“¡Estoy contra la guerra y a favor de la paz!”

Por: P. Saverio Paolillo
misionero comboniano en Brasil

Medalla “José Gomes da Silva” por los Derechos Humanos

A quienes me preguntan de qué lado estoy en medio de tantos conflictos armados que son sangrientos en varias regiones del mundo, respondo sin lugar a dudas que estoy del lado de las víctimas de la guerra. Estoy con el pueblo de Israel y Palestina, con el pueblo ruso y el pueblo ucraniano, con el pueblo de Sudán y todos los demás países africanos que enfrentan la tragedia de la guerra y pagan el alto precio por ella. Estoy del lado de los civiles que quieren vivir en paz y ya no pueden soportar las consecuencias de conflictos armados decisivos desatados sin su consentimiento por edificios blindados y adecuadamente protegidos. Estoy junto a los niños separados de sus familias y deportados, que explotan en minas confundidas con juguetes. Estoy junto a las víctimas inocentes que lo pierden todo: su salud física y mental, la seguridad de sus hogares y sus relaciones emocionales. Estoy junto a los millones de refugiados. Estoy junto a los jóvenes que son reclutados por la fuerza, obligados a permanecer en primera línea como “carne de cañón”, arrojados al frente por gobiernos beligerantes y mandos militares que no respetan la vida. Estoy junto a las madres y los padres que lloran frente a sus hogares destruidos y excavan incansablemente entre los escombros de los bombardeos con la esperanza de encontrar a sus seres queridos enterrados vivos allí. Estoy junto a los ancianos que no tienen adónde ir y se quedan atrás, totalmente abandonados. Estoy en el lado más débil del conflicto.

Estoy decididamente en contra de la guerra, de la locura sin retorno, de la “masacre entre personas que no se conocen, en beneficio de personas que se conocen, pero que no se masacran” (Paul Valéry). Estoy en contra de los líderes que lo declaran, de los poderosos de la tierra que lo alientan y de los ricos que lo financian. No me interesan sus orígenes, sus ideologías, sus religiones, sus banderas, los bloques a los que pertenecen y los motivos que les llevan a tomar esta decisión, porque la guerra es siempre una opción irracional e inhumana. Por más necesario y justificable que parezca, es el peor crimen contra la humanidad. Nunca es “santo” y nunca es “justo”. Es un certificado de fracaso, la peor solución o más bien la peor irresolución. Es una derrota de la política, pero también una vergonzosa rendición a las fuerzas del mal. “¡La guerra es un monstruo, es un cáncer que se alimenta tragándolo todo! Además, la guerra es un sacrilegio, que destruye lo más preciado de nuestra tierra, la vida humana, la inocencia de los pequeños, la belleza de la creación” (Papa Francisco). Por eso siempre hay que evitarlo. De hecho erradicado.

Me opongo a quienes difunden el odio y alientan la violencia. Contra quienes viven y se enriquecen a través de la guerra. Contra los que producen armas y las venden, los que son elegidos con la financiación de los productores de armas, y hay que inventar una guerra para devolver el favor recibido.

Estoy en contra de los libros de historia que siempre cuentan la versión de los más fuertes, describen los conflictos armados como momentos de gloria y celebran como héroes a los individuos responsables de masacres sin precedentes.

Estoy del lado de la PAZ. Es caro, pero es la única forma de ser y de vivir que nos hace sentir auténticamente humanos. Apoyo a quienes saben que “la paz sólo se hará realidad cuando comience en todos nosotros, y que la guerra debe detenerse en nuestros corazones antes de que llegue al frente. El odio debe ser erradicado de los corazones antes de que sea demasiado tarde. Para ello necesitamos diálogo, negociación, escucha, capacidad diplomática y creatividad, una política amplia capaz de construir un nuevo sistema de convivencia que ya no se base en las armas, las armas y la disuasión” (Papa Francisco).

Estoy del lado de quienes creen en la solidaridad, la justicia y la hermandad. Estoy con quienes saben que los conflictos y todas las guerras “encuentran sus raíces en el desvanecimiento de los rostros” (Don Tonino Bello). Cuando nos cerramos al rostro del otro y no lo reconocemos como hermano y hermana, las armas entran en juego y la violencia se apodera de nuestras relaciones interpersonales. Si mantenemos ante nuestros ojos a la otra persona, su rostro y su dolor, no podemos desfigurar su dignidad con violencia (Papa Francisco).

Estoy con aquellos que quieren encontrarse, mirarse a la cara con serenidad y redescubrir los rasgos del hermano y de la hermana que hay que amar y acoger y no del rival que hay que eliminar. Estoy con aquellos que no sólo quieren hacer la paz, sino que quieren ser paz.

Para despertar la conciencia de ser misioneros de paz en la sociedad

Desde siempre el ser humano ha convivido con «escuelas de violencia». En todas las culturas y en todos las épocas la humanidad se ha preparado para atacar al otro que se ve como rival, como peligro o como amenaza; de hecho, los ejércitos, los centros de adiestramiento… son escuelas donde las personas aprenden distintas técnicas para defenderse, atacar matar a sus semejantes.

Por: Hno. Joel Cruz, mccj

Y ¿qué decir del ambiente que nos rodea? Los medios de comunicación resaltan los hechos de violencia y de muerte, las relaciones interpersonales, familiares, institucionales, laborales… marcadas por la violencia en diverso grado… las mismas sociedades en las que crecemos son escuelas de violencia.
Esto hace que nos acostumbremos y la aceptemos como normal. ¿Qué podemos decir, cuando nuestras sociedades hechas de bautizados, son las más violentas? ¿Qué podemos decir cuando vemos a diario que cristianos agreden y matan a otros cristianos? Es una evidente contradicción con la fe que profesamos.

Desde la experiencia de nuestra convivencia cotidiana, podríamos decir que nuestras comunidades cristianas (parroquias, grupos, movimientos apostólicos, seminarios, escuelas católicas…) deberían ser los lugares donde las personas se encuentran con Dios, y por lo mismo, ser espacios donde se desaprende la violencia. Espacios donde la creatividad del cristiano desarrolla una verdadera cultura de paz, pero la realidad nos dice que no siempre es así.

Creer en la palabra de Dios, implica para todo cristiano, hacerse promotor de una alternativa a la violencia. Todo cristiano debería buscar la manera de que cada ser humano transforme sus armas en instrumentos y fuerza de trabajo para el bienestar de todos. Si eso no lo hacemos nosotros que nos decimos seguidores del «Príncipe de la paz», ¿quién debería hacerlo?

De alguna manera los cristianos somos la presencia de Jesús en esta tierra, en nuestras sociedades. Cada uno de nosotros cree que Jesús es la luz del mundo (Jn 8,12). Ciertamente esta luz puede estar prendida e iluminar en la medida en que nosotros, que somos su cuerpo, la tenemos encendida.

Esto significa que nos corresponde proponer y practicar el Evangelio de la paz, con la conciencia de que se trata de un compromiso exigente que requiere pasión, estudio, dedicación y disponibilidad para dedicar tiempo a esta misión que Jesús nos encomendó realizar en donde vivimos y convivimos.

Para comenzar a sensibilizar y despertar la conciencia de esta misión en los cristianos, te comparto una guía para realizar un taller, retiro o convivencia, ya sea con tu grupo, con los agentes de pastoral de tu parroquia o movimiento religioso, también lo puedes hacer para toda la gente que participa en las misas y actividades de tu parroquia.

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Misioneros con espíritu

Por: P. Enrique Sánchez G., mccj

«Evangelizadores con Espíritu quiere decir evangelizadores que oran y trabajan. Desde el punto de vista de la evangelización, no sirven ni las propuestas místicas sin un fuerte compromiso social y misionero, ni los discursos y praxis sociales o pastorales sin una espiritualidad que transforme el corazón» (Evangelii gaudium 262).

Comento aquí esta frase del magisterio del papa Francisco que nos invita a vivir nuestro compromiso cristiano con especial sensibilidad misionera. Detenernos sobre esas palabras nos ayuda a ir un poquito más lejos en nuestro deseo de responder al mandato de Jesús de ir por todo el mundo como discípulos y misioneros suyos.

Entendemos que la misión evangelizadora de la Iglesia no es simple estrategia para ganar adeptos, sino una experiencia de vida que exige entrar al mundo de Jesús para constatar que su misión es única, y que es una bendición que nos la comparta y que nos involucre en ella.

La misión nos obliga a asumir un estilo de vida en donde nuestro corazón está inquieto por anunciar lo que nosotros mismos hemos visto y oído, como bien decía san Juan (1Jn 1,3) y eso nos convierte más en testigos que en predicadores. La misión, como compromiso personal con Jesús, se convierte en experiencia espiritual. Es donde nos encontramos con el Señor, y en donde nos descubrimos instrumentos y colaboradores con el proyecto de Dios, que quiere que todas las personas lo conozcan y tengan vida eterna en Jesucristo (Jn 6,40). Es una experiencia que no podemos guardar para nosotros mismos y que estamos llamados a compartir con quienes están más alejados y necesitados. Pues la misión es algo urgente: ¡Ay de mí si no evangelizo! (1Cor 9,16-19.22-23).

El Papa nos dice que tenemos que ser evangelizadores con Espíritu, que viven su compromiso fundados en la oración y en el trabajo. Una misión que no esté fundada en un encuentro continuo, en oración y en amistad profunda con el Señor, es muy fácil que se convierta en actividad vacía.

La misión es tarea que se cumple desde el corazón y sólo llegaremos a ser auténticos misioneros en la medida en que nos sintamos amados, perdonados y enviados a ser mensajeros de la alegría del Evangelio y de la misericordia infinita de nuestro Padre Dios. Seremos misioneros contentos en la medida en que nos dejemos invadir por la fuerza del Espíritu, que seguirá siendo siempre el protagonista de la misión.

“¿Cómo desafía Laudate Deum nuestra misión?”

Por: P. José Vieira, desde Etiopía

El Papa Francisco publicó su Exhortación Apostólica Laudate Deum (LD) sobre la crisis climática, dirigida a todas las personas de buena voluntad, en la fiesta de San Francisco de Asís, ocho años después de su innovadora Carta Encíclica Laudato si’ (LS) sobre el cuidado de nuestra casa común. El “ecoPapa” retoma el tema ocho años después, porque nuestro sufrido planeta se está derrumbando al borde del colapso y el cambio climático está causando estragos en todas partes. Así lo explica:

“Han pasado ocho años desde que publiqué la Carta Encíclica Laudato Si’, cuando quise compartir con todos vosotros, mis hermanos y hermanas de nuestro sufrido planeta, mis más sentidas preocupaciones por el cuidado de nuestra casa común. Sin embargo, con el paso del tiempo, me he dado cuenta de que nuestras respuestas no han sido adecuadas, mientras que el mundo en el que vivimos se derrumba y puede estar acercándose al punto de ruptura. Además de esta posibilidad, es indudable que el impacto del cambio climático perjudicará cada vez más la vida y las familias de muchas personas. Sentiremos sus efectos en los ámbitos de la sanidad, las fuentes de empleo, el acceso a los recursos, la vivienda, las migraciones forzosas, etc.”. (LD 2).

PLANETA SUFRIENTE: EL DIAGNÓSTICO

Los síntomas de “nuestro planeta sufriente” debido al cambio climático provocado por el calentamiento global debido a la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera son muchos y evidentes: temperaturas más elevadas, fenómenos meteorológicos extremos, olas de calor frecuentes, grandes sequías e inundaciones, fuertes nevadas. El hielo de los polos y de los glaciares se derrite a un ritmo alarmante mientras que el nivel del mar sube inundando las zonas costeras; las aguas del mar son más cálidas, más ácidas y con menos oxígeno, lo que amenaza la vida marina.

Los pobres, los que sufren el peor impacto de la crisis climática a través de problemas de salud, pérdida de propiedades, desplazamientos, son culpabilizados (LD 9). Sin embargo, los países más ricos son los grandes agentes del cambio climático.

“Si consideramos que las emisiones por individuo en Estados Unidos son aproximadamente dos veces superiores a las de los individuos que viven en China, y unas siete veces superiores a la media de los países más pobres, podemos afirmar que un amplio cambio en el estilo de vida irresponsable ligado al modelo occidental tendría un impacto significativo a largo plazo” (LD 72), subraya el Papa al final de su exhortación.

Una investigación de Oxfam y el Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo que examina las emisiones de carbono revela que el diez por ciento más rico de la población mundial -unos ochocientos millones de personas- es responsable de la mitad de las emisiones globales de CO2, mientras que la mitad más pobre -unos cuatro mil millones de seres- emite sólo el ocho por ciento.

Francisco señala también como otra causa de la crisis climática el creciente paradigma tecnocrático que proclama el credo del crecimiento infinito e ilimitado y del poder humano, obteniendo el máximo beneficio al mínimo coste.

EL PLANETA QUE SUFRE: LA CURA

Para salvar nuestra casa común del colapso, el Papa propone repensar el uso del poder. Para equilibrar el progreso, la humanidad necesita también “un desarrollo de los valores y de la conciencia de la responsabilidad humana” (LD 24).

La ecología integral es otra respuesta clave a la crisis climática. El Papa escribió en Laudato Si’ que hay que “escuchar tanto el grito de la tierra como el grito de los pobres” (LS 49). En Laudate Deum subraya que “el ser humano debe ser reconocido como parte de la naturaleza” (LD 26). “Dejemos, pues, de pensar en el ser humano como autónomo, omnipotente e ilimitado, y empecemos a pensar en nosotros mismos de otra manera, de una manera más humilde pero más fecunda” (LD 68), añade.

Constatando la falta de voluntad de los políticos para cambiar el actual paradigma del desarrollo -que no suelen ir más allá de las frases hechas-, el Papa propone un nuevo multilateralismo para contrarrestar la concentración de poder en manos de una élite que obtiene enormes beneficios de los combustibles fósiles. Potencia la sociedad civil y la relación global-local apostando por soluciones “desde abajo” a la crisis climática.

Francisco hace un repaso crítico de las cumbres climáticas periódicas -COP o Conferencia de las Partes-. Algunas fueron oportunidades perdidas. Los acuerdos para acelerar la transición energética, pasando de los combustibles fósiles a las fuentes renovables, y para compensar a los países más pobres por los daños climáticos tienen que aplicarse plenamente.

El Papa hace también una lista de motivaciones espirituales, entre ellas la contemplación del universo como revelador de la belleza y riqueza de Dios que se mantiene unido al Señor Resucitado hacia su plenitud. “El mundo canta a un Amor infinito: ¿cómo no cuidarlo? (LD 65), se pregunta.

El “ecoPapa” invita a todos a unirse a la “peregrinación de reconciliación” (LD 69) con nuestra casa común a través de pequeños pasos que incluyen cambios culturales, de estilo de vida y de convicciones.

Concluye su reflexión con un pronunciamiento muy fuerte: “Cuando los seres humanos pretenden ocupar el lugar de Dios, se convierten en sus peores enemigos” (LD 73). Por tanto, hay que dejar que Dios sea Dios.

ALGUNAS PROVOCACIONES MISIONERAS

¿Cómo interpela Laudate Deum a nuestra misión en Etiopía? Tomo cinco provocaciones concretas de la Exhortación Apostólica.

1. Lo pequeño es grande: “Los pequeños cambios pueden provocar otros mayores” (LD 17)

Los católicos en Etiopía son una Iglesia muy pequeña, con menos de un millón de fieles (alrededor del 0,8 por ciento de su población). La presencia comboniana también es diminuta: 24 misioneros en ocho comunidades y otros dos en camino. La pequeñez puede crear un complejo de inferioridad, que nos lleve a escondernos en nuestra zona de confort -nuestras misiones- al margen de la sociedad.

Sin embargo, Jesús presenta el Reino de Dios en términos de pequeñez: un grano de mostaza, un poco de levadura. Llama a su pequeño rebaño a ser la luz, la sal y la levadura del mundo, tres cosas que en grandes cantidades significan un desastre seguro.

El Papa llama a la Iglesia católica y a los combonianos en Etiopía a vivir su plena ciudadanía sin miedo. La Iglesia da una gran contribución a la educación y a la sanidad. También debe ser una voz profética líder para los que no tienen voz en tiempos de disturbios a lo largo de las líneas de fractura étnicas a nivel regional y nacional, especialmente en cuestiones de Justicia, Paz e Integridad de la Creación.

2. Humildad

“[Comencemos] a pensar en nosotros mismos de manera diferente, más humilde pero más fructífera” (LD 68). Como combonianos, pasamos por un gran cambio histórico, especialmente en el Vicariato Apostólico de Hawassa: de sus fundadores con una historia misionera muy exitosa, pasamos a ser un grupo muy pequeño entre sus muchos agentes pastorales. Comboni quería a sus misioneros santos y capaces… y humildes (Escritos 6655). Para Comboni, la humildad es una virtud fundamental para servir a la misión, “fundamento de todas las virtudes” (Escritos 2814).

Este proceso de “despotenciación” nos hace partícipes de la propia kénosis de Jesús. La misión no es nuestra. Es missio Dei, la misión de Dios. Somos humildes trabajadores en la viña de Dios. Este proceso kenótico debería afectar también a nuestra relación con las personas a las que servimos y sus culturas, quitándonos las sandalias de nuestro etnocentrismo para descolonizar el servicio misionero.

3. Multilateralismo

“La globalización favorece intercambios culturales espontáneos, mayor conocimiento mutuo y procesos de integración de los pueblos, que acaban provocando un multilateralismo ‘desde abajo’ y no simplemente determinado por las élites de poder” (LD 38). El multilateralismo es para la sociedad civil lo que la ministerialidad es para la Iglesia: un fuerte remedio contra el elitismo y el clericalismo, donde los curas lo saben todo, lo hacen todo y mandan a todos. Debe venir “desde abajo”: al promover una Iglesia ministerial tenemos que escuchar a la comunidad cristiana, empoderándola y permitiéndole establecer su propia hoja de ruta.

4. La transición energética

“La necesaria transición hacia fuentes de energía limpias, como la eólica y la solar, y el abandono de los combustibles fósiles, no avanza a la velocidad necesaria” (LD 55). El carbono es la principal causa de la crisis climática mundial. La transición energética hacia fuentes renovables es la única forma de detenerla y revertirla. Tenemos que reducir nuestra huella de carbono de dos maneras: 1: prefiriendo la energía solar al gasóleo para alimentar nuestras casas; 2: manteniendo y revisando bien nuestros coches, ya que no tenemos dinero para comprar vehículos eléctricos o nuevos. Otras medidas: programar viajes, compartir coche y, cuando sea posible, utilizar medios de transporte locales.

5. Peregrinación de reconciliación

“Pido a todos que acompañemos esta peregrinación de reconciliación con el mundo que es nuestra casa y que ayudemos a hacerlo más bello, porque ese compromiso tiene que ver con nuestra dignidad personal y nuestros valores más elevados” (LD 69). Hay muchas pequeñas opciones que señalan nuestra participación en esta reconciliación global. Por ejemplo:

  • Optar por un estilo de vida sencillo y sostenible ecológica y económicamente para reducir la huella de carbono y contrarrestar el consumismo.
  • Comer menos carne y más proteínas de origen vegetal, ya que las vacas contribuyen al calentamiento global a través del metano.
  • Comprar a granel o en envases más grandes y elegir envases de vidrio, papel o metálicos para frenar la contaminación por plásticos.
  • Reducir los residuos y reciclar.
  • Comprar ropa de segunda mano en los mercados locales para contrarrestar la moda, responsable del diez por ciento de las emisiones de carbono.
  • Utilizar los ordenadores, teléfonos inteligentes y otros artilugios hasta el final de su vida útil, resistiendo a la tentación de lucir el último modelo.
  • Mantener nuestras casas reparadas, sin pérdidas de energía y agua.
  • Reforestar nuestros recintos con especies autóctonas evitando el eucalipto.

“Cada granito de arena ayuda” (LD 70), afirma Francisco. Pongamos nuestros granitos de arena para salvar al planeta y a nosotros mismos del eminente desastre que se cierne sobre nuestra casa común.

Estoy a la puerta y llamo

Por: P. Enrique Sánchez G., mccj
Imagen: Fano

Iniciamos, una vez más, nuestro itinerario hacia la Navidad. Dios toma el camino que lo conduce a nosotros y vuelve a sorprendernos manifestando su deseo de estar en medio de esta humanidad tan urgida de su presencia.
Escuchando unas palabras del último libro de la Biblia nos sentimos invitados a iniciar este camino hasta las grutas de nuestros corazones para encontrarnos ahí con Jesús que nace cuando le dejamos entrar a nuestros hogares.

Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaremos juntos. (Ap 3, 20)

El Señor está en la puerta de nuestras vidas y llama, esperando que tengamos la valentía para dejarlo entrar como luz que viene a iluminar nuestras oscuridades para hacer resplandecer su rostro y responder al deseo más profundo de nuestro corazón. El deseo de conocer a Dios, pues sin él nuestras vidas no tienen sentido y nuestros corazones no están en paz.
Como el pueblo de Israel que caminaba en el desierto anhelando un día llegar a la tierra prometida, así nos sentimos hoy, en medio de un mundo que fascina y  desconcierta, que sorprende y encanta, pero al mismo tiempo provoca y desafía.
Nos sentimos bendecidos de Dios por tantos dones que recibimos cada día, pero nos duele ver a tantos hermanos que sufren y son maltratados por la indiferencia y la ausencia de amor que se traduce en violencia y desprecio de la vida.
Pero nos anima la promesa siempre presente en nuestra historia que ya el profeta Isaías anunciaba ocho siglos antes del nacimiento de Jesús.

“ El pueblo que caminaba en las tinieblas vio una gran luz… Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado”. (Is 9,1-5)

El anuncio de la venida del Señor en este tiempo de adviento nos llena el corazón de esperanza y nos invita a renovar nuestra confianza, pues Dios sigue derramando su amor sobre cada uno de nosotros. Dios se sigue revelando como el Padre que nos busca porque nos ama. Es el Dios que se entrega a cada instante en la persona de su hijo, nuestro Señor Jesucristo, para compartir con nosotros su vida.
Dios inicia de nuevo el camino que lo conduce hasta lo más profundo de nuestra humanidad para hacernos entender que siempre estará con nosotros y que jamás se cansará de trabajar por nosotros y en nosotros.
El camino que nos conduce a la Navidad no es otro sino aquel que nos lleva a encontrarnos con lo mejor de nosotros mismos y nos permite reconocer que somos lo más querido por Dios.
En el camino nos hará mucho bien recordar las palabras de Jesús que dice: “Yo he venido  para que tengan vida y, vida en abundancia” (Juan 10, 11)
¿Tendremos en valor de abrirnos al don de la vida que se nos ofrece?
¿Cuáles serán las tinieblas que tendremos que hacer desaparecer para poder reconocer el rostro de Dios entre nosotros?
Que nuestro caminar hacia la Navidad sea un tiempo marcado por la alegría y la esperanza.

Abogar por la conversión ecológica de cara a la COP28

En la exhortación Laudate Deum , el Papa Francisco pide acciones ambiciosas en la COP28. La COP28 es la 28ª “Conferencia de las Partes” del organismo de las Naciones Unidas para luchar contra el cambio climático. Es un momento importante en la lucha contra la crisis climática. La Plataforma Iniciativa Laudato Si’, el Movimiento Laudato Si’ y Caritas Internationalis han publicado una reflexión de cara a la COP28. Publicamos a continuación su traducción en español.

La exhortación Laudate Deum del Papa Francisco, publicada pocas semanas antes de la COP28, llama a los gobiernos y otras partes interesadas a dar un paso adelante y abordar responsablemente la emergencia climática para mitigar y, en última instancia, revertir esta crisis global que afecta a nuestro hogar común, la creación de Dios y a nuestras hermanas y hermanos más pobres.

1. Balance Global (GST) – Evaluación de los compromisos del Acuerdo de París
2. Mitigación de las emisiones que modifican el clima
3. Financiar la transición ecológica
4. Indemnización por pérdidas y daños
5. Adaptación al cambio climático
6. La contribución de la sociedad civil

Propuestas de acción para los gobiernos nacionales

La exhortación Laudate Deum es una invitación concreta a promover el multilateralismo como forma de gobierno capaz de establecer e implementar reglas globales y efectivas para la “salvaguardia global” del planeta. Es un espacio democrático e inclusivo donde las voces de la sociedad civil pueden ser escuchadas, donde todos los países tienen un papel que desempeñar, donde la brújula es el bien común y no una “autoridad mundial concentrada en una sola persona o en una élite con excesivas poder” (LD 35).

Antes de la COP28, cada estado parte del Acuerdo de París está ultimando su posición negociadora. Por lo tanto, es muy importante impulsar dentro de cada país o región para llegar a Dubai con compromisos claros para implementar el Acuerdo de París:

1. Balance mundial (GST)

« Si hay un interés sincero en hacer que la COP28 sea histórica, honrándonos y ennobleciéndonos como seres humanos, entonces sólo podemos esperar formas vinculantes de transición energética que tengan tres características: que sean eficientes, que sean vinculantes y fácilmente monitoreables. » (DL 59).

La COP de este año pretende marcar un hito en la implementación del Acuerdo de París, ya que establecerá por primera vez desde 2015 el “Balance Global”, el mecanismo de evaluación previsto por el Acuerdo de París.

Los resultados del GST y las decisiones relacionadas de la COP28 deben proponer vías claras, viables y específicas para lograr los objetivos de París, con políticas y planes concretos que adopten un enfoque basado en evidencia y los derechos humanos, incluidos los derechos de los pueblos indígenas, teniendo en cuenta las condiciones sociales. Justicia y equidad intergeneracional.

Lograr el objetivo del Acuerdo de París de limitar el calentamiento global a 1,5°C (en comparación con la época preindustrial) requiere una acción inmediata y sin precedentes para reducir rápidamente las emisiones de gases de efecto invernadero, especialmente en el corto plazo, a través del compromiso de eliminar gradualmente todos los combustibles fósiles. . El llamamiento contenido en Laudato si’ es una alarma que nos recuerda que el umbral de 1,5 °C no es una simple cifra, sino un imperativo moral (LD 56). Todos los países que se han adherido a la CMNUCC (Conferencia Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático) deberían aumentar (o comprometerse a aumentar) sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC) antes de la COP28 para cerrar la brecha de reducción de emisiones, así como para cubrir los déficits de implementación. de los compromisos asumidos, incrementando la implementación de políticas para lograr la eliminación progresiva de los combustibles fósiles.

Todas las partes de la CMNUCC deberían acordar una eliminación global rápida, justa y equitativa de todos los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) en todos los sectores , en línea con el límite de temperatura de 1,5°C para 2050 en adelante. Además, deben acordar compromisos vinculantes para garantizar que cada país haga su parte, empezando por los que más han contaminado históricamente y los ricos que más contaminan actualmente. También debemos detener el desarrollo de nuevos oleoductos, minas e infraestructuras que perpetúan nuestra dependencia de combustibles fósiles contaminantes, peligrosos y costosos.

“Debemos superar la lógica de parecer sensibles al problema y al mismo tiempo no tener el coraje de realizar cambios sustanciales” (LD 56). Los Estados deberían acordar un marco de transición justo con un objetivo global establecido para la energía renovable: triplicar la capacidad global de energías renovables a 11.000 GW para 2030, implementando al menos 1.500 GW por año para 2030.

Todos los gobiernos también deberían adoptar un Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles como herramienta clave para complementar y fortalecer el Acuerdo de París, cuyo texto omite cualquier referencia a los combustibles fósiles, a pesar de que son el principal impulsor del cambio climático. La adopción de un tratado sobre combustibles fósiles superará esta brecha en el Acuerdo de París, lo que conducirá a compromisos más concretos en las NDC.

2. Mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero

Las falsas soluciones –como la captura y almacenamiento de carbono (CAC) y otras tecnologías de “reducción” de emisiones– sirven como función principal para distraer la atención de la necesidad de eliminar gradualmente los combustibles fósiles . “Asumir que cada problema futuro puede resolverse con nuevas intervenciones técnicas es un pragmatismo fatal, destinado a provocar un efecto de bola de nieve” (LD 57). La CCS tiene una historia de décadas de promesas excesivas y resultados insuficientes y, a pesar de haber existido durante décadas, las plantas de CCS actualmente capturan menos del 0,1% de las emisiones globales. La CAC y otras tecnologías no deben distraernos del objetivo central de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero mediante una transición justa que abandone los combustibles fósiles.

3. Financiar la transición ecológica

” La necesaria transición hacia energías limpias, como la eólica y la solar, abandonando los combustibles fósiles, no avanza con suficiente rapidez ” (LD 55). Las economías emergentes y en desarrollo serán responsables de la mayor parte del crecimiento de las emisiones en las próximas décadas, y se necesita un aumento sin precedentes en el gasto en energía limpia para poner a los países en el camino hacia las emisiones netas cero.

  • Hasta ahora, los países desarrollados no han logrado alcanzar el objetivo de 100 mil millones de dólares en financiamiento climático , que debería proporcionarse anualmente entre 2020 y 2025. Los países desarrollados deben garantizar que este objetivo pueda lograrse compensando las brechas en la entrega en los primeros años.
  • También debemos adaptar todos los flujos financieros a los objetivos del Acuerdo de París: todos los países de la CMNUCC deberían eliminar gradualmente los subsidios directos e indirectos a los combustibles fósiles.
  • Reforma de la arquitectura financiera internacional: las principales instituciones financieras internacionales deberían adoptar rápidamente políticas de desinversión en combustibles fósiles, mayores garantías para los derechos humanos, estructuras de gestión más democráticas que incluyan mecanismos de participación y seguimiento por parte de los países en desarrollo, de los pueblos indígenas, de la sociedad civil y de las comunidades locales. comunidades, desarrollar objetivos de financiación para el clima y la biodiversidad, y actuar urgentemente para el alivio de la deuda.
  • La transición energética corre el riesgo de volver a ser injusta si se limita a sustituir los combustibles fósiles por energías renovables sin cambiar estilos de vida insostenibles y métodos destructivos de producción y consumo. Una transición justa requiere apoyo financiero y tecnológico para los países menos desarrollados, garantizando equidad y justicia en el proceso.
  • La financiación de la energía limpia no debería adoptar la forma de deuda y préstamos del sector privado, lo que empujaría aún más a los países emergentes y desarrollados a “trampas de deuda”. Los países más ricos tienen una “deuda ecológica” (LS 51) que deben pagar mediante financiación pública.
  • El Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado (NCQG) sobre financiación climática, es decir, la suma de la financiación anual para combatir el cambio climático que se definirá en la COP 28, debe basarse en las necesidades de los territorios y ser suficiente para cubrir toda la escala de costes necesarios. para que los países desempeñen plenamente su papel en la consecución del Acuerdo de París.
  • La declaración del Papa Francisco en Laudate Deum destaca la importancia de garantizar que las medidas adoptadas en la COP28 no sean meras aspiraciones, sino vinculantes y ejecutables. Estas medidas deben cumplir tres criterios clave: deben ser efectivas, obligatorias y fácilmente monitoreadas .

4. Pérdidas y Daños

Tras la decisión histórica de establecer nuevos acuerdos de financiación, incluido un fondo, para responder a las pérdidas y daños sufridos debido al cambio climático, con el Comité de Transición desarrollando recomendaciones para su consideración y adopción en la COP28, los Estados deben proceder en los siguientes puntos y estar preparados para encontrar un acuerdo en Dubai:

  • La financiación para abordar las pérdidas y los daños asociados con los impactos negativos del cambio climático debe ser financiación pública nueva, adicional y predecible que priorice claramente las subvenciones; Hacemos hincapié en que el fondo de pérdidas y daños debe centrarse en abordar las pérdidas y daños de conformidad con las decisiones de la COP27.
  • El Fondo de Pérdidas y Daños debe ser fundamental para los acuerdos de financiación existentes, a fin de catalizar la mayor parte de la financiación y coordinar los acuerdos de financiación existentes para garantizar la complementariedad y la coherencia y abordar las brechas de financiación.
  • El fondo para pérdidas y daños debe ser de fácil acceso , para garantizar que las comunidades necesitadas en todo el Sur Global reciban los fondos que necesitan para recuperarse y estén a cargo de su propio futuro; debe ser integral para respaldar respuestas a pérdidas y daños, tanto económicos como no económicos, tanto por fenómenos climáticos extremos como de evolución lenta.
  • Debe ser correctivo , ya que proporciona subvenciones y no préstamos basados ​​en el principio de “quien contamina paga”.
  • Debe ser representativo y basarse en los derechos humanos y el principio de subsidiariedad, y estar regido por una autoridad equitativa que actúe por el bien común; eficiente y eficaz, ya que actúa como fondo de referencia global para abordar pérdidas y daños junto con otros acuerdos de financiación.

5. Adaptación al cambio climático

Los esfuerzos de adaptación no van a la par de los crecientes impactos climáticos. El informe AR6 del IPCC indica que la planificación de la adaptación se está ampliando, pero la implementación es inadecuada. Existe una necesidad urgente de elevar el debate político sobre la adaptación dentro de la CMNUCC:

  • Los Estados deberían adoptar una agenda permanente sobre el Objetivo Global de Adaptación (GGA), es decir, el acuerdo internacional sobre el monto de financiamiento para la adaptación al cambio climático.
  • Se necesitan avances sustanciales en la definición del marco y las directrices del GGA para su puesta en funcionamiento en la COP28. Se debe establecer un objetivo de adaptación global creíble, sólido y viable para mejorar la capacidad de adaptación, fortalecer la resiliencia y reducir la vulnerabilidad al cambio climático.
  • El objetivo de adaptación global debe diseñarse para apoyar:

= coordinación, procesos y acciones de adaptación a nivel regional y nacional;

= objetivos, planes y acciones a nivel subnacional y local;

= acción para los ecosistemas y las comunidades locales;

= enfoques inclusivos, particularmente con la inclusión de la sabiduría, los valores y los conocimientos de los pueblos indígenas.

  • Los Estados deberían aumentar sus compromisos y presentar una hoja de ruta definitiva para duplicar colectivamente la financiación de la adaptación para 2025, en comparación con los niveles de 2019, con el objetivo de lograr un equilibrio entre la financiación para la mitigación y la adaptación.
  • La presidencia de los Emiratos Árabes Unidos en la COP28 pidió una Declaración sobre Sistemas Alimentarios en la COP28. Los gobiernos deben comprometerse a reducir las emisiones agrícolas y transformar la agricultura para el planeta y las personas. En la COP28, al fortalecer los sistemas alimentarios locales y amplificar las voces de los agricultores, el compromiso podría catalizar la financiación y así lograr avances significativos en los sistemas alimentarios, promoviendo un futuro sostenible que sea significativo y duradero.

6. La contribución de la sociedad civil

Es indispensable un compromiso significativo de la sociedad civil, en particular de los activistas jóvenes, para una acción climática eficaz y basada en los derechos. Su participación activa garantiza perspectivas diversas, soluciones innovadoras y responsabilidad, mejorando la calidad general y el impacto de las iniciativas climáticas. ” Las demandas que surgen desde abajo en todo el mundo, donde personas comprometidas de los más diversos países se ayudan y acompañan, pueden lograr presionar a los factores de poder” (LD 38 ). Hacemos un llamado a la participación abierta y transparente de la sociedad civil, libre de temor a repercusiones.

Por el bien de nuestra casa común, por favor lleven las solicitudes concretas anteriores a la atención urgente de su gobierno nacional y de los organismos internacionales. Al mismo tiempo, como personas de fe conscientes de que la Creación es un regalo sagrado de Dios, estamos llamados a transformar los valores de nuestras comunidades y sociedades. En definitiva, “no hay cambios duraderos sin cambios culturales” (LD 70).