Informe de los encuentros de Panamá y San Antonio (Texas) sobre movilidad humana

Panamá: Encuentro de Obispos y secretarios ejecutivos de la pastoral de movilidad humana México – Centroamérica y El Caribe, de la Red Clamor, y del Centro de Programas y Redes de Acción Pastoral del CELAM

Del 10 al 13 de febrero se llevó a cabo en Panamá el Encuentro de Obispos y secretarios ejecutivos de la pastoral de movilidad humana México – Centroamérica y El Caribe, de la Red Clamor, y del Centro de Programas y Redes de Acción Pastoral del CELAM (CEPRAP).

El Observatorio Socio-Pastoral de Movilidad Humana de Mesoamérica y El Caribe (OSMECA), dio a conocer el servicio que ofrece a través del conocimiento de la realidad para orientarla a favor de las personas en contexto de movilidad.

El Dr. Víctor Carmona (de la Universidad de San Diego), señaló que las actuales medidas migratorias del gobierno norteamericano buscan atemorizar a los 13.7 millones de migrantes indocumentados, de los cuales el 62% lleva viviendo más de una década en Estados Unidos, especialmente en California, Texas y Nueva York. Destacó la valiente defensa de los migrantes por parte de los Obispos de Estados Unidos y del Papa.

El Cardenal Álvaro Ramazini (presidente de la Red CLAMOR) insistió en la necesidad de difundir la Carta Pastoral “Lo vio, se acercó y lo cuidó”, de los Obispos de Frontera y Responsables de Movilidad Humana de Norte, Centroamérica y El Caribe. Pidió cuidar la espiritualidad para no desanimarse, y propuso poner atención a lo que sucede en el tema migratorio, no solo en EE.UU. sino también en América Latina.

Se recordó que la Red CLAMOR, adscrita al CELAM, articula el trabajo pastoral de las organizaciones de la Iglesia Católica en América Latina y El Caribe, que acogen, protegen, promueven e integran a migrantes, refugiados, deportados y víctimas de trata, y se acordó seguir fortaleciendo este servicio basándose en la solidaridad y la subsidiariedad.

San Antonio, Texas: encuentro bianual de los obispos de la frontera Tex-Mex

Del 26 al 28 de febrero de 2025 se llevó a cabo en San Antonio, Tx la reunión bianual de los obispos de las diócesis de la frontera entre México y Texas. Este encuentro se celebra desde hace cuarenta años para coordinar esfuerzos en la proclamación del Evangelio. En esta ocasión, el enfoque fue la situación de los migrantes y refugiados. Se insistió en la necesidad de un sistema migratorio que responda a la realidad, y se renovó el compromiso de la Iglesia a seguir sirviendo a los migrantes y refugiados.

La Mtra. Tatiana Cloutier, titular del Instituto de Mexicanas y Mexicanos en el Exterior, señaló existen 53 consulados de México en EE.UU., en los que del 20 enero al 24 febrero 2025 se han atendido a 26,379 migrantes, brindándoles servicios de salud, orientación educativa, asesoría financiera, educación cívica y atención en lenguas originarias. En el caso de los retornados se ha implementado el programa “México te abraza”, en el que participan 34 dependencias federales, las 32 entidades federativas y el Consejo Coordinador Empresarial, coordinados por la Secretaría de Gobernación. El Instituto Nacional de Migración está a cargo de la recepción, cartas de repatriación y traslados; El Registro Nacional de Población, de emitir documentos de identidad y CURP; el IMSS afilia a los repatriados y su núcleo familiar; el Servicio Nacional de Empleo promueve la inclusión al mercado laboral. Además se ofrece acceso a los Programas de Bienestar y se entrega la Tarjeta Bienestar Paisano (2 mil pesos para el traslado a sus hogares). La Mtra. Cloutier afirmó la importancia de agradecer a la tierra de origen y de acogida, la necesidad de trabajar por la unidad, informar a la gente sobre los riesgos de la migración y trabajar con las autoridades.

Durante el Encuentro se visitó el “Mother Teresa Center”, que en dos años atendió a más de 335 mil refugiados legales, ofreciéndoles casa, alimento, ropa, escuela, clases de inglés y computación, gestión para el trabajo en 180 días y guardería. Pero con las disposiciones del actual gobierno, se tendrá que reducir al personal y reinventarse.

Mons. Mark Seitz afirmó que la crisis migratoria es fruto de un sistema migratorio roto y de una sociedad que no respeta la dignidad humana. Ante esto, propuso ofrecer un mensaje radical de igualdad y dignidad infinita, mostrar un camino de misericordia y esperanza, y fomentar la fraternidad. Animó a tomar medidas como región a la luz de la Carta Pastoral “Lo vió, se acercó y lo curó”. Propuso difundir información para que las personas conozcan sus derechos, trabajar con funcionarios locales, difundir información confiable, acompañar en la toma de decisiones, unir voces y brindar consuelo.

La Mtra. Cecilia Romero, que fuera Comisionada del Instituto Nacional de Migración (2006-2010), señaló que la migración es una realidad a gestionar. Comentó que las deportaciones aceleradas, que tienen por objeto intimidar a futuros migrantes, se están dando entre los migrantes indocumentados que están en el sistema (incluso por una infracción de tránsito) y de los que tienen procesos migratorios pendientes. Destacó que el incremento de personas varadas genera problemas con la sociedad y señaló que la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) enfrenta dificultades por falta de presupuesto, instalaciones y personal. Dijo que México necesita actualizar los acuerdos bilaterales de repatriación al interior; ampliar las visas laborales y temporales; regularizar a los extranjeros varados en México para su integración; aliviar al sistema de refugio (COMAR); completar la Ley de Migración. Insistió en la necesidad de liderazgo y de exigencia del respeto a la ley, ofrecer orientación y asesoría legal a migrantes, realizar campañas de prevención contra la discriminación, establecer alianzas locales con organizaciones de la sociedad y aprovechar las gracias del Año Jubilar para crecer en la esperanza.

+Eugenio A. Lira Rugarcía
Obispo de Matamoros-Reynosa
Responsable de la Dimensión Episcopal de Pastoral de Movilidad Humana

Evangelizar en Estados Unidos

Isabelle Kahambu Valinande, mc
Desde S. Antonio Texas (EEUU)

Me llamo Isabelle Kahambu Valinande y soy de la República Democrática del Congo. Después de haber trabajado casi 10 años en México, ahora vivo otra misión diferente en San Antonio Texas, Estados Unidos, trabajando con los migrantes. ¡Nunca antes había podido imaginar que un país tan grande y poderoso como Estados Unidos necesitara ser evangelizado!

En mi vida he tenido que afrontar muchos retos, uno de los más grandes ha sido la inserción en una nueva cultura. He tenido que dejar de lado lo mío y acoger costumbres y modos de hacer nuevos. He tenido que empezar de cero, haciéndome “ignorante” para dejarme enseñar y aprender a amar lo desconocido. No ha sido fácil para mí.

Actualmente en los Estados Unidos vivo retos nuevos y situaciones que a veces no entiendo. Trabajo en un centro de acogida de migrantes donde llegan personas de diferentes partes del mundo. El sufrimiento que ellos viven en su periplo, es una realidad que destroza mi corazón. Sólo ellos y Dios saben cómo pueden sobrevivir a tales experiencias. ¡Al escuchar sus historias se te encoge el corazón!

Al conocer sus realidades, experimento una gran dificultad e impotencia, al no poder brindarles la ayuda que ellos necesitan. Sin embargo, el tiempo compartido con ellos, la escucha, la acogida, la sonrisa que les brindo, alientan también mi esperanza. Frente a estas actitudes, ellos también, en confianza, abren sus corazones y comparten sus experiencias. Yo correspondo ofreciendo mis oraciones. Algo bello que me inspira esperanza es el contemplar su persistencia, lucha y determinación en alcanzar sus sueños, lograr una vida mejor para sus familias.

Muchas veces me pregunto, ¿por qué tantas personas deben dejar sus tierras, sus costumbres y arriesgar sus vidas para llegar a un nuevo lugar donde nadie los espera, ni tienen casa ni trabajo? Muchas personas han sido obligadas a dejar todo en sus países a cambio de una seguridad en otro país buscando un trato digno para vivir en paz y empezar una nueva vida. ¿Y qué encuentran? Dificultades, incomprensiones, rechazo… ¡Es muy duro sentirse tratado de ese modo!

He conocido a mucha gente que me reta, diciendo que no hay necesidad de ir en misión a Europa o América o Asia porque ellos lo tienen todo… e incluso me dicen que no estoy en misión, que estoy de paseo por Estados Unidos. Desgraciadamente, muchas veces nos quedamos en las apariencias sin conocer la realidad. La verdadera riqueza no se limita a las cosas materiales, sino que se encuentra en la persona de Cristo que nos ama y dio su vida para salvarnos… y no sólo los países o continentes del Tercer Mundo merecen o necesitan ser evangelizados.

Yo vivo también esas incomprensiones e incoherencias. Sin embargo, mi fuerza para seguir adelante ha sido la oración y el aceptar aprender de los demás. He abrazado esta vida para servir a Cristo a través de los demás. Como congregación internacional, estamos dispuestas a entrar en la realidad del mundo donde nos encontremos, es decir, conocer su cultura, sus costumbres y tradiciones, incluyendo el idioma del lugar, lo que nos permite insertarnos. Todo esto me hace sentir feliz y realizada, y es un impulso para seguir adelante.

Me siento orgullosa y feliz de aportar mi contribución a la evangelización allí donde he ido en misión, de compartir mi riqueza familiar, cultural, diocesana y nacional con otras razas, pueblos, naciones… pero también de aprender de ellos.

He descubierto en mi vida que mientras más se comparte con los demás, más se aprende y se adquieren nuevos conocimientos y existe mayor apertura al mundo. Mi felicidad está en el compartir con lo demás los dones y talentos que Dios me ha regalado, es decir, mi vida.

Los Ángeles, una misión entre católicos

Por: P. Enrique Sánchez, mccj
desde Covina, California (USA)

Son las 7 de la tarde, está oscuro y a lo lejos se escucha sólo el rumor de los vehículos que van y vienen de los lugares de trabajo, que aquí nunca se detiene. Estamos a unos cuantos kilómetros de Los Ángeles, California, en donde abunda lo grande y lo bello; pero al mismo tiempo, el dolor y el sacrificio de muchas personas que llegaron a este país con un sueño, y que se alcanza con lágrimas y desvelos.
Las historias se multiplican y detrás de cada una de ellas se esconden años de trabajo, miedo a ser deportados, noches de desvelo, humillaciones y desprecios. Asimismo, encontramos ejemplos extraordinarios de superación, de resiliencia ante los obstáculos, de logros profesionales y de experiencias de fe simplemente maravillosas.

Cae la tarde, cuando toca con fuerza la puerta de nuestra casa un hombre con el semblante triste y preocupado. Busca a un sacerdote que pueda ir al hospital para ungir a su madre que se está muriendo y no puede dejarla ir sin ponerla en manos de Dios, a lo mejor esperando un milagro. Sus palabras hacen eco de las pocas nociones de catecismo que le enseñaron y lo único que recuerda de los mandamientos es que tenía que honrar a su padre y madre.

Es un mundo donde los más pobres guardan como tesoro una fe que aprendieron balbuceando Padres nuestros y Aves Marías, en el regazo de sus madres y que conservan como la única herencia que les han dejado. La fe vivida por esta gente nos evangeliza antes de que podamos ser evangelizadores. Vamos aprendiendo que su fe es algo vivido y sentido en cada momento, sobre todo cuando todo parecía perdido.

Otra lección de misionología

«Hoy vine a confesarme aquí con ustedes –me dice una señora que hizo más de una hora para llegar a nuestra misión– porque nadie habla nuestra lengua en mi parroquia. Pedimos una misa en español, pero no hay quien nos atienda. Juntamos más de 800 firmas para que nos tomaran en cuenta; pero en la oficina nos han dicho que no hay tiempo para eso y que es imposible que nos la concedan». De repente, nuestra misión comboniana se convierte en oasis de escucha y misericordia, y donde cientos de personas vuelven a sentir que son hijas e hijos de un Padre que no los abandona.

En estas ciudades que circundan la urbe de Los Ángeles también abundan las iglesias, los predicadores, las ofertas de experiencias espirituales; al igual que un mundo subterráneo por donde circulan adivinos, santeros, lectores de cartas, hechiceros, brujos y curanderos con sus ofertas de soluciones fáciles a todo tipo de problemas y dificultades. Hay de todo y para todos los gustos. Pero lo más triste es constatar que para muchas personas, lo que tiene que ver con la religión, lo espiritual o lo sagrado simplemente es un tema que no se toca por respeto a los derechos individuales.

Así, casi sin querer, nos encontramos en una misión en la que nos toca entender que sirve más el testimonio que los elocuentes discursos o sermones para invitar a quienes viven simplemente indiferentes a lo que podría ser y hacer Dios estando a su lado.

Vivimos rodeados de lo más moderno y sofisticado. A nadie parece faltarle lo necesario, porque lo que abunda aquí, son cosas con las que, muchas veces, quieren llenarse espacios existenciales. Sin embargo, encontramos mucha gente que no esconde su necesidad de crecer y conocer su fe; de vivir la experiencia de ser cristianos en el seno de una comunidad en donde se sientan hermanos.

Muchos padres de familia se han empeñado en transmitir los valores cristianos a sus hijos; muchas veces llegan preocupados y angustiados a decirnos: «Padre, ¿en qué me equivoqué? Sufro al ver que mis hijos no quieran acompañarnos a la iglesia. Se han alejado sigilosamente y han abandonado lo que nos esforzamos por enseñarles».

Una realidad donde lo que cuenta es tener y sobresalir; una dinámica interna de esta sociedad que propone otro estilo de vida. Aparece como lo más importante e irrenunciable la exaltación del yo, de mis intereses y conveniencias; una existencia en donde Dios y los valores del Evangelio pasan a segundo término. Muchos de ellos son jóvenes generalmente buenos, respetuosos, inteligentes, sensibles con el cuidado de la naturaleza y capaces de comprometerse con causas que defienden los derechos de los demás. Pero Dios, la Iglesia, la vida en comunidad y el encuentro con la Buena Noticia, parece lejano a sus intereses.

La misión va adelante, aunque no lo percibamos

En ese contexto, ¿qué hacer para tocar el corazón de nuestros contemporáneos? Lo primero es liberarnos de la idea de que todo será como antes, cuando el mundo casi era cristiano, y aceptar serenamente que, pese a todo, Dios trabaja en su obra; la misión de Jesús se sigue realizando y va creciendo, ciertamente no de manera cuantitativa como nos gustaría.

El Espíritu es el protagonista de la misión y nos invita a ser sus colaboradores para mostrar a nuestros hermanos dónde pasa Dios en nuestro mundo. Seamos más testigos que protagonistas; que nos mueva más la escucha y acogida del que está solo, necesitado y sufre, y menos, las enseñanzas. Estemos más orientados al servicio, la caridad y la entrega discreta, y menos, a pretender ser los que llegamos a realizar grandes transformaciones.

San Daniel Comboni diría que estamos llamados a ser piedras escondidas en los cimientos de la gran construcción. Misión en una realidad de contrastes: California es considerado el estado más rico de todo Estados Unidos, pero la pobreza y la miseria son los dramas de muchas personas que han caído en las trampas de esta sociedad. Estafas que son las drogas, el alcohol, el desorden moral, el individualismo y la indiferencia. Nuestra misión consiste en estar presentes, ser un rayito de esperanza y confianza para quienes buscan a Dios.

Nuestra misión se convierte en experiencia de oración silenciosa, y mediante ella, nos volvemos intercesores de tanta gente que se acerca a nosotros anhelando consuelo y fuerza para seguir adelante. Con sencillez, esta misión nos empuja al anuncio del Evangelio, porque estamos convencidos de que en él se encuentra la fuente de todas nuestras alegrías.

La tarde cae, y en la capilla de la misión, una pequeña comunidad cristiana entona el canto de entrada para la celebración eucarística… La esperanza seguirá creciendo en el corazón de estas personas a quienes acompaño en un tramo del camino hacia el encuentro del Señor. La tarde va cubriendo los bellos escenarios de Disneylandia, Hollywood, Santa Bárbara y las bellas playas californianas, y en mi ánimo misionero brilla la esperanza en esta misión tan extraordinaria, compuesta por gente con un corazón que desborda amor, porque ha sido purificada por el sacrificio y el dolor.

Primer encuentro ECOPAX Internacional

Del 19 al 21 de enero de este año 2024 se encontrarán laicos de los Equipos Combonianos de Paz (ECOPAX) de diversos lugares de México, Ecuador y Estados Unidos, comprometidos en la Misión Social de Paz inspirados en los principios misioneros de San Daniel Comboni.

El encuentro se realizará en la ciudad de Sahuayo Michoacán teniendo como sedes el Centro Cultural de Paz que anima ECOPAX-Sahuayo y el Seminario Misionero Comboniano del mismo lugar.

Este encuentro, organizado y animado por ECOPAX-Sahuayo tiene como finalidad compartir experiencias, iniciativas y procesos de paz en los diferentes contextos en los que desarrollan esta misión social los animadores y animadoras de ECOPAX para fortalecerse y animarse mutuamente en esta tarea misionera en ámbito social que se siente cada vez más necesaria y urgente en todos los ámbitos de convivencia humana.