Presentado el Instrumentum laboris para la segunda sesión del Sínodo 2021-2024

Instrumentum Laboris del Sínodo: una Iglesia en misión
El texto guiará los trabajos de la segunda sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria, prevista del 2 al 27 de octubre. El documento está en continuidad con todo el proceso sinodal iniciado en 2021 y presenta propuestas para una Iglesia cada vez más “sinodal en misión”, más cercana a la gente y en la que todos los bautizados participen de su vida. Entre los puntos de reflexión figuran la valorización de la mujer y la necesidad de transparencia y rendición de cuentas.

Isabella Piro – vaticannwes.va 

¿Cómo ser una Iglesia sinodal misionera? Esta es la pregunta básica de la que parte el Instrumentum laboris (IL) de la próxima sesión del Sínodo de los Obispos, prevista del 2 al 27 de octubre, la segunda de la XVI Asamblea General Ordinaria, después de la de 2023. El IL -publicado hoy, martes 9 de julio, y presentado en la Oficina de Prensa de la Santa Sede- no ofrece “respuestas prefabricadas”, sino “indicaciones y propuestas” sobre cómo la Iglesia, en su conjunto, puede responder “a la necesidad de ser ‘sinodal en misión'”, es decir, una Iglesia más cercana a las personas, menos burocrática, que sea casa y familia de Dios, en la que todos los bautizados sean corresponsables y participen en su vida en la distinción de sus diferentes ministerios y roles.

Las cinco partes del documento

El documento está estructurado en cinco secciones: introducción, fundamentos y tres partes centrales. La introducción recuerda el camino recorrido hasta ahora y destaca los hitos ya logrados, como la generalización de la metodología sinodal de la Conversación en el Espíritu. Le siguen los fundamentos (nn. 1-18) que se centran en la comprensión de la sinodalidad, vista como un camino de conversión y reforma. En un mundo marcado por divisiones y conflictos, se subraya, la Iglesia está llamada a ser signo de unidad, instrumento de reconciliación y oído atento para todos, especialmente para los pobres, los marginados, las minorías apartadas del poder. 

Valorar a la mujer en la Iglesia 

Los fundamentos dedican también un amplio espacio (n.13-18) a la reflexión sobre el papel de la mujer en todos los ámbitos de la vida de la Iglesia, subrayando “la necesidad de dar un reconocimiento más pleno” a sus carismas y a su vocación. “Dios ha elegido a algunas mujeres para ser las primeras testigos y heraldos de la resurrección”, recuerda el IL; ellas, por tanto, “en virtud del Bautismo están en condición de plena igualdad, reciben la misma efusión de dones del Espíritu y están llamadas al servicio de la misión de Cristo”. 

Participación y responsabilidad 

En algunas culturas, se desprende del IL, “la presencia del machismo sigue siendo fuerte”; por ello, se pide a la segunda sesión sinodal “una participación más amplia de las mujeres en los procesos de discernimiento eclesial y en todas las fases de los procesos de toma de decisiones” junto con “un acceso más amplio a los puestos de responsabilidad en las diócesis y en las instituciones eclesiásticas”, así como en los seminarios, institutos, facultades teológicas y “en el papel de juez en los procesos canónicos”. Las sugerencias se refieren también a las mujeres consagradas, para las que se espera “un mayor reconocimiento y un apoyo más decidido” a sus vidas y carismas, junto con “su empleo en puestos de responsabilidad”.

Sobre el diaconado femenino continúa la reflexión teológica 

Sobre la admisión de mujeres al ministerio diaconal, el IL informa que es solicitada por “algunas Iglesias locales”, mientras que otras “reiteran su oposición” (n. 17). El tema, se señala, “no será objeto de los trabajos” del próximo mes de octubre, por lo que es bueno que “continúe la reflexión teológica”. En cualquier caso, la reflexión sobre el papel de la mujer “pone de relieve el deseo de un fortalecimiento de todos los ministerios ejercidos por los laicos”, para quienes se pide que “adecuadamente formados puedan contribuir también a la predicación de la Palabra de Dios también durante la celebración de la Eucaristía” (n. 18). 

Parte I – Relaciones con Dios, entre hermanos y entre Iglesias

Tras la introducción y los fundamentos, el IL se detiene en las relaciones (nn. 22-50) que permiten a la Iglesia ser sinodal en la misión, es decir, las relaciones con Dios Padre, entre hermanos y entre las Iglesias. Los carismas, los ministerios y los ministerios ordenados son, pues, esenciales en un mundo y para un mundo que, en medio de tantas contradicciones, busca la justicia, la paz y la esperanza. De las Iglesias locales emerge también la voz de los jóvenes que reclaman una Iglesia no de estructuras, ni de burocracia, sino fundada en relaciones que susciten y vivan en dinámicas y caminos. En esta perspectiva, la Asamblea de octubre podrá analizar la propuesta de dar vida a nuevos ministerios, como el de “escuchar y acompañar”. 

Parte II – Caminos formativos y discernimiento comunitario  

Estas relaciones deberán desarrollarse cristianamente a lo largo de itinerarios (n. 51-79) de formación y de “discernimiento comunitario”, que permitan a las Iglesias tomar decisiones adecuadas, articulando la responsabilidad y la participación de todos. “El entrelazamiento de las generaciones es una escuela de sinodalidad”, afirma el IL, “todos, los débiles y los fuertes, los niños, los jóvenes y los ancianos, tienen mucho que recibir y mucho que dar” (n. 55).

La importancia de la rendición de cuentas 

Pero entre los caminos a seguir se encuentran también aquellos que permiten a quienes tienen responsabilidades eclesiales rendir cuentas con transparencia de sus acciones para el bien y la misión de la Iglesia. “Una Iglesia sinodal necesita una cultura y una práctica de la transparencia y la rendición de cuentas”, reza la IL, “que son indispensables para fomentar la confianza mutua necesaria para caminar juntos y ejercer la corresponsabilidad en la misión común” (n. 73). 

Una Iglesia creíble requiere transparencia y responsabilidad 

Recordando a continuación que “la rendición de cuentas por el propio ministerio a la comunidad pertenece a la tradición más antigua, que se remonta a la Iglesia apostólica” (n. 74), el documento de trabajo subraya que hoy “la exigencia de transparencia y rendición de cuentas en y por la Iglesia se ha hecho necesaria como consecuencia de la pérdida de credibilidad debida a los escándalos financieros y, especialmente, a los abusos sexuales y de otro tipo a menores y personas vulnerables. La falta de transparencia y responsabilidad alimenta el clericalismo” (n. 75), que se basa erróneamente en el supuesto de que los ministros ordenados no tienen que rendir cuentas a nadie por el ejercicio de su autoridad. 

Se necesitan estructuras de evaluación 

La responsabilidad y la transparencia, insiste el IL, conciernen a todos los niveles de la Iglesia y no se limitan al ámbito de los abusos sexuales y financieros, sino que afectan también a “los planes pastorales, los métodos de evangelización y la manera en que la Iglesia respeta la dignidad de la persona humana, por ejemplo en lo que respecta a las condiciones de trabajo en sus instituciones” (n. 76). De ahí la petición de “estructuras y formas de evaluación necesarias -entendidas en un sentido no moralista- del modo en que se ejercen las responsabilidades ministeriales de todo tipo” (n. 77). A este respecto, el documento recuerda la necesidad de que la Iglesia garantice, por ejemplo, la publicación de un informe anual tanto sobre la gestión de los bienes y recursos, como sobre el desempeño de la misión, incluyendo “una ilustración de las iniciativas emprendidas en el ámbito de la salvaguardia (protección de menores y personas vulnerables) y la promoción del acceso de las mujeres a puestos de autoridad y su participación en los procesos de toma de decisiones” (n. 79). 

Parte III – Los lugares del diálogo ecuménico e interreligioso  

El IL analiza a continuación los lugares (n. 80-108) en los que toman forma las relaciones y los caminos. Lugares que deben entenderse no simplemente como espacios, sino más bien como contextos concretos, caracterizados por las culturas y los dinamismos de la condición humana. Invitando a superar una visión estática y una imagen piramidal de las relaciones y experiencias eclesiales, el documento de trabajo reconoce más bien su variedad y pluralidad, que permiten a la Iglesia -una y universal- vivir en circularidad dinámica “en los lugares y desde los lugares”, sin caer ni en particularismos ni en aplanamientos. Al contrario: es precisamente en este horizonte así delineado donde deben insertarse los grandes temas del diálogo ecuménico, interreligioso y cultural. En este contexto, la búsqueda de formas de ejercicio del ministerio petrino abiertas a la “nueva situación” del camino ecuménico, hacia la unidad visible de los cristianos (n. 102 y 107).

Peregrinos de la esperanza 

Por último, el documento recuerda cómo cada una de las preguntas que contiene quiere ser un servicio a la Iglesia y una ocasión para sanar las heridas más profundas de nuestro tiempo. Por ello, el Instrumentum laboris concluye con una invitación a continuar el camino como “peregrinos de la esperanza”, también en la perspectiva del Jubileo de 2025 (n. 112). 

La esperanza no defrauda

Por: P. Ismael Piñón, mccj

El pasado 9 de mayo se publicó la bula de convocación del Jubileo ordinario del año 2025. Con ella el Papa convoca oficialmente el Año Santo de Roma, que se celebra cada cuarto de siglo. La bula lleva por título “Spes non confundit” (la esperanza no defrauda), frase tomada de la Carta de San Pablo a los Romanos (Rm 5,5).

En la introducción el Papa afirma que «en el corazón de toda persona anida la esperanza como deseo y expectativa del bien, aun ignorando lo que traerá consigo el mañana. Sin embargo, la imprevisibilidad del futuro hace surgir sentimientos a menudo contrapuestos: de la confianza al temor, de la serenidad al desaliento, de la certeza a la duda».

Si ponemos la mirada en la actual situación del mundo, de nuestro país, de nuestros pueblos y ciudades, de nuestras familias, o mirándonos a nosotros mismos, podemos caer en la tentación de pensar que nuestro futuro es incierto, que vamos de mal en peor, que esto no tiene solución o que vamos camino de nuestra autodestrucción.

El papa Francisco, tomando las palabras que San Pablo dirige a los Romanos, nos dice que «la esperanza cristiana, de hecho, no engaña ni defrauda, porque está fundada en la certeza de que nada ni nadie podrá separarnos nunca del amor divino”. Las guerras en Ucrania o en Palestina, la violencia política en tantos Estados de nuestro país, la crisis cultural que vive nuestra sociedad moderna, las enormes desigualdades sociales, el drama de la migración… ninguna de esas situaciones podrá evitar que Dios siga amando a su pueblo; al contrario, Dios está más cerca de nosotros cuanto más grande es nuestro sufrimiento. En la bula el Papa nos invita a descubrir los signos de esperanza que la humanidad nos presenta, descubrir lo bueno que hay en el mundo: los que siguen trabajando por la paz, los que asisten a los enfermos, a los marginados, a los migrantes; signos de bondad y de solidaridad que nos ayudan a no caer en la tentación de considerarnos superados por el mal. En esta revista les presentamos la parte central de la bula, en donde el Papa habla precisamente de esos signos de esperanza que debemos descubrir y sacar a la luz. Respondamos a su invitación y dejémonos atraer desde ahora por la esperanza y permitamos que a través de nosotros sea contagiosa para cuantos la desean. Que nuestra vida pueda decirles: «Espera en el Señor y sé fuerte; ten valor y espera en el Señor».

Podcast de los 11 años de pontificado del papa Francisco

Este 13 de marzo cumplen once años del pontificado del papa Francisco. Fue el 13 de marzo de 2013 cuando el Papa “venido del fin del mundo” tomaba las riendas de la Iglesia para guiarla por un camino de sinodalidad, en salida y con una opción preferencial por los más pobres. Para celebrar este aniversario, la redacción en español de Vatican News publica hoy un podcast con los mejores mensajes que ha pronunciado en estos once años. El podcast se puede escuchar AQUÍ.

Año de la Oración. Resaltar la dimensión espiritual del Jubileo

El pasado 23 de enero, se llevó a cabo en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, la rueda de prensa de presentación del “Año de la Oración” en preparación al Jubileo de 2025. Tras la presentación Monseñor Rino Fisichella Pro-Prefecto del Dicasterio para la Evangelización, responsable de la Sección para las Cuestiones Fundamentales de la Evangelización en el Mundo subrayó que el Jubileo es ante todo un evento espiritual y por ello no hay mejor modo de prepararse con la oración.

Crédito: Adriana Masotti / Renato Martinez – Vatican News

“El Año de la Oración se enmarca en este contexto para favorecer la relación con el Señor y ofrecer momentos de auténtico descanso espiritual. Un oasis para descansar del estrés cotidiano donde la oración se convierte en alimento para la vida cristiana de fe, esperanza y caridad”, lo dijo Monseñor Rino Fisichella, Pro-Prefecto del Dicasterio para la Evangelización, responsable de la Sección para las Cuestiones Fundamentales de la Evangelización en el Mundo, durante la rueda de prensa de presentación del “Año de la Oración” en preparación al Jubileo de 2025 y de la serie “Apuntes sobre la Oración”, que tuvo lugar este martes 23 de enero, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

El Jubileo es un evento espiritual

En la presentación el Pro-Prefecto señaló que, más de 700 personas de Santa Sede participan en diversas funciones, se han realizado alrededor de 200 reuniones e inspecciones, el trabajo de los distintos grupos de trabajo, las mesas redondas con el gobierno italiano y el municipio de Roma; ya se han reunido 208 representantes de las diócesis italianas y 90 representantes de las Conferencias Episcopales de todo el mundo: son sólo algunas de las cifras que demuestran el compromiso constante para organizar los grandes acontecimientos del Jubileo de 2025, cuya preparación está encomendada al Dicasterio para la Evangelización. Además, según un estudio reciente, podrían ser 32 millones de personas, entre ellas un millón y medio de jóvenes, los que llegarían a Roma para esta ocasión. Pero, subraya monseñor Fisichella, el Jubileo no son sólo las grandes obras que conciernen a la ciudad, no es sólo la organización de una serie de acontecimientos, sino es un momento que quiere enriquecer espiritualmente “la vida de la Iglesia y de todo el pueblo de Dios convirtiéndose en un signo concreto de esperanza” y para que así sea verdaderamente hay que prepararlo y vivirlo “en las propias comunidades con ese espíritu” de espera propia de la esperanza cristiana” y el Año de oración 2024 “viene a corresponder plenamente a esta necesidad”.

Un Año para resaltar el horizonte espiritual del Jubileo

El Papa Francisco inauguró oficialmente el “Año de oración” el domingo pasado durante el Ángelus, pero, señala el Pro-Prefecto, “ya en la carta del 11 de febrero de 2022 que el Pontífice me dirigió nombrado al Dicasterio para preparar el Jubileo, el Papa Francisco había escrito: ‘ De ahora en adelante Me alegra pensar que el año que precede al acontecimiento jubilar, 2024, podrá estar dedicado a una gran sinfonía de oración. Ante todo, recuperar el deseo de estar en presencia del Señor, escucharlo y adorarlo”. Un año, escribió el Papa, “en el que los corazones se abren para recibir la abundancia de la gracia, haciendo el ‘Padre Nuestro’, la oración con la que Jesús nos ha enseñado el programa de vida de cada uno de sus discípulos”. Monseñor Fisichella subraya, además: “2024 será, por tanto, un Año de preparación al Jubileo que está a punto de comenzar y un Año durante el cual se perfilará el horizonte espiritual del acontecimiento jubilar que va mucho más allá de cualquier forma necesaria y urgente de organización estructural”.

Redescubrir el valor de la oración

“Este no es un Año con iniciativas particulares – precisa Fisichella – sino más bien un momento privilegiado para redescubrir el valor de la oración, la necesidad de la oración diaria en la vida cristiana; cómo orar, y sobre todo cómo educar a orar hoy, en la ‘era de la cultura digital’. Y subraya la necesidad de una verdadera espiritualidad que existe en los hombres y mujeres de hoy. “Hay muchas personas – afirma – que rezan todos los días; quizás, me atrevo a decir, todos rezan. Ninguna estadística podría responder con cifras y porcentajes correctos a este momento tan íntimo de las personas que experimentan la pluriformidad de la oración como un momento completamente personal”. El Año de oración se inscribe en este contexto y su celebración está encomendada a cada Iglesia local. El papel del Dicasterio para la Evangelización será apoyar lo previsto por las diócesis “para que la oración de la Iglesia pueda volver a revitalizar y liberar la vida de cada bautizado”, poniendo a disposición de todos determinados subsidios, “instrumentos sencillos que en gran medida ya se han implementado diariamente en nuestras comunidades”.

Las catequesis del Papa y la serie de la LEV

Entre las ayudas ofrecidas, se encuentran en primer lugar las 38 catequesis que el Papa Francisco pronunció del 6 de mayo de 2020 al 16 de junio de 2021, teniendo en cuenta los distintos momentos de oración, y luego la serie “Apuntes sobre la oración”, presentada en la rueda de prensa por Monseñor Graham Bell. Se trata de una iniciativa de LEV, la Editorial Vaticana que, a partir de hoy, publicará una serie de 8 pequeños textos “que profundizan en las diversas dimensiones del acto cristiano de oración”, firmados por autores de renombre internacional, editados por el Dicasterio para la Evangelización. El primer volumen disponible en las librerías se titula: Orando hoy. Un desafío que hay que ganar, está escrito por el cardenal Angelo Comastri y lleva el prefacio del Papa Francisco. “Propone – explica monseñor Bell – referencias a la necesidad de que la oración y la enseñanza tengan ‘una mirada diferente y un corazón diferente’, destacando figuras que han dado testimonio de la fecundidad de la oración, como Santa Teresa de Lisieux, San Francisco de Asís y Madre Teresa de Calcuta”. La publicación de los otros siete textos se producirá hasta abril. El 6 de mayo, el Papa Francisco hará pública la Bula que anuncia el Jubileo de 2025 y, a partir de esa fecha, se precisa, la Carta Apostólica del Papa estará en el centro de la preparación al Año Santo.

Una “escuela de oración” con el Papa Francisco

Volviendo a la palabra, el Pro-Prefecto anuncia que el propio Papa, durante este año, pondrá en marcha una “Escuela de oración”, momentos de encuentro con comunidades y categorías de personas, siguiendo el modelo de los Viernes de la Misericordia vividos durante el Año Santo de la Misericordia, “para orar juntos y comprender algunas formas de oración: de la acción de gracias a la de intercesión; de la contemplativa a la de consolación; de la de adoración a la de súplica…”. Y Fisichella concluye citando nuevamente al Papa Francisco, que dijo estar seguro de que “obispos, sacerdotes, diáconos y catequistas encontrarán en este año los modos más adecuados para poner la oración en la base del anuncio de esperanza que el Jubileo 2025 pretende hacer resonar en una época convulsiva”.

Nota: En la página oficial del jubileo se puede encontrar toda la información sobre el mismo. AQUÍ

Bendiciones en casos especiales

Por: Felipe Cardenal Arizmendi Esquivel
Obispo Emérito de SCLC

Foto de Jon Tyson en Unsplash

MIRAR

Gran revuelo ha causado la Declaración Fiducia supplicans del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, aprobada por el Papa Francisco, sobre la posibilidad de impartir una bendición a personas en situaciones llamadas irregulares (porque no viven según la regla católica inspirada en la Biblia). Son quienes viven en unión libre sin sacramento del matrimonio, los divorciados vueltos a casar y, en particular, las parejas del mismo sexo que conviven maritalmente. Se explican las razones para estas bendiciones y las condiciones para darla. ¡No sé por qué tanto ruido, si eso se ha hecho muchas veces!

Tengo unos sobrinos que se casaron por la Iglesia (yo presidí su boda), pero luego se separaron de su pareja y ahora viven con otra mujer. Con frecuencia me piden una bendición y nunca he tenido problema de conciencia para concedérsela. No están pidiendo una convalidación de su nueva unión, no les doy la comunión sacramental, sino que sólo les encomiendo a Dios para que les libre del mal y les vaya bien. Ellos y todas las personas saben que no estamos celebrando un nuevo sacramento matrimonial, sino pidiendo a Dios que les conceda su favor. ¡Esto lo he hecho siempre! Nunca les niego el bautismo de sus hijos. Aún más, al final de ese sacramento, como está indicado en el Ritual del Bautismo de Niños, con la fórmula litúrgica que indica el mismo ceremonial de la Iglesia desde hace muchos años, doy la bendición a la mamá, al papá y a los presentes. Esta bendición litúrgica no es equivalente al sacramento del matrimonio, y todos están conscientes de ello. Lo mismo hacemos con personas que viven en unión libre. Si es posible, les exhortamos a que formalicen sacramentalmente su unión, pero nadie entiende que, por bautizar a sus hijos y dar la bendición a sus padres, eso sea equivalente al sacramento matrimonial.

La cosa se complica con parejas del mismo sexo que conviven maritalmente. La Declaración del Dicasterio es muy clara cuando afirma en varias ocasiones que bendecirles no es un sacramento, no es una aprobación de su situación, no es bendecir el pecado en que jurídicamente están, sino sólo una súplica hecha en forma espontánea, no litúrgica, para que Dios les ayude, les libre del mal y les acompañe. Esto a nadie se puede negar. Aunque no es equiparable el caso, bendecimos a borrachitos, a drogadictos, incluso a narcos, y no por ello aprobamos su vida. Bendecimos animalitos, casas, vehículos, comercios, etc., y las personas valen mucho más. Hace tiempo, pidieron a un sacerdote que bendijera un local comercial; lo hizo sin problema; pero luego se enteró de que era un prostíbulo… ¿Se puede borrar la bendición? No se bendice la práctica de la prostitución; ojalá que la bendición ayude a quienes viven de ello a que se arrepientan y cambien de vida.

Un sacerdote muy amigo tiene un sobrino nieto que vive en Francia. Hace poco vino a visitar a sus padres y a la familia, pero es gay y trajo a su pareja, de la misma tendencia,  con quien convive. Aunque la familia y el sacerdote no aprueban esa unión, no lo pueden rechazar, pues es su hijo o sobrino. Cuando regresó a Francia, le pidieron a Dios que le vaya bien. Esto no es legitimar esa unión, sino sólo suplicar la misericordia de Dios.

DISCERNIR

Comparto algunas frases del documento citado, ratificadas en una posterior nota de prensa: “La presente Declaración se mantiene firme en la doctrina tradicional de la Iglesia sobre el matrimonio, no permitiendo ningún tipo de rito litúrgico o bendición similar a un rito litúrgico que pueda causar confusión. Y es precisamente en este contexto en el que se puede entender la posibilidad de bendecir a las parejas en situaciones irregulares y a las parejas del mismo sexo, sin convalidar oficialmente su status ni alterar en modo alguno la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el Matrimonio  (Presentación).

“Son inadmisibles ritos y oraciones que puedan crear confusión entre lo que es constitutivo del matrimonio, como «unión exclusiva, estable e indisoluble entre un varón y una mujer, naturalmente abierta a engendrar hijos», y lo que lo contradice. Esta convicción está fundada sobre la perenne doctrina católica del matrimonio. Solo en este contexto las relaciones sexuales encuentran su sentido natural, adecuado y plenamente humano. La doctrina de la Iglesia sobre este punto se mantiene firme” (4).

“Dado que la Iglesia siempre ha considerado moralmente lícitas sólo las relaciones sexuales que se viven dentro del matrimonio, no tiene potestad para conferir su bendición litúrgica cuando ésta, de alguna manera, puede ofrecer una forma de legitimidad moral a una unión que presume de ser un matrimonio o a una práctica sexual extramatrimonial” (11).

En su misterio de amor, a través de Cristo, Dios comunica a su Iglesia el poder de bendecir. Concedida por Dios al ser humano y otorgada por estos al prójimo, la bendición se transforma en inclusión, solidaridad y pacificación. Es un mensaje positivo de consuelo, atención y aliento. La bendición expresa el abrazo misericordioso de Dios y la maternidad de la Iglesia que invita al fiel a tener los mismos sentimientos de Dios hacia sus propios hermanos y hermanas (19).

Quien pide una bendición se muestra necesitado de la presencia salvífica de Dios en su historia, y quien pide una bendición a la Iglesia reconoce a esta última como sacramento de la salvación que Dios ofrece. Buscar la bendición en la Iglesia es admitir que la vida eclesial brota de las entrañas de la misericordia de Dios y nos ayuda a seguir adelante, a vivir mejor, a responder a la voluntad del Señor(20).

Es Dios que bendice...  Nosotros para Dios somos más importantes que todos los pecados que nosotros podamos hacer, porque Él es padre, es madre, es amor puro, Él nos ha bendecido para siempre. Y no dejará nunca de bendecirnos(27).

ACTUAR

Tengamos un corazón como el de Dios. Nos bendice siempre, pues somos sus hijos, aunque no aprueba ni bendice nuestros pecados. Jesús es cercano y misericordioso con los pecadores, pero siempre nos invita a convertirnos, a dejar de pecar, para vivir como hijas e hijos del Padre Dios. El evangelista Marcos dice que la primera predicación de Jesús es: “Conviértanse y crean en el Evangelio” (Mc 1,15). Que el Espíritu Santo y la Virgen María nos ayuden.

Fiducia Supplicans: un instrumento de amor misericordioso y de gran riqueza pastoral

Por: Fernando Cachón, ADN CELAM

No es nada fácil poner al día a una institución como la Iglesia católica con veintiún siglos de existencia, pero el Papa Francisco lleva casi once años de despertar a los jóvenes, de nombrar a los obispos más jóvenes, de poner sobre la mesa los casos de abuso sexual, de defender a los migrantes a capa y espada, de elevar su voz contra las guerras, de animar a la lucha por el cambio climático, de invitar a su gente a “desmasculinizar” la Iglesia, de llamar a la humanización del capitalismo.

Y, sin embargo, nada tan contundente, nada tan revelador sobre su vocación a devolverle a la religión su condición de refugio, de alivio como la decisión de que los sacerdotes puedan bendecir desde ahora a las parejas que están en uniones irregulares, es decir, todas aquellas que no están casadas por la Iglesia católica (uniones de hecho, casados solo civilmente, divorciados o anulados vueltos a casar) o del mismo sexo.

El Dicasterio para la Doctrina de la Fe (DDF) del Vaticano, el 18 de diciembre pasado (festividad de Nuestra Señora de la Esperanza, fecha no escogida al azar, publicó la Declaración titulada Fiducia Supplicans-FS, (Confianza suplicante) «sobre el sentido pastoral de las bendiciones» firmada por el cardenal Víctor Manuel Fernández, Prefecto del DDF, y lleva el sello del Santo Padre Francisco su inspirador.

Los católicos, y la gente en general, confundidos ante el sesgo tendencioso dado al hecho histórico por parte de los principales medios de comunicación seculares, así, como por los ideólogos sexuales fuera y dentro de la Iglesia ¡se preguntan si esta declaración ha cambiado la doctrina de la Iglesia acerca del matrimonio y la moral sexual! Es decir: ¿Es posible que se bendiga el pecado?

La respuesta del prefecto del DDF ha sido tajante y firme: la Declaración FS no cambia la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio. Ninguna autoridad, civil o eclesial, puede alterar la revelación divina (a través de la ley natural y la revelación positiva) de la enseñanza de Jesucristo mismo que informa el entendimiento de la Iglesia sobre el matrimonio y su testimonio de verdades perennes con respecto a uno de los pilares esenciales de la civilización.

La Declaración FS, nos exhorta a cada uno de nosotros a confiar en la misericordia de Dios y a no imponer nuestras propias ideologías cargadas de pasión como demandas que Dios debe respaldar y cumplir. El documento enseña que la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio, diseñada según el orden de la creación de Dios y enseñada por Cristo mismo, ¡no ha cambiado y no puede cambiar!

Por lo tanto, en conformidad con la declaración Fiducia supplicans y siguiendo los principios de prudencia y sensibilidad pastoral establecidos en la misma, le es permisible al ministro ordenado a unirse «a la oración de aquellas personas que, aunque estén en una unión que en modo alguno puede parangonarse al matrimonio, desean encomendarse al Señor y a su misericordia, invocar su ayuda, dejarse guiar hacia una mayor comprensión de su designio de amor y de vida».

Algo que debemos tener muy presente, es la gran diferencia entre una bendición <eclesial-ritual> y una bendición <pastoral-simple>. Un acto “eclesial” tiene lugar públicamente, siguiendo un ritual aprobado por la Iglesia; un acto “pastoral” es personal, íntimo, pertenece al fuero interno.

La iniciativa que sigue la voluntad del propio Papa Francisco, es un cambio de postura respecto a la Nota al Responsum publicada el 15 de marzo de 2021, por la entonces Congregación para la Doctrina de la Fe que se mostraba contraria a que la Iglesia católica impartiese su bendición a las uniones de personas del mismo sexo.

La Declaración FS, de 9 páginas, 45 parágrafos, divididos en cuatro partes, analiza el origen y sentido teológico del acto de la bendición, repasándolo desde el Antiguo Testamento al resto de las Escrituras. El espíritu de la Declaración es la de una actitud de <acogida, cercanía y discernimiento> ante quienes soliciten una bendición, guiándoles con firmeza, delicadeza y claridad en su camino para cumplir la voluntad de Dios en sus vidas.

Confiamos que este acercamiento pastoral, a las parejas que se encuentran en situaciones irregulares y parejas del mismo sexo, mediante la bendición fuera del contexto litúrgico o semi litúrgico, invoque la «ayuda de Dios de aquellos que se dirigen humildemente a Él. Sin embargo, es crucial que este enfoque sea internalizado y practicado por la jerarquía eclesial y la feligresía en general, para lograr una auténtica inclusión”.