Tag P. Enrique Sánchez

¡Feliz Navidad!

Miren, la joven está en cinta y dará a luz un hijo,
y le pondrá por nombre Emmanuel
«Dios con nosotros»
(Isaías 7, 14)

Es Navidad y Dios nos vuelve a sorprender con el don de su presencia entre nosotros.

Es Navidad y el sueño de Dios se hace realidad viene a cargar con nuestra historia para decirnos que sigue creyendo en nosotros.

Es Navidad y la presencia de Dios en Jesús nos recuerda que siempre habrá una oportunidad para la vida, que la guerra es la humillación más escandalosa que cargamos también en nuestros días, que el odio y la violencia no tendrán la última palabra, porque el Dios del amor y de la vida ha entrado en nuestra humanidad para no dejarla jamás.

Es Navidad y la presencia de Jesús en el pesebre llena nuestros corazones de alegría porque descubrimos en su rostro la verdad de nuestras vidas. Somos hijos de Dios en ese pequeño que se nos ha dado para que tengamos vida y la tengamos en abundancia.

Es Navidad y vemos a Dios que se hace misionero para venir al encuentro de los pobres, de los humildes y sencillos; viene al encuentro de todos aquellos que con alegría ponen toda su esperanza en Jesús que viene para cumplir la voluntad de su Padre. Viene para que nos demos cuenta que somos lo que más ama su Padre y nuestro Padre.

Que esta Navidad sepamos acoger a Jesús en nuestros corazones
para que podamos ser testigos y misioneros
de su presencia en nuestras vidas.

Con todo mi afecto, mis mejores deseos y mis recuerdos en la oración.
P. Enrique Sánchez G. Misionero Comboniano

Misioneros con espíritu

Por: P. Enrique Sánchez G., mccj

«Evangelizadores con Espíritu quiere decir evangelizadores que oran y trabajan. Desde el punto de vista de la evangelización, no sirven ni las propuestas místicas sin un fuerte compromiso social y misionero, ni los discursos y praxis sociales o pastorales sin una espiritualidad que transforme el corazón» (Evangelii gaudium 262).

Comento aquí esta frase del magisterio del papa Francisco que nos invita a vivir nuestro compromiso cristiano con especial sensibilidad misionera. Detenernos sobre esas palabras nos ayuda a ir un poquito más lejos en nuestro deseo de responder al mandato de Jesús de ir por todo el mundo como discípulos y misioneros suyos.

Entendemos que la misión evangelizadora de la Iglesia no es simple estrategia para ganar adeptos, sino una experiencia de vida que exige entrar al mundo de Jesús para constatar que su misión es única, y que es una bendición que nos la comparta y que nos involucre en ella.

La misión nos obliga a asumir un estilo de vida en donde nuestro corazón está inquieto por anunciar lo que nosotros mismos hemos visto y oído, como bien decía san Juan (1Jn 1,3) y eso nos convierte más en testigos que en predicadores. La misión, como compromiso personal con Jesús, se convierte en experiencia espiritual. Es donde nos encontramos con el Señor, y en donde nos descubrimos instrumentos y colaboradores con el proyecto de Dios, que quiere que todas las personas lo conozcan y tengan vida eterna en Jesucristo (Jn 6,40). Es una experiencia que no podemos guardar para nosotros mismos y que estamos llamados a compartir con quienes están más alejados y necesitados. Pues la misión es algo urgente: ¡Ay de mí si no evangelizo! (1Cor 9,16-19.22-23).

El Papa nos dice que tenemos que ser evangelizadores con Espíritu, que viven su compromiso fundados en la oración y en el trabajo. Una misión que no esté fundada en un encuentro continuo, en oración y en amistad profunda con el Señor, es muy fácil que se convierta en actividad vacía.

La misión es tarea que se cumple desde el corazón y sólo llegaremos a ser auténticos misioneros en la medida en que nos sintamos amados, perdonados y enviados a ser mensajeros de la alegría del Evangelio y de la misericordia infinita de nuestro Padre Dios. Seremos misioneros contentos en la medida en que nos dejemos invadir por la fuerza del Espíritu, que seguirá siendo siempre el protagonista de la misión.