneros santos y capaces… y humildes (Escritos 6655). Para Comboni, la humildad es una virtud fundamental para servir a la misión, “fundamento de todas las virtudes” (Escritos 2814).

Este proceso de “despotenciación” nos hace partícipes de la propia kénosis de Jesús. La misión no es nuestra. Es missio Dei, la misión de Dios. Somos humildes trabajadores en la viña de Dios. Este proceso kenótico debería afectar también a nuestra relación con las personas a las que servimos y sus culturas, quitándonos las sandalias de nuestro etnocentrismo para descolonizar el servicio misionero.

3. Multilateralismo

“La globalización favorece intercambios culturales espontáneos, mayor conocimiento mutuo y procesos de integración de los pueblos, que acaban provocando un multilateralismo ‘desde abajo’ y no simplemente determinado por las élites de poder” (LD 38). El multilateralismo es para la sociedad civil lo que la ministerialidad es para la Iglesia: un fuerte remedio contra el elitismo y el clericalismo, donde los curas lo saben todo, lo hacen todo y mandan a todos. Debe venir “desde abajo”: al promover una Iglesia ministerial tenemos que escuchar a la comunidad cristiana, empoderándola y permitiéndole establecer su propia hoja de ruta.

4. La transición energética

“La necesaria transición hacia fuentes de energía limpias, como la eólica y la solar, y el abandono de los combustibles fósiles, no avanza a la velocidad necesaria” (LD 55). El carbono es la principal causa de la crisis climática mundial. La transición energética hacia fuentes renovables es la única forma de detenerla y revertirla. Tenemos que reducir nuestra huella de carbono de dos maneras: 1: prefiriendo la energía solar al gasóleo para alimentar nuestras casas; 2: manteniendo y revisando bien nuestros coches, ya que no tenemos dinero para comprar vehículos eléctricos o nuevos. Otras medidas: programar viajes, compartir coche y, cuando sea posible, utilizar medios de transporte locales.

5. Peregrinación de reconciliación

“Pido a todos que acompañemos esta peregrinación de reconciliación con el mundo que es nuestra casa y que ayudemos a hacerlo más bello, porque ese compromiso tiene que ver con nuestra dignidad personal y nuestros valores más elevados” (LD 69). Hay muchas pequeñas opciones que señalan nuestra participación en esta reconciliación global. Por ejemplo:

  • Optar por un estilo de vida sencillo y sostenible ecológica y económicamente para reducir la huella de carbono y contrarrestar el consumismo.
  • Comer menos carne y más proteínas de origen vegetal, ya que las vacas contribuyen al calentamiento global a través del metano.
  • Comprar a granel o en envases más grandes y elegir envases de vidrio, papel o metálicos para frenar la contaminación por plásticos.
  • Reducir los residuos y reciclar.
  • Comprar ropa de segunda mano en los mercados locales para contrarrestar la moda, responsable del diez por ciento de las emisiones de carbono.
  • Utilizar los ordenadores, teléfonos inteligentes y otros artilugios hasta el final de su vida útil, resistiendo a la tentación de lucir el último modelo.
  • Mantener nuestras casas reparadas, sin pérdidas de energía y agua.
  • Reforestar nuestros recintos con especies autóctonas evitando el eucalipto.

“Cada granito de arena ayuda” (LD 70), afirma Francisco. Pongamos nuestros granitos de arena para salvar al planeta y a nosotros mismos del eminente desastre que se cierne sobre nuestra casa común.

Abogar por la conversión ecológica de cara a la COP28

En la exhortación Laudate Deum , el Papa Francisco pide acciones ambiciosas en la COP28. La COP28 es la 28ª “Conferencia de las Partes” del organismo de las Naciones Unidas para luchar contra el cambio climático. Es un momento importante en la lucha contra la crisis climática. La Plataforma Iniciativa Laudato Si’, el Movimiento Laudato Si’ y Caritas Internationalis han publicado una reflexión de cara a la COP28. Publicamos a continuación su traducción en español.

La exhortación Laudate Deum del Papa Francisco, publicada pocas semanas antes de la COP28, llama a los gobiernos y otras partes interesadas a dar un paso adelante y abordar responsablemente la emergencia climática para mitigar y, en última instancia, revertir esta crisis global que afecta a nuestro hogar común, la creación de Dios y a nuestras hermanas y hermanos más pobres.

1. Balance Global (GST) – Evaluación de los compromisos del Acuerdo de París
2. Mitigación de las emisiones que modifican el clima
3. Financiar la transición ecológica
4. Indemnización por pérdidas y daños
5. Adaptación al cambio climático
6. La contribución de la sociedad civil

Propuestas de acción para los gobiernos nacionales

La exhortación Laudate Deum es una invitación concreta a promover el multilateralismo como forma de gobierno capaz de establecer e implementar reglas globales y efectivas para la “salvaguardia global” del planeta. Es un espacio democrático e inclusivo donde las voces de la sociedad civil pueden ser escuchadas, donde todos los países tienen un papel que desempeñar, donde la brújula es el bien común y no una “autoridad mundial concentrada en una sola persona o en una élite con excesivas poder” (LD 35).

Antes de la COP28, cada estado parte del Acuerdo de París está ultimando su posición negociadora. Por lo tanto, es muy importante impulsar dentro de cada país o región para llegar a Dubai con compromisos claros para implementar el Acuerdo de París:

1. Balance mundial (GST)

« Si hay un interés sincero en hacer que la COP28 sea histórica, honrándonos y ennobleciéndonos como seres humanos, entonces sólo podemos esperar formas vinculantes de transición energética que tengan tres características: que sean eficientes, que sean vinculantes y fácilmente monitoreables. » (DL 59).

La COP de este año pretende marcar un hito en la implementación del Acuerdo de París, ya que establecerá por primera vez desde 2015 el “Balance Global”, el mecanismo de evaluación previsto por el Acuerdo de París.

Los resultados del GST y las decisiones relacionadas de la COP28 deben proponer vías claras, viables y específicas para lograr los objetivos de París, con políticas y planes concretos que adopten un enfoque basado en evidencia y los derechos humanos, incluidos los derechos de los pueblos indígenas, teniendo en cuenta las condiciones sociales. Justicia y equidad intergeneracional.

Lograr el objetivo del Acuerdo de París de limitar el calentamiento global a 1,5°C (en comparación con la época preindustrial) requiere una acción inmediata y sin precedentes para reducir rápidamente las emisiones de gases de efecto invernadero, especialmente en el corto plazo, a través del compromiso de eliminar gradualmente todos los combustibles fósiles. . El llamamiento contenido en Laudato si’ es una alarma que nos recuerda que el umbral de 1,5 °C no es una simple cifra, sino un imperativo moral (LD 56). Todos los países que se han adherido a la CMNUCC (Conferencia Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático) deberían aumentar (o comprometerse a aumentar) sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC) antes de la COP28 para cerrar la brecha de reducción de emisiones, así como para cubrir los déficits de implementación. de los compromisos asumidos, incrementando la implementación de políticas para lograr la eliminación progresiva de los combustibles fósiles.

Todas las partes de la CMNUCC deberían acordar una eliminación global rápida, justa y equitativa de todos los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) en todos los sectores , en línea con el límite de temperatura de 1,5°C para 2050 en adelante. Además, deben acordar compromisos vinculantes para garantizar que cada país haga su parte, empezando por los que más han contaminado históricamente y los ricos que más contaminan actualmente. También debemos detener el desarrollo de nuevos oleoductos, minas e infraestructuras que perpetúan nuestra dependencia de combustibles fósiles contaminantes, peligrosos y costosos.

“Debemos superar la lógica de parecer sensibles al problema y al mismo tiempo no tener el coraje de realizar cambios sustanciales” (LD 56). Los Estados deberían acordar un marco de transición justo con un objetivo global establecido para la energía renovable: triplicar la capacidad global de energías renovables a 11.000 GW para 2030, implementando al menos 1.500 GW por año para 2030.

Todos los gobiernos también deberían adoptar un Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles como herramienta clave para complementar y fortalecer el Acuerdo de París, cuyo texto omite cualquier referencia a los combustibles fósiles, a pesar de que son el principal impulsor del cambio climático. La adopción de un tratado sobre combustibles fósiles superará esta brecha en el Acuerdo de París, lo que conducirá a compromisos más concretos en las NDC.

2. Mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero

Las falsas soluciones –como la captura y almacenamiento de carbono (CAC) y otras tecnologías de “reducción” de emisiones– sirven como función principal para distraer la atención de la necesidad de eliminar gradualmente los combustibles fósiles . “Asumir que cada problema futuro puede resolverse con nuevas intervenciones técnicas es un pragmatismo fatal, destinado a provocar un efecto de bola de nieve” (LD 57). La CCS tiene una historia de décadas de promesas excesivas y resultados insuficientes y, a pesar de haber existido durante décadas, las plantas de CCS actualmente capturan menos del 0,1% de las emisiones globales. La CAC y otras tecnologías no deben distraernos del objetivo central de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero mediante una transición justa que abandone los combustibles fósiles.

3. Financiar la transición ecológica

” La necesaria transición hacia energías limpias, como la eólica y la solar, abandonando los combustibles fósiles, no avanza con suficiente rapidez ” (LD 55). Las economías emergentes y en desarrollo serán responsables de la mayor parte del crecimiento de las emisiones en las próximas décadas, y se necesita un aumento sin precedentes en el gasto en energía limpia para poner a los países en el camino hacia las emisiones netas cero.

  • Hasta ahora, los países desarrollados no han logrado alcanzar el objetivo de 100 mil millones de dólares en financiamiento climático , que debería proporcionarse anualmente entre 2020 y 2025. Los países desarrollados deben garantizar que este objetivo pueda lograrse compensando las brechas en la entrega en los primeros años.
  • También debemos adaptar todos los flujos financieros a los objetivos del Acuerdo de París: todos los países de la CMNUCC deberían eliminar gradualmente los subsidios directos e indirectos a los combustibles fósiles.
  • Reforma de la arquitectura financiera internacional: las principales instituciones financieras internacionales deberían adoptar rápidamente políticas de desinversión en combustibles fósiles, mayores garantías para los derechos humanos, estructuras de gestión más democráticas que incluyan mecanismos de participación y seguimiento por parte de los países en desarrollo, de los pueblos indígenas, de la sociedad civil y de las comunidades locales. comunidades, desarrollar objetivos de financiación para el clima y la biodiversidad, y actuar urgentemente para el alivio de la deuda.
  • La transición energética corre el riesgo de volver a ser injusta si se limita a sustituir los combustibles fósiles por energías renovables sin cambiar estilos de vida insostenibles y métodos destructivos de producción y consumo. Una transición justa requiere apoyo financiero y tecnológico para los países menos desarrollados, garantizando equidad y justicia en el proceso.
  • La financiación de la energía limpia no debería adoptar la forma de deuda y préstamos del sector privado, lo que empujaría aún más a los países emergentes y desarrollados a “trampas de deuda”. Los países más ricos tienen una “deuda ecológica” (LS 51) que deben pagar mediante financiación pública.
  • El Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado (NCQG) sobre financiación climática, es decir, la suma de la financiación anual para combatir el cambio climático que se definirá en la COP 28, debe basarse en las necesidades de los territorios y ser suficiente para cubrir toda la escala de costes necesarios. para que los países desempeñen plenamente su papel en la consecución del Acuerdo de París.
  • La declaración del Papa Francisco en Laudate Deum destaca la importancia de garantizar que las medidas adoptadas en la COP28 no sean meras aspiraciones, sino vinculantes y ejecutables. Estas medidas deben cumplir tres criterios clave: deben ser efectivas, obligatorias y fácilmente monitoreadas .

4. Pérdidas y Daños

Tras la decisión histórica de establecer nuevos acuerdos de financiación, incluido un fondo, para responder a las pérdidas y daños sufridos debido al cambio climático, con el Comité de Transición desarrollando recomendaciones para su consideración y adopción en la COP28, los Estados deben proceder en los siguientes puntos y estar preparados para encontrar un acuerdo en Dubai:

  • La financiación para abordar las pérdidas y los daños asociados con los impactos negativos del cambio climático debe ser financiación pública nueva, adicional y predecible que priorice claramente las subvenciones; Hacemos hincapié en que el fondo de pérdidas y daños debe centrarse en abordar las pérdidas y daños de conformidad con las decisiones de la COP27.
  • El Fondo de Pérdidas y Daños debe ser fundamental para los acuerdos de financiación existentes, a fin de catalizar la mayor parte de la financiación y coordinar los acuerdos de financiación existentes para garantizar la complementariedad y la coherencia y abordar las brechas de financiación.
  • El fondo para pérdidas y daños debe ser de fácil acceso , para garantizar que las comunidades necesitadas en todo el Sur Global reciban los fondos que necesitan para recuperarse y estén a cargo de su propio futuro; debe ser integral para respaldar respuestas a pérdidas y daños, tanto económicos como no económicos, tanto por fenómenos climáticos extremos como de evolución lenta.
  • Debe ser correctivo , ya que proporciona subvenciones y no préstamos basados ​​en el principio de “quien contamina paga”.
  • Debe ser representativo y basarse en los derechos humanos y el principio de subsidiariedad, y estar regido por una autoridad equitativa que actúe por el bien común; eficiente y eficaz, ya que actúa como fondo de referencia global para abordar pérdidas y daños junto con otros acuerdos de financiación.

5. Adaptación al cambio climático

Los esfuerzos de adaptación no van a la par de los crecientes impactos climáticos. El informe AR6 del IPCC indica que la planificación de la adaptación se está ampliando, pero la implementación es inadecuada. Existe una necesidad urgente de elevar el debate político sobre la adaptación dentro de la CMNUCC:

  • Los Estados deberían adoptar una agenda permanente sobre el Objetivo Global de Adaptación (GGA), es decir, el acuerdo internacional sobre el monto de financiamiento para la adaptación al cambio climático.
  • Se necesitan avances sustanciales en la definición del marco y las directrices del GGA para su puesta en funcionamiento en la COP28. Se debe establecer un objetivo de adaptación global creíble, sólido y viable para mejorar la capacidad de adaptación, fortalecer la resiliencia y reducir la vulnerabilidad al cambio climático.
  • El objetivo de adaptación global debe diseñarse para apoyar:

= coordinación, procesos y acciones de adaptación a nivel regional y nacional;

= objetivos, planes y acciones a nivel subnacional y local;

= acción para los ecosistemas y las comunidades locales;

= enfoques inclusivos, particularmente con la inclusión de la sabiduría, los valores y los conocimientos de los pueblos indígenas.

  • Los Estados deberían aumentar sus compromisos y presentar una hoja de ruta definitiva para duplicar colectivamente la financiación de la adaptación para 2025, en comparación con los niveles de 2019, con el objetivo de lograr un equilibrio entre la financiación para la mitigación y la adaptación.
  • La presidencia de los Emiratos Árabes Unidos en la COP28 pidió una Declaración sobre Sistemas Alimentarios en la COP28. Los gobiernos deben comprometerse a reducir las emisiones agrícolas y transformar la agricultura para el planeta y las personas. En la COP28, al fortalecer los sistemas alimentarios locales y amplificar las voces de los agricultores, el compromiso podría catalizar la financiación y así lograr avances significativos en los sistemas alimentarios, promoviendo un futuro sostenible que sea significativo y duradero.

6. La contribución de la sociedad civil

Es indispensable un compromiso significativo de la sociedad civil, en particular de los activistas jóvenes, para una acción climática eficaz y basada en los derechos. Su participación activa garantiza perspectivas diversas, soluciones innovadoras y responsabilidad, mejorando la calidad general y el impacto de las iniciativas climáticas. ” Las demandas que surgen desde abajo en todo el mundo, donde personas comprometidas de los más diversos países se ayudan y acompañan, pueden lograr presionar a los factores de poder” (LD 38 ). Hacemos un llamado a la participación abierta y transparente de la sociedad civil, libre de temor a repercusiones.

Por el bien de nuestra casa común, por favor lleven las solicitudes concretas anteriores a la atención urgente de su gobierno nacional y de los organismos internacionales. Al mismo tiempo, como personas de fe conscientes de que la Creación es un regalo sagrado de Dios, estamos llamados a transformar los valores de nuestras comunidades y sociedades. En definitiva, “no hay cambios duraderos sin cambios culturales” (LD 70).

Esperando contra toda esperanza: una campaña de oración para apoyar la conversión ecológica

La exhortación Laudate Deum es una invitación concreta a promover el multilateralismo como forma de gobierno capaz de establecer e implementar reglas globales y efectivas para la “salvaguardia global” del planeta. Es un espacio democrático e inclusivo donde las voces de la sociedad civil pueden ser escuchadas, donde todos los países tienen un papel que desempeñar, donde la brújula es el bien común y no una “autoridad mundial concentrada en una sola persona o élite con poder excesivo”. (LD 35). [ Foto: © FAO/Giulio Napolitano ]

El Papa Francisco expresa preocupación porque “el mundo se está desmoronando y quizás acercándose a un punto de ruptura” (LD 2), pero no estamos haciendo lo suficiente para cuidar nuestra casa común. Necesitamos planes concretos, muy ambiciosos y viables para lograr los objetivos del Acuerdo de París en la COP28.

La COP28 tiene como objetivo abordar tres desafíos decisivos que son también oportunidades para decisiones compartidas valientes, dignas de la responsabilidad confiada a los líderes y negociadores de los países que se reunirán en Dubai a partir del 30 de noviembre de 2023. Se trata de la transición energética, la justicia climática y la voz de los últimos en las negociaciones. En referencia a este compromiso, la plataforma de la iniciativa Laudato si’ toma posición a partir de las reflexiones expresadas en Laudate Deum. En particular, destaca la necesidad de:

a. Acelerar la transición energética y reducir drásticamente las emisiones que modifican el clima de aquí a 2030, según la evidencia encontrada por el IPCC (cf. Informe de Evaluación 6, 2023). Reconoce la complejidad de llegar a un acuerdo verdaderamente eficaz en este ámbito, pero no se puede perder más tiempo. Todavía es posible evitar las peores consecuencias del calentamiento global y debemos aprovechar esta oportunidad al máximo.

El Laudate Deum nos recuerda que “la necesaria transición hacia las energías limpias (…), abandonando los combustibles fósiles, no avanza con la suficiente rapidez. (…) Debemos superar la lógica de parecer sensibles al problema y al mismo tiempo no tener el coraje de hacer cambios sustanciales” (LD 55-56).

Como se refleja en las conclusiones del diálogo técnico del primer “Balance Mundial”1 , se necesita mucha más ambición al establecer objetivos nacionales de reducción de emisiones, con el fin de reducir las emisiones globales de gases de efecto invernadero en un 43% para 2030 y posteriormente un 60% para 2035 en comparación con los niveles de 2019 y lograr cero emisiones netas de CO2 para 2050 a nivel mundial.

Además, los países deberían acordar un marco de transición justo con un objetivo global establecido para la energía renovable: triplicar la capacidad mundial de energías renovables a 11.000 GW para 2030, logrando al menos 1.500 GW por año.

En resumen, “si hay un interés sincero en garantizar que la COP28 sea histórica, que nos honre y ennoblezca como seres humanos, entonces sólo podemos esperar formas vinculantes de transición energética que tengan tres características: que sean eficientes, que sean vinculantes y fácilmente monitoreables. Esto para iniciar un nuevo proceso que sea drástico, intenso y que cuente con el compromiso de todos” (LD 59).

b. Justicia climática y compromiso financiero: conscientes de que todo está conectado y de que o nos salvamos juntos o nadie se salva, nos enfrentamos al desafío de una transición ecológica que debe ser inclusiva. Dado que el cambio climático amenaza a todos los países, comunidades y personas de todo el mundo, es necesario intensificar las medidas y esfuerzos de adaptación para prevenir, minimizar y abordar las pérdidas y los daños a fin de reducir y responder a los crecientes impactos, en particular para aquellos que están menos preparados para afrontarlos y con menos capacidad de recuperarse de los desastres.

Según el principio de responsabilidad compartida pero diferenciada y el de justicia climática, los países desarrollados tienen el deber de hacer más y ayudar financieramente a los países en desarrollo. Las promesas hechas en el pasado en materia de financiación climática no se han cumplido (100 mil millones de dólares al año). La COP28 está llamada a dar un cambio de ritmo decisivo, no sólo para garantizar los compromisos del pasado que no se han mantenido plenamente, sino también para definir nuevos objetivos de compromisos financieros (GGA2 , NCQG3 , etc.) adecuados a las necesidades reales de los territorios y comunidades locales, que se estiman en más de 2,4 billones de dólares anuales hasta 2030. De crucial importancia será la definición del fondo para pérdidas y daños debido al cambio climático, cuya efectividad dependerá de la facilidad de acceso, la posibilidad de utilizar el fondo para pérdidas tanto económicas como no económicas, con carácter reparador -por tanto, en forma de donaciones y no de préstamos- y basándose en los derechos humanos y el principio de subsidiariedad; y gobernado por una autoridad equitativa que actúa por el bien común.

C. Poner la naturaleza, las personas, las condiciones de vida y los medios de subsistencia en el centro de la acción climática: Los países, las organizaciones de la sociedad civil y los pueblos indígenas han expresado inequívocamente la urgencia de proteger, promover e integrar a las personas y la naturaleza en la acción para responder a los impactos del cambio climático. Es importante que en las negociaciones se tengan en cuenta su visión, prioridades y valores. Como señala la exhortación Querida Amazonia (2020), estos últimos “no son unos interlocutores cualquiera a los que hay que convencer, ni siquiera un invitado más en una mesa de iguales. Ellos son los principales interlocutores, de quienes primero debemos aprender, a quienes debemos escuchar por deber de justicia y a quienes debemos pedir permiso para presentar nuestras propuestas. Su palabra, sus esperanzas, sus miedos deben ser la voz más poderosa en cualquier mesa de diálogo” (QAm 26).

El Papa Francisco se une a la multitud de voces de la sociedad civil y de los pueblos indígenas, subrayando que “buscar sólo un remedio técnico para cada problema ambiental que surge significa aislar cosas que realmente están conectadas y ocultar los verdaderos y más profundos problemas del sistema mundial. (…) Asumir que todo problema futuro puede resolverse con nuevas intervenciones técnicas es un pragmatismo fatal, destinado a provocar un efecto de avalancha” (LD 57). En línea con esta creencia, nos sentimos obligados a resaltar el peligro de las “falsas soluciones”, como la captura y almacenamiento de carbono (CAC) o el mercado de créditos de carbono, que tienen como función principal distraer la atención de la necesidad de eliminar progresivamente los combustibles fósiles.

Sin embargo, no podemos ignorar el pesimismo que existe en estos momentos sobre la capacidad real de la COP28 para lograr resultados que estén a la altura de las expectativas. Es comprensible, dadas las decepcionantes COP del pasado y los nuevos proyectos para ampliar la extracción y comercialización de combustibles fósiles. Sin embargo, como nos recuerda el Papa Francisco: “Decir que no hay que esperar nada sería contraproducente, porque significaría exponer a toda la humanidad, especialmente a los más pobres, a los peores impactos del cambio climático. Si tenemos fe en la capacidad de los seres humanos de trascender sus pequeños intereses y pensar en grande, no podemos renunciar a que la COP28 conduzca a una aceleración decisiva de la transición energética, con compromisos efectivos que puedan ser monitoreados permanentemente. (LD 53-54)

La crisis ecológica nos llama a poder, por una vez, no desperdiciar una oportunidad histórica de transformación global, como ocurrió en la crisis financiera de 2007-2008 y se repitió en la crisis del Covid-19 (DL 36).

Esperamos que quienes hablen en la COP28 sean estrategas capaces de pensar en el bien común y el futuro de sus hijos, más que en los intereses de algún país, gran empresa o grupo económico. Como espera el Papa Francisco, “podrán así demostrar la nobleza de la política y no su vergüenza. Me atrevo a repetir esta pregunta a los poderosos: “¿Por qué queremos mantener hoy un poder que será recordado por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario hacerlo?” (DL 60).

En conclusión, somos conscientes de la enormidad de estos desafíos, pero también de la necesidad de que la COP28 haga avances decisivos para mantener el aumento de la temperatura media global dentro de 1,5°C. Por eso lanzamos un llamamiento a los negociadores y líderes políticos para que pidan a todos los países que contribuyan significativamente al éxito de la COP28. Sabemos que si permanecemos en la lógica de buscar soluciones “a través del miserable prisma de los intereses humanos” (Comboni, Scritti 2742, 1871), no habrá auténtico progreso. Pero confiamos en la presencia del Resucitado en la historia, en la obra de su Espíritu que transforma los corazones y las situaciones, incluso cuando todo parece perdido. Por eso estamos comprometidos con una campaña de oración durante toda la COP28, seguros de su fuerza y ​​eficacia. Que el Espíritu Santo acompañe a los negociadores y a los responsables políticos, los ilumine, los inspire y los sostenga en el delicado y decisivo servicio a sus países y a toda la humanidad.

Hno. Alberto Parise, MCCJ
Secretariado General de la Misión


  1. Se trata de la evaluación de la implementación del Acuerdo de París de 2015, que constituye el plan global para combatir el cambio climático. ↩︎
  2. El objetivo de adaptación global: se trata de la suma anual que se pondrá a disposición a nivel mundial para financiar intervenciones de adaptación al cambio climático. ↩︎
  3. El nuevo objetivo colectivo cuantificado sobre la financiación climática: estos son los fondos que se movilizarán para la crisis climática (por lo tanto, no sólo para la adaptación, sino también para intervenciones destinadas a mitigar las emisiones que alteran el clima y para compensar las pérdidas y daños debidos a cambio climático). ↩︎

Cumbre de credos sobre la acción por el clima antes de la COP28

Se celebra en la capital de los Emiratos Árabes Unidos desde hoy y hasta mañana 7 de noviembre la Global Faith Summit on Climate Action, que reúne a representantes de distintas religiones con expertos y activistas del clima en un compromiso común por la justicia climática. Una cumbre auspiciada por el jeque Mohamed bin Zayed Al Nahyan, presidente de los Emiratos, y organizada por el Consejo musulmán de ancianos en colaboración con la Santa Sede, que incluye la firma de una declaración conjunta. En la foto, el cardenal comboniano Miguel Ángel Ayuso, prefecto del Dicasterio para el Diálogo interreligioso (a la derecha) y el juez Abdelsalam, secretario general del Consejo musulmán de ancianos, organizadores y protagonistas de la Global Faith Summit on Climate Action. (Foto: Vatican news)

Una cumbre que reúne en Abu Dabi, capital de los Emiratos Árabes Unidos, del 6 al 7 de noviembre, a numerosos representantes y líderes de distintas religiones con vistas a la cumbre del clima COP28, prevista para principios de diciembre en Dubái, también en los Emiratos.

Se trata de la Global Faith Summit on Climate Action, organizada por el jeque Mohamed bin Zayed Al Nahyan, presidente de los Emiratos Árabes Unidos: un evento que pretende poner de relieve el papel central de las comunidades e instituciones religiosas en la lucha contra la crisis climática.

Líderes religiosos y representantes de más de treinta confesiones, junto a expertos, jóvenes, mujeres líderes y grupos indígenas, colaboraron para elaborar una declaración conjunta de las confesiones sobre la acción climática. La declaración se firmará durante la cumbre y debería aprovechar la influencia colectiva de las comunidades e instituciones religiosas para inspirar la justicia climática a escala mundial.

Las comunidades religiosas y la acción por el clima

Reconociendo que más del 84% de la población mundial se identifica con una religión, la declaración de las confesiones pretende unir a representantes religiosos, comunidades e instituciones para promover la acción por el clima. La cumbre, de dos días de duración, está organizada por el Consejo musulmán de ancianos (Mce) en cooperación con la Santa Sede, la presidencia dela COP28 y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

En un comunicado de prensa, el sultán Al Jaber, presidente de la COP28, destacó el enfoque inclusivo de la presidencia de la Conferencia de la ONU sobre el cambio climático.

“Las comunidades y organizaciones religiosas desempeñan un papel crucial a la hora de ayudar al mundo a hacer frente al cambio climático – declaró Al Jaber – y nuestro objetivo es garantizar que la COP28 amplifique el llamamiento a la acción de los líderes religiosos mundiales para que muchas comunidades de todo el mundo se comprometan en la acción por el clima”.

La responsabilidad moral de cuidar la casa común

El secretario general del Consejo musulmán de ancianos, el juez egipcio Mohamed Abdelsalam, expresó sus esperanzas en el evento y subrayó la importancia de que la fe y la ciencia trabajen juntas para combatir el cambio climático y garantizar una transición energética justa. El cardenal Miguel Ángel Ayuso, prefecto del Dicasterio para el Diálogo interreligioso y participante en la cumbre, subrayó que los participantes de distintas confesiones religiosas reconocen su deber moral y religioso de proteger nuestro planeta. “Todos nosotros, los participantes, representantes de distintas religiones y procedencias –explicó el cardenal– reconocemos que tenemos la responsabilidad moral y religiosa de configurar una ética del cuidado de la Tierra, nuestra casa común. Esta cumbre, que reúne tanto a las altas esferas como a las bases, es un llamamiento a toda la humanidad para salvaguardar la naturaleza”.

Cumbre de los credos y COP28

La cumbre precede a la 28ª Conferencia de las Partes en la CMNUCC, la COP28, que se celebrará en Dubái del 30 de noviembre al 12 de diciembre de este año. Durante la Conferencia, el Consejo musulmán de ancianos, en colaboración con la presidencia de la COP28, el PNUMA, la Santa Sede y una coalición de socios religiosos, acogerá el Pabellón de la fe.

Será el primer pabellón de este tipo en un evento de la COP, y servirá como eje central para promover la colaboración y el compromiso interreligioso, con el objetivo último de estimular una acción climática eficaz y ambiciosa. Se espera que la COP28 reúna a más de setenta mil participantes, entre jefes de Estado, funcionarios gubernamentales, líderes industriales, representantes del sector privado, académicos, expertos, jóvenes y agentes no estatales.

El mandato del Acuerdo de París sobre el clima

De acuerdo con el mandato del Acuerdo de París sobre el clima del 2015, la COP28 de los Emiratos Árabes Unidos proporcionará el primer Global Stocktake, una evaluación exhaustiva de los avances hacia los objetivos climáticos. De la conferencia de Dubái debería surgir una hoja de ruta clara para acelerar la transición energética mundial y adoptar un enfoque inclusivo de la acción climática, sin dejar a nadie atrás.

Crédito: Vaticannews.va