Hallazgo de nuevas cartas manuscritas sobre los inicios de la misión en Sudán

comboni.org

El verano pasado, en el curso de la investigación sobre la amistad entre Comboni y Mitterrutzner, recientemente publicada por el Archivo Comboniano, se encontró una parte importante de la correspondencia de Friedrich Emanuel von Hurter (1787-1865), antiguo pastor protestante convertido al catolicismo, presidente de hecho y verdadera alma del Marienverein de 1851 a 1865.
Inmediatamente nos dimos cuenta de que se trataba de un descubrimiento importante para la historiografía de la misión sudanesa, entre otras cosas porque enseguida nos enviaron copias de dos cartas de Comboni y otras tantas del padre Mazza; pero tuvimos que esperar a una visita esta primavera al Archivo de Estado de Obwalden, en la ciudad suiza de Sarnen, para comprender su alcance.

Los documentos encontrados, que conciernen directamente a la asociación misionera vienesa y a la misión sudanesa, son unos ciento cincuenta. Después de las cartas de Comboni y Mazza, las más importantes para nosotros son quizá las de los tres primeros provicarios apostólicos: Knoblecher, Kirchner y Reinthaler, y las de los superiores de la estación madre de Jartum: Kocijancic y Gostner. De Kirchner en particular, hay un grueso legajo de 29 cartas que abarcan toda su actividad, o más bien abren una ventana a la década de su vida desde el surgimiento de su vocación misionera hasta su retiro en Bamberg, su diócesis natal. También son interesantes las cartas del P. Franz Lorenz Gerbl, misionero en Jartum, y de August Heintz, misionero laico entonces candidato a la misión.

Las cartas restantes también nos permiten echar un vistazo a las actividades del Marienverein. Hay cartas del conde Fries, tesorero de la asociación, y de Mitterrutzner, su representante en Tirol; del card. Barnabò, prefecto de Propaganda Fide; Mons. Müller y el Sr. von Obercamp, de la asociación misionera de Munich; el Sr. von Napoli y el Sr. Mardrus, agentes de la misión en Trieste y El Cairo respectivamente; el Sr.. Sebastian Hansal, padre de Martin Hansal, antiguo misionero laico en Jartum y Gondokoro y a la sazón cónsul austriaco en la capital sudanesa; y, por último, el P. Negrelli y el P. Eichholzer, amigos de la misión en la familia imperial vienesa y en la familia real napolitana, respectivamente.

Muchos de estos nombres nos son conocidos por los escritos de Comboni. En la diversidad de sus funciones nos revelan la amplitud del grupo de personas que, de tantas maneras, contribuyeron activamente al nacimiento de la Iglesia sudanesa y, más tarde, apoyaron su crecimiento. Tal vez no siempre hayamos sido capaces de comprender la importancia de la contribución de algunas de estas figuras, a menudo silenciadas en la historiografía de la misión. Oírles hablar hoy en primera persona, mientras escriben mucho sobre la misión y poco sobre sí mismos, nos permite recordarlos y redescubrir su papel discreto pero fundamental.

Nota:
Organizada por Studium Combonianum, la investigación en los Archivos Estatales de Obwalden fue realizada por Joaquim Valente, con la participación del P. Reinhold Baumann y del P. Markus L. Korber, entre el 7 y el 11 de abril de 2024. Se enviaron copias digitales de los resultados al Archivo de la DSP de Ellwangen, al Archivo General y al Studium Combonianum de Roma para su consulta. Con la contribución de Joaquim Valente, que ha preparado esta presentación del hallazgo, el Archivo de la DSP está coordinando la transcripción de los manuscritos, para pasar después a la posible traducción de los textos considerados relevantes para la historia de la misión en África Central.

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P. Manuel Augusto L. Ferreira
Studium Combonianum

Congreso Aka

Por: Mons. Jesús Ruiz, mccj
desde Mbaïki, RCA

Llevamos casi tres años intentando poner en marcha la pastoral con el pueblo Aka; al final esta semana hemos conseguido reunir a todas las comisiones parroquiales de la diócesis para hacer este primer congreso.

Congreso una palabra grandilocuente, pero este pueblo Aka se lo merece. Nos hemos juntado cincuenta personas; la mitad Aka, para, sobre todo, escuchar la voz de este pueblo oprimido. Hemos tenido la suerte de contar con dos animadores Aka, Simon Pierre Ekondo, y Celestin, que son dos jóvenes pigmeos con estudios universitarios.

El lema de la comisión diocesana es: “Ita Aka, longo; eglise a ye ti m amo”, que quiere decir: “hermano Aka levántate; la iglesia te escucha”; este eslogan marca la idea primera del Congreso; luego también hemos querido reforzar las capacidades de los miembros de las distintas comisiones parroquiales de pastoral Aka.

Que sean ellos mismos los que marquen el camino a seguir en este pastoral. Hasta ahora la Iglesia hemos hecho muchas cosas por ellos (escuelas de integración, salud, evangelización, justicia y paz, etc.); ahora quisiéramos saber dónde quieren ir ellos…, que tomen las riendas y que marquen el camino de cómo llegar hasta allí. No sé si hemos alcanzado el objetivo, pero ha sido un tiempo precioso de liberación de la palabra, donde han gritado su dolor, han reivindicado ser tratados con dignidad y han soñado con otra realidad distinta donde se sientan incluidos y respetados.

¿Cómo emanciparse, guardando su propia cultura?; ¿Cómo integrarse en la sociedad y en la Iglesia?; ¿Cómo marcar ritmos para que ellos sean los verdaderos artífices de su liberación? El sueño de Dios para la humanidad ha estado en el centro de nuestra reflexión: “Dios los creó a su imagen”; “el que ama conoce a Dios… el que aborrece a su hermano no conoce a Dios”. Somos la imagen de Dios.

También hemos recurrido a la Constitución Centroafricana que en sus números 11, 12, 13 y 16 llaman al respeto y la dignidad de toda persona, sea cual sea su raza, credo o condición social. Somos conscientes de que estamos muy lejos del famoso lema de nuestro padre fundador, Boganda, “zo kwe zo”, “toda persona es una persona”; pero es en esa dirección que queremos caminar como pastoral diocesana, siguiendo los cuatro famosos verbos del Papa Francisco para la pastoral de inmigrantes: Acoger; Proteger; Promover e Integrar.

Con escenificación, danzas y cantos han gritado el dolor que les habita, ilustrando ciertos casos de violación de los derechos más fundamentales.

Aquí algunas de las recomendaciones que han salido:

  • Somos nosotros, pueblo Aka, los que tenemos que comprometernos por conquistar nuestros derechos…, sin esperar que sean siempre los de fuera que nos les otorguen.
  • Los Aka tenemos que tomar el futuro de nuestras vidas entre nuestras manos…
  • Los Aka optamos por enviar a nuestros hijos a la escuela, para poder suscitar líderes de nuestro pueblo.
  • Los Aka tenemos que transmitir nuestros conocimientos y nuestro saber tradicional a las generaciones futuras, para valorizar y perennizar nuestra cultura.
  • Nuestra fuerza como Akas vendrá si permanecemos unidos entre nosotros, en comunidad con los otros…
  • Somos conscientes que el abuso del alcohol y las drogas están destruyendo nuestro pueblo.
  • Los animadores que quieran trabajar con nosotros en la pastoral Aka tendrán que estar imbuidos de un espíritu de respeto y amor hacia nuestro pueblo.

Estoy buscando algún líder Aka para trabajar a tiempo pleno en esta comisión diocesana, pues la hermana comboniana Lucia, -que ha sido el alma de esta comisión en estos años-, dentro de unos meses se va a seguir su formación a Europa. Estoy preocupado buscando quién podría ponerse a la cabeza de esta comisión, que es la única que yo he querido presidir para darle fuerza; sin la hermana Lucia tendremos un desafío importante.

Una bonita aventura, esta de caminar hacia la libertad de un pueblo, sabiendo que esta libertad no es gratuita, tiene un precio. Finalizando el Congreso, cuando hemos preparado el día diocesano del Aka, que será el próximo 24 de mayo, hemos descubierto que este pueblo, que el año pasado acudió en masa a la convocatoria de la Comisión pastoral Aka, reivindica que sea pagado por participar en la manifestación donde reclaman sus derechos delante de las autoridades y la sociedad civil. Así han estado siempre acostumbrados por las ONG; cada vez que hacen algo con ellos, pagan; cuando forman a los maestros o a los agentes sanitarios les pagan por ser formados… Les hemos dicho que la libertad tiene un precio; no es gratis. Nos queda mucho camino por andar.

Los Ángeles, una misión entre católicos

Por: P. Enrique Sánchez, mccj
desde Covina, California (USA)

Son las 7 de la tarde, está oscuro y a lo lejos se escucha sólo el rumor de los vehículos que van y vienen de los lugares de trabajo, que aquí nunca se detiene. Estamos a unos cuantos kilómetros de Los Ángeles, California, en donde abunda lo grande y lo bello; pero al mismo tiempo, el dolor y el sacrificio de muchas personas que llegaron a este país con un sueño, y que se alcanza con lágrimas y desvelos.
Las historias se multiplican y detrás de cada una de ellas se esconden años de trabajo, miedo a ser deportados, noches de desvelo, humillaciones y desprecios. Asimismo, encontramos ejemplos extraordinarios de superación, de resiliencia ante los obstáculos, de logros profesionales y de experiencias de fe simplemente maravillosas.

Cae la tarde, cuando toca con fuerza la puerta de nuestra casa un hombre con el semblante triste y preocupado. Busca a un sacerdote que pueda ir al hospital para ungir a su madre que se está muriendo y no puede dejarla ir sin ponerla en manos de Dios, a lo mejor esperando un milagro. Sus palabras hacen eco de las pocas nociones de catecismo que le enseñaron y lo único que recuerda de los mandamientos es que tenía que honrar a su padre y madre.

Es un mundo donde los más pobres guardan como tesoro una fe que aprendieron balbuceando Padres nuestros y Aves Marías, en el regazo de sus madres y que conservan como la única herencia que les han dejado. La fe vivida por esta gente nos evangeliza antes de que podamos ser evangelizadores. Vamos aprendiendo que su fe es algo vivido y sentido en cada momento, sobre todo cuando todo parecía perdido.

Otra lección de misionología

«Hoy vine a confesarme aquí con ustedes –me dice una señora que hizo más de una hora para llegar a nuestra misión– porque nadie habla nuestra lengua en mi parroquia. Pedimos una misa en español, pero no hay quien nos atienda. Juntamos más de 800 firmas para que nos tomaran en cuenta; pero en la oficina nos han dicho que no hay tiempo para eso y que es imposible que nos la concedan». De repente, nuestra misión comboniana se convierte en oasis de escucha y misericordia, y donde cientos de personas vuelven a sentir que son hijas e hijos de un Padre que no los abandona.

En estas ciudades que circundan la urbe de Los Ángeles también abundan las iglesias, los predicadores, las ofertas de experiencias espirituales; al igual que un mundo subterráneo por donde circulan adivinos, santeros, lectores de cartas, hechiceros, brujos y curanderos con sus ofertas de soluciones fáciles a todo tipo de problemas y dificultades. Hay de todo y para todos los gustos. Pero lo más triste es constatar que para muchas personas, lo que tiene que ver con la religión, lo espiritual o lo sagrado simplemente es un tema que no se toca por respeto a los derechos individuales.

Así, casi sin querer, nos encontramos en una misión en la que nos toca entender que sirve más el testimonio que los elocuentes discursos o sermones para invitar a quienes viven simplemente indiferentes a lo que podría ser y hacer Dios estando a su lado.

Vivimos rodeados de lo más moderno y sofisticado. A nadie parece faltarle lo necesario, porque lo que abunda aquí, son cosas con las que, muchas veces, quieren llenarse espacios existenciales. Sin embargo, encontramos mucha gente que no esconde su necesidad de crecer y conocer su fe; de vivir la experiencia de ser cristianos en el seno de una comunidad en donde se sientan hermanos.

Muchos padres de familia se han empeñado en transmitir los valores cristianos a sus hijos; muchas veces llegan preocupados y angustiados a decirnos: «Padre, ¿en qué me equivoqué? Sufro al ver que mis hijos no quieran acompañarnos a la iglesia. Se han alejado sigilosamente y han abandonado lo que nos esforzamos por enseñarles».

Una realidad donde lo que cuenta es tener y sobresalir; una dinámica interna de esta sociedad que propone otro estilo de vida. Aparece como lo más importante e irrenunciable la exaltación del yo, de mis intereses y conveniencias; una existencia en donde Dios y los valores del Evangelio pasan a segundo término. Muchos de ellos son jóvenes generalmente buenos, respetuosos, inteligentes, sensibles con el cuidado de la naturaleza y capaces de comprometerse con causas que defienden los derechos de los demás. Pero Dios, la Iglesia, la vida en comunidad y el encuentro con la Buena Noticia, parece lejano a sus intereses.

La misión va adelante, aunque no lo percibamos

En ese contexto, ¿qué hacer para tocar el corazón de nuestros contemporáneos? Lo primero es liberarnos de la idea de que todo será como antes, cuando el mundo casi era cristiano, y aceptar serenamente que, pese a todo, Dios trabaja en su obra; la misión de Jesús se sigue realizando y va creciendo, ciertamente no de manera cuantitativa como nos gustaría.

El Espíritu es el protagonista de la misión y nos invita a ser sus colaboradores para mostrar a nuestros hermanos dónde pasa Dios en nuestro mundo. Seamos más testigos que protagonistas; que nos mueva más la escucha y acogida del que está solo, necesitado y sufre, y menos, las enseñanzas. Estemos más orientados al servicio, la caridad y la entrega discreta, y menos, a pretender ser los que llegamos a realizar grandes transformaciones.

San Daniel Comboni diría que estamos llamados a ser piedras escondidas en los cimientos de la gran construcción. Misión en una realidad de contrastes: California es considerado el estado más rico de todo Estados Unidos, pero la pobreza y la miseria son los dramas de muchas personas que han caído en las trampas de esta sociedad. Estafas que son las drogas, el alcohol, el desorden moral, el individualismo y la indiferencia. Nuestra misión consiste en estar presentes, ser un rayito de esperanza y confianza para quienes buscan a Dios.

Nuestra misión se convierte en experiencia de oración silenciosa, y mediante ella, nos volvemos intercesores de tanta gente que se acerca a nosotros anhelando consuelo y fuerza para seguir adelante. Con sencillez, esta misión nos empuja al anuncio del Evangelio, porque estamos convencidos de que en él se encuentra la fuente de todas nuestras alegrías.

La tarde cae, y en la capilla de la misión, una pequeña comunidad cristiana entona el canto de entrada para la celebración eucarística… La esperanza seguirá creciendo en el corazón de estas personas a quienes acompaño en un tramo del camino hacia el encuentro del Señor. La tarde va cubriendo los bellos escenarios de Disneylandia, Hollywood, Santa Bárbara y las bellas playas californianas, y en mi ánimo misionero brilla la esperanza en esta misión tan extraordinaria, compuesta por gente con un corazón que desborda amor, porque ha sido purificada por el sacrificio y el dolor.

Asamblea continental de la formación América/Asia en Lima

Miércoles, 24 de abril 2024
La Asamblea Continental de la Formación América/Asia tuvo lugar del 15 al 21 de abril de 2024, en Lima, capital de Perú. Con la participación de 17 representantes de nuestras circunscripciones combonianas del continente, junto a P. José de Jesús Villaseñor Gálvez, secretario general de la formación y P. Elias Sindjalim Essognimam, consejero general encargado del sector, este evento ha sido un tiempo de profunda fraternidad, diálogo y crecimiento mutuo.

Dimos inicio a la Asamblea con una misa presidida por Mons. Juan José Salaverry OP, auxiliar de Lima y encargado de la vida religiosa a nivel de la Conferencia Episcopal.

Misa presidida por Mons. Juan José Salaverry OP, auxiliar de Lima.

Durante la asamblea, hubo un valioso intercambio de experiencias y reflexiones, para subrayar la importancia de la formación permanente en nuestras vidas, principalmente para los acompañantes de los jóvenes. Se dedicó especial atención al papel de los jóvenes en nuestro camino de servicio y compromiso, reconociendo su vitalidad y potencial para enriquecer nuestras comunidades.

Este compartir fue una oportunidad invaluable para conocer y comprender mejor las realidades y desafíos que enfrentamos en nuestras diversas circunscripciones en el campo vocacional como formativo, así como para fortalecer lazos de colaboración y solidaridad entre nosotros.

Agradecemos sinceramente a todos los participantes por su compromiso y contribución a esta experiencia enriquecedora.

¡Que la fraternidad, el entusiasmo y el espíritu misionero sigan guiando nuestros pasos en el camino de la formación y la misión!

P. Nelson Mitchell, MCCJ

Viacrucis en Etiopía

En Etiopía todavía estamos en Cuaresma, siguiendo el calendario de la Iglesia Ortodoxa que tiene sus fechas propias para festejar la Semana Santa, la cual empezará en una semana, el domingo 28 de este mes.

Dentro de las diversas prácticas religiosas, propias de esta temporada, se encuentra la oración del Viacrucis el cual he dirigido esta vez en la casa de asistencia a enfermos (de todo tipo) que las Hermanas Misioneras de la Caridad (Madre Teresa) tiene en la ciudad. El Viacrucis lo realizamos para el pequeño grupo de católicos enfermos, trabajadores y religiosas que ahí están.

Una tercera parte de los enfermos, 100 de los 300 que las religiosas asisten, se unen a nuestra oración, habiendo entre ellos un número equitativo entre protestantes, ortodoxos y musulmanes. Para mi sorpresa, no sólo van al Viacrucis para ‘ver’ lo que hacemos, para ser observadores, sino que ellos también se unen para ser participantes, a nuestras prácticas, como arrodillarnos o postrarnos en el suelo para mostrar nuestra devoción a la cruz. Cuando noté que muchos de ellos se acercaban a rezar el primer viernes de Cuaresma que dirigí, les mencioné que al final todos tenemos un solo Dios, aunque nuestros caminos para llegar a Él son diferentes… y que todos podemos adorar al mismo Dios en nuestros corazones con este tipo de prácticas externas.

1/ El primer viernes que hicimos el Viacrucis, un muchacho que participaba mostraba la cruz en alto mientras otro enseñaba una foto de cada una de las estaciones. 2/ Para el segundo sugerí y lo realizamos en el corredor de sus habitaciones para orar por los ‘sufrientes y enfermos’ que ahí estaban y que no podían salir. 3/ Para el tercero improvisé y llevé mantas, palos, una corona de espinas, una corona de plástico, máscaras de papel, etc. Llamé unos minutos antes a varios niños que ahí estaban para que hicieran la representación (Jesús, Pilatos, María, soldados, Simeón, mujeres, etc.), juntamente con la foto del Viacrucis, donde ellos no decían nada, solamente realizaba la representación de cada estación. 4/ El cuarto, este viernes pasado, en vez de llamar a niños, lo hice con los jóvenes. No cabe duda de que la mayoría de ellos son actores naturales y representaron cada una de las estaciones de una manera ‘magistral’, pero sobre todo con mucha, mucha devoción, (aún si la gran mayoría no eran católicos).

Esta vez el Viacrucis fue seguido con mucha atención… La representación de los chicos fue impresionante, incluyendo la reacción espontánea de una anciana que de repente salió del grupo de mujeres y se interpuso entre Jesús y el soldado que tenía el cargo de golpearlo con su látigo. Ella primero le gritó diciéndolo que se detuviera y después se puso en medio de los dos, agarrándole con la mano el látigo, para que no lo azotara más, aunque todo era solamente una representación.

Sigamos haciendo oración por todos nuestros enfermos que, así como Jesús, sufren en su cuerpo los dolores de las enfermedades y en sus mentes la desesperación de no ver pronto la recuperación.

El estar ahí, en una casa de asistencia de las Hermanas para enfermos (el cuál no es hospital ni clínica), me ha ayudado de manera más concreta, una vez más, a pensar en todos nuestros amigos, parientes, familiares y conocidos que están enfermos y nos piden que nos unamos a ellos en su intención de oración por su salud y por su tranquilidad emocional ante los sufrimientos que padecen.

Que Nuestro Señor extienda su mano y les conceda la salud que necesitan. Así sea.

Seminario de Sahuayo: 70 años de la primera piedra

El 20 de abril de 1954 se ponía la primera piedra y se iniciaba oficialmente la construcción de nuestro Seminario de Sahuayo. para recordarlo hemos rescatado de nuestros archivos históricos dos documentos significativos: la crónica narrada de aquel acontecimiento y el testimonio emotivo de la participación y la generosidad del pueblo sahuayense, que siempre consideró al seminario como algo suyo.

Crónica de la colocación de la primera piedra

20 de abril 1954.
Día muy importante en la vida del nuevo Seminario. A las 10 de la mañana llega S.E. Rvma.
Mons. José Anaya Diez de Bonilla, dignísimo Obispo de Zamora, para bendecir nuestra trabajo.
Fue recibido por el Rev. P. Felipe Villaseñor (Párroco y gran benefactor de nuestra obra en Sahuayo) y por el P. Ziller, representante de la Congregación, estando presentes las autoridades eclesiásticas y civiles de la ciudad, rodeado de una verdadera multitud que aclamaba su Pastor.
Bendice de corazón la piedra que será colocada en el centro del edificio y todo el trabajo. Firma con gusto el pergamino de recuerdo en el que está escrito:

Pergamino puesto en la primera piedra

«Anno Domini 1954. Saeculo primo ab Immaculatae Mariae semper Virginis Conceptionis dogmatis declaratione celebrantibus.
SUMMO PONTIFICE PIO XII feliciter regnante.
Domino Doctore JOSEPH ANAYA DIEZ DE BONILLA, Dei et Apostolicae Sedis gratia, Ecclesiam Zamorensem regente.
Rev.mo P. Antonio Todesco Supremo Moderatore Congregationis FF. SS. Cordis Jesu. Rev.mo P. Stephano Patroni Mexicanae Circumscriptionis Superiore.
Civitatis Sahuayensis Domino Doctore Henrico Menez G.
Mexicanae Confederationis rem civilem Domino Adulpho Ruiz C. regente.
Michoacanae Provinciae Damaso Cardenas Gubernante.
Sahuayensem Municipalitatem Jesu Villaseñor A. regente.
Patre PHILIPPO VILLASENOR s. primo opus expensis sumptibusque suis incohante. Domino Beniamino Sanchez S. munifice locum praebente.
SEMINARII HUIUS CONGREG. FF. SS. C. J. pro Africae Missionibus.
DIVOQUE JOSEPH B.M.V. SPONSO dicandi.
Die 20 Aprilis anni 1954.
Excellentissimus Dominus Doctor Joseph Anaya Diez de Bonilla Episcopus Zamorensis -angularem lapidem posuit- atque ad perpetuam rei memoriam documentum hoc signavit».

A continuación se procede a la firma por parte de los presentes. Tras la lectura en español por P. Ziller, se coloca la piedra en su lugar mientras el disparo de cientos de petardos anuncia el feliz acontecimiento a toda la ciudad.
En medio de nuevas aclamaciones, el obispo parte deseando todo lo mejor al seminario naciente. Bendito sea el Señor y vivan las gracias a que tanto nos ama.

Bolletino Della Congregazione dei Figli del S. Cuore nº 43, Pascua de 1955, pp. 762-763.


La generosidad del Pueblo de Sahuayo

Sahuayo. 1955. Un año después.

Comenzamos las excavaciones el primer miércoles de febrero de 1954 porque el nuevo seminario está dedicado a San José, y de su protección esperábamos todo. Nuestra esperanza no se vio defraudada. Un año más tarde, el primer jueves de febrero de 1955, entraba el primer grupo de aspirantes que esperaba en la capital, ocupando la primera ala del edificio, ya terminada, y el 11 de febrero, fiesta de Nuestra Señora, los nuevos apóstoles.

La obra terminada estaba valorada en 700 mil pesos (unos 60 mil dólares). Alrededor de 25 mil pesos fueron recaudados en la capital, otros 25 mil en otros países, y todo el resto (650 mil) fue aporte del pueblo de Sahuayo, que con tanto entusiasmo sigue nuestra obra.

Es verdaderamente admirable que este pueblo, lleno de fe, coopere en las obras de Dios. No fueron los ricos con sus grandes ofrendas, sino la clase media y pobre quienes tanto nos ayudaron. Los Padres que seguían la obra, ¡cuántos episodios conmovedores tendrían que contar! Cuántas veces, subiendo desde el centro de la ciudad, donde se alojaban, hasta el lugar del trabajo, eran parados por la gente: “Padre, aquí está mi granito… mi ofrenda para pagar a un trabajador”. “Padrecito”, grita una niña al llegar hasta ti, “mi madre te llama”, y una mujer que espera en la puerta te entrega una limosna, fruto de la hucha de su hijito, para darle la gracia de ser misionero algún día. “Padre, una ofrenda para el seminario, para que mi marido vuelva a Dios… … para que mi padre se ponga bien. … por la paz de mi familia”; y así las ofrendas se acumulan y la obra puede continuar.

Colaboradores y colaboradoras recorren periódicamente el país con cajitas, pidiendo ayuda; señoras (las que serían luego las ‘damas combonianas’) organizan rifas dominicales, entregando todo lo recaudado para el seminario, sin deducir sus propios gastos. Los ganaderos dan el fruto de su trabajo: vacas, terneros, burros, más de treinta, que se rifan o venden a beneficio del Seminario. Cuantas joyas preciosas, anillos, pendientes, relojes, fueron donados para la rifa. Los niños que hicieron el sacrificio de sus juguetes se contaban por centenares. Muchos fueron también los comerciantes que ofrecieron, y siguen ofreciendo, piezas de sus mercancías para enriquecer la rifa dominical. También se donaron miles de ladrillos y toda la madera para los andamios. Los agricultores ofrecieron el fruto de sus campos: varios quintales de trigo, maíz, judías y garbanzos, todo vendido en beneficio del Seminario.

La mayor contribución, sin embargo, vino de los trabajadores con mano de obra gratuita: los peones hicieron una hora extra de trabajo cada día mientras duró la construcción. En septiembre, 30 albañiles realizaron una jornada de trabajo gratuito. Todas las piedras para los cimientos se recogieron y trajeron sin ningún pago. Los conductores también fueron de gran ayuda, trayendo la grava desde más de 50 km. gratis, hasta mediados de noviembre; además, nos trajeron 2600 m2 de grava de Guadalajara (a 150 km.) gratis. Lo más conmovedor era ver a las mujeres y los niños que los domingos por la tarde preparaban ladrillos durante dos horas en el lugar del trabajo: un día superaron los 120.

Las autoridades también quisieron ayudar: el párroco permitió una jornada en la iglesia principal a beneficio del seminario, con la que se obtuvieron 8 mil pesos; el Presidente Municipal de la ciudad ofreció los ingresos de la lotería de la fiesta nacional del 14 de septiembre; el jefe de deportes ofreció lo recaudado en un partido de béisbol. Así, con la cooperación de todos, se pudo completar la primera parte del Seminario.

Hubo momentos de inquietud, cuando, por falta de dinero, hubo que reducir el número de trabajadores que oscilaba entre 10 y 40; pero San José estaba dispuesto a ayudar, de modo que el trabajo nunca se interrumpió.

Un elogio especial merece el P. Ziller, que se sacrificó por la obra de la Congregación con tanta dedicación, convirtiéndose en mendigo no sólo en Sahuayo, sino también en México y Estados Unidos.
Paralelamente a los trabajos de construcción, proseguía la labor de reclutamiento de aspirantes. El P. Zanuso se mostró en ello verdaderamente admirable. Con su prudencia y sus buenas maneras, supo penetrar en las escuelas y suscitar el entusiasmo de los muchachos, haciendo una buena elección. Fruto de esta propaganda: un sacerdote ya había solicitado el ingreso, tres Hermanos postulantes, uno de los cuales ya está en el noviciado, y dos que esperan la finalización de los trámites para salir. A principios de febrero ingresaron los nuevos apóstoles, en total 75, divididos de la siguiente manera: en México, I y II de Secundaria, 35 nuevos y 5 antiguos; en Sahuayo, 40 nuevos y 9 antiguos en I de Secundaria y Preparatoria. Esta división se hizo por razones de la gran distancia que hay de Sahuayo a la Ciudad de México (más de 500 km.), y también para no cargar a Sahuayo con todos los gastos de mantenimiento, mientras que en México no hay dificultades.

Antes de terminar, un sincero agradecimiento al Rvdo. Superior General que, para el mobiliario del Seminario, nos ha permitido mantener las ofrendas de las Ss. Misas celebradas según su intención; a las Estaciones de La Paz, Todos Santos, El Triunfo, que dieron una generosa ofrenda para el mismo fin. Los hermanos de la capital también hicieron su contribución: El P. Piacentini pagó puertas y ventanas, el P. Becchio parte de los pupitres de la escuela, y el Hno. Norbiato, que lleva meses visitando las fábricas de la capital, nos consiguió, gratis o a precio muy reducido, material de electricidad y fontanería, camas y colchones, cristales, estufas, mesas, etc. A los hermanos que con tanta generosidad han querido mostrar su apego a la Congregación ayudando a su obra, un sincero agradecimiento. Invitamos entonces a todos a unirse a nosotros para dar gracias a San José y rezarle para que nos ayude a terminar pronto toda la construcción.

Bolletino Della Congregazione dei Figli del S. Cuore nº 45, Enero de 1955, pp. 1022-1023.


Video de las celebraciones