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Campamentos de verano en Cisjordania

Texto y fotos: Hna. Cecilia Sierra
Desde Jerusalén

“¿Vamos a ir al paseo?” Es la primera y crucial pregunta de los niños beduinos al comenzar el campo de verano. Bajo un sol abrasador que supera los 40 °C, un único árbol en el patio del kínder se convierte en oasis de juegos, risas y aprendizajes. Allí, los pequeños tejen recuerdos felices en medio de un desierto que es su hogar y que hoy corre el riesgo de serles arrebatado.

En los diez campamentos que tenemos planeados, las dinámicas se centran en la paz, la esperanza y la resiliencia. Son semillas que, aún en tierra árida, pueden florecer para sostener la dignidad y los sueños de estos niños y niñas palestinos que crecen en medio de la incertidumbre.

Hoy el tema era la esperanza. En el campamento beduino, el aire estaba lleno de risas. Risas que brotaban de niños cuyos ojos, a pesar de reflejar la dureza del desierto y la incertidumbre de su futuro, brillaban con una vitalidad desbordante. Su deseo de vivir, su creatividad, el gusto por la vida, las ansias de aprender y, sobre todo, de ser tomados en cuenta, se convirtieron en el mejor reflejo de lo que significa la esperanza en Cisjordania.

Viven en medio de la amenaza constante de que su hogar y su aldea —el único mundo que han conocido— puedan ser borrados del mapa para siempre. Sin embargo, ayer, sentados sobre el pasto sintético y polvorientas, bajo la sombra de un arbol, en medio del desierto, hablamos de algo poderoso: la actitud positiva ante la adversidad, la resiliencia, la fuerza de no rendirse incluso cuando todo alrededor parece invitarlos a hacerlo.

Khalil Gibran escribió: “La esperanza es la mitad de la felicidad.” Quizá por eso, cuando vi a esos pequeños lanzar globos al cielo —globos en los que habían escrito sus sueños, sus oraciones y lo que para ellos hace que la vida valga la pena— sentí que la esperanza tomaba forma entre sus dedos. Sabían que sus globos no eran de helio y que muchos caerían pronto, destrozándose contra las piedras ásperas del desierto. Y, en efecto, algunos cayeron demasiado rápido. Pero otros lograron elevarse, desafiando el aire caliente, hasta perderse en el azul infinito.

Así es la esperanza: no todas sobreviven intactas, pero basta con que una se eleve para recordarnos que un futuro digno es posible y merece ser protegido.

En este desierto árido y abrasador de Tierra Santa, estos niños nos muestran que la esperanza no es una ilusión frágil, sino una fuerza terca, tenaz, que brota incluso entre las rocas. Por eso estamos aquí: para unirnos a sus plegarias, para acompañarles en el cuidado de sus sueños, para decirles con nuestra presencia que no están solos.

Y cuántas más manos y corazones deberían sumarse… para que ningún viento, por más violento que sea, logre arrancar del cielo las esperanzas que a estos niños les pertenecen y tienen derecho.

Los subestimamos. Pensamos que, tras un año sin escuela, su atención sería fugaz, su interés limitado. Pero su activa y ferviente participacion superó nuestras expectativas. Niños beduinos, acostumbrados a la inmensidad del desierto y a la ausencia de reglas, espíritus libres que cada día nos enseñan lecciones de resiliencia. El autobús a Anata dejó de llegar; las distancias se volvieron imposibles. Perdieron clases, sí, pero no perdieron el hambre de aprender ni la alegría de vivir.

A las 7 de la mañana ya están allí, bajo el árbol del kinder, con corazones abiertos, ojos grandes, listos para jugar, reír, y absorber cada palabra, cada gesto. En este campamento de verano hablamos de respeto, esperanza, paz. Mientras tanto, ráfagas de aire cargado de arena barren el espacio arenoso. La aldea se llama Kasarat, “romper”, por la cantera cercana que quiebra piedra… y también pulmones. El sol abrasa, pero ellos no se detienen: corren, saltan, ríen. Aquí nadie queda fuera. Un niño con capacidades diferentes participa con entusiasmo y es acogido como el más ágil.

“¿Quieres que te lea una historia?”, me dice Rafig, con su vocecita aguda y una seguridad que desarma. Sujud, a su lado, se levanta para ofrecerme una silla, y luego un globo: “Para ti también”, dice con una sonrisa. Participativa, vivaz, servicial… Sujud contesta a todas las preguntas de la maestra. Tiene ocho años y hace pulseras de bisutería. Me regala una. Luego otra para las maestras.

“Gracias por su paciencia, por estar con nosotros estos días”, dice en nombre del grupo, con una madurez que sorprende. Recoge la basura, ayuda en todo, juega, se divierte. En sus ojos hay un fuego: un profundo deseo de vivir, de ser, de libertad… incluso en este desierto incandescente y cada día más ardiente.

La historia de Qais

Lo más hermoso de este día, dijo un niño beduino al evaluar el segundo día del campo de verano, “es que ayudamos a Qais y jugamos con él”.

Hace casi tres años conocimos a Qais, con sus grandes ojos llenos de vida pero sin poder moverse. Su mamá, dulce y fuerte, nos decía con preocupación: “No crece, no se mueve”. Hoy lo vimos lanzar la pelota lentamente y jugar con su hermano, sentarse en el círculo, reír y jugar a la lotería con los demás. Yo estaba extasiada, viendo cómo el amor y la inclusión abren caminos de esperanza.

En diciembre una amiga le consiguió una carriola doble para él y su hermanita mas pequeña, porque la mamá no podía cargar con los dos. Los niños lo cuidan, lo besan, le dan abrazos en medio de sus juegos y risas. Aquí juegan, aprenden, se apoyan. Hoy el valor que compartimos es la resiliencia, y eso es lo que Qais, estos niños y sus comunidades beduinas del desierto en  cisjordania encarnan cada día.

En un entorno marcado por una creciente violencia, evacuaciones forzadas y el sol abrasador del desierto, ellos nos enseñan que la resiliencia no es solo resistencia, sino también la capacidad de seguir jugando, riendo y soñando, vulnerables como son  en medio de la adversidad.

El segundo campamento

¿De dónde salieron estos niños? Llegaron muy temprano, con los pies llenos de polvo y el corazón rebosante de ilusión. Bajo la tienda improvisada de lonas y telas en medio del desierto, sus risas son más fuertes que el silencio árido que los rodea. Son pequeños, muy pequeños, pero saben esperar; este es apenas el segundo campamento de verano en sus cortas vidas, y lo esperan como se espera el agua en tierra sedienta.

A su alrededor, los asentamientos de colonos crecen como heridas abiertas en la tierra. Cercan, limitan, ahogan. Aquí no hay kinder. Nos lo han pedido tantas veces… pero aún no es posible. Primero deben reunirse los jefes de la aldea, decidir y preparar un lugar. Pero ¿dónde? Las casas, hechas de zinc y mantas, se apiñan unas contra otras, sin espacio para soñar. No pueden construir con cemento. No pueden ampliar el terreno. Hasta las ovejas viven pegadas a las casas, compartiendo ese pequeño y frágil rincón de existencia.

Y sin embargo, aquí están. Los niños juegan, aprenden, sueñan. Sus ojazos inmensos, llenos de gratitud, me atrapan y no me dejan mover. Hay calor, hay carencias, hay límites por todas partes… pero dentro de esta tienda late la vida. En medio del ardiente desierto de Cisjordania, los niños beduinos resisten jugando, aprendiendo, soñando. Porque mientras sueñen, hay futuro. Y mientras rían, hay esperanza.

Paciencia, Esperanza, Resiliencia y Alegría

Contra todo pronóstico, hemos logrado llevar a cabo ya  siete campamentos de verano en aldeas beduinas. Aún faltan tres, pero ya celebramos con gratitud lo que parecía imposible. La situación en estas comunidades es cada vez más compleja, y temíamos que este año los niños no pudieran tener un espacio para jugar, encontrarse, respirar.

A pesar del calor agobiante y las tensiones diarias, las risas de los niños han sido más fuertes que el miedo. Muchos de ellos nunca han ido a la escuela. Por eso, verlos jugar, aprender, expresarse… ha sido un regalo inmenso. Su alegría se ha convertido en nuestra fuerza.

Esta semana, en uno de los campamentos, un grupo de colonos israelíes llegó durante dos días consecutivos. Incluso entraron en una de las casas donde las mujeres trabajaban con dedicación en el bordado palestino. No quedó claro qué buscaban. “Me temblaban las piernas”, confesó la maestra cuando se marcharon. También los niños estaban asustados. Pero una vez que se fueron, volvieron a sonreír, refugiándose en esa ligereza que solo la infancia sabe preservar.

Nos sentimos profundamente agradecidas: siete aldeas han podido saborear, al menos por unos días, el gusto de la esperanza. Pero también seguimos preocupadas. El temor a evacuaciones forzadas sigue presente. Y en medio de tanta incertidumbre, seguimos apostando por la vida. Por estos pequeños que, incluso en el corazón del desierto, logran florecer con una resiliencia que nos toca lo más profundo del alma.

¿Con Clodovis o con Leonardo Boff?

+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo Emérito de SCLC

HECHOS

Clodovis y Leonardo Boff son hermanos carnales, ambos sacerdotes brasileños franciscanos, con posturas contrastantes desde hace años. Clodovis insiste en la necesidad de la oración, de la liturgia, de más catequesis sobre los misterios cristianos, incluido el cielo, del anuncio más explícito de Jesucristo, etc. Su hermano Leonardo, quien ya no ejerce el ministerio presbiteral, insiste en lo social del mensaje cristiano, en la liberación de estructuras injustas, y últimamente en la eco-teología; es decir, en la lucha contra la destrucción de la naturaleza, todo con una dimensión teológica. Los dos reflejan las actitudes contrastantes en la Iglesia sobre todo de los últimos años. Hay católicos que insisten más en lo social, y otros en lo llamado “espiritual”, como si la pastoral social no fuera parte de la espiritualidad.

Con ocasión de la reciente asamblea del CELAM en Río de Janeiro en mayo pasado, por el 70 aniversario de su fundación, Clodovis envió una carta a los obispos reclamándoles que, en sus documentos, siguen insistiendo mucho en lo social, haciendo a un lado a Jesucristo. Les dice: “Perdonen mi franqueza, pero siguen repitiendo el mismo viejo estribillo: cuestiones sociales, cuestiones sociales, cuestiones sociales… y llevan haciéndolo más de cincuenta años. Queridos hermanos, ¿no ven que esta melodía se ha vuelto cansina? ¿Cuándo nos traerán las buenas nuevas sobre Dios, Cristo y su Espíritu? ¿Sobre la gracia y la salvación? ¿Sobre la conversión del corazón y la meditación de la Palabra? ¿Sobre la oración, la adoración y la devoción a la Madre de nuestro Señor? En resumen, ¿cuándo transmitirán por fin un mensaje verdaderamente religioso y espiritual? Esto es precisamente lo que más necesitamos hoy en día y lo que hemos estado esperando todos estos años”.

¿Es verdad que, cuando abordamos cuestiones sociales, nos olvidamos de Jesucristo, del Evangelio, de la oración, de la espiritualidad? Puede haber casos, es cierto. No faltan agentes de pastoral muy dedicados a lo social, pero que parecen más bien miembros de una ONG, pues dan poca importancia a la oración, a la liturgia. Por otra parte, tampoco faltan quienes insisten tanto en la oración, en las devociones, en lo piadoso y en las prácticas religiosas, que se molestan cuando les recordamos que el amor a Dios sin amor al prójimo, sobre todo al caído, es incompleto y puede ser falso.

ILUMINACION

Jesucristo armoniza perfectamente ambas dimensiones, la vertical y la horizontal. Es un hombre dedicado plenamente al servicio del pueblo, sobre todo de los excluidos y de los que sufren, pero que pasa largas horas de oración, en comunicación profunda con su Padre. Comparte con sus amigos más cercanos el momento sublime de su transfiguración, pero cuando Pedro insiste en quedarse allí, él les indica que hay que bajar del monte y estar cerca de la gente que le espera. Lo espiritual y lo social están íntimamente unidos; ni lo uno sin lo otro. Como la cruz, que tiene un palo vertical y otro horizontal, y es el vertical el que sostiene al horizontal.

Recordemos algunos documentos del Magisterio eclesial, en que se insiste que debemos unir el mensaje cristiano con el amor social. Por ejemplo, el Concilio Vaticano II, en su Decreto sobre el ministerio y la vida de los presbíteros, les “recomienda con toda insistencia la celebración diaria de la Misa” y la oración (PO 13), pero al mismo tiempo dice: “Aunque se deben a todos, los presbíteros tienen encomendados a sí de una manera especial a los pobres y a los más débiles, a quienes el Señor se presenta asociado, y cuya evangelización se da como prueba de la obra mesiánica” (PO 6).

San Pablo VI nos hizo ver que ambas dimensiones, vertical y horizontal, son indispensables, so pena de perder nuestra identidad de seguidores de Jesús: “No hay evangelización verdadera, mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino, el misterio de Jesús de Nazaret Hijo de Dios” (EN 22). Pero también nos dijo: “Entre evangelización y promoción humana (desarrollo, liberación) existen efectivamente lazos muy fuertes… No es posible aceptar que la obra de evangelización pueda o deba olvidar las cuestiones extremadamente graves, tan agitadas hoy día, que atañen a la justicia, a la liberación, al desarrollo y a la paz en el mundo. Si esto ocurriera, sería ignorar la doctrina del Evangelio acerca del amor hacia el prójimo que sufre o padece necesidad” (EN 31).

San Juan Pablo II, a quien algunos tacharon de conservador, dijo con toda claridad: “Si verdaderamente hemos partido de la contemplación de Cristo, tenemos que saberlo descubrir sobre todo en el rostro de aquellos con los que él mismo ha querido identificarse”. El texto de Mateo 25,35-36 “no es una simple invitación a la caridad: es una página de Cristología, que ilumina el misterio de Cristo Redentor. Sobre esta página, la Iglesia comprueba su fidelidad como Esposa de Cristo, no menos que sobre el ámbito de la ortodoxia» (NMI 49).Pero nos advirtió: “Hay que preguntarse si una pastoral orientada de modo casi exclusivo a las necesidades materiales de los destinatarios no haya terminado por defraudar el hambre de Dios que tienen esos pueblos, dejándolos así en una situación vulnerable ante cualquier oferta supuestamente espiritual. Por eso, es indispensable que todos tengan contacto con Cristo mediante el anuncio kerigmático gozoso y transformante, especialmente mediante la predicación en la liturgia” (Ecclesia in America, 73).

Benedicto XVI, el gran teólogo y de una profunda espiritualidad, nos dijo en Aparecida: “Ser discípulos y misioneros de Jesucristo y buscar la vida en El, supone estar profundamente enraizados en El…. Esta prioridad ¿no podría ser acaso una fuga hacia el intimismo, hacia el individualismo religioso, un abandono de la realidad urgente de los grandes problemas económicos, sociales y políticos, una fuga de la realidad hacia un mundo espiritual?… Sólo quien reconoce a Dios, conoce la realidad y puede responder a ella de modo adecuado y realmente humano… La fe nos libera del aislamiento del yo, porque nos lleva a la comunión. El encuentro con Dios es, en sí mismo y como tal, encuentro con los hermanos, un acto de convocación, de unificación, de responsabilidad hacia el otro y hacia los demás. En este sentido, la opción preferencial por los pobres está implícita en la fe cristológica en aquel Dios que se ha hecho pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza… Amor a Dios y amor al prójimo se funden entre sí: en el más humilde encontramos a Jesús mismo y en Jesús encontramos a Dios” (Discurso en la Inauguración de Aparecida, 3).

En Aparecida, el episcopado latinoamericano contradice lo que afirma Clodovis, pues la base y el centro de todo es Jesucristo; pero un Cristo que nos lleva a los demás:Conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y obras es nuestro gozo” (DA 29). “Los cristianos, como discípulos y misioneros, estamos llamados a contemplar, en los rostros sufrientes de nuestros hermanos, el rostro de Cristo que nos llama a servirlo en ellos: Los rostros sufrientes de los pobres son rostros sufrientes de Cristo. Ellos interpelan el núcleo del obrar de la Iglesia, de la pastoral y de nuestras actitudes cristianas. Todo lo que tenga que ver con Cristo, tiene que ver con los pobres y todo lo relacionado con los pobres reclama a Jesucristo” (DA 393).

El Papa Francisco advierte con toda claridad: “No propuestas místicas sin un fuerte compromiso social y misionero, ni discursos y praxis sociales o pastorales sin una espiritualidad” (EG 262). “La Iglesia necesita imperiosamente el pulmón de la oración. Al mismo tiempo, se debe rechazar la tentación de una espiritualidad oculta e individualista, que poco tiene que ver con las exigencias de la caridad y con la lógica de la Encarnación” (EG 263). “Para ser evangelizadores de alma también hace falta desarrollar el gusto espiritual de estar cerca de la vida de la gente, hasta el punto de descubrir que eso es fuente de un gozo superior. La misión es una pasión por Jesús, pero, al mismo tiempo, una pasión por su pueblo” (EG 268).  “Jesús mismo es el modelo de esta opción evangelizadora que nos introduce en el corazón del pueblo. ¡Qué bien nos hace mirarlo cercano a todos! (EG 269).

Y el Papa León XIV nos ha dicho, a propósito del Evangelio reciente sobre las dos hermanas, Marta y María: “Sería erróneo ver estas dos actitudes como opuestas, así como hacer comparaciones de méritos entre las dos mujeres. Debemos aunar estas dos actitudes: por un lado, el “estar a los pies” de Jesús, para escucharlo mientras nos revela el secreto de cada cosa; por otro, ser diligentes y estar listos para la hospitalidad, cuando Él pasa y llama a nuestra puerta, con el rostro de un amigo que necesita un momento de descanso y fraternidad» (Angelus, 20 julio 2025).

ACCIONES

Sepamos combinar ambas actitudes: mucho amor a Dios, mucha oración, consciente participación en la liturgia y en las prácticas piadosas, pero de allí sacar fuerza e inspiración para amar a los demás, sobre todo a quienes sufren en el cuerpo o en el espíritu.

40 años del martirio del P. Ezequiel Ramin

Este domingo, 20 de julio, la Comunidad Padre Ezequiel Ramin celebró un hito histórico y simbólico: los 40 años del martirio del misionero comboniano Ezequiel Ramin y también los 40 años de existencia de la propia comunidad que lleva su nombre, en el municipio de Mirante da Serra (RO). El evento reunió a unas 300 personas, con representantes de las comunidades vecinas y del Asentamiento P. Ezequiel, que también celebra los 25 años de su fundación.

La celebración formó parte del programa de la 10ª Romería del Padre Ezequiel Ramin, que tendrá lugar el próximo 27 de julio en la Comunidad P. Ezequiel Ramin, en Rondolândia (MT). La Romería tiene como objetivo mantener viva la memoria del joven misionero, que entregó su vida en defensa de los pobres, los trabajadores rurales y los pueblos originarios de la Amazonia.

«Esta memoria está viva»: la emoción de Fabiano Ramin, hermano menor de Ezequiel

Uno de los momentos más emotivos de la celebración fue la presencia y el testimonio de Fabiano Ramin, hermano menor del padre Ezequiel, que vino especialmente desde Italia para participar en el programa del 40 aniversario del martirio y la fundación de la comunidad. En su discurso, marcado por una emoción contenida y una profunda gratitud, Fabiano destacó la fuerza de la memoria que permanece viva entre el pueblo al que Ezequiel decidió servir con su vida.

«Tengo ganas de llorar, pero no voy a llorar. Los ancianos tienen ganas de llorar cuando están muy emocionados. Así que estoy en esa situación. Soy el menor de la familia Ramin y les estoy muy agradecido por esta fiesta, por esta ocasión en la que se recuerda no solo el asesinato del padre Ezequiel, sino también el nacimiento de la comunidad, el bautismo de un pueblo que sigue luchando».

Con sencillez y firmeza, Fabiano no escatimó palabras al recordar lo que le sucedió a su hermano: «Fue un asesinato. Lo mataron porque creía en una sociedad basada en la justicia, porque defendió a los campesinos, a los ‘posseiros’, a los indígenas, y eso molestaba a mucha gente».

Reiteró que la celebración no es solo un recuerdo del pasado, sino un acto de esperanza y continuidad: «Estoy muy contento de ver que esta comunidad está viva. Lucha, resiste, se organiza. Como decía el párroco, son sacrificios, tiempo, esfuerzo. La misión del cristiano, como escribía Ezequiel, es anunciar y denunciar. Denunciar la injusticia es parte de la fe. Y ustedes continúan esa misión».

A pesar de sus dificultades con el portugués, Fabiano logró expresar con intensidad el vínculo entre el martirio de su hermano y el compromiso actual de la comunidad: «No solo recordamos su vida, sino el hecho de que ustedes también están vivos y mantienen viva esa memoria. Eso es lo más importante. La vida es bella, como decía mi hermano, y vale la pena darla».

Su discurso fue recibido con emoción por todos los presentes, siendo un testimonio vivo de la dimensión internacional e histórica del legado de Ezequiel Ramin. Un legado que traspasa fronteras, une generaciones e inspira, aún hoy, a las comunidades a luchar por un mundo más justo.

Misioneros combonianos: presencia junto al pueblo

La presencia de los misioneros combonianos en Mirante da Serra durante la Semana Misionera reafirmó la continuidad del carisma y la misión del padre Ezequiel Ramin, que también era comboniano. Participaron en actividades pastorales, visitas domiciliarias y momentos de escucha y oración junto a las familias de la parroquia Nossa Senhora dos Migrantes, diócesis de Ji-Paraná.

Durante la celebración, el padre Cosmas, comboniano actualmente en misión en la región, destacó la importancia de que la comunidad mantenga viva la memoria de Ezequiel: «La Comunidad Padre Ezequiel Ramin cumple 40 años y sigue honrando la vida y el testimonio del siervo de Dios. También nos estamos preparando para la 10ª Romería, que se celebrará el 27 de julio en Rondolândia. Es un momento de comunión y renovación de la fe».

La actuación de los combonianos esta semana ha demostrado que la espiritualidad que dejó Ezequiel sigue arraigada en la realidad del pueblo: una fe comprometida con los pobres, encarnada en la vida cotidiana de las familias, marcada por la escucha, la solidaridad y la defensa de la vida.

La presencia misionera refuerza la dimensión internacional y liberadora de la Iglesia en tierras amazónicas, una Iglesia que camina con el pueblo, escuchando sus dolores y esperanzas. Al visitar las casas, los combonianos fortalecieron los lazos comunitarios y también reavivaron el espíritu misionero de Ezequiel: una fe que denuncia la injusticia y anuncia la esperanza.

«Recen por nosotros», pide el padre Tiago

La celebración eucarística fue presidida por el padre Tiago, párroco local, que centró su homilía en el aspecto espiritual y vocacional del camino de Ezequiel. Destacó la importancia de la fidelidad a la vida sacerdotal y religiosa: «Hoy celebramos los 40 años de existencia de nuestra comunidad, pero también recordamos los 40 años de la muerte del padre Ezequiel Ramin. […] Que recen por nosotros». Su discurso destacó el papel de la comunidad en la vida de la parroquia y el valor de la misión como respuesta al llamado de Dios.

Fe, cultura y resistencia: la memoria popular

La celebración continuó con un almuerzo comunitario, la escucha de los residentes, la presentación del payaso Liro y la clausura con un bingo comunitario.

Uno de los momentos más simbólicos fue la representación mística realizada por jóvenes de la comunidad, que retrató la lucha por la tierra y denunció las estructuras que llevaron al martirio del padre Ezequiel: «Fue asesinado porque defendió a los sin tierra, a los ocupantes ilegales, a los indígenas. Porque creía en una sociedad justa».

La comunidad recordó que la lucha por la tierra, la justicia y la dignidad sigue viva y es necesaria, especialmente en tiempos de retrocesos y amenazas a la vida en el campo.

Próxima romería: 27 de julio en Rondolândia

La comunidad se prepara ahora para la décima edición de la Romería del P. Ezequiel Ramin, que tendrá lugar el próximo domingo 27 de julio en Rondolândia (MT), bajo el lema: «P. Ezequiel Ramin: Mártir de la Esperanza» y el lema: «El Señor dijo: ¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros? Yo respondí: Aquí estoy. Envíame» (Is 6,8)».

La Romería reafirma el compromiso con la memoria del mártir de la esperanza, un misionero joven, alegre y comprometido con la vida de los más pobres de la tierra.

Instituto P. Ezequiel Ramin

Más información sobre la vida y el asesinato del P. Ezequiel AQUÍ

Huyendo de la guerra

Hna. Elena Balatti
Misionera Comboniana en Sudán del Sur

Me llamo Elena Balatti y soy Misionera Comboniana. Trabajo como directora de Cáritas de la diócesis de Malakal.

Malakal es una ciudad situada a orillas del Nilo y está muy cerca de la frontera. El gobernador de la región ha abierto aquí un gran campamento para los refugiados. Desde hace dos años hay una guerra muy fuerte en Sudán y muchas familias han tenido que abandonar ese país y desplazarse hasta Sudán del Sur. 

Los padres y sus hijos llegan a la frontera y se dirigen en grandes barcazas por el río Nilo hasta Malakal. El barco puede transportar hasta 500 personas. El número de personas que llegan en barcazas es muy grande, y el campo acoge a veces a más de 5.000 personas que han llegado de Sudán o que son desplazados.

Cuando las barcazas llegan al campamento de Malakal, empieza entonces nuestro trabajo. Los niños y sus padres vienen de un largo viaje en el que muy a menudo no han tenido suficiente comida. Además, los padres y las madres se han gastado casi todo el dinero para pagar el viaje desde Jartum, que es la capital de Sudán, hasta Sudán del Sur, por lo que no pueden conseguir buenos alimentos en el mercado. Por eso, nada más llegar, las personas que trabajan en la oficina de Cáritas organizan inmediatamente una distribución de alimentos.

El Programa Mundial de Alimentos (PMA) ofrece ayuda a todos los desplazados durante una semana, pero muchas veces la gente se queda en el campamento más tiempo. Los miembros de cada familia reciben una pequeña tarjeta de papel donde se registra su nombre. A los que no pueden abandonar el campamento en una semana, la oficina de Cáritas les proporciona una ración de comida cada día. Consiste en alimentos muy sencillos: harina de sorgo, con la que se hacen una especie de gachas y que forma parte de las comidas principales, y también lentejas, aceite y sal.

En estos campamentos siempre hay muchos niños. Mi deseo es que se queden en el campamento pocos días y puedan encontrar un transporte que los lleve a los pueblos o ciudades donde sus familias quieren ir. De hecho, mientras están en el campamento no pueden ir a la escuela y se pasan el día jugando, esperando la hora de su comida diaria, a menudo sólo una al día.

Además de la cuestión escolar, los niños que vienen de Sudán hablan árabe y, cuando quieren ir a la escuela en Sudán del Sur, tienen que aprender inglés. Es cierto que los niños aprenden rápido un nuevo idioma, pero algunos de ellos que ya estaban en quinto curso en Jartum, cuando llegan a Sudán del Sur, como no saben inglés, tienen que empezar de nuevo, por ejemplo, en segundo o tercer curso, porque les falta inglés. Es un gran desafío para ellos.

Siempre me asombra la paciencia que tienen los niños que llegan de zonas de guerra y esperan en el campamento hasta que por fin llega el día de partir hacia su destino final. Un día, por ejemplo, vi a un niño pequeño que estaba con su padre esperando su pequeña ración diaria de comida. Acompañaba a su padre, que llevaba muletas y no podía estar en la cola con los demás. Así que, cuando le tocaba a papá recibir la comida, era el hijo, de unos siete años, quien iba a recoger el paquete. Luego los dos volvían juntos a la tienda, donde la mamá les esperaba para cocinar.

Como misionera, me alegra que junto con otras personas podamos ayudar a estas familias. Recordamos que el Señor nos dijo: ‘Tuve hambre y me disteis de comer’, e intentamos hacer precisamente eso en el campamento de Malakal. En los niños y sus familias vemos a Jesús diciéndonos estas palabras: Estoy aquí y te necesito.

Misioneras Combonianas España

Los obispos de Sudán del Sur instan a los políticos: “Basta de violencia, escuchen el sufrimiento del pueblo”.

«Preguntamos a nuestros líderes gubernamentales y de la oposición: ¿De verdad les importa este país y su gente, o simplemente están preocupados y obsesionados por la búsqueda del poder y la riqueza?» Los obispos de Sudán del Sur no se andan con rodeos en su extenso mensaje al presidente Salva Kiir y a su gabinete al concluir la Asamblea anual de la Provincia Eclesiástica, celebrada en Yuba del 7 al 11 de julio, bajo el lema: «Que la justicia y la paz se abracen mutuamente» (Salmo 85:10).

Una carta denunciando las condiciones insostenibles de la población, víctima de la desastrosa crisis económica, instituciones ausentes y corruptas, escasez de alimentos , atención humanitaria y sanitaria y el agravamiento de los conflictos.

“Con gran pesar y dolor en nuestros corazones, expresamos nuestra consternación por lo que enfrentamos diariamente: informes de bombardeos aéreos y emboscadas, emboscadas armadas en caminos, ríos y carreteras, enfrentamientos militares, reducción del espacio cívico y restricciones a los medios de comunicación, enfrentamientos mortales en campamentos y aldeas, secuestros y violaciones, devastadoras incursiones comunitarias, detenciones y una hostilidad e inseguridad alarmantes en todo Sudán del Sur”, escriben los obispos.

“Vemos comunidades destruidas, vidas inocentes perdidas, personas heridas, reclutamiento forzado por las notorias bandas criminales comúnmente conocidas como ‘ niggers ‘, y ciudadanos y familias obligados a huir de sus hogares por miedo y dolor, todo ello agravado por las dificultades económicas y el hambre”, añadió.

Los líderes católicos están responsabilizando a la élite político-militar, atribuyendo las múltiples crisis en curso a la falta de implementación de las disposiciones de seguridad establecidas en el Acuerdo de Paz Revitalizado de 2018 , que puso fin a cinco años de guerra civil que dejaron más de 400.000 muertos y 2,5 millones de desplazados.

Las elecciones, inicialmente previstas para 2023, fueron pospuestas varias veces  debido al incumplimiento de estos acuerdos y finalmente fueron fijadas para diciembre de 2026.

“¿No hemos sufrido ya bastante con armas letales y asesinatos sin sentido en nuestro amargo pasado? ¿No hemos visto con demasiada frecuencia cómo la violencia ha silenciado las esperanzas de nuestro pueblo y paralizado la paz y el desarrollo?”, preguntan.

Para los obispos, la violencia actual en el país es indefendible porque tiene motivaciones políticas y representa una traición de los líderes políticos.

A pesar de las reiteradas garantías del Presidente de la República, Su Excelencia Salva Kir Mayardit, de que no volverá a Sudán del Sur a la guerra, y de las declaraciones públicas de los líderes de la oposición comprometiéndose a implementar los acuerdos de paz, seguimos siendo testigos de la falta de medidas concretas hacia la paz y la reconciliación.

Recordando las palabras del Papa Francisco durante su histórica peregrinación a Sudán del Sur en febrero de 2023, quien llamó a la paz e imploró a los políticos que “pasaran página”, los prelados observan que, en cambio, “se está adoptando erróneamente la acción militar en lugar del diálogo auténtico como solución para abordar las diferencias políticas y sociales”.

«La continua violencia política no está justificada; es una traición a su noble vocación», continuaron los obispos con una súplica y una exhortación: «Cesen y demuéstrense como los legítimos y verdaderos protectores del pueblo de Sudán del Sur, los guardianes de la Constitución como ley suprema del país y los custodios de la integridad territorial. Como cristianos y creyentes en Dios, estamos llamados a ser testigos de la paz y la justicia. Los instamos a convertirse en instrumentos de reconciliación y sanación».

Finalmente, un llamamiento: «Exigimos el acceso humanitario inmediato y sin trabas a todas las zonas de conflicto. Esto incluye la creación de corredores protegidos para la distribución de ayuda y la concesión de exenciones fiscales sobre los bienes humanitarios a las organizaciones religiosas y humanitarias que atienden a la población vulnerable y sufriente de Sudán del Sur».

Nigrizia

Fase comboniana del Jubileo de los Jóvenes en Roma

LMC-España

El Jubileo de la Juventud en Roma se celebrará del 28 de julio al 3 de agosto de 2025. Este evento forma parte del Jubileo 2025, cuyo lema es » 
Peregrinos de la Esperanza «, y estará dedicado a jóvenes de todo el mundo. En los días previos (del 24 al 27 de julio), jóvenes —en su mayoría europeos— que comparten el carisma de Comboni se reunirán en diversos grupos en las comunidades combonianas italianas de Milán, Verona, Florencia y Roma. El programa de la fase comboniana incluye momentos de oración, reflexión, celebraciones litúrgicas, encuentros, intercambio y recreación.

» Esperar es lo difícil, en voz baja y vergonzosamente.
Y lo fácil es desesperar, y esa es la gran tentación
 .»

Así escribió el francés Charles Péguy en 1911, alabando la esperanza, la segunda virtud teologal que consideraba hermana de las otras dos, a saber, la fe y la caridad. El poeta parece insinuar la dificultad y complejidad de la esperanza, especialmente la paciencia para cultivarla. Recuerda la observación que el papa Francisco expresó al comienzo de «Spes non confundit» , la bula de convocación del Jubileo Ordinario del año 2025 (en adelante SNC ), que sitúa bajo el lema de la esperanza: «La imprevisibilidad del futuro […] suscita sentimientos a veces contradictorios: de la confianza al miedo, de la serenidad a la desesperación, de la certeza a la duda. A menudo nos encontramos con personas desanimadas, que miran el futuro con escepticismo y pesimismo, como si nada pudiera ofrecerles felicidad» ( SNC , 1).

Con esta declaración, el predecesor del Papa León XIV compartió las preocupaciones de toda la humanidad. Nuestro mundo está marcado por desafíos globales como la crisis climática, la desigualdad económica, la explotación de los pueblos, la migración forzada y la tendencia hacia una espiritualidad que olvida a Dios, Creador y Padre de todos. Estas situaciones nos hacen comprender que la vida se pone a prueba y destrozan las esperanzas de muchas personas.

Cabe decir, sin embargo, que quizás rara vez se habla de la esperanza, quizás sea poco conocida, pero todos esperan, porque vivir es esperar, y esperar es vivir. Si hay algo que distingue al hombre de otras criaturas, es, en mi opinión, la esperanza. Es lo que nos mantiene vivos, y también podríamos decir que donde se extingue la esperanza, también se extingue la vida.

El Jubileo es necesario y, por lo tanto, nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre temas cruciales como la justicia social, la ecología integral y la dignidad de cada persona —valores fundamentales de nuestra fe—, así como sobre una espiritualidad sana capaz de fomentar la pasión por el cuidado de nuestro ser interior y del mundo que nos rodea. Todas estas preocupaciones son la esencia de la misión comboniana, que, con su atención a las periferias existenciales y la promoción de la dignidad de cada persona, nos impulsa a construir un futuro más justo y sostenible. La Familia Comboniana en Europa cree, por tanto, que este evento eclesial puede ser una oportunidad para reavivar la esperanza, especialmente entre los jóvenes que cada vez manifiestan más su falta de fe en un futuro mejor. Con el deseo de contribuir al camino de la Iglesia en la celebración del Jubileo, hemos decidido organizar una peregrinación para los jóvenes que encontramos en nuestras misiones en Europa.

Creemos que para los jóvenes que participarán con nosotros, el Jubileo será una oportunidad para que la misericordia de Dios y la experiencia de la Iglesia como pueblo en camino, que viviremos en diversas etapas, ilumine sus vidas y sus decisiones diarias. Por lo tanto, están invitados a vivirlo como un momento de gracia, no solo para ellos mismos, sino también para sus comunidades de origen.

Al participar en el «Momento Comboniano» (del 24 al 27 de julio de 2025), que, según nuestro enfoque, pretende ser una preparación para el Jubileo de la Juventud en Roma, los jóvenes, además de la amistad y la alegría de estar juntos con sus compañeros, tendrán la oportunidad de explorar uno de los desafíos globales que acabamos de enumerar, que más les interesa y que eligieron al inscribirse. Por lo tanto, serán acogidos en diferentes grupos en diferentes comunidades combonianas (Milán, Verona, Florencia) con diferentes ministerios en Italia:

  • El grupo de Milán reflexionará sobre el desafío de la participación juvenil. Esto implica abordar la importancia del liderazgo juvenil a pesar de la incertidumbre actual, en la que los jóvenes «a menudo ven sus sueños destrozados […], el futuro parece incierto e impenetrable para sus sueños, la educación no ofrece oportunidades y la falta de trabajo o de un empleo suficientemente estable corre el riesgo de anular sus deseos» ( SNC , 12). El encuentro y la escucha que tendrán con sus compañeros comprometidos tanto en la vida civil como en la eclesial puede, en nuestra opinión, ser un estímulo y una fuente de esperanza para ellos.
  • El grupo de Verona explorará el tema de la información crítica. Esto implicará reflexionar sobre el llamado a » Comunicar (con) Esperanza » en este contexto de crisis que enfrenta nuestro mundo. Es imperativo que los jóvenes se comprometan con una comunicación responsable y con discernimiento, libre de prejuicios, resentimiento, fanatismo, ideología y violencia. De hecho, creemos que corresponde, sobre todo, a los jóvenes de hoy participar en una comunicación capaz de escuchar el clamor de quienes no tienen voz y acoger a los vulnerables.
  • Los peregrinos acogidos en nuestra comunidad en Florencia serán guiados en su reflexión sobre el cuidado de la creación, uno de los desafíos más urgentes de nuestro tiempo. Sin embargo, esta época tiende cada vez más a enfatizar modelos sociales que priorizan la búsqueda del lucro en lugar del cuidado de las relaciones (con los demás, con la creación y con Dios).

Todo se desarrollará en un ambiente fraterno y acogedor, en un contexto internacional y multicultural. Esto se logrará inspirándose en la Palabra de Dios, la experiencia humana y la figura de nuestro Fundador, San Daniel Comboni, y su carisma. Durante la primera etapa, los participantes tendrán la oportunidad de escuchar testimonios de jóvenes de su edad, participar en talleres temáticos, momentos de oración y actividades de servicio que les inspirarán un estilo de vida capaz de transformar su vida diaria.

Desde estas comunidades, los jóvenes viajarán luego a Roma, el 28 de julio, donde participarán, junto a otros jóvenes de todo el mundo, en los encuentros programados para esa semana.

El viaje puede ser un momento para recordarnos que hay peregrinaciones que nadie querría emprender jamás: aquellas que llevan a jóvenes, niños y familias enteras a dejar su tierra y su hogar. Este mismo viaje juntos a Roma puede ayudarnos a comprender mejor la primera comunidad cristiana que, desde el asentamiento de los apóstoles, se vio a sí misma como un « nosotros », donde la vocación de cada persona se vive desde un sentido de pertenencia compartido y recíproco.

La Familia Comboniana en Europa desea que esta experiencia pueda convertirse en un punto de (re)partida para todos los jóvenes del mundo, y particularmente para aquellos que han elegido vivir estos momentos con nosotros.

P. Raoul Sohouénou Cakpo Edènan, mccj