Mozambique: el P. Leonello Bettini celebra 60 años de vida sacerdotal

El P. Leonello Bettini, Leonel como le llaman en Mozambique, celebró 60 años de sacerdocio el pasado 30 de marzo, en la comunidad comboniana del Postulantado de Matola, cerca de Maputo, la capital del país. En la foto, de izquierda a derecha: Hno. Silvério dos Santos, P. Mateus Jacob Albino, un sacerdote Misionero de la Consolata, P. Leonel, P. Luis de Albuquerque; Esc. Gabriel Panguanito, P. Moisés Zacarias, P. Jeremias Martins y el mexicano P. Juan de Dios Martínez.

Además de los miembros de la comunidad, religiosos y postulantes, estuvieron presentes los hermanos de la comunidad de Maputo y algunos representantes de otros Institutos religiosos de Matola y varios amigos y bienhechores del Postulantado. Fue un momento de alabanza y acción de gracias por las maravillas que Dios obró en la vida de este misionero, un verdadero “viejo luchador”, como se dice en Mozambique.

La celebración tuvo lugar al final del día con la Eucaristía, presidida por él mismo y animada por los postulantes. Con la sencillez que le caracteriza, el P. Leonel compartió algunos aspectos destacados de su vida misionera y sacerdotal. Tenía 30 años cuando llegó a Mozambique en 1967. Fue destinado a la diócesis de Tete, donde los Misioneros Combonianos acababan de iniciar su presencia. Más tarde trabajó también en Beira y Maputo. Actualmente, con 85 años de edad y 52 de trabajo misionero en Mozambique, está en el postulantado de Matola, donde forma a los postulantes combonianos con su testimonio de vida y la sabiduría acumulada durante su vida.

Tuvo que vivir varios momentos de la historia de Mozambique que marcaron profundamente su misión: primero la guerra colonial, después la guerra civil que le llevó a Malawi, país vecino, para acompañar a los mozambiqueños en los campos de refugiados. Fueron años de gran sufrimiento, pero también de gran solidaridad con el pueblo y de gran fraternidad entre los misioneros. En su testimonio, subrayó lo fundamental que era este aspecto de su vida misionera: ser un cenáculo de apóstoles, donde se comparte la fe, la pasión misionera, el trabajo y el ocio. Según él, estos fueron sin duda los mejores años de su vida.

En la base de todo este camino, especialmente en los momentos más difíciles, dijo que siempre fue la Palabra de Dios la que le guió, le animó y le ayudó a permanecer fiel a la misión. Citó con emoción el pasaje del profeta Jeremías en el que dice: “Tú me has seducido, Señor, y yo me he dejado seducir. Fuiste más fuerte que yo y me venciste…” (Jer 20,7). Finalmente, el P. Leonel expresó su profunda felicidad y gratitud a Dios y a todos los que le acompañaron en su viaje.

Después de la Eucaristía, siguió un momento de agradable convivencia, durante el cual fue claramente visible la alegría del P. Leonel al verse rodeado de tanta gente amiga, algunos de los cuales fueron sus compañeros de viaje durante mucho tiempo.