Fecha de nacimiento: 28/05/1923
Lugar de nacimiento: Udine/I
Votos temporales: 15/08/1945
Votos perpetuos: 01/11/1947
Fecha de ordenación: 06/06/1948
Llegada a México: 1980
Fecha de fallecimiento: 25/10/2016
Lugar de fallecimiento: Castel d’Azzano/I
“Ha decidido dedicar su vida a los otros. Yendo y viniendo sin parar por el mundo, visitando África, Europa y América. Siempre deseoso de estar entre las personas para contribuir a ayudar sobre todo a los pobres. Murió a la edad de 93 años el P. Enzo Tavano, misionero comboniano, originario de Udine. La suya era una mente brillante. Conocedor de las lenguas, se tituló en Oxford en inglés y francés. A lo largo de los años trabajó en muchos países entre los cuales se hallan Uganda, España, México, California y Ecuador. No se detuvo nunca, siguió participando en sus misiones siempre para estar al lado de quien lo necesitaba”. Este es el anuncio de su muerte publicado en el “Mensajero Véneto” el 26 de octubre 2016.
Después de su profesión perpetua emitida con casi un año de anticipación, el P. Enzo fue ordenado sacerdote en Verona el 6 de junio de 1948 y enviado a Sunningdale. En 1950, destinado a Jartum, como profesor, inició su larga carrera misionera – más de sesenta años – en distintas provincias combonianas. Regresa a Italia por motivos de salud en 2012, estuvo primero en Verona y luego en el centro Hno. Alfredo Fiorini, de Castel d’Azzano, donde murió el 25 de octubre de 2016.
Un testimonio
El P. Claudio Zendron, su provincial en Ecuador, escribió: “Conocí al P. Enzo Tavano durante mi gestión de provincial y precisamente en aquel periodo celebró los sesenta años de sacerdocio en la parroquia de San Gabriel de los Chillos que llevaba adelante, con el permiso del Instituto, como un compromiso ‘ad personam’. El P. Enzo gustaba a la gente que vivía en los barrios residenciales a la parroquia. Cuidaba mucho la capilla y la dimensión de la oración. Le gustaba visitar a las familias, aún sin seguir un plan pastoral. Venía a la casa provincial todos los lunes por la mañana y volvía a la parroquia el miércoles. Cultivó siempre amistades, aun las que había dejado en los países donde había trabajado y, gracias a sus bienhechores de los Estados Unidos y de Italia logró ayudar en la formación de los candidatos del postulantado comboniano de Quito. Sufrió mucho cuando, por petición del cardenal, tuvo que dejar la parroquia que administraba, debido a que no podía llevar adelante todos los compromisos que el ministerio le exigía y, por supuesto, le hubiese gustado haber recibido un poco más de gratitud”.
Homilía de la misa del funeral
En la homilía de la misa del funeral, el P. Renzo Piazza dijo: «definido por alguien “friulano spigoloso”, con el debilitamiento de las fuerzas y de la enfermedad se volvió más calmado, menos exigente, a menudo agradecido con quien lo asistía. Su hombre interior se renovó y se volvió más amable, más suave, y cuando le decía: ‘te has vuelto más dulce’, respondía: ‘¡pero si yo nunca fui amargo!’ Fue definido un caballero, uno que no cantaba en el coro, sino que quería ser solista… Las definiciones pueden ser abundantes. Preferimos definirlo como lo que ha sido: un misionero comboniano que sirvió a la Iglesia misionera en tantos lugares por cerca de sesenta años.
Le gustaba ser recordado por algunos gestos originales: la comida con la esposa del presidente de Ecuador; el único comboniano que logró recibir un poco de dinero del arzobispo de Quito para la restructuración de la iglesia; el primero a hacer pintar un imagen de Comboni cuanto aún no era beato.
La vejez fue la cruz del P. Enzo y junto a la cruz encontró a la madre, María. La recibió y acogió. Le gustaba estar en su compañía. En ella se refugiaba de buena gana. Le rezaba sin cansarse».
Del mccj Bulletin In Memoriam. Supplemento al nº 270, enero 2017. P. 145-146