Cardenal Ayuso: «Lo que más me ha servido han sido mis 20 años de experiencia misionera en África»

En homenaje al cardenal Miguel Ángel Ayuso, primer cardenal en la historia del instituto de los Misioneros Combonianos, recientemente fallecido, reproducimos esta entrevista que le hizo la revista comboniana Mundo Negro. Su gran experiencia misionera la ayudó mucho en su trabajo “en la retaguardia”, como dice él mismo, para fomentar el diálogo entre las religiones.

Entrevistó: Javier Fariñas Martín, MUNDO NEGRO
Fotos: Javier Fariñas, Misioneros Combonianos, Mundo Negro

El cardenal comboniano Miguel Ángel Ayuso es el prefecto del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso desde 2019. Curtido durante 20 años en el trabajo misionero en África, lidera un equipo de 15 personas dedicado a la promoción del encuentro con el otro.

¿En términos no eclesiales, ¿a qué ministerio equivaldría este dicasterio?

Este dicasterio sería un ministerio de asuntos religiosos. Desde aquí nos dedicamos a establecer relaciones oficiales, institucionales, con las conferencias episcopales o con grupos para alcanzar buenas relaciones interreligiosas. Nosotros no nos ocupamos de, entre comillas, cuestiones políticas. La segunda sección de la Secretaría de Estado del Vaticano es la responsable de la relación con los estados y con las organizaciones internacionales. Aunque a veces en nuestro trabajo nos encontramos con personas, grupos o instituciones que quieren abordar cuestiones de tipo sociopolítico, les hacemos ver que nosotros solo nos ocupamos de asuntos interreligiosos. 

¿Tienen contrapartes al mismo nivel en el resto de confesiones? ¿A quién se dirigen cuando tienen que entablar esas relaciones?

Hay una relación bilateral con grupos e instituciones que se acercan a nosotros y manifiestan el deseo de establecer una colaboración regular para reflexionar y potenciar el diálogo interreligioso. Eso ocurre, por ejemplo, con Irán, país con el que tenemos una relación de colaboración desde hace tiempo. Cada dos años nos encontramos en Roma o en Teherán e intercambiamos ideas y reflexiones. También con Irak hemos mantenido algunos encuentros, el último en Bagdad, con sunitas, chiitas y yazidíes. Nuestra contraparte allí es una institución gubernamental que, sin embargo, en su relación con nosotros, aporta reflexión y colaboración de carácter religioso y no político. También mantenemos relación, por ejemplo, con la Academia Real de los Ulemas de Marruecos. Tenemos establecidas una serie de relaciones para compartir, proponer eventualmente algún tipo de mensaje o, simplemente, crear comunión entre las diferentes confesiones.

¿Cuál es el punto de convergencia en esos diálogos?

Principalmente se trata de compartir desde nuestra tradición religiosa, desde nuestra fe; son encuentros de amistad. Buscamos espacios comunes a partir de la diversidad. No pretendemos discutir cara a cara sobre cuestiones teológicas delicadas para ver quién tiene razón, sino que nos encontramos para mirar juntos nuestro mundo y ver qué podemos hacer. Hay una humanidad herida, y hablamos sobre cómo podemos unir nuestras fuerzas para crear un mundo mejor. Se trata de no ­ponernos enfrente sino al lado del otro. Hay muchos elementos que son necesarios como la libertad religiosa, la cohesión social, la dignidad humana… Es interesante ver que en los temas más espinosos, entre las diferentes tradiciones religiosas o, incluso, a nivel político, suele haber puntos de vista comunes. Así, por ejemplo, vemos cómo la Santa Sede y los países musulmanes se sienten unidos en la defensa de la vida y de la familia. 

¿La religión puede ser un instrumento útil para abordar asuntos políticos?

Sí. Mi predecesor, el cardenal Jean-Louis Tauran, en repetidas ocasiones decía que la religión no es un problema sino que es parte de la solución a los problemas de hoy. El mundo de la política y de lo social no debe mirar con sospecha a la religión o a las diferentes denominaciones religiosas, sino ver en ellas una fuente de donde obtener resultados positivos. En estos últimos años ha habido una especie de interferencia. Aunque a veces lo político ha entrado en lo religioso y viceversa, y esto crea conflictos, divisiones y reacciones de­sagradables, no podemos ignorarnos. 

¿Percibe cierto rechazo a dialogar con el diferente, con el otro?

Sí, he visto que hay miedo, y el miedo es el mayor enemigo del diálogo. En encuentros y reuniones me dicen a veces que hay muchos musulmanes en Europa y que van a invadir e islamizar el continente. Siempre he dicho que no hay que tener miedo a esta presencia extranjera desde el punto de vista social, identitario, intercultural e interreligioso, sino que debemos experimentar la inclusión de la que habla el papa Francisco. A mí lo que me da miedo como cristiano es el abandono de la fe por parte del mundo cristiano, me dan miedo una secularización y una laicización agresivas que luchan contra los valores cristianos. Esto es lo que hace desintegrar nuestra identidad. Esto es lo que me da miedo y me preocupa. Si en Occidente tuviéramos una fe arraigada, no tendríamos miedo de esto. Lo que sí tenemos que hacer es saber acogerlos, aceptarlos e integrarlos desde la diversidad.

¿Este miedo es más propio de los adultos o de los jóvenes?

Este miedo y esta reacción de rechazo que tenemos los adultos se difumina cuando me encuentro con gente joven. No se sienten mal porque viven integrados y aceptan esa integración desde el respeto, la amistad y la colaboración. A veces estamos demasiado preocupados por este asunto. Debemos reconocer que hay una nueva generación que está creciendo y que tiene que aprender estos valores con el objetivo de vivir en diversidad respetando la propia identidad. Una sana diversidad refuerza nuestra identidad. Aquello que nosotros creemos que es un problema, o a lo que tenemos miedo, en realidad dispone de una riqueza potencial enorme siempre que nos lleve a una cultura de la aceptación y la inclusión del otro. Sin embargo, sabemos que esto, muy a menudo, convive por desgracia con una evidente cultura de exclusión.

Hablaba antes del abandono de la fe. ¿Estamos ante un fenómeno eminentemente occidental?

Sí, aunque entre otras confesiones religiosas hay una sensación de que este proceso de secularización, que promueve un modelo de sociedad focalizado en el bienestar desde un punto de vista materialista y que anula la dimensión religiosa que tiene el ser humano, puede provocar la pérdida de nuestras tradiciones.

¿Qué importancia tiene en el diálogo interreligioso el documento sobre la Fraternidad Humana suscrito en Abu Dabi en febrero de 2019?

Es un documento que ha marcado un hito en la historia. Ha tenido una gran recepción en todo el mundo y a todos los niveles porque no es un documento religioso, no es un documento para los cristianos o los musulmanes, sino que es para la humanidad. Se dirige a los líderes políticos y financieros, a los responsables de la sociedad, de las comunidades religiosas, para que se pueda establecer un tipo de convivencia en paz. Todos los participantes en el Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales celebrado en septiembre del año pasado en Kazajstán, y en el que participó el Papa, adoptaron el documento. Aunque el texto, que es del papa Francisco y del gran imam de Al Azhar, no está pensado para que otras personas o instituciones lo rubriquen, es importante ver cómo los participantes en el congreso de Kazajstán expresaron su deseo de seguir los pasos propuestos en él. Y no solo eso. El presidente de Timor Este, en su primera comparecencia ante el Parlamento del país, propuso este documento como una hoja de ruta para la labor de su Gobierno.

¿Cuántas veces pasó por las manos del cardenal Ayuso el borrador de este documento?

Es un documento del papa Francisco y del gran imam. Ellos han dicho en numerosas ocasiones que lo han ido trabajando los dos. Sí puedo decir, y no en referencia a este texto, que en la Curia somos y nos sentimos una familia, colaboramos los unos con los otros y estamos al servicio del Santo Padre, de las conferencias episcopales y de las comunidades cristianas en todo el mundo. Por tanto, la actividad del Papa se ve enriquecida por este apoyo que se da en este espíritu de familia y que se expresa, a veces, en documentos como el de la Fraternidad Humana. Es bonito trabajar en la retaguardia.

¿Qué requisitos deben cumplir para trabajar en «esta» retaguardia del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso?

Creo que el punto central sobre el cual se apoya todo lo demás es el de la motivación para trabajar y la identificación con la propia fe. Esto nos ayuda a construir después. El conocimiento de las lenguas es un vehículo que ayuda, no es absolutamente necesario pero ayuda mucho. Hay que conocer un poco las tradiciones religiosas, hay que tener una experiencia de vida, de contacto intercultural e interreligioso. A mí lo que más me ha servido han sido mis 20 años de experiencia misionera en África. No soy diplomático, pero sí tengo experiencia pastoral que, con el tiempo, se ha ido completando con una década en el Pontificio Instituto de Estudios Árabes e Islámicos y ahora como prefecto de este dicasterio. Pero lo que realmente vale es la experiencia y estar motivado para trabajar sobre el diálogo. Después, el trabajo diplomático se va aprendiendo poco a poco. Creo que bastaría solo una cosa para abordar las relaciones interculturales e interreligiosas: un poquito, un poquito, un poquito de sentido común. ¡Cuántas cosas y cuántos problemas se podrían solventar con un poquito de sentido común!

Sin hablar de éxito o fracaso, ¿cuándo sienten en el dicasterio que han logrado algo importante?

Más que en términos de éxito, trabajamos en términos de servicio. Tratamos de servir, de hacer el bien sin mirar a quién. Nosotros colaboramos con muchas comunidades religiosas, con el Consejo Mundial de las Iglesias, pero también con diferentes comunidades y denominaciones cristianas porque tenemos una necesidad de comunión entre nosotros para dar testimonio de unidad a los que pertenecen a otras tradiciones religiosas. Aquí, aparte del diálogo interreligioso, nos interesa el diálogo intrarreligioso. ¿El éxito? No nos da tiempo a pensar en él porque cuando obtenemos algún objetivo ya tenemos sobre la mesa cuatro o cinco más.

Cuando el Papa fue a Bangui, pidió permiso y rezó en la mezquita. En las relaciones interreligiosas, ¿qué importancia tienen los gestos?

Son fundamentales. No hay que hacer un revoltijo que haga pensar que con los gestos perdemos nuestra identidad, pero hay momentos en los que se ven cosas que impactan muchísimo, como ver al papa Francisco en los jardines vaticanos con los líderes judío, musulmán y palestino en un clima de oración, pero no para rezar juntos, sino para, juntos, rezar, que es distinto… A veces personas y comunidades con muy buena intención hacen una especie de potaje que no es bueno. Hay gestos de los cuales no podemos escandalizarnos, sino que tenemos que acogerlos como gestos de comunión y no de división, confusión o renuncia a la propia fe.

¿Somos de escándalo fácil?

En el entorno interreligioso, sí. En ocasiones, en todas las tradiciones religiosas hay posiciones radicales, hay tradicionalistas a los que les cuesta acercarse a los demás. He visto trabajos muy bonitos de misioneros en África. Les he preguntado por su actividad y se saben de memoria los nombres y apellidos de todos los fieles de la parroquia, pero si les pregunto si hay protestantes o musulmanes en la aldea, me dicen que ellos no se preocupan de eso, que solo se interesan por los «suyos». Hay personas santas y capaces a las que les falta esa dimensión de apertura a los demás. Se le atribuye a André Malraux la frase que dice que «el siglo XXI será religioso o no será». Y es verdad. Vivimos en sociedades donde las diferentes tradiciones, y en concreto la nuestra, tienen necesidad de dar testimonio de su fe. Esto, no obstante, no debe hacerse desde un punto de vista proselitista, sino desde una perspectiva de acogida del otro para que podamos construir juntos una sociedad mejor. Tenemos un gran desafío y no debemos tener miedo ni ser excluyentes. Si realmente quiero estar identificado con mi fe, con mi cultura, con mi ser, entonces tengo que abrirme a los demás. Cuando salimos de nosotros mismos y descubrimos otras realidades y culturas, volvemos a mirarnos, nos redescubrimos y reforzamos nuestra identidad. En lugar de temer que vamos a perder parte de lo que somos, nos sentimos identificados y, a la vez, diferentes de los otros, pero plenos de humanidad en este mundo en el que vivimos. Como dijo el Papa durante la pandemia, todos estamos en la misma barca.  

Entrevista publicada por la Revista Mundo Negro. Marzo 2023, Pág. 42-47

700 números de Mundo Negro

La revista misional africana MUNDO NEGRO, editada por los misioneros combonianos en España, llega en este mes de marzo a su número 700, tras 64 años de andadura informando no sólo al pueblo español sino a muchos lectores de habla hispana sobre la realidad del pueblo africano y afroamericano.

Fundada por el P. Enrique Faré -gran impulsor de Esquila Misional, nuestra revista en México- , Mundo Negro vio la luz en enero de 1960, cuando África estaba viviendo el “boom” de las independencias. Tal y como decía su fundador desde el primer momento, “Mundo Negro tiene que ser una revista específicamente africana, eminentemente misionera, moderadamente comboniana y eficazmente formativa”. Esas cuatro características han marcado y sigue marcando su línea editorial y han hecho de ella un referente en la información sobre el continente africano.

Su actual director, el P. Enrique Bayo, presenta así el número 700:
«En los 64 años que hemos tardado en alcanzar esta cifra redonda, hemos ofrecido a nuestros lectores más de 47.000 páginas sobre las realidades africanas y de la afrodescendencia, con textos y fotos firmados por infinidad de personas, africanas muchas de ellas. 700 números después, seguimos creyendo en la importancia de acercar África al público español. El continente sigue siendo muy desconocido –e incluso ignorado– en nuestro país, lo que nos priva de muchas de las riquezas que sus culturas y los ejemplos de vida de sus gentes pueden ofrecernos».

Mons. Matthew Hassan Kukah, Premio Mundo Negro a la Fraternidad

Este 3 de febrero tendrá lugar en Madrid el XXXVI Encuentro África, en el que se entregará el Premio Mundo Negro a la Fraternidad 2023 a Mons. Matthew Hassan Kukah, obispo de Sokoto (Nigeria) y fundador del Kukah Centre.

Mundo Negro

Monseñor Kukah sucede en el galardón a la abogada congoleña Yvette Mushigo, que lo recibió el año pasado por su trabajo al frente de la Synergie des Femmes por la Paix et la Réconciliation.

La jornada, que comenzará a las 17,30h. en la Sala de Exposiciones de los Misioneros Combonianos (C/ Arturo Soria, 101, 28043 Madrid), girará en torno a la pregunta «¿Qué democracia para África?». Después de la apertura, a cargo del director de la revista MUNDO NEGRO, P. Enrique Bayo Mata, tendrá lugar un diálogo con Kemit Ajamaat Diédhiou, responsable de Comunicación en el Movimiento de Mujeres de Pastef-Les Patriotes en España; Dagauh Komenan, analista político marfileño; y Jesús García-Luengos, consultor y analista del Grupo de Estudios Africanos, de la Universidad Autónoma de Madrid, quienes reflexionarán sobre los principales retos de la democracia en el continente africano.

A continuación, Mons. Kukah ofrecerá el testimonio de su trabajo en la diócesis de Sokoto, situada en el norte del país, y de los retos asumidos por el Kukah Centre, cuyos orígenes se remontan a 2008, cuando el obispo empezó a pensar en la necesidad de crear un centro de investigación, debate y acción para el desarrollo del país. En la actualidad, el Kukah Centre está presente en 25 de los 36 estados nigerianos.

El provincial de los Misioneros Combonianos en España, P. Miguel Ángel Llamazares, entregará el Premio Mundo Negro a la Fraternidad al obispo nigeriano.

El XXXVI Encuentro África finalizará el domingo, 4 de febrero, con la celebración eucarística, a las 11,30 horas, en la madrileña parroquia de la Santísima Trinidad (C/ Martínez Villergas, 8).

¿Quién es Mons. Matthew Hassan Kukah?

El primer fin de semana de febrero de 2024 tendrá lugar en Madrid el XXXVI Encuentro África, que versará sobre la gobernanza en el continente. En este campo destaca la figura de Mons. Matthew Hassan Kukah, obispo de Sokoto y una de las referencias morales de Nigeria. Fundador de un laboratorio de ideas que lleva su nombre, ha impulsado y protagonizado algunas de las más importantes iniciativas en favor de la paz y la democracia en su país. 

La localidad de Anchuna, en el estado de Kaduna (Nigeria), recibió el 31 de agosto de 1952 a su nuevo vecino, Matthew Hassan Kukah. La escuela primaria San Fidel, en Zangon, y el seminario menor San José, de Zaría, precedieron a su ingreso en el seminario mayor de San Agustín, en Jos. Fue ordenado sacerdote el 19 de diciembre de 1976. Diplomado en Estudios Religiosos por la Universidad de Ibadán y licenciado por la Urbaniana de Roma, Kukah es también doctor por la Escuela de Estudios Orientales y Africanos, de la Universidad de Londres.

Como sacerdote, ha sido párroco en Kaduna (77-78); rector del seminario San José (81-82); asistente del cardenal Ekandem (82), entonces arzobispo de Abuya; vicesecretario general de la Conferencia Episcopal (90-93), o vicario general de la archidiócesis de Kaduna (2004-11). Desde 2011 es obispo de Sokoto. Un año después fue nombrado presidente del Comité para el Diálogo Interreligioso de la Conferencia Episcopal de Nigeria, se incorporó al Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, en el Vaticano, y ocupó la presidencia del Comité para el Diálogo Interreligioso de la Conferencia Episcopal Regional de África Occidental, cargo que ostenta en la actualidad. 

Influencia en la vida política 

Un funcionario de la Administración nigeriana en el exterior del país mantuvo hace unas semanas una conversación con un miembro de la redacción de MUNDO NEGRO. En un momento de la misma, surgió el nombre de Mons. Kukah. Sin pensárselo dos veces, el empleado público avisó: «Si gobernara nuestro país, nos iría mucho mejor».

Aunque resulte llamativo, a priori, que el obispo de una diócesis sea considerado como un candidato ideal para ocupar el sillón presidencial, no lo es tanto al seguir la trayectoria de este hombre que ha presidido la Comisión de la Reconciliación Ogoni-Shell –que pretendía compensar el desastre ecológico causado por la multinacional del petróleo en el delta del Níger–, o que fue miembro de la Comisión Nigeriana de Investigación de las Violaciones de Derechos Humanos, conocida como Panel Oputa, entre 1999 y 2001. Su compromiso con la vida pública le ha llevado también a trabajar en la Conferencia Política Nacional (2005) o en el Comité de Reforma Electoral (2007-2009). 

Uno de los frutos de esa opción vital fue la fundación, en 2008, del Kukah Centre (ver MN 694, pp. 32-37), un laboratorio de ideas que se ha convertido, en apenas 15 años, en una referencia en la investigación y el debate sobre políticas públicas que promuevan la paz, la cohesión y la mejora de la democracia a partir de la buena gobernanza, el liderazgo o el diálogo interreligioso. En esta línea, en diciembre de 2022, el diario nigeriano The Guardian parafraseaba unas declaraciones del prelado en las que insistía en que «los nigerianos deben pedir a los líderes políticos que expliquen cómo manejan las identidades de la nación y los conceptos de equidad y justicia, mientras el país es testigo de un elevado grado de odio y violencia» (ver pp. 42-47). 

Una figura profética

El periodista nigeriano -Teófilo Abbah reconocía en The Insight que nada más conocer a Mons. Kukah le pareció «un joven sacerdote más conocido por sus discursos políticos que por sus homilías desde el púlpito», muchos de los cuales aparecen recogidos en el volumen Broken Truths: Nigeria’s Elusive Quest for National Cohesion, publicado en 2022. 

El obispo de Sokoto no ha renunciado a posicionarse sobre algunos de los problemas que afectan a su país, como la violencia de Boko Haram. El propio Abbah recordaba que en un encuentro que mantuvo con el prelado en la primera década de este siglo, el obispo le preguntó de forma retórica: «¿Qué es Boko Haram?». Después de unos segundos, el obispo Kukah respondió: «Teófilo, no puedes derrotar a un enemigo que no conoces. ¿Cuál es su filosofía? ¿Quiénes son sus líderes? ¿Cómo están organizados? ¿Cuáles son sus fortalezas y debilidades? Lo que estoy diciendo, en esencia, es que, como país, estamos luchando contra un enemigo al que realmente no conocemos». Más de una década después de aquella conversación, Abbah admite que «todavía estamos tanteando en la oscuridad. ¡Es un hombre profético!».

«El sello distintivo de los grandes individuos es cómo impactan sin esfuerzo y de manera extraordinaria en la vida de las personas. Yo soy una de esas personas impactadas por el obispo Matthew Hassan Kukah». Así arrancaba Samuel Aruwan, comisionado del Ministerio de Seguridad y de Asuntos Internos del estado de Kaduna, el perfil del obispo que publicó en el Daily Nigerian con motivo del 70 aniversario del prelado. A los méritos glosados por Aruwan hay que sumar ahora el Premio -MUNDO NEGRO a la Fraternidad 2022 que concede esta revista. Conocido en Nigeria como la Conciencia de la Nación, el obispo de Sokoto tiene en mente la fundación de la Escuela de Gobierno Kukah, que pretende aprovechar el conocimiento de profesionales, académicos y tecnócratas nigerianos para elaborar estrategias políticas que favorezcan el crecimiento y desarrollo del país.   

El encuentro será transmitido en directo. AQUÍ

La revista Mundo Negro recibió dos galardones por su trabajo y trayectoria

Los días 17 y 22 de enero la revista MUNDO NEGRO, editada por los Misioneros Combonianos en España, recibió dos galardones por su trabajo y trayectoria. El primero se lo concedió el portal digital África Mundi en reconocimiento por el Cuaderno MN sobre Ghana, publicado en mayo de 2023. El segundo fue el Premio CEU Ángel Herrera al mejor trabajo periodístico en materia de Doctrina Social de la Iglesia. MUNDO NEGRO cuenta 64 años de servicio a la información y animación misionera en España.

El miércoles 17 de enero de 2024 tuvo lugar en el CaixaForum de Madrid la entrega de los II premios África Mundi. En la categoría al mejor especial, el galardón recayó sobre la revista MUNDO NEGRO de los Misioneros Combonianos en referencia al número monográfico sobre Ghana publicado el mes de mayo de 2023 y que es fruto del viaje que un equipo de la revista realizó a ese país africano.

Recogieron el premio los redactores de MUNDO NEGRO, Javier Sánchez y Gonzalo Gómez, principales autores del monográfico tras su viaje a Ghana entre finales de octubre y principios de noviembre de 2022, período en el que estuvieron apoyados sobre el terreno por el misionero comboniano español Pepe Girau Pellicer, que trabaja en Cape Coast. También participaron en el acto de entrega el director de la revista Mundo Negro, P. Enrique Bayo, y otros dos miembros de la redacción: Carla Fibla y José Luis Silván. El premio de África Mundi se añade a otros muchos reconocimientos que la revista MUNDO NEGRO ha recibido a lo largo de sus 64 años de historia, por su oferta periodística de calidad sobre la misión y otras realidades del continente africano.

Premio CEU Ángel Herrera 2024

El segundo (el 22 enero de 2024) fue el Premio CEU Ángel Herrera al mejor trabajo periodístico en materia de Doctrina Social de la Iglesia. Este premio reconoce la trayectoria de la revista MUNDO NEGRO como referente informativo en España sobre África y de manera particular sobre el trabajo de los misioneros/as y las Iglesias locales africanas.

Mundo Negro recibe el VI Premio de Periodismo Ángel Herrera Oria

La revista Mundo Negro, editada por los Misioneros Combonianos de España, acaba de ser galardonada con el premio de periodismo otorgado por la Fundación Cultural Ángel Herrera Oria. Según reza en la nota publicada por la Fundación, Mundo Negro recibe este premio “por tratarse de la revista de referencia para conocer la realidad del continente africano, que demuestra cómo los misioneros de la Iglesia católica se convierten en los mejores “corresponsales” sobre el terreno, terreno que conocen de primera mano porque forman parte de él. Esta publicación, elaborada por los Misioneros Combonianos, decana en el sector, una vez al mes nos acerca a la realidad política, económica, social, religiosa y humana de este continente africano, tantas veces olvidado”.

La Fundación Cultural Ángel Herrera Oria toma el nombre del que fuera primer presidente de la Asociación Católica de Propagandistas, el Siervo de Dios Ángel Herrera Oria, para mantener perdurable en la memoria todo el legado de obras y pensamiento de este insigne laico y cardenal de la Iglesia Católica. Es una obra de la Asociación Católica de Propagandistas de España, que tiene como fin contribuir a la promoción de la cultura en todas sus manifestaciones, como ejemplo del desarrollo intelectual de la persona, de su afán por la belleza y de la búsqueda de lo trascendente. La Fundación pretende hacer expresa la compatibilidad entre el conocimiento del hombre fruto del conocimiento y la investigación con la verdad revelada por Cristo a los hombres.