Misión comboniana en Metlatónoc, México

Por: Esc. Felipe Vazquez, mccj
Desde Metlatónoc, Guerrer
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La mirada de un misionero comboniano que por primera vez ve los pueblos originarios de la región mixteca del Estado de Guerrero, se encuentra con un ser humano que vive envuelto en ritos con elementos católicos y prehispánicos como escudo protector ante la adversidad y la inclemencia social hecha de marginación, exclusión, discriminación, invisibilizacion y olvido.

Las circunstancias generadas por esa inclemencia social lo hunden en el subdesarrollo y la pobreza. Esta es una de las razones por las que se ve obligado a migrar, dejar su tierra y su familia en la desolación para ir a buscar recursos o a estudiar lejos para mejorar sus condiciones de vida para él y para los suyos.

La Iglesia aparece en medio de estos pueblos como compañera de camino y de consuelo de este ser humano originario de estas tierras. Camina con él sin apresurar los pasos, con la única intención de que este ser humano y sus pueblos sientan a Dios cercano, como compañero de camino y de vida que busca junto con ellos caminos de liberación y salvación. Es decir, que tengan la experiencia de Dios como Emmanuel ( Dios-con-nosotros).

Esta experiencia de Dios que camina con los pueblos olvidados en las montañas, hace que recuperen y fortalezcan la actitud y capacidad de caminar juntos como necesidad y estrategia para crecer todos. Eso que ahora la Iglesia pide a todos los bautizados: redescubrir el camino sinodal como vía de salvación social.

El misionero sabe que, a veces, el ser humano al que acompaña en su crecimiento humano y espiritual, no siempre conoce a Jesucristo. Por eso, ayuda a estos pueblos a descubrirlo en medio de ellos, que está caminando junto con ellos, en medio de sus pueblos y comunidades… Porque, con frecuencia, sólo saben de la existencia de Dios, pero no saben quién es ni cómo es, solo le llaman DIOS.

La presencia del misionero hace que, caminando juntos, puedan conocer el Nombre de Dios, aprender a mirarlo como papá de todos y a descubrir a Jesús como el Camino, la Verdad y la Vida que se transforma en la vía más concreta de salvación personal y social: EL SER HUMANO FRATERNO.

El misionero sabe que la fraternidad social nace de la fe en un Dios que es papá, que quiere que sus hijos vivan dignamente y sean felices y que no se conforma sólo con ritos, rezos y sacrificios… que eso a veces le molesta y lo entristece, sobre todo cuando la justicia, la paz y la vida están en riesgo y no se actúa para mejorar a las personas y sus entornos, esperando que una intervención extraordinaria resuelva todo.

Estas son las implicaciones del anuncio del Evangelio que conocemos todos los misioneros y es lo que pretendemos que este ser humano conozca, asimile y lo haga carne ahí donde vive y convive.

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Arquidiócesis de México: “Con el dolor de una mamá no se juega”

Mons. Francisco Javier Acero Pérez, obispo auxiliar de la arquidiócesis de Ciudad de México aseguró que las madres buscadoras tienen mucho que aportar y por ello no se debe ideologizar ni politizar su dolor. Foto: Desde la Fe

Desde la Fe

Luego de reiterar el apoyo incondicional de la Arquidiócesis Primada de México a las madres buscadoras en su lucha, monseñor Francisco Javier Acero Pérez hizo un llamado para no politiza con el dolor de las mamás que han perdido a sus hijos.

“Esto es una acción pastoral y es importante decir que con el dolor de una mamá no se juega, el dolor de una mamá no se ideologiza, no se politiza”, aseguro el Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de México durante una conferencia ofrecida por las madres buscadoras María Herrera, Verónica Rosas y Jacqueline Palmero en la Basílica de Guadalupe.

Luego de informar que la Arquidiócesis de México está formando una Comisión de la Mujer dentro de la Vicaría de Laicos donde habrá una sección de Madres Buscadoras, monseñor Acero Pérez destacó que las mujeres con dolor tienen muchas soluciones para el país y ojalá se les escuche sin intentar ideologizarlas.

“Las mujeres con dolor, las mujeres cuando viven una situación de dolor, al final el mismo dolor les va dando fuerzas para ofrecer soluciones y estas mujeres buscadoras tienen muchas soluciones para nuestro país, ojalá se las escuche, no para ideologizarlas sino para promover este tejido social, este volver a tejer todo esto”, aseveró.

Madres buscadoras agradecen la apertura y el apoyo de la Iglesia

María Herrera, Verónica Rosas y Jacqueline Palmero reconocieron el apoyo que desde hace más de un año les ha otorgado la Arquidiócesis de México y la apertura que han tenido no solo para escucharlas, sino también para reconfortarlas para soportar el fuerte dolor que representa el hecho de que sus hijos se encuentren desaparecidos.

“Nos sentimos parte de nuestra Iglesia. El ser atendidas, ser escuchadas y estar en este lugar para nosotros es un gran logro, en medio del dolor y del sufrimiento que hemos venido arrastrando. El sentir el amor, la atención de nuestros pastores es uno de nuestros mejores logros, porque con el gobierno puedo decir que no se logró avanzar en lo más mínimo”, indicó Herrera.

Por su parte Verónica Rosas indicó que “su corazón” siente mucha gratitud por esta apertura que ha tenido la Iglesia católica desde el año pasado, cuando les abrieron las puertas de la Basílica de Guadalupe. “Aquí se siente este abrazo, este cobijo de la Iglesia católica que el día de hoy, en especial, nos abraza, porque hoy para muchas madres no hay nada que celebrar porque está esa ausencia, ese vacío en nuestras casas, en nuestro corazón”, subrayó.

En su turno, Jacqueline Palmero agradeció que la Iglesia les ha arropado, lo que es muy reconfortante para su alma, porque acrecienta la fe en los creyentes. “Es muy importante que hoy, 10 de mayo, que para nosotras no es un día que se festeja, sino un día de lucha, que la comunidad católica, y más en este recinto tan preciado para todos los mexicanos, seamos recibidas. Es muy gratificante que nos volteen a ver y que contamos con su apoyo. Algo que impulsa a las madres a seguir buscando es la fe”, recalcó.

Mons. Francisco Javier Acero recibe a las madres buscadoras en la Basílica de Guadalupe para participar en la Santa Misa. Foto: Basílica de Guadalupe.

Avanza la unificación de más de 270 colectivos de todo el país

Las madres buscadoras informaron que más de 270 colectivos nacionales realizan un proceso de unificación a fin de crear una sola instancia nacional para la búsqueda de desaparecidas y desaparecidos en México, para alcanzar acuerdos que les permita fortalecer su lucha y trabajo para localizar a sus seres queridos.

“Hemos venido haciendo una especie de uificación nacional, que es unificar el dolor de todas las madres y las familias, que tienen un familiar desaparecido, porque nos sentimos humilladas, relegadas de la sociedad y a veces de los mismos familiares”, informó María Herrera.

Durante la conferencia de prensa ofrecida en el Auditorio de la Basílica de Guadalupe, Herrera aseguró que la situación más cruel que pueda pasar un ser humano es que le arrebaten un hijo, “es lo peor, porque sabemos que solo Dios tiene esa facultad para dárnoslos y quitárnoslos en el momento que Él lo decida”.

Reitera la Iglesia CDMX apoyo incondicional a las madres buscadoras

Durante la Santa Misa ofrecida en la Basílica de Guadalupe en honor de las madres buscadoras, monseñor Francisco Javier Acero Pérez, señaló que lo más doloroso que puede vivir una madre es la pérdida de su propio hijo, por lo que les indicó que ellas pueden seguir contando con el apoyo de la Iglesia para escucharlas, acompañarlas con respeto y cariño.

En su homilía, el Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de México señaló que “como sacerdote quiero agradecer el testimonio de amor de las madres buscadoras de nuestro país, porque con su búsqueda en fosas clandestinas nos hacen ver que las dificultades se superan con el amor”.

El Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de México preside la Santa Misa en honor de las madres buscadoras en la Basílica de Guadalupe. Foto: Basílica de Guadalupe.

Al presidir la celebración eucarística, recalcó que el amor de las madres buscadoras a sus hijos es lo que nos hace fuertes, “en lo personal en mi vocación como sacerdote”, porque así como él muchos las están acompañando conociendo su testimonio de lucha, su tesón, sus lágrimas y sobre todo sus ganas de encontrar justicia.

En este sentido, monseñor Acero Pérez hizo un llamado a las autoridades de los tres niveles de Gobierno a velar por los derechos de la mujer y para que cese todo tipo de violencia hacia ellas. “Celebramos a las mamás, y en especial recordamos a las mamás que tienen sus familiares desaparecidos en un momento difícil para nuestro país”.

México: Reunión de los superiores de circunscripción de América y Asia

En la casa provincial de los Combonianos en México, como siempre, nos sentimos bien recibidos, para un encuentro de los superiores provinciales de las circunscripciones de América y Asia, los días 7 al 9 de mayo de 2024. Nos acompañó el P. David Domingues, responsable del continente delante del Consejo General (en la foto, de izquierda a derecha: P. Ottorino Poletto (Ecuador); P. David Aguilar (Asia); P. Juan Diego Calderón (Centroamérica); P. Nelson Mitchell (Perú); P. Raimundo Rocha (Brasil); P. David Costa (Vicario General); P. Jorge Benavides (Colombia); P. Rafael Güitrón (México) y P. Ruffino Ezama (Estados Unidos).

comboni.org

Iniciamos nuestros días de reunión con un tema de formación permanente, guiado por el P. Rafael González, sobre el servicio de la autoridad en este tiempo marcado por palabras como sinodalidad, misión, escucha, atención al otro, iglesia, comunidad… Compartimos junto con ello, nuestras esperanzas, las que inspiran nuestras luchas.

Dos temas nos acompañaron más de cerca sobre la realidad del continente y del Instituto: misión y formación. Apoyados por los más recientes encuentros: la asamblea continental de la formación en Lima, Perú, y la General de Animación Misionera en Roma. Tales encuentros nos invitaron a la reflexión y colocar nuestra esperanza en el mejorar nuestro servicio en esas áreas. Un bello sueño venido del Capítulo y que nos sigue guiando. Reconocemos que, como provinciales, tenemos un trabajo que realizar, y darle a ello el entusiasmo debido. El P. Ismael Piñón, director de la Esquila Misional, nos dirigió algunas palabras en el primer día, también para animarnos a valorar más los recursos y valores que una revista como Esquila (y como otras que existe en las provincias) nos dan.

Acompañamos el proceso de la formación del noviciado continental, e invitamos a los Padres Maestros y a los Novicios a conocernos unos a otros y compartir las experiencias vividas. Eso siempre nos lleva a momentos de reflexión y de la riqueza de la presencia de Dios en el Instituto. Unido a ello, tuvimos la oportunidad de celebrar la Eucaristía en el noviciado todos los provinciales, pero también fuimos invitados a hacerlo individualmente en variadas ocasiones.

Nos sentimos unidos en los trabajos, en las preocupaciones, y en las esperanzas que cada uno tramemos desde nuestro servicio. Y como no estamos solos y Dios nos llena de fuerza, un motivo de seguir en nuestro afán de esperanza fue también la ceremonia de Primera Profesión Religiosa de 7 jóvenes de nuestro continente: 5 mexicanos, 1 del Perú y 1 de Colombia, el sábado 11 de mayo.

Experimentar la gracia de Dios en ellos, que han hecho un camino formativo para responder su sí a Dios, es para nosotros el mejor modo de terminar estos días de encuentro. Y con ello no solo agradecemos, sino que pedimos que sean más los que puedan pronunciar su sí como respuesta generosa al llamado.

Profesiones religiosas en Xochimilco, México

El sábado 11 de mayo, en una solemne ceremonia celebrada en el noviciado comboniano de Xochimilco (México), emitieron sus primeros votos siete novicios, de los cuales cinco son mexicanos, uno de Colombia y uno de Perú. Estuvieron acompañados por sus familiares y numerosos grupos de amigos venidos de todo México y del extranjero. (Arriba, en la foto, de izquierda a derecha: César Daniel, Luis Omar, Carlos Yonatan, Raúl Alfredo, Marco Antonio, Raúl Alexander y Jairo Manuel)

Después de dos años de formación y de tiempos fuertes de desierto y de experiencias comunitarias y de misión, siete novicios combonianos dieron su sí al Señor y consagraron sus vidas a la misión a través de los votos de pobreza, castidad y obediencia en el Instituto de los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús. Se trata de Raúl Alexander Prieto Gómez (de Colombia), Luis Omar Tasson Rodríguez (de Perú), Raúl Alfredo Cervantes Rendón, Jairo Manuel Navarrete García, Carlos Yonatan Patiño Cruz, César Daniel Pérez de León y Marco Antonio Calderón Granados (estos cinco últimos mexicanos).

De izquierda a derecha: Luis Omar Tasson Rodríguez (Perú); Carlos Yonatan Patiño Cruz (México); César Daniel Pérez de León (México); Jairo Manuel Navarrete García (México); Raúl Alexander Prieto Gómez (Colombia); Marco Antonio Calderón Granados (México); y Raúl Alfredo Cervantes Rendón (México).

La misa estuvo presidida por el P. David Costa Domingues, Vicario General, y concelebrada por numerosos combonianos, entre los que estaban los superiores provinciales y de delegación del continente americano, venidos para la ocasión, y que aprovecharon los días precedentes para tener un encuentro a nivel continental. También asistieron varios miembros de la Familia Comboniana: Misioneras Combonianas y Laicos Misioneros Combonianos. El P. Jorge Benavides, Superior de la Delegación de Colombia, fue el encargado de pronunciar la homilía, en la que recordó que es Dios quien nos ha escogido, tal y como se leyó en la primera lectura, tomada del libro de Jeremías. Haciendo referencia al evangelio, cuyo texto fue el de las bienaventuranzas, el P. Jorge invitó a los profesos a ser portadores de esperanza y de misericordia, estando siempre disponibles para servir a los más pobres. Recordó también la importancia de la vida de oración, sin la cual no hay misión y concluyó diciendo que el misionero debe ser siempre una persona alegre.

Los siete neoprofesos con el P. David Costa Domingues, Vicario General de los Misioneros Combonianos.

La alegría de la celebración estuvo marcada también por un sentimiento -mezcla de dolor y de esperanza en el Resucitado- al recordar al P. José Luis Valle y a la Hna. Bertha Peralta, dos misioneros combonianos fallecidos en estos días (el P. José Luis en México y la Hna. Bertha en Chad). El funeral del P. José Luis coincidió casualmente el mismo día y a la misma hora que la ceremonia de los votos. Unos se van, pero otros toman el relevo, Así son los caminos de Dios.

Durante la misa los nuevos profesos recibieron los tres símbolos que marcarán su nueva vida como religiosos combonianos:
– La Regla de Vida, como receta de santidad en la entrega total en la vivencia de lo que han profesado, siendo custodios del carisma de San Daniel Comboni.
– El Crucifijo, como signo de su consagración. Reciben la Cruz como su fiel y amada esposa, atendiendo a la invitación de nuestro fundador a mantener fija la mirada en el corazón traspasado de Jesucristo Buen Pastor.
– El Código Deontológico, como signo de fidelidad en vivir sus tres votos evangélicos, conscientes de la responsabilidad que desde el día de su profesión libremente han aceptado.

Un momento de la fiesta después de la celebración.

Una vez terminada la ceremonia, llegó el momento de compartir una sencilla comida en un ambiente festivo en el que no faltaron ni la música ni el baile, bien característicos de toda fiesta mexicana.

Los nuevos profesos continuarán su formación en los siguientes destinos: César Daniel en Nairobi (Kenia); Carlos Yonatan en Chicago (USA); Marco Antonio en Casavatore (Italia); Jairo Manuel y Raúl Alexander en Kinshasa (Nairobi); Luis Omar en Lima (Perú) y Raúl Alfredo, Hermano Comboniano, irá al Centro de Animación Misionera de Ciudad de México (CAM), sede de las revistas Esquila Misional y Aguiluchos, para completar sus estudios de periodismo.

P. José Luis Valle Castellanos

Fecha de nacimiento: 01/12/1940
Lugar de nacimiento: Tepatitlán / México
Votos temporales: 09/06/1972
Votos perpetuos: 03/04/1976
Fecha de ordenación: 04/10/1976

Fecha de fallecimiento: 09/05/2024
Lugar de fallecimiento: San Francisco del Rincón / México

José Luis nació el 1 de diciembre de 1940 en Tepatitlán de Morelos, en el estado de Jalisco. Ingresó en el Colegio Apostólico de Sahuayo, en el estado de Michoacán, y cursó secundaria y bachillerato. En 1967, se trasladó al Colegio-Noviciado de Xochimilco para realizar sus primeros cursos de filosofía. El 13 de noviembre de 1968 tomó el hábito, y el 10 de octubre de 1970 comenzó el noviciado de dos años, también en Xochimilco, donde hizo su primera profesión religiosa el 9 de junio de 1972. Permanece un año más en Xochimilco para completar los cursos de filosofía. Al año siguiente estuvo en Francia para aprender francés y, en octubre de 1973, comenzar los cursos de teología, en Issy-Les-Moulineaux (París).

El 19 de enero de 1976, cuando se acercaba el final de los estudios teológicos para José Luis, los dos responsables de la formación en el escolasticado de París, el P. Vittorio Moretto y el P. Fabio Gilli, enviaron al Superior General, el P. Tarcisio Agostoni, un informe sobre él, con una valoración más que positiva: “José Luis está muy comprometido con la vida comunitaria. Actúa con espontaneidad, tratando de ser él mismo en todo. Se dedica fielmente a la oración personal y participa activamente en la oración comunitaria. Está muy comprometido con el estudio de la teología, con resultados satisfactorios. Su “historia” personal y lo que sabemos de él nos llevan a creer que su llamada a la vida comboniana viene de Dios”.

El “sí” del Consejo General no tardó en llegar, pero en la carta del Superior General había una noticia destinada a entristecer no poco a Luis: “No partes inmediatamente para la misión, como hubieras deseado… A partir del 1 de julio de 1976, después de tu profesión religiosa perpetua, estarás a disposición de tu Superior Provincial, el P. Giampiero Pini, y de su consejo”. Luis pone buena cara y responde: “Acepto lo ‘poco’ de hoy, en espera de lo ‘mucho’ de mañana”.

El 3 de abril de 1976, Luis hizo su profesión perpetua y fue ordenado sacerdote el 4 de octubre en Tepatitlán de Morelos, de manos de Mons. Francisco Javier Nuño y Guerrero, arzobispo de San Juan de los Lagos (Jalisco). Inmediatamente después, fue destinado al Colegio Apostólico de Sahuayo, como formador de jóvenes seminaristas. Allí permaneció hasta finales de 1980.

Tras una primera carta de destino a Kenia, el padre Alois Eder, sólo un mes después, le escribió una segunda: “Hemos recibido confirmación de su Superior Provincial, el padre Jaime, de que prefiere ir a una misión francófona… Nos apresuramos a cambiar su destino y le destinamos a la Provincia de Centroáfrica a partir del 1 de noviembre de 1980”.

El padre Luis voló a Bangui, donde le esperaba el superior provincial, el padre Luciano Benetazzo. Se lanzó a aprender la lengua local y el 1 de julio de 1981 ya era vice párroco en la misión de Dékoa. En 1984, se trasladó durante un año a la misión de Doba (Chad), donde el superior de la comunidad era el padre Michele Russo, que se convertiría en el primer obispo de la diócesis de Doba desde 1989 hasta octubre de 2013, cuando fue expulsado por su postura crítica con la gestión gubernamental de los recursos petrolíferos.

En 1985, el padre Luis fue destinado a la misión de Grimari, en la República Centroafricana, primero como ecónomo de la comunidad local y luego como vice párroco. También pasó unos meses en Mongoumba.

En julio de 1989, fue llamado de vuelta a casa, destinado al seminario de San Francisco del Rincón, como formador. El P. Luis regresó de buen grado a México: tenía una rica experiencia misionera en África y creía que podía aportar algo específico y valioso a los futuros combonianos de su provincia. Permanece allí hasta junio de 1997. Sin embargo, cada año, cuando envía sus mejores deseos a los superiores mayores, les recuerda: “No olvidéis que siempre sueño con África”.

En febrero de 1997, el Superior General, padre David Glenday, le comunica que ha sido destinado a la Provincia de Centroáfrica, a partir del 1 de julio de 1997. Le siguieron palabras de agradecimiento por su trabajo en el seminario mexicano.

El padre Luis se marchó inmediatamente. En agosto de 1987 estaba en Boda, como superior de la comunidad y dedicado al ministerio. En 1999 volvió a Grimari, diócesis de Bambari, donde se estableció un Centro Catequético. Es el lugar con el que el padre Luis siempre soñó, y allí permaneció hasta 2006, cuando el superior provincial le llamó a Bangui, a la residencia provincial, como ecónomo de la comunidad. La capital le brinda muchas oportunidades para lanzarse al ministerio de la animación misionera de la Iglesia local, en el que destaca.

La última carta de destino le llegó del padre Teresino Serra, Superior General, en marzo de 2009. A partir del 1 de julio, el padre Luis volverá a su provincia de origen. Sabe que tal vez ya no tenga la oportunidad de volver a África. ¿Qué hace entonces? Durante cuatro meses se queda en Centroáfrica y visita todas las misiones en las que vivió durante los dos periodos que pasó allí. En noviembre, coge el vuelo de vuelta y disfruta de tres meses de merecidas vacaciones. A mediados de enero de 2010, se instala en Guadalajara, en el Centro para misioneros mayores, llamado Oasis, como ecónomo local. Allí permanece hasta julio de 2011, cuando es destinado al Postulantado, situado en Ciudad de México, de nuevo como ecónomo. El 1 de julio de 2011, el Postulantado fue trasladado a San Francisco del Rincón, lugar del “propedéutico”. Dos años después, el padre Luis es llamado ahí como formador de postulantes. En 2016, es elegido probus vir de la provincia: signo de que los hermanos lo estiman y lo consideran una persona sabia.

Nunca más se moverá de San Francisco del Rincón. Y es aquí donde el Señor le llama a sí el 9 de mayo de 2024, rodeado del cariño y cuidado de sus hermanos, que le recordarán durante mucho tiempo como un misionero comboniano ejemplar por su dedicación y duro trabajo, que siempre realizó con espíritu alegre.

(Padre Ramón A. Orendáin Camacho, mccj, y Padre Franco Moretti, mccj)

Mi experiencia en las misiones de Oaxaca

Por: Jair Antonio Castillo Solis
Liga Misional Juvenil, Merida (Yucatan)

Comencé esta misión con muchas inquietudes, pero volvería a salir de mi hogar como cada Semana Santa, no como siempre he misionado en mi estado, sino llevando la experiencia y formación como una bandera para representar a mi amada arquidiócesis de Yucatán. Quería dar lo mejor de mí y de mi hogar. Con mucho entusiasmo empezamos formándonos y recordando que a la misión no se va solamente a enseñar a Cristo Resucitado, sino a aprender de la gente que nos recibe, porque ellos también tienen a Cristo Resucitado en su corazón y lo aman.

Se me encomendó formar parte del grupo que se quedaría en el municipio de San Pedro Sochiápam para apoyar en la cabecera parroquial y vivir la Semana Santa acompañado de sus costumbres y tradiciones. Comenzamos el viaje con toda la actitud y entusiasmo, las adversidades del camino fueron muy pocas. Siempre traté de estar en oración e ir concentrado para que el Señor obre en mi y mostrar la mejor cara de un Cristo joven  a las personas de la comunidad. Afortunadamente las personas del municipio fueron alertadas de que estábamos en camino y vinieron a buscarnos para llevarnos de manera segura a la comunidad más cercana y de allí dividirnos para llegar cada uno a la comunidad donde se quedaría. No tardamos mucho y llegamos a la cabecera parroquial con la bendición de Dios y un gran entusiasmo. Nos encontramos con la grata sorpresa de que en la comunidad nos esperaban, y con un gran gesto de buena voluntad, se tomaron la molestia de servirnos una deliciosa cena para poder convivir con ellos y así empezar a conocernos de corazón.

Llegó la mañana del Domingo de Ramos y empezamos con muchas ganas para iniciar la Semana Santa. Algo que sin duda no voy a olvidar es la forma tan bella de sus tradiciones, que me hacían ver lo grande que es la fe y el mundo. La gente empezó a juntarse para iniciar la procesión con sus palmas de huano acompañando a Jesús, adornadas con las flores y ramas de las plantas que crecen allí. También Había una persona que les ayudaba a representar ese momento tan especial en el que Jesús entra en la ciudad montado en un burro. Eligieron a un joven para que entre junto con ellos en un burro hasta llegar a la iglesia, donde empezó la misa y, con ella, este tiempo tan importante para nosotros los católicos: la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesús.

Los días empezaron a transcurrir, y la verdad es que se vivía un ambiente diferente. Los más emocionados, gracias a Dios, eran los jóvenes, que tenían la inquietud de conocernos y de aprender de nosotros. Nuestro objetivo principal era acercarlos a la Iglesia. Dios nos dio las palabras para poder decir de manera coherente las cosas y poder tener ese tacto con ellos. Dimos nuestros temas de formación en los primeros días, referentes al Triduo Pascual y a todo lo que estábamos a punto de vivir, pues teníamos que hacer que sus corazones empezasen a desarrollar esa pequeña llama en ellos y puedan ser luego los formadores de la primera pastoral juvenil del lugar. Les hablamos de quienes éramos y de dónde veníamos, así como lo que hacíamos y como llegamos a formar parte de esta Obra de la Propagación de la Fe. Quedaron fascinados y mostraron un gran interés por buscar su lugar en la Iglesia, a pesar de muchas dudas en sus corazones. Nos las expusieron y empezaron así a dar el primer paso para integrarse como miembros activos y empezar a participar en la Iglesia. Afortunadamente la tecnología estaba a nuestra disposición y ellos incluso formaron su grupo de chat para poder estar avisados siempre y comunicarse.

Los hombres y las mujeres adultos mostraban una gran devoción y deseo de seguir en la Iglesia, sin embargo les había carcomido la tristeza de ver cómo muchos de sus hijos y nietos se alejaron de ella. Nuestra misión era animarlos y apoyarlos para que se dieran cuenta de que tienen que acercarse a ellos, pues pueden ayudarlos mucho. Tienen bellas tradiciones, como sus cruces de huano y muchas más cosas. Nosotros les dijimos que su tarea ahora es tomar como discípulos a sus hijos y nietos para enseñarles esas tradiciones. De esa misma manera deben hablarles del amor que tienen a Dios y del por qué de ese amor, para que los jóvenes lo entiendan y se acerquen a Él para conocerlo y luego adorarlo.

Mi experiencia en este lugar me dejó con un vacío y una tristeza en mi corazón, porque me quedé con las ansias de seguir fortaleciendo a aquella comunidad. Sin embargo, me he dado cuenta que ese es el sentimiento que he experimentad, de amor a la comunidad, así como de la acogida me han brindado. Ellos a mi me enseñaron que no se trata solo hacer las cosas de una manera, sino que hay muchas más formas de dejar llevar mi creatividad, de que el amor se puede demostrar en muchas realidades.

Hoy mi corazón está lleno de gozo y me siento feliz, porque me ayudaron a abrirme y a dar el primer paso para ser un mejor joven y misionero; a darme cuenta que es uno mismo el que a veces tropieza en la misma piedra del camino. Son las ataduras del pasado y de los miedos lo que nos hace caer, pero sobre todo lo que nos hace tener un corazón de piedra y ser ese grano que no tiene vida y se hace infértil. A pesar de que uno conozca sus errores, no actúa verdaderamente para cambiar. Ahora me doy cuenta de que no es sólo saber, sino que es necesario dar un paso más profundo para acercar mi corazón al cambio con la ayuda del Señor.