Archives 2024

El Papa nombra al primer obispo afro de Colombia

El pasado 5 de julio, el Papa Francisco, nombró al Padre Wiston Mosquera Moreno, de la arquidiócesis colombiana de Cali, como obispo de la diócesis de Quibdó. Es el primer obispo afro en la historia de Colombia (foto: Rafael Savoia. XV EPA).

El Padre Wiston Mosquera Moreno es, desde el pasado 5 de julio, el Primer Obispo afrodescendiente en Colombia, tras nombrado por el Papa Francisco como Obispo de la Diócesis de Quibdó. Nació en Andagoya (Chocó) el 17 de marzo de 1967. Es el hijo menor de una familia de nueve hermanos. Vivió toda su infancia en Andagoya, lugar donde se graduó de bachiller en 1987. Estudió Filosofía y Teología en el Seminario Mayor San Pedro Apóstol de Cali y fue ordenado sacerdote el 19 de marzo de 2005. Se licenció en Teología en la Pontificia Universidad Bolivariana y en Ciencias Religiosas en la Universidad Católica Lumen Gentium de Cali.

Su primer trabajo pastoral como sacerdote lo desempeñó siendo vicario parroquia de Nuestra Señora del Rosario en Jamundí. Fue párroco de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en Robles de 2006 a 2011 y párroco del Señor de los Milagros en Cali entre 2011 y 2012, año en que fue nombrado rector del Santuario de la Divina Misericordia en la misma ciudad y vicario episcopal de la zona norte. En 2017 fue nombrado vicario general de la Diócesis de Cali y en 2018 párroco de la catedral San Pedro Apóstol de Cali, cargos que desempeñaba en el momento de su nombramiento como obispo de Quibdó.

En unas declaraciones hechas a Adn-CELAM, el nuevo obispo declaró que «la designación hecha por el Pontífice de llamar de la comunidad negra raizal y palenquera a uno para que sea un obispo en un territorio como el Chocó, está dando un paso gigantesco que se llama inclusión.»

Mensaje final del Seminario Continental sobre personas migrantes, refugiadas y desplazadas

Concluyó en Panamá el Seminario Continental sobre personas migrantes, refugiadas y desplazadas organizado por la CLAR (Confederación Latinoamericana de Religiosos) y la ADERYRP (Asociación de Religiosas y Religiosos de Panamá. El evento, que se celebró del 11 al 14 de julio, tuvo el propósito de buscar respuestas a los clamores de migrantes, refugiados y desplazados que siguen padeciendo este flagelo.
los organizadores ofrecieron al final un mensaje donde exponen en cuatro puntos sus preocupaciones, pero también sus esperanzas de seguir con la labor evangelizadora que exige estos tiempos a la vida religiosa, poniendo en primera persona a aquellos que sufren.
Este es el mensaje:

Hermanas y Hermanos de la Vida Consagrada,

Reunidas y Reunidos en la Ciudad de Panamá, laicas, laicos, consagradas y consagrados,
personas migrantes y gente de buena voluntad, nos encontramos, escuchamos, observamos y abrazamos con fe y amor a personas (mujeres, hombres, niñas, niños, adolescentes) que llegaron desde otros países luego de cruzar el Darién en etapas complejas de sus procesos de movilidad migratoria y alta vulnerabilidad. En nuestras reuniones y diálogos renovamos y fortalecemos nuestro compromiso en la misión junto a personas migrantes, refugiadas y desplazadas, enfatizando cuatro puntos.

  • 1. Reconocemos que las personas en movilidad humana son para la Vida Religiosa lugar teológico porque constituyen un llamado a servir a Cristo que migra y una oportunidad para ser evangelizadas/os por personas que viven de facto el misterio pascual: Dios actúa y se revela en las voces y las vidas de las y los desplazados, refugiados y migrantes. La Vida Religiosa al servicio de las personas migrantes confirma una vocación, pero también se reinventa y descubre un nuevo lugar eclesial; un lugar dónde vivir la alegría del resucitado. Así se comparte solidariamente la vida de las y los crucificados, en las formas y espacios que el discernimiento enseña y la providencia conduce.
  • 2. Reaccionamos con indignación ante la violación de la dignidad humana de las y los migrantes, ante los abusos y violencias que sufren, incluyendo las muertes en la ruta migratoria. Denunciamos la corrupción que hace de las situaciones de vulnerabilidad migratoria un negocio; las grandes empresas y el crimen organizado que provocan miseria y desplazamientos obligados a personas campesinas, pequeñas propietarias y a quienes tienen que huir de la pobreza, de situaciones de violencia y miedo y de la acción depredadora contra la Casa Común. Señalamos a los Estados y a sus gobiernos porque no facilitan la migración regular o por la falta de leyes, políticas y acciones efectivas de gobernanza migratoria; también denunciamos la omisión o connivencia de liderazgos civiles, religiosos y gubernamentales que ignoran o soslayan el dolor, el sufrimiento y las amenazas de tantas personas y sus familias en desplazamientos internos e internacionales en todos los países del Continente.
  • 3. Manifestamos la esperanza de que las y los ciudadanos de los países de donde salen, por donde pasan y adonde llegan personas luchando por vida y dignidad, elijan las prácticas de acogida, respecto y solidaridad en cada encuentro con personas migrantes y desplazadas. Son personas que adoptaron la migración como estrategia para alcanzar con su esfuerzo y su trabajo condiciones de paz y futuro para sí mismas y los suyos. Declaramos que nadie es extranjero en la Iglesia de Dios, y por esto rechazamos prácticas de xenofobia, discriminación y exclusión de acceso a servicios básicos, criminalización de migrantes y en contra de la solidaridad con migrantes y todo tipo de extorsiones, abusos u opresiones.
  • 4. Llamamos a la Vida Religiosa del Continente, a las Iglesias y sus Pastores, y otras latitudes a sumarse y fortalecer su presencia a través de estudios sobre este fenómeno, colaborando en la comunicación verdadera sobre esta realidad y sobre todo con sus miembros y dones, en la misión de acoger, proteger, promover e integrar. La atención directa y la acción de sensibilización y de incidencia son igualmente necesarias, faltan manos, pies y cabezas en la compañía de las mayorías populares en movilidad. Ojalá que más personas y organizaciones lo hagan, pero también es decisivo enterarse de la realidad de las personas migrantes y refugiadas, sentir sus padecimientos como propios y comunicar su preocupación en sus propios ambientes pastorales.

Es urgente fortalecer nuestra presencia en la Red CLAMOR, en la Red Jesuita con Migrantes, en las redes de la Vida Consagrada contra la trata y otros espacios de articulación que nos permitan seguir construyendo un Nosotros cada vez mas grande, como nos ha convocado el papa Francisco.
También urge promover otros espacios de articulación con las personas migrantes, conformar nuevas redes locales de intervención calificada y robustecer liderazgos dentro y fuera de la Vida Religiosa que apunten a una verdadera transformación social en beneficio de todas las personas migrantes en Panamá y en nuestro Continente.
Invocamos la asistencia de la Sagrada Familia de Nazaret, quienes vivieron la experiencia de la migración forzada, el exilio y el retorno, para que nos acompañen en este caminar.
Firmamos:
Participantes en el Seminario LOS CLAMORES DE LOS VULNERADOS: ESPERANZAS Y RESPUESTAS EN TIEMPO DE SINODALIDAD convocado por la Comisión Personas Migrantes, Refugiadas y Desplazadas de la CLAR.

Panamá, 14 de julio de 2024

Presentado el Instrumentum laboris para la segunda sesión del Sínodo 2021-2024

Instrumentum Laboris del Sínodo: una Iglesia en misión
El texto guiará los trabajos de la segunda sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria, prevista del 2 al 27 de octubre. El documento está en continuidad con todo el proceso sinodal iniciado en 2021 y presenta propuestas para una Iglesia cada vez más “sinodal en misión”, más cercana a la gente y en la que todos los bautizados participen de su vida. Entre los puntos de reflexión figuran la valorización de la mujer y la necesidad de transparencia y rendición de cuentas.

Isabella Piro – vaticannwes.va 

¿Cómo ser una Iglesia sinodal misionera? Esta es la pregunta básica de la que parte el Instrumentum laboris (IL) de la próxima sesión del Sínodo de los Obispos, prevista del 2 al 27 de octubre, la segunda de la XVI Asamblea General Ordinaria, después de la de 2023. El IL -publicado hoy, martes 9 de julio, y presentado en la Oficina de Prensa de la Santa Sede- no ofrece “respuestas prefabricadas”, sino “indicaciones y propuestas” sobre cómo la Iglesia, en su conjunto, puede responder “a la necesidad de ser ‘sinodal en misión'”, es decir, una Iglesia más cercana a las personas, menos burocrática, que sea casa y familia de Dios, en la que todos los bautizados sean corresponsables y participen en su vida en la distinción de sus diferentes ministerios y roles.

Las cinco partes del documento

El documento está estructurado en cinco secciones: introducción, fundamentos y tres partes centrales. La introducción recuerda el camino recorrido hasta ahora y destaca los hitos ya logrados, como la generalización de la metodología sinodal de la Conversación en el Espíritu. Le siguen los fundamentos (nn. 1-18) que se centran en la comprensión de la sinodalidad, vista como un camino de conversión y reforma. En un mundo marcado por divisiones y conflictos, se subraya, la Iglesia está llamada a ser signo de unidad, instrumento de reconciliación y oído atento para todos, especialmente para los pobres, los marginados, las minorías apartadas del poder. 

Valorar a la mujer en la Iglesia 

Los fundamentos dedican también un amplio espacio (n.13-18) a la reflexión sobre el papel de la mujer en todos los ámbitos de la vida de la Iglesia, subrayando “la necesidad de dar un reconocimiento más pleno” a sus carismas y a su vocación. “Dios ha elegido a algunas mujeres para ser las primeras testigos y heraldos de la resurrección”, recuerda el IL; ellas, por tanto, “en virtud del Bautismo están en condición de plena igualdad, reciben la misma efusión de dones del Espíritu y están llamadas al servicio de la misión de Cristo”. 

Participación y responsabilidad 

En algunas culturas, se desprende del IL, “la presencia del machismo sigue siendo fuerte”; por ello, se pide a la segunda sesión sinodal “una participación más amplia de las mujeres en los procesos de discernimiento eclesial y en todas las fases de los procesos de toma de decisiones” junto con “un acceso más amplio a los puestos de responsabilidad en las diócesis y en las instituciones eclesiásticas”, así como en los seminarios, institutos, facultades teológicas y “en el papel de juez en los procesos canónicos”. Las sugerencias se refieren también a las mujeres consagradas, para las que se espera “un mayor reconocimiento y un apoyo más decidido” a sus vidas y carismas, junto con “su empleo en puestos de responsabilidad”.

Sobre el diaconado femenino continúa la reflexión teológica 

Sobre la admisión de mujeres al ministerio diaconal, el IL informa que es solicitada por “algunas Iglesias locales”, mientras que otras “reiteran su oposición” (n. 17). El tema, se señala, “no será objeto de los trabajos” del próximo mes de octubre, por lo que es bueno que “continúe la reflexión teológica”. En cualquier caso, la reflexión sobre el papel de la mujer “pone de relieve el deseo de un fortalecimiento de todos los ministerios ejercidos por los laicos”, para quienes se pide que “adecuadamente formados puedan contribuir también a la predicación de la Palabra de Dios también durante la celebración de la Eucaristía” (n. 18). 

Parte I – Relaciones con Dios, entre hermanos y entre Iglesias

Tras la introducción y los fundamentos, el IL se detiene en las relaciones (nn. 22-50) que permiten a la Iglesia ser sinodal en la misión, es decir, las relaciones con Dios Padre, entre hermanos y entre las Iglesias. Los carismas, los ministerios y los ministerios ordenados son, pues, esenciales en un mundo y para un mundo que, en medio de tantas contradicciones, busca la justicia, la paz y la esperanza. De las Iglesias locales emerge también la voz de los jóvenes que reclaman una Iglesia no de estructuras, ni de burocracia, sino fundada en relaciones que susciten y vivan en dinámicas y caminos. En esta perspectiva, la Asamblea de octubre podrá analizar la propuesta de dar vida a nuevos ministerios, como el de “escuchar y acompañar”. 

Parte II – Caminos formativos y discernimiento comunitario  

Estas relaciones deberán desarrollarse cristianamente a lo largo de itinerarios (n. 51-79) de formación y de “discernimiento comunitario”, que permitan a las Iglesias tomar decisiones adecuadas, articulando la responsabilidad y la participación de todos. “El entrelazamiento de las generaciones es una escuela de sinodalidad”, afirma el IL, “todos, los débiles y los fuertes, los niños, los jóvenes y los ancianos, tienen mucho que recibir y mucho que dar” (n. 55).

La importancia de la rendición de cuentas 

Pero entre los caminos a seguir se encuentran también aquellos que permiten a quienes tienen responsabilidades eclesiales rendir cuentas con transparencia de sus acciones para el bien y la misión de la Iglesia. “Una Iglesia sinodal necesita una cultura y una práctica de la transparencia y la rendición de cuentas”, reza la IL, “que son indispensables para fomentar la confianza mutua necesaria para caminar juntos y ejercer la corresponsabilidad en la misión común” (n. 73). 

Una Iglesia creíble requiere transparencia y responsabilidad 

Recordando a continuación que “la rendición de cuentas por el propio ministerio a la comunidad pertenece a la tradición más antigua, que se remonta a la Iglesia apostólica” (n. 74), el documento de trabajo subraya que hoy “la exigencia de transparencia y rendición de cuentas en y por la Iglesia se ha hecho necesaria como consecuencia de la pérdida de credibilidad debida a los escándalos financieros y, especialmente, a los abusos sexuales y de otro tipo a menores y personas vulnerables. La falta de transparencia y responsabilidad alimenta el clericalismo” (n. 75), que se basa erróneamente en el supuesto de que los ministros ordenados no tienen que rendir cuentas a nadie por el ejercicio de su autoridad. 

Se necesitan estructuras de evaluación 

La responsabilidad y la transparencia, insiste el IL, conciernen a todos los niveles de la Iglesia y no se limitan al ámbito de los abusos sexuales y financieros, sino que afectan también a “los planes pastorales, los métodos de evangelización y la manera en que la Iglesia respeta la dignidad de la persona humana, por ejemplo en lo que respecta a las condiciones de trabajo en sus instituciones” (n. 76). De ahí la petición de “estructuras y formas de evaluación necesarias -entendidas en un sentido no moralista- del modo en que se ejercen las responsabilidades ministeriales de todo tipo” (n. 77). A este respecto, el documento recuerda la necesidad de que la Iglesia garantice, por ejemplo, la publicación de un informe anual tanto sobre la gestión de los bienes y recursos, como sobre el desempeño de la misión, incluyendo “una ilustración de las iniciativas emprendidas en el ámbito de la salvaguardia (protección de menores y personas vulnerables) y la promoción del acceso de las mujeres a puestos de autoridad y su participación en los procesos de toma de decisiones” (n. 79). 

Parte III – Los lugares del diálogo ecuménico e interreligioso  

El IL analiza a continuación los lugares (n. 80-108) en los que toman forma las relaciones y los caminos. Lugares que deben entenderse no simplemente como espacios, sino más bien como contextos concretos, caracterizados por las culturas y los dinamismos de la condición humana. Invitando a superar una visión estática y una imagen piramidal de las relaciones y experiencias eclesiales, el documento de trabajo reconoce más bien su variedad y pluralidad, que permiten a la Iglesia -una y universal- vivir en circularidad dinámica “en los lugares y desde los lugares”, sin caer ni en particularismos ni en aplanamientos. Al contrario: es precisamente en este horizonte así delineado donde deben insertarse los grandes temas del diálogo ecuménico, interreligioso y cultural. En este contexto, la búsqueda de formas de ejercicio del ministerio petrino abiertas a la “nueva situación” del camino ecuménico, hacia la unidad visible de los cristianos (n. 102 y 107).

Peregrinos de la esperanza 

Por último, el documento recuerda cómo cada una de las preguntas que contiene quiere ser un servicio a la Iglesia y una ocasión para sanar las heridas más profundas de nuestro tiempo. Por ello, el Instrumentum laboris concluye con una invitación a continuar el camino como “peregrinos de la esperanza”, también en la perspectiva del Jubileo de 2025 (n. 112). 

Asamblea general de la Formación de los Misioneros Combonianos

La Asamblea General de la Formación, que se celebra cada seis años, ha comenzado esta mañana en la Curia General de los Misioneros Combonianos en Roma. La Asamblea, que durará hasta el 27 de julio, tiene como tema “La revisión de la formación como camino para arraigarse en Cristo tras las huellas de Comboni”. Se pide a todos los miembros del Instituto que acompañen este acontecimiento con la oración.

comboni.org

Los cerca de sesenta participantes en esta asamblea son: los provinciales responsables del sector de la formación de cada continente, los formadores de los escolásticos, de las comunidades de formación y de los Centros Internacionales de los Hermanos (CIF), los formadores de los noviciados y los representantes por continente de los formadores de los postulantes. A ellos se sumarán los miembros del Secretariado General de Formación y algunos miembros del Consejo General. Durante la Asamblea, los participantes también harán propuestas para la revisión de la formación en el Instituto según el mandato del Capítulo.

La Asamblea comenzó con las palabras de bienvenida del Padre Tesfaye Tadesse, Superior General, quien destacó la importancia y la finalidad del evento, partiendo de lo que nos pide la Regla de Vida: “Los formadores se reúnen periódicamente a nivel provincial e internacional, bajo la dirección de sus respectivos secretariados, para comparar, evaluar y actualizar los programas y métodos, con el fin de asegurar la continuidad en los diferentes períodos de formación, y promover una línea de acción común entre los que trabajan en las diferentes provincias” (RV 87.5).

Por tanto, dijo, que sea “un encuentro de conocimiento mutuo y de fraternidad entre los formadores, con vistas a encontrar líneas de acción comunes” que respondan a las necesidades actuales de la formación de nuestros jóvenes candidatos en los distintos contextos formativos. El padre Tesfaye también nos invitó a vivir este encuentro con el mismo espíritu de los Hechos de los Apóstoles (14,21-26): discípulos que anuncian el Evangelio, experimentan a Dios, permanecen firmes en la fe y se confían al Señor y a la gracia de Dios.

A continuación, el Secretario General para la Formación, el padre José de Jesús Villaseñor Gálvez, recordó que esta Asamblea pretende “abrirnos y sensibilizarnos a la novedad que trae el último Capítulo General de 2022, que pide la revisión de la formación con vistas a la misión”. Por ello, añadió, “tendremos que intentar centrarnos en los elementos de nuestro itinerario formativo que necesitan ser cambiados para una mayor eficacia en la misión hoy, en fidelidad a nuestro carisma comboniano”. Para conseguirlo, concluyó, tendremos que dedicar tiempo y espacio a escucharnos unos a otros y a discernir juntos, para responder a los desafíos formativos de nuestro tiempo, reconociendo los signos de vida que ya existen en nuestro Instituto y manteniendo la misma confianza en la Providencia que tenía nuestro fundador San Daniel Comboni.

Mons. Carlassare, nuevo obispo de Bentiu, en Sudán del Sur

La Santa Sede hizo público el 3 de julio la creación de la nueva diócesis de Bentiu, en Sudán del Sur y el nombramiento de Mons. Christian Carlassare, misionero comboniano, como su nuevo obispo.

La nueva diócesis de Bentiu nace por desmembramiento de la Diócesis de Malakal y se convierte en una de las diócesis sufragáneas de la Arquidiócesis de Juba, la única sede metropolitana del país que obtuvo su independencia de Sudán en julio de 2011. Tiene un área de 37.836 kilómetros cuadrados y una población de 1.131.886 habitantes de los cuales 621.643 son fieles católicos, lo que representa el 54,92% de la población total del territorio de la diócesis.

Mons. Carlassare, su nuevo obispo, era hasta ahora obispo de Rumbek. En abril de 2021 había sido tiroteado cuando se conoció su nombramiento episcopal, lo que obligó a retrasar la ceremonia de su consagración. Apenas dos años después de haber sido consagrado obispo, el Papa le confía una nueva diócesis, en este caso de nueva creación. El joven obispo comboniano seguirá pastoreando también la diócesis de Rumbek como administrador apostólico, hasta que el Papa nombre un nuevo obispo.

El llamado de Moisés: Vocación y respuesta de fe

La Biblia nos cuenta la vocación de distintas personas, es decir, nos dice cómo Dios ha llamado a hombres y mujeres a lo largo de la historia para una misión especial. Desde la vocación de Moisés, pasando por los profetas, llegando a María y los discípulos, es posible percibir características comunes entre los llamados. Por eso, todo aquel que se siente invitado a una realización específica, debe hacer un discernimiento a la luz de la Palabra de Dios, pues aunque ésta es personal, forma parte de una historia de salvación que muchos santos también vivieron.

Por: P. Wédipo Paixão, mccj

Por ejemplo, el libro del Éxodo nos habla sobre la vocación y misión de Moisés; su nacimiento y cómo lo halla en el río la esposa del Faraón; su formación como «príncipe en Egipto» y cómo Dios lo encuentra en el desierto. Para quienes tienen fe, a pesar de todo lo que pudo haber pasado, esta historia personal sigue un designio misterioso del Padre.

Ante el lamento de los hijos de Israel oprimidos en Egipto, Dios se acordó de su alianza con Abrahán, Isaac y Jacob, y escogió a Moisés para liberar a su pueblo de la esclavitud. El Señor interviene de nuevo en la historia para ser fiel a su promesa. «Moisés pastoreaba el rebaño de Jetró, su suegro, sacerdote de Madián, (…) y ahí se le manifestó el ángel del Señor, bajo la apariencia de una llama que ardía en medio de un arbusto. Al fijarse, vio que la zarza estaba ardiendo, pero no se consumía. Entonces él se dijo: “Me acercaré para contemplar esta maravillosa visión y ver por qué no se consume la planta”. Cuando el Señor vio que se acercaba para mirar, lo llamó desde la zarza» (Ex 3,1-4).

La vocación de este personaje bíblico nos permite apreciar los elementos fundamentales hallados en toda invitación para asumir los planes de Dios: la iniciativa divina, la autorrevelación de Dios, la encomienda de una misión y la promesa del favor divino para llevarla a término.

Dios se abre camino de modo sorprendente, a la vez que se acomoda a su interlocutor: suscita su asombro ante la zarza incandescente para, a continuación, llamarlo por su nombre: ¡Moisés, Moisés! La repetición del nombre acentúa la importancia del acontecimiento y la certeza del llamado.

En toda vocación aparece esa conciencia de pertenecer a Dios y de estar en su mano que invita a la paz. Así lo expresa el profeta Isaías en un himno, cuando dice: «No temas, que te he redimido y te he llamado por tu nombre: tú eres mío».

Cuando Dios llama, el ser humano percibe que la vocación no es una quimera o el fruto de su imaginación. La vocación del libertador de los israelitas muestra este segundo aspecto de la invitación haciendo hincapié en cómo el Señor se presenta: «Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob», el mismo en el que han creído tus antepasados.

Toda llamada divina lleva consigo esta iniciativa de intimidad en la que el Señor se da a conocer. Sin embargo, podría sorprender la reacción de Moisés: a pesar de haber visto el prodigio de la zarza ardiente, a pesar de la certeza de lo que está sucediendo, se excusa: «¿Quién soy yo para ir con el faraón y sacar de Egipto a los israelitas?».

Él intenta evitar lo que el Señor le pide –la misión encomendada–, porque es consciente de su propia insuficiencia y de la dificultad del encargo. Su fe es aún débil, pero el miedo no lo aleja de la presencia de Dios. Dialoga con Él con sencillez, le dice sus objeciones, y permite que el Señor manifieste su poder y dé consistencia a su debilidad.

En ese proceso, Moisés experimenta en primera persona el poder de Dios, que empieza realizando en él algunos de los milagros que después efectuará ante el faraón. Así, toma conciencia de que sus limitaciones no importan, porque Él no lo abandonará; percibe que será el Señor quien liberará al pueblo de Egipto: lo único que le toca hacer es ser un buen instrumento. En cualquier llamada a una vida cristiana auténtica, Dios asegura al ser humano su favor y le muestra su cercanía: «Yo estaré contigo», estas palabras se repiten en todos aquellos que han recibido una tarea difícil a favor de la humanidad. Es también la promesa de Jesús a sus discípulos: «Yo estaré con ustedes todos los días hasta el final».