El Corazón de Cristo como fuente de un amor apostólico radical

Por: Fr. Louis Okot, mccj

En la mañana de mi partida de mi pueblo en julio de 1997 a Kenia y luego a Perú, mi primera misión, mi abuela, Tafeng Amafile, me tomó en su regazo, puso su mano sobre mi pecho (corazón) y me bendijo con estas palabras, “que tu corazón sea pacífico y bondadoso… (isiarah taji nohoi he liha – lengua lopit)” y luego molió carbón con sus dientes y escupió sobre mi cabeza y pecho (corazón) diciéndome “ve en paz y trabaja bien en tu misión”. Supe y comprendí que estas bendiciones salían del corazón de una mujer que gasta su vida por el bien de los demás.

El Sagrado Corazón de Jesús está bien demostrado en lo que Jesús dice y hace. Es un Corazón que pone las cosas patas arriba, y esto causó escándalo tanto a los de fuera como a sus seguidores. Declaró una tierra nueva para los pobres y desfavorecidos. Dichosos vosotros los pobres: vuestro es el Reino de Dios (Lc 6, 20.21.24.25; Mt 5, 3.6). Dichosos los misericordiosos, los limpios de corazón, los pacíficos: serán llamados hijos de Dios. El que quiera hacerse grande entre vosotros debe ser vuestro servidor. Ama a tu enemigo y reza por los que te persiguen (Mt 20, 25-26; 23, 29-36; 5, 5.9.38-44; 23, 4; Lc 10, 29-37).

¿Y qué hace Jesús? Para Jesús no hay nada más importante que estar presente donde hay un paralítico para rehabilitarlo, un leproso para reintegrarlo en la sociedad, un sordo o un ciego para curarlo (Mt 8, 1-17; Mc 5, 23.36). Parece que no tiene nada que hacer. Estaba tan inmerso con los pobres hasta el punto de que se lo reprocharon. “Está mal de la cabeza”, le decían (Mc 3,21; Jn 10,20). De hecho, ni siquiera tuvo tiempo de comer (Mc 6,31; 3,20). Más que predicar con palabras, Jesús nos revela con su comportamiento cómo es el reino de Dios (Lc 24,19). Dios seca personalmente las lágrimas de los que sufren (Lc 7,13), destruye las causas del llanto, se queja, devuelve la vida a los muertos y nos invita a unirnos a esta tarea (Lc 8,50; 12,13-15; 7,14; 8,54; 9,57-62 Jn 11,33-34).

P. Okot Ochermoi Louis Tony, en Chorillos (Perú). P. Okot es un misionero comboniano de Sudán del Sur. Hoy presta servicio en la parroquia St. Lucy en Newark, Nueva Jersey (EE.UU.).

A partir de aquí, presento algunos de los cambios fundamentales en la escala de valores: Aspirar siempre a una justicia superior y no justificarse (Mt 5,20). Los bienes materiales tienen valor si sirven a la humanidad (Lc 12, 15). Y trabajar por la civilización de “nosotros”. La tierra nueva hacia la que Jesús nos pide caminar, no debe ser la civilización del “yo”, sino una civilización del “nosotros” (Mt 6, 9-13). Y, por último, una jerarquía no de dominio, sino de servidores (Mt 9,36; 20,25; Lc 22,25; Mc 10,43-44).

Todo esto me ayuda a comprender que el Sagrado Corazón de Jesús es la fuente excesiva de la vocación misionera y evangelizadora de San Daniel Comboni. Este Sagrado Corazón de Jesús suscitó en muchos santos una profunda experiencia de “permanecer en” Jesús (Jn 15,4) y de ser enviados por Él al servicio de los pobres y de los más abandonados (Jn 20,21; 21,6.15-17.19; Mt 4,18-22).

Comboni, poco a poco, se fue centrando en Jesús. Alimentó su vocación misionera a través de los que permanecieron en Jesús y de su visita a Tierra Santa; Santa Margarita María Alacoque fue una de las principales. Durante su beatificación se inspiró para escribir su “Plan de la Regeneración de África”. Creía firmemente que este Corazón también latía por África. Por eso, para él, ser misionero es predicar a Cristo y el amor incondicional de Dios por la humanidad, especialmente por los más abandonados. Este Corazón apasionado es el centro de su pasión apostólica de construir la “tierra nueva” – “Reino de Dios”. Comboni, en vida y ahora, invita a sus seguidores a fijar la mirada en Jesucristo amándolo tiernamente. Podemos comprender por qué el Sagrado Corazón de Jesús es importante para todo misionero comboniano. De este Corazón sacamos la energía y el espíritu del profetismo radical, haciendo causa común con los más abandonados, defendiendo y trabajando por el cuidado de la casa común y la pasión por la misión por la que vivimos y trabajamos.